viernes, 13 de noviembre de 2009

MIS NÉURAS (I)

No lo puedo remediar casi siempre (cuando me nombran la palabra progreso) pongo la misma cara que Paco Martínez Soria ponía cuando llega a Madrid por primera vez de un pueblo aragonés. No en el sentido que me asuste el tráfico (he vivido la evolución de vehículos y carreteras), no en el sentido de sentirme descolocado al vivir mis hijos en una sociedad “diferente” de la que yo vivo. Pongo la cara de dicho actor cada vez que escucho un barreno, un trueno, siempre que veo una máquina excavadora o me coloco delante de una ventanilla ante un funcionario que empieza a complicarme la existencia con los papeles que le he entregado.

Cada vez que escucho un barreno o un trueno me pasa como a mi perro uca, acude donde yo esté totalmente atemorizado y si los barrenos son intermitentes tan solo nos falta meternos los dos debajo de la primera cama que encontremos, temblando por el miedo. Los zambombazos nos aterran. Es superior a nuestras fuerzas las explosiones y por más que nos tomen a cachondeo el resto de los que viven en casa, lo que nos ocasionan al perro y a mí, (viendo la no compresión de los que nos rodean) es que los temblores sean cada vez más fuertes. Si algún trueno se propasa mi perro hasta se mea.

Es de suponer que el perro fue rechazado por los cazadores (un buen día llego a nuestra puerta y le dejamos entrar) al asustarse de los tiros de las escopetas y en mi caso los estallidos me recuerdan a cuando yo estaba acostado en mi cama, en mi pueblo, y me despertaban todos los días los barrenos que estallaban en el Cerro del Algarrobo ( que los cascotes llegaban a los terraos de las viviendas del pueblo) para la obtención de piedras para la construcción de la presa para el pantano.

Aquellos años de los barrenos fueron terribles. Se podían calificar: “Tiempos en que enterramos a la mayoría de las personas mayores”.

Como salga por la mañana y me encuentre con una máquina excavadora, doy media vuelta y regreso a casa. Me pasa como le pasaba a mi madre cuando se encontró en el huerto una culebra de grandes dimensiones y jamás volvió a pisar aquella parte del huerto. No lo puedo evitar. Me da yuyo, me entran escalofríos, como diría nuestro paisano Miguel el gitano: “Encontrarse con una cosa como esa era mejor volverse a casa y acostarse puesto que lagarto, lagarto, (abriendo la tijera que llevaba siempre colgadas de la cintura puesto que su profesión era el de esquilador) repitiendo una y otra vez: Esas cosas traen mal fario”.

Ese tipo de máquinas derribaron casa a casa de mi pueblo, destrozaron las calles de mi niñez y convirtieron en escombros la iglesia donde me bautizaron que en su fachada estaba escrita la fecha de 1557.

En cierta medida me estoy acostumbrando a los funcionarios, por haber desaparecido los cristales que separaban al que representaba al dios administración en Benínar (al menos existen hojas de reclamaciones que en la mayoría de las veces no sirven para nada, pero algo hemos progresado, puesto que en la actualidad tenemos “el derecho al pataleo”), existen unos medios de comunicación muchísimo más comprometidos en defender al más débil, pero sobre todo, los benineros nos hemos dado cuentan que existen abogados. En Beninar que yo sepa tan solo uno (de los cerca de quinientos censados) acudió a uno de estos profesionales

2 comentarios:

Europa dijo...

Hay que ser sincero y decir las cosas tal como sucedieron, los jovenes con el primer pago nos compramos un coche, se lleno el pueblo de coches, hasta hubo atascos. Se hablaba de dinero, que si nos van a pagar tanto o cuanto, todo nos parecia poco y el pueblo nos inportaba una MIERDA, solo queriamos dinero y eso fue lo que hicimos, venderlo. nuestros padres, los viejos, son los que pagaron con su vida ese sufrimiento.
¿donde esta la pila bautismal de beninar? ¿alguien se acordo della?
pero si solo tienes que ir a las fiestas para ver la realidad, sino va nadie, los cuatro gatos de siempre. el resto ¿donde se mete?

Europa dijo...

A mi Beninar me recuerda a Boabdil, cuando su madre le dijo que lloraba como una mujer lo que no habia sido capaz de defender como un hombre.
GENOCIDIO es la palabra que hay que decir bien alto. Eso es lo que ocurrió, un GENOCIDIO cultural.