lunes, 5 de diciembre de 2011

PICOTAZOS EN EL MORRILLO.

De los cerca de doscientos artículos publicados en éste blog, no recuerdo ninguno que lo iniciase tantas veces y tantas y en su mediación dejarlo ya aburrido para volverlo a comenzar. Esta vez quiero, deseo de una vez terminarlo y colgarlo para quitarme de la mente este sin vivir, qué, desde que me levanto hasta que me acuesto no hago más que buscar argumentos convincentes y coherentes. Parece como si todos mis muertos los tuviesen detrás, al lado dándome, detrás dandome picotazos en el morrillo, en el cogote, exigiéndome que aunque solo sea uno de los pocos benineros que aún quedamos no debo permanecer indiferente sobre el estado de indiferencia en el que se encuentra la ermita de Hirmes donde se encontraban acogidos los patronos de mis padres, de mis mayores. Nunca me he acordado tanto ni tantas veces de todo mi árbol genealógico, de los que fueron mis vecinos, donde trascurrió mi vida hasta que me casé, el mismo año que me expulsaron de mi pueblo, Benínar, como consecuencia de la construcción del pantano.

Empecé una redacción acordándome de los responsables políticos provinciales, que vista su indiferencia, cuando se le ha expuesto el problema del estado ruinoso de la ermita se encogieron de hombros y diciendo: “Que me estas contando”, se han lavado las manos como Pilatos, manejando como manejan el millón de euros que repercute en sus cuentas administrables al cobrar el IBI del pantano. También entran en éste apartado los miles de regantes del Poniente de Almería que abren sus grifos para que llegue el agua del pantano de Benínar.

Otra redacción que empecé se centraba es la petición: “Todos los benineros debemos aportar una cantidad de dinero, …”, sobre todo en el hirmero que ha donado un tanque de combustible para que se rife para sacar fondos necesarios para la reparación de la ermita.

Otra redacción se centraba en el mutis, que hasta ahora han mostrado las dos asociaciones de benineros sobre el estado ruinoso de la ermita donde se encontraban san Roque y la Virgen del Carmen y el lugar donde han decidido que deben de estar los santos, como si no hubiesen templos a la redonda, lugar sagrado donde se deben guardar lo más sagrado para todos los benineros: Sus patronos.

Otra sobre el comunicado que deberíamos firmar todos los benineros, dárselo a los medios de comunicación con la intención que no caiga en la indiferencia lo único que nos convocan a todos dos fechas al año. Los patronos es lo único que desde que el pueblo fue pueblo hasta su desaparición, es donde siempre hemos acudido dando gracias o rogando cada vez que nos acordamos de lo sagrado, de la interseción ante el Dios padre o Dios creador, el Dios de los cristianos.

¿Qué papel ha desempañado la Conferencia Episcopal sobre la suerte de los benineros y sus patronos?. ¿Qué dice en la actualidad?.

La más extensa, la que se argumenta sobre los Moros y Cristianos que se han representado todos los días del patrón san Roque y de lo que más se ha escrito y argumentado todos los benineros que “le dan a la investigación y a la pluma”, sobre lo que decía el capitán Juan Enrique (embajador cristiano): “Moro cruel y atrevido / que aumentas nuestro quebrantos /queriendo llevarte el santo / nuestro objeto más querido, …”, donde se reflexiona, quien, en el 2011, (casi siglo y medio después) representan a los Moros y quien a los Cristianos.

Termino y sin repasar lo escrito, cuelgo lo resumido en el blog, (termiendo que ésta redacción se acumule con las anteriores) aunque siga recibiendo collejas en el pescuezo de todos mis muertos. Aunque mis paisanos no digan ni pio sabiendo que sus patronos están guardados en un garaje (es llamar donde se encuentran por un nombre) posiblemente tapados con una manta.

martes, 22 de noviembre de 2011

EL COVIRAN DE BENÍNAR


Prontillo nuestros hijos emprendedores van a abrir un negocio sin llamar a un diseñador, decorador, arquitecto, aparejador, etc. Andar por todas las oficinas (ayuntamiento, junta, diputación, mancomunidad, …). Los bancos, antes y después de, … Por supuesto que cada cual de los mencionados se ha llevado su bocado correspondiente antes de cortar la cinta y brindar ¿con vino de la Contraviesa?.

Era la casa de mi niñez y adolescencia, donde se formaron mis mayores, allí nacieron mis padres y comencé a gatear. En la C/ Real, allí puso Doloricas la tienda. Nació casi con el cierre de la tienda de Clemencia. La de Doloricas aparece en la habitación donde dormía mi abuelo Faustino que también fue donde murió y se veló. Se encaló aquella habitación, y allí se montó el negocio. Nace la tienda vendiendo metros de tela y se fue ampliando. Lo mismo vendía la tela para unas enaguas, un trozo de carne membrillo que llegaba en unas latas preciosas de latón, procedentes de Puente Genil, que se compraba la piel ya seca de algún animal muerto a un pastor. La piel sería para la construcción de zambombas. Digo yo.

Un mostrador de madera separa a las clientas (se escribe correcto, en femenino puesto que los hombres no hacían la compra) de todo lo que estaba a la venta. La zona del mostrador se dedicaba al peso (una balanza con dos platillos, en uno se colocaba la mercancía y en el otro tres tipos de pesas, el kilo, el ½ y el ¼ de klgr.), y a los salazones. Los bacalaos salados, las tinas de arenques y los boquerones secos. Aquellos alimentos no estaban al alcance de todos los bolsillos. Se podía decir que eran alimentos para quitarse el gusanillo. Un capricho. Sobre todo engañifas. Cuando llegaron por primera vez los plátanos, había que comérselos con pan en las meriendas para que durasen más, para estirar lo que se compraba en la tienda todo lo posible.

Durante un corto espacio de tiempo solo existió el comercio de Doloricas, hasta que apareció la competencia. La de Rosario la de Joaquín; la de Antoñica, y en medio la de María Fernández. Coinciden en el tiempo cuatro comercios vendiendo lo mismo para una población aproximada de quinientos habitantes. No menciono las tabernas ni la cantidad de borrachos con título, identificados por todos que teníamos en el pueblo. No debe plantearse cuantos, puesto qué, se podían contar con los dedos de la mano y sobrarían dedos.

En una ocasión como reclamo la dueña encontró en Almería que vendiendo un saco de pipas (vendidas en cucuruchos de papel de estraza) se sorteaba una muñeca de cartón: Una mariquita perez.

Recuerdo a una abuela y nieta acudir a la tienda y les pregunta el tendero:

- ¿Qué queréis?.

- Nada. Mi nieta me ha preguntado que qué era una muñeca. Ninguna de las dos sabíamos de qué se trataba y venimos a verla. ¿La podemos tocar?.

Pues aún así en ninguna de las tiendas de Benínar a comienzos de los años setenta, llegaron a venderse juguetes. Los Reyes Magos que conocían los beninerill@s eran los que vieron en el Portal de Belén que se montaba en la iglesia, por más que decía la radio y la TV, que existían. Ningún beninerill@ los vio llegar por la Ramblilla o aparecer por el Collado.

Recuerdo a Aníca la Posá que guardaba el papel de estraza el mayor tiempo posible. Pedía que lo comprado se pusiese, se pesase directamente en el plato de la balanza que después envolvía en su papel. Aquella beninera se oponía (como ahora nos oponemos unos cuantos) que le vendiesen el papel al precio del jamón.

La última inversión en aquella tienda fue la compra del primer frigorífico que llegó al pueblo (los beninerill@s palpaban, probaban, conocían el hilo en aquel tiempo – a pasar de ver la nieve todos los días al levantar la cabeza y mirar para Sierra Nevada - tan solo tres días en el mes de agosto con el aguanieve de avellanas), que por supuesto por allí pasó todos los clientes para experimentar el frío que producía aquella máquina metiendo la mano en el congelador o probando un trago de agua ¿fría?, de un botijo allí metido. La dueña pensó que a base de vender polos para los niños (empezando por perras gordas y terminaría por cobrar dos reales) lograría amortizarlo. No eran pesaos nina, los críos, que no respetaban ni las horas de la siesta. En unas bandejas de aluminio con unos separadores de plástico, se vertía agua, colorante, azúcar y en cada división se ponía un palillo de dientes. Tantas divisiones, tantos polos. Había que vender (al precio de dos reales) trescientos treinta y tres polos de aquellos, para conseguir la recaudación de un euro.

Antes que aquellos polos subiesen al precio de los dos reales, las gordas y perrillas, se fueron depositando en un bote. A la vuelta de diez años al volver a encontrase con dicho bote, “aquel montón de dinero” se había convertido en un solo bloque, (se habían pegado unas monedas con otras) imposible de separarlas, soltando un líquido que parecía veneno y deformadas todas.

Si cuando Doloricas se trasladó a la Gangosa para vivir (a comienzos de los setenta), si la hubiesen dejado, ganas no le faltaron para volver a la tienda, como la que tenía en Benínar sin duda alguna, hoy sería un coviran. Por ejemplo.

domingo, 13 de noviembre de 2011

PRIMERA PANADERÍA DE BENÍNAR

En aquellos mediados de los cincuenta aún funcionaba la tienda de Clemencia. Aquel negocio nace como consecuencia de ser ésta familia la encargada de distribuir lo que le correspondía a cada persona según su cartilla de racionamiento, la de los cupones. Destaco que los americanos crean el El Plan Marshall para la reconstrucción de los países europeos después de la Segunda Guerra Mundial, y que años después que España por fin ingresa en la ONU a los alpujarreños, nos sabe a "gloria bendita" lo que nos toco a nosotros, unas cuantas raciones de leche en polvo. Buscando entre mis sabores de antaño no encuentro ni el sabor al Pelargón ni por supuesto a la dichosa leche.

Elvis graba su primer título, “That’s all right”. Se estrena la película "Marcelino Pan y vino" que a últimos de ésta década veríamos los beniner@s en el cine improvisado con dos sábanas colgadas del techo en la posada de Isabel.

Creo que fue también Clemencia la pionera que monta una panadería para vender el pan a pesar que en aquellos tiempos cada casa elaboraba lo que necesitaba. Aquella panadería demuestra ser rentable puesto que su hija María Fernández monta la primera panadería con maquinaria industrial y contratando un panadero de origen de Dalías. Con la hija de Clemencia, llega a Benínar el pan blanco y se van cerrando progresivamente todos los hornos, desaparecen las artesas al no encontrarse su utilidad que existían en la mayoría de las casas del pueblo.

A últimos del mes pasado, 31/10/2011, hablando con una familia de Hirmes me decía la mujer: “Siempre en mi juventud estuve relacionada con Benínar, visitaba con frecuencia a mis amistades y no iba precisamente por los cupones de la cartilla de racionamiento, puesto que en mi familia no recuerdo que se pasase hambre ni recuerdo el sabor de la leche en polvo, puesto qué, en mi casa teníamos una manailla de cabras”.


En aquellos tiempos se había demostrado socialmente que dependía con quien te casases, pasabas o no pasabas hambre. Si la persona elegida (o elegida por los padres para el casamiento) tenía finquitas, se sembraba y se recogían cosechas. Si solo tenían los brazos para trabajar ambos, estaba demostrado que se marcharían del pueblo siendo otro más de los emigrantes que salieron de Benínar (para Cataluña principalmente) o si se quedaban, su vida su futuro, estaría pendiente de los jornales. La década de los cuarenta y cincuenta fueron dos décadas en el que el pragmatismo estaba grabado en todas las cabezas de los beninar@s.

Es necesario mencionar que en estas dos décadas es cuando se inicia la construcción de las murallas para encauzar el río desde donde desembocaba La Ramblilla hasta Los Arenales. Hasta entonces tan solo existían dos murallas muy pequeñas, una en el río, en la Mecila y otra un poco más grande en la finca de Frasquita en la rambla, en Los Ramblizos. Sería como consecuencia de aparecer dinero para invertir y que además la mano era abundante y barata, hasta que llega la construcción de la casa del médico donde Frasquito Baños (que era el alcalde), es el que fija los jornales, de veinte y cinco pesetas para los albañiles y de veinte para los peones al mes. Que yo recuerde en Benínar tan solo han existido dos personas con título de albañil (entiéndase que en los años cincuenta los títulos eran concedidos por el colectivo por su bien hacer o por la maña) y uno de ellos, Pepe el Rizo aprendido el oficio en Uruguay. Esto ya finalizando la década de los cincuenta que se marcha el cura y imitando a su maestro, para la Alsina en el Collado, se baja y sacude sus alpargatas diciendo que de Benínar no quería llevarse ni el polvo.


domingo, 6 de noviembre de 2011

LOS NEGOCIOS DE JOAQUÍN Y ROSARIO


Mi padre decía que hasta los años treinta, aquella casa, situada en calle La Iglesia, esquina con la calle Real, también llamada las Cuatro Esquinas era donde se concentró la diversión casi todo el siglo XX.

La generación de mi padre, la que participó directa o indirectamente en la Guerra Civil, todos pertenecían a familias numerosas. La de mis abuelos, en una eran cinco hermanos y en la otra cuatro. Si nos damos una vuelta (mentalmente) por cada calle, por cada casa, mi padre me dejó grabado en un casete, la cantidad de mozos y mozas de aquellos años que estando en edad de divertirse (como todas las generaciones), lo intentaban por todos los medios.

En la casa que fue propiedad de Joaquín y Rosario desde mediados de siglo hasta que el pantano nos expulsó del pueblo, cuando mis padres fueron mozos, era donde se concentraban toda la juventud para iniciar las parrandas que después terminarían en la placetilla, la plaza o en el reducto.

Aquella casa los de mi generación, (los nacidos entre últimos de los cuarenta y primeros de los cincuenta) nos volvíamos a encontrar todos los jóvenes cada vez que se montaba un guateque. En aquella casa, se produjo el primer contacto físico consentido entre el joven y la joven cada vez que sonaba en el picú una canción de los Brincos, el Dúo Dinámico o un pasodoble de Pepe Blanco (sombrero, hay mi sombrero, ere de gracia un tesoro, …). Dejo el tema de los guateques, puesto que se me ponen los pelos como escarpias al recordar cuando uno tenía los dieciocho años y sigo con todo lo que acontecía en aquella casa, que en Benínar sin duda, era la que siempre concentró las coordenadas del magnetismo de la diversión.

El mejor negocio del pueblo, puesto que llegó a estar en ella, una tienda, la taberna, donde se compraban las frutas y verduras para después venderlas en los pueblos cercanos y, lo mejor el local donde nacieron los guateques. Al frente de aquellos negocios estaba Rosario y Joaquín que en aquellos momentos eran las personas mejor preparadas y mejor dotas para que aquellos empresas fuesen rentables.

Puede que fuese el primer lugar público donde se instalase el primer televisor construido por Juanico el del Puente (que llegó de Barcelona con todos los cacharicos necesario para montar los primeros televisores que se montaron en Benínar) y utilizase la taberna del pueblo (como escaparate de venta) para que viesen “todos los ricos del pueblo” lo más moderno, lo nunca visto, para que comprasen un televisor para su casa.

A dicha casa acudieron todas las autoridades del pueblo (menos el cura, puesto que pensaría que aquella caja era obra del Diablo) sentados en la primera fila y el resto del local atiborrado de público para ver un espectáculo de baile que en aquellos momentos se televisaba. Aun retengo en la retina de mis ojos cuando don Salvador el maestro del pueblo, se levanta de su silla con los brazos en alto exclamando:

- ¡Blancas!. ¡Son blancas!.

El borracho de turno no se había enterado y preguntaba:

- ¿Que son blancas?.

Contesta el alcalde:

- Las bragas de la bailarina!.

El: !ooooh!, de todo el público brota de forma espontánea.

No pagaría con creces el maestro aquella salida de tono al sentirse atacado con las sonrisas irónicas y miradas picaronas, aquella autoridad que acudía a misa con frecuencia y era uno de los portadores del palio en el día del Corpus.

Joaquín y Rosario demostraron en aquellas dos décadas de los cincuenta a los sesenta, ser un matrimonio de los más destacados emprendedores, invirtiendo en todo aquello que aparecía como nuevo en el mercado para que acudiesen a su negocio todos los benineros. Dicho matrimonio, nunca perdieron la compostura, siempre supieron estar a la altura de las circunstancias, dejando en todos sus paisanos un poso en el vaso del recuerdo, que hoy en el 2011, cuando nos encontramos con ellos a todos nos llegan a la memoria, el darnos con anticipado la mercancía que tenía en su tienda, (vender fiao) confiando que se le pagaría; los más grandes vasos de vino con las mejores tapas y sobre todo que en su casa, fue donde aprendimos los bailes modernos, a que nuestro cuerpo se expresase tal y como entendíamos la música, tanto sueltos como agarrados (tiempos en que se sabía o no se sabía bailar un chotis, pasodobles, mazurcas, etc.; si te habían enseñado bailabas y si no eras en todas las fiestas un espectador) y donde los de mi generación por primera vez tuvimos entre nuestras manos aquella muchacha con olores a nardos o jazmín. Con una simple mirada y un giro de la cabeza aceptaba que nuestro brazo derecho rodease su cintura y temiendo que no nos pusiese los codos en el pecho. Con solo pensarlo uno se estremece.

viernes, 4 de noviembre de 2011

ACEITUNAS ALIÑADAS CON CHIRRINES. (v)

Mientras a estilo tradicional me he buscado un martilojo (en Benínar se le decía a una piedra de tamaño de un bollo que utilizaban las partidoras de almendras), una buena piedra base, una buena espuerta de aceitunas y vestido para la ocasión, me he puesto a partirlas.

Recuerdo que en mi pueblo dicho trabajo estaba destinado a los viejos, a las niñas y a las mujeres. ¿Se iban a dedicar a perder el tiempo a dichos menesteres las fuerza viva, las llenas de recursos por si surgiese algún problema a resolver, los machos, los hombres?. Pues bien, mientras partía las aceitunas, me he estado acordando de la infinidad de atropellos que se fueron cometiendo con todo el entorno vegetal de Benínar.

No encuentro testimonios que lo pueda acreditar que en los cerros del pueblo habría grandes encinas, (como ahora nos las podemos encontrar fácilmente en casi toda La Alpujarra alta) que cuando llegaron los moros se las encontrarían y al no encontrarle utilidad, si alguna estorbaba las fueron eliminando para sembrar una morera para la producción de la seda.

Hasta mis días escuché con frecuencia la frase: “Los árboles que se siembren serán los que den fruto y se puedan vender”. Encinas y moreras (no los olivos que hoy nos los encontramos centenarios para la obtención del aceite) permanecerían juntas durante siglos, hasta que llegaron los mineros que al necesitar madera para la fundición del plomo las fueron eliminando. En el mismo siglo XIX y comienzos del XX, se exterminan las encinas, las moreras, todo lo que se pudiese quemar. Empezaron los mineros, les seguirían, la madera necesaria para los hornos de yeso y de cal. Exterminados los árboles “inútiles”, (se entendían aquellos que no se le encontraban utilidad como los almendros, olivos e higueras), se comienza a quemar los matorrales, las bolinas, las matas blancas, los pendejos y las atochas. Esta última planta también aportaría (en la actualidad la mayoría de los montes están repoblados de atochas, que puede ser como consecuencia de su fácil regeneración), el esparto tan útil para todo lo referente a cuerdas.

Al ver una de las fotos antiguas (que me las ha felicitado José Rodriguez, el del Canónigo) donde aparecen mis dos abuelos (Faustino y Ramón en los años cuarenta en la boda de mi tío Pepe con Clarica) en la era de dicho cortijo, se contempla a lo lejos todas las lomas de Los Meloncillos sin el más mínimo vestigio de vegetación. También podría ser, que los secanos estuviesen llenos de barbechos, y si además era el invierno no se distingue a lo lejos a los almendros y las higueras ya que habían perdido sus hojas.

Como en esta ocasión me estoy refiriendo a LOS NEGOCIOS DE BENINAR, me quiero detener en los años cincuenta y sesenta, cuando don Fermín Enciso el gran comerciante de Berja (que lo mismo exportaba, uvas del barco, alcaparras o esencias, que sus herederos vendiron la tarjeta de exportación a un alemán), que montó un gran alambique en la Fuente del Murallón para destilar el tomillo en su variedad chirrínes.

En esta ocasión aquel alambique tenía la misión de eliminar de todos los montes dicho tomillo. Recuerdo en especial a nuestra familia de gitanos del pueblo, que les llegó un hermano (sordomudo) de la madre, Amparo ( también sordomuda), donde centro mi imagen, es, en aquel gitano con una carga de tomillo sobre sus espaldas (los tomillos se pagaban en arrobas, es decir mazos de 11,5 kilos) que en aquellos tiempos me parecía inhumano que se cargase de aquella forma una persona y el trayecto a recorrer fuese de una media de cinco kilómetros de ida y otros tantos de vuelta.

El los tomillos chirrines además de ser útil en el pueblo para aliñar a las aceitunas, en cierta medida en aquellos tiempos también saqué la conclusión que era una forma de marcar los distintos extractos sociales. Los que buscaban chirrines eran precisamente todas aquellas personas que eran más pobres que las Ánimas Benditas, (los pobres de los pobres), que por supuesto no tenían un animal, un mulo o una burra para poder cargar a dichos animales en vez de cargarse ellos con el haz y que a su vez los pocos jornales que se daban en el pueblo ya estaban adjudicados y precisamente a ellos no les tocó un jornal, aquella forma de encontrar trabajo, de ser contratados.

Como las aceitunas recién partidas están muy buenas sobre todo las primeras aunque no estén aliñadas con hinojos, ajos, pimiento rojo y cáscara de limón, en ésta ocasión me parece que el chirrines no formará parte del aliño, en cierta medida en homenaje a aquel sordomudo hermano de Amparo que se buscaba la vida cargándose como una bestia de matas de chirrines, para convertirlos en perfumes, por ejemplo.

miércoles, 19 de octubre de 2011

LA FARMACIA DE BENÍNAR (IV)


En estos tiempos en que nuestros retoños deciden su profesión, que carrera estudiar o que especialización en FP, en función a no sé qué criterios, (nunca los entendí a pesar de considerarme un profesional en la enseñanza) en mis tiempos solo había sota, caballo y rey y ahora tienen toda la baraja para elegir, la llamada VOCACIÓN, en la actualidad no sé qué porcentaje nos podemos encontrar, que estudien lo que les gusta y sirvan para ello y lo más importante que una vez estudiado ejerzan durante toda la vida profesional.

Dejo el tema de las vocaciones, ya que me voy a enfrascar, mejor dicho me voy a meter en un barrizal (como se decía en Benínar) y me centro en la farmacia que regentaba en el pueblo la Niña Carlota, aunque también podía analizar la farmacia de doña Soledad en Berja. Comparando las dos, para explicarle a los beninerillos el caos, el desorden, solo había que llevarlos a que visitasen las dos farmacias.

La de la Niña Carlota, la primera farmacia que nace en Benínar, (ni en Darrical, Locainena, Turón y Murtas existían), la crea cuando llega al pueblo el médico don Emilio Durán Mediavilla (médico que llega al pueblo desterrado procedente de Extremadura, según dijeron las malas lenguas para depurar responsabilidades de la Guerra Civil), nombrando como titular de farmacia a nuestra paisana.

Aunque la farmacia de Benínar la estoy colocando dentro de los negocios del pueblo, realmente su titular durante todo el tiempo que funcionó, cumplía todos los requisitos de lo que decía el refrán: “Era el sastre el campillo que ponía gratis el trabajo y el hilo”.

Grandes retos a los que tenía que enfrentarse el médico y su auxiliar. Ni punto de comparación con lo que ocurría en Murtas y en Turón, puesto que Benínar tenía casi todo el año agua en abundancia por la que pasaba por el río, mientras que los pueblos mencionados, el agua para la higiene de la población había que transportarla de las fuentes. El jabón escaseaba en muchas casas puesto que el aceite que formaba parte para su elaboración, dicho elemento en muchas familias faltaba incluso como alimento. En la farmacia no existían aún productos que paliasen el olor corporal, para la eliminación de la caspa y aún no habían llegado los cepillos de dientes. El médico aconsejaba la eliminación del velo para que el pelo al menos se airease y se lavase, los sobaquillos, los callos, pero sobre todo la boca.

En muchas ocasiones si el caso era urgente, la Niña Carlota aparejaba su mulo y acudía a la farmacia de doña Soledad en Berja y como siempre retiraba los medicamentos, los dejaba fiados a expensas que la farmacéutica de nuestro pueblo las pudiese cobrar.

Aquel negocio jamás fue rentable y en este caso nuestra farmacéutica era por supuesto vocacional. Toda la población tan solo disponía de una sola jeringa y una sola aguja que en un cacharrillo cuando apremiaba la necesidad, se metían dentro, se le añadía un chorrito de alcohol, se le metía fuego y ya estaba esterilizada para ser usada otra vez. Menos mal que se disponía de dicho invento (lo del cacharrillo), puesto que encender el fuego de leña, poner el cazo en la candela y esperar que hirviese el agua, se hubiese perdido un tiempo vital para el efecto de la inyección.

El invento de la UNIDOSIS, que tanto se habla de ella últimamente, La Niña Carlota tenía en su farmacia los medicamentos y cuando les tocaba a cada enfermo allí se desplazaba la farmacéutica hasta la casa del enfermo ya fuesen las tres de la tarde como las tres de la madrugada. Servicio de guardia las veinticuatro horas los trescientos sesenta y cinco días del año.

Don Emilio y la Niña Carlota durante dos décadas a pie de obra enseñaron a los beninerill@s el significado de la palabra VOCACIÓN, puesto que ambos profesionales, jamás se jubilaron o tuvieron pensión por ejercer su profesión toda su vida laboral.

Con aquella demostración de aquellos dos profesionales, los más admirados por todos los vecinos, llegó la época en que todos los beninerill@s pudieron estudiar, ninguno de ellos argumentó que su vocación era estudiar enfermería, farmacia, ni medicina.



domingo, 16 de octubre de 2011

LA FERIA DE LOS ALPUJARREÑOS (III).


El 12 de octubre, para los alpujarreños la Feria de Ugijar, en honor a la Virgen del Martirio, en esta ocasión, es Frasquito Rodríguez Romera (me unen a él todos los vínculos de afecto y cariño) el que me acompaña. Mi madre nos había dado quinientas pesetas para comprar una albarda nueva para la burra y en cierta medida no era lo mismo visitar la feria un beninero que va sin dinero (sin una peseta en los bolsillos) que nosotros con aquel capital. Nos detenemos, en la puerta de un talabartero, en la capital de La Alpujarra. Ante nuestros ojos aparece uno de los oficios que seguro fueron motivos más que suficientes para que los moriscos que tuviesen dicha especialidad bajo ningún concepto fuesen expulsados cuando dejaron sin moriscos La Alpujarra.

Romera se pone delante de mí y me dice:

- ¿Te cuanto la historia de este talabartero?.

Verás: Cuando en Berja, el alcalde y el cura estaban decidiendo los moriscos que tenían que ser expulsados, llegó un momento en que el alcalde se dio cuenta que se quedaban sin la mayoría de los oficios propios que necesitaban en el pueblo.

Es cuando el alcalde le dice al cura:

- Aunque nos han dado órdenes de expulsarlos a todos, el pueblo no se puede quedar sin herrero, talabartero, taxidermista, médico, boticario, posadero, todos los relacionados con el mantenimiento y construcción de viviendas; todos aquellos oficios trasmitidos de padres a hijos, que los nuevos repobladores seguro no sabrán.

¿Por Dios y por la Virgen, nos vamos a quedar sin talabartero?.

A lo que el cura contestaría:

- Está bien yo les bautizo y Ud., le da sus apellidos cristianos.

En el taller, la viejas máquinas Singer, industriales, eléctricas y a pedal, ocupan un lugar especial. Algunas cosen con dos agujas a la vez, otras se usan para dibujar con hilo en el cuero. En las paredes cuelgan herramientas de todo tipo y tamaño. Dos amplias mesas sirven para trabajar cómodamente. Cajas completas con hierros de dibujo, para marcar el cuero. Cajas completas con hierros de dibujo, con diferentes diseños, sacabocados, leznas y medias lunas. De aquel lugar salieron todas las jáquimas y las cinchas que tenían todos los animales de carga y casi todas las pequeñas jáquimas que tenían las cabras caseras; las correas de infinidad de cencerros de las manadas de cabras y ovejas.

Nunca había visto tantas y tan variadas, colgadas de la pared; las cinchas, las jáquimas, los ataharres. Las dos piezas últimas adornadas con pelos de jabalí o de algún animal salvaje. Quedé prendado de una jáquima para mi burra tía trina, pero mi tutor en aquella ocasión me dijo: Dicha jáquima con tanto adorno de pelos y remaches era propia para un caballo, para una yegua, pero nunca para una burra.

- ¿Cuál es la razón si tenemos dinero?.

- Los caballos son los señoricos, los cortijeros. Los burros son los jornaleros. ¿Has visto alguna vez a un estripaterrones con traje?.

Poco a poco supo sacarme aquella idea de la cabeza de la compra de la jáquima, explicándome aquel oficio que no se conocía en Benínar, pero sobre todo que situase en mi cabeza el escalafón social que en La Alpujarra tenían los burros, los mulos y los caballos. .

- ¿Sabes la razón de no tener talabartero en el pueblo?. Porque no tenemos vacas. ¿De dónde se puede sacar la piel?. Tampoco tenemos peletero que es el que se encarga de preparar la piel de la vaca para convertirla en tira.

¿Tú has visto alguna vez en Benínar a una zorra, a una perdiz, a un hurón disecado?: Porque no tenemos taxidermista.

Venga. Antes que nos vean el billete de quinientas pesetas el de las albardas, tenemos que cambiarlas para el recateo.

- ¿Cómo se llama el que construye las albardas?. Le pregunto.

- Albardero. Cualquiera que sepa hacer pleita y sepa doblar varas de adelfa.

A cada animal se le coloca lo que le corresponde.

Como ocurrió cuando llegó al pueblo el médico don Emilio que a la burra de Antonio Cabras, le puso la montura de caballo, que la gente decían cuando se cruzaban: Como a un santo dos pistolas. Una montura a una burra. / Como a un santo dos pistolas / que todo un caballero / en una burra se suba.

A lo lejos vemos a unos titiriteros y cuando nos acercamos me dice Romera:

- Niño no preguntes más que todo no se aprende en una sola visita a la Feria de Ugijar.

jueves, 6 de octubre de 2011

ALGO MÁS QUE UNA HERRERÍA. (II).


A la entrada del pueblo en la carretera Turón a Berja, la familia de los Blancos tenían el negocio más rentable de Benínar. Comparando con algún negocio actual, era como la gasolinera que poco tiempo después (sería sobre comienzos de los sesenta) montaría en Berja la familia de los Molinas. No existía competencia alguna.

El dueño de la herrería había vuelto de Cuba y con el dinero que trajo montó dicho negocio, en aquellos tiempos rentable puesto que los medios de transporte se realizaban a lomos de las bestias. De madrugada hasta el anochecer el hijo y el padre calzaban a los mulos, a los burros y a los escasos caballos (pertenecientes a los señoritos de los cortijos), que pasaban de los cortijos de Turón y Murtas a Berja.

Apareció la palabra “señoricos de los cortijos" (personajes desaparecidos por completo), que en aquellos tiempos se podía calificar como especie aparte, interesante para escribir sobre ellos. Continúo con el tema beninero.

La inversión para dicho negocio fue comprar unas tenazas, para cortar los callos, un martillo, un yunque para adaptar la herradura al casco, una lima para lograr la terminación perfecta entre el casco y herraduras de todas las medidas y tres cajas de clavos de cabeza específica, que encajaba perfectamente en las seis u ocho hendiduras que tenía la herradura.

El herrero por escuchar y ver todas las enfermedades que podían tener los animales de carga, también desempeñaba la labor de veterinario dando remedios caseros, recordando en especial que para el resfriado de dichos animales, dentro de un higo se le metía un trozo de camisa de serpiente. El azufre se aplicaba como desinfectante en todas las heridas y sobaduras. Nadie como el herrero para denegar o atestiguar la edad de los animales de carga, con solo abrirle la boca al animal.

No fue mal negocio, hasta que Paco el de Ramón compra un motocarro en Granada, para dedicarlo al transporte de mercancías, (producciones agrícolas), desde Benínar a los pueblos cercanos, llegando incluso a vender el queso que compraba en El Ejido hasta Guadiz. Del motocarro se pasó a la furgoneta, eliminando de los caminos a los arrieros en menos de dos décadas.

Aquel negocio estaba situado en una de las arterias de comunicación de los pueblos alpujarreños. Para llegar de Ugijar, (por aquel tiempo la capital de La Alpujarra) con Adra (el puerto de mar de la zona) casi justo en el centro estaba situada aquella herrería. Lo que se producía en el pueblo de Murtas y en sus cortijos, el vino, aceite, higos pero sobre todo almendras, tenían que pasar por la puerta de la herrería.

Benínar en aquellos tiempos tenía en funcionamiento cuatro molinos de harina que dos de ellos funcionaban todo el año y por ello el trasiego de convertir en harina todo el trigo que se producía en todo el Cerrajón de Murtas y en parte de la Contraviesa, gran parte de dicha transformación se tenía que realizar en Benínar y el transporte era en los lomos de los burros y los mulos.

La herrería era el lugar de encuentro de todos aquellos paisanos que sentían la necesidad de una parrafada antes o después de ir a trabajar al campo y en cierta medida aquella herrería cumplía la misma función que en la actualidad desempeña un cibercafé. Antes como ahora la necesidad de estar informados y estar al tanto de lo que ocurre a nuestro alrededor, en Benínar la noticia al minuto estaba en la herrería; allí se fabricaba, se le daba forma, se interpretaba para cada público. Las mujeres en el tema de poner herraduras a los animales, desde siempre, habían delegado en ellos o era responsabilidad, de ellos.

Aquel hombre (el que hizo las américas) en la actualidad sin duda alguna lo que hubiese montado sería una agencia de noticias, al tener características especiales para el tratamiento y seguimiento de la noticia.

Pienso que la Guardia Civil ( era la única que en aquellos tiempos tenía los mejores caballos en toda la comarca), sabía, que la información que le daba el herrero era la correcta, puesto qué, el profesional identifica los pasos de sus clientes aunque se encuentre de espaldas.

sábado, 1 de octubre de 2011

LOS NEGOCIOS DE BENÍNAR. (I).

Pretendo desarrollar en unos cuantos capítulos los negocios que existían en Benínar desde el 14 de diciembre de 1955, fecha en la que España es admitida en las Naciones Unidas y la fecha de octubre de 1973 que se produce la gran riada. Toda el agua que pasó por nuestro río, se llevó toda la vega, llegó al mar por Adra, llenando toda la calle principal (La Carrera) de éste municipio de latas de conserva.

Saco a relucir lo de las latas de conserva, por asegurar sin equivocarme que durante todo este periodo acotado, los beniner@s, ni las conocían y sobre todo, tuvieron en sus manos un abre latas.

Si descartamos los abrelatas y por aquellos tiempos aún no se conocían las bolsas de plástico, ya nos iremos centrando mejor en lo que podía tener una tienda en el pueblo. Por supuesto, aún no había llegado al pueblo un tetrabrik, puesto que la pastora repartía la leche por las calles y la fruta se cogía directamente del árbol (cada una en su época) y allí mismo, ...

De artículos de ferretería nada de nada; lo de las cajas de herramientas en cada casa, la tienen los beniner@s, cuando en su piso actual necesitaban alicates, tenazas, cinta aislante y destornilladores. Todas las averías en cualquier casa del pueblo (al menos por aquellas fechas) se podían resolver con un cuchillo y unas tijeras. Por supuesto aquellos alpujarreñ@s aún no sabían (si lo sabían lo habían visto en la capital) lo que era ni para que servía una tubería. Ni agua potable, ni alcantarillado, ni lavadora ni lavavajillas, etc.

A última hora aparecerían en las tiendas algo de droguería, (comenzaban los estragos de la publicidad de la radio y la TV) pero esos productos las benineras, recurrirían a comprarlos en escasas ocasiones, retorciendo la boca y el cuello cuando se le preguntaba por sus resultados. Como el jabón casero de toda la vida, el que fabricaba cada cual en su casa, y la técnica de colocar la prenda al sol, en el río, encima de las piedras y regarla de vez en cuando daba unos resultados que las prendas quedaban como los chorros del oro.

A estas alturas del escrito, pienso en el supermercado al que acudo todos los días a comprar y como siga eliminando (mentalmente) estanterías, en cualquier cuartucho de cualquier calle, estaría montado en la actualidad un mercadona.

viernes, 23 de septiembre de 2011

FOTOS DESDE BRASIL

En el blogs de Juanma ( http://www.beninar.com/) aparece una foto que le han mandado desde Brasil donde se ven caras, rostros de benineras-os, alpujarreñas-os. En casi todas las caras puedo ver un fuerte parecido a los-as, personas que me cruce en la calle (ya en la España democrática) o que vivimos juntos todas las fiestas de S. Roque.

Todo el mundo se ha planteado alguna vez cuando se ha cruzado en la calle con una persona determinada, que esos andares, esas expresiones, ese rostro lo guarda en su memoria, pero el lugar donde lo ha encontrado lo coge fuera de juego. Nos hemos acercado y hemos pronunciado una sola palabra que tenemos en común (en el caso nuestro diríamos la palabra Benínar) y recibiríamos una fuerte emoción o una tremenda decepción. Este tipo de encuentros quedan grabados para siempre en la retina y en la memoria de todas las personas.

Si fuese a Argentina, Brasil, Paraguay, etc. Y me tropezase en la calle con un rostro alpujarreño y si para más inri fuese de mi pueblo Benínar , ese viaje lo encuadraría como el viaje único pasando a segundo plano todas aquellas visitas turísticas realizadas a dichas naciones.

Yo pertenezco a ese grupo de personas, que anulan todas las demás visitas programadas y dedicaría todo el tiempo de estancia en ese país, a comernos unas migas, a los remolinos de la plaza, a coger almendras en el Pabilos, etc. Estoy totalmente seguro que aunque sea la cuarta o quinta generación de benineros-as ya argentinos, tienen grabada en su memoria, lo que se fue trasmitido de padres a hijos como identidad propia que le diferencia al resto de todas las personas que le rodean.

Recuerdo a mi abuela Antonia como si en estos momentos estuviese delante de mí, aunque murió en el 1976 que guardó durante toda su vida el momento en que se despidieron toda la familia de la tía Juana (padres e hijos) que se marchaban a Argentina.

Que momentos de angustia queda para siempre grabada en la memoria tanto de los que se marchan como los que se quedan (parecido a como se revelaban las fotografías antiguamente sumergida por completo para que lentamente vaya apareciendo la imagen grabada), desde que se exterioriza la decisión de marcharse hasta que se culmina con la despedida.

En estos tiempos de globalización no creo que esta generación de internet, sepa valorar aquellos momentos de desesperación en aquel pueblo alpujarreño, a últimos del siglo XIX y comienzos del XX, en que Benínar cada familia o cada vecino tenía que vivir aquel calvario (pareció a los que se entierran con vida) de despedir a unos seres queridos que ya no se volverán a ver más en la vida. Ni punto de comparación, mucho más dolorosa con todas aquellas personas que llegan desde África a estas costas del Campo de Gibraltar, (Europa), donde resido.

Esa angustia de despedir a parte de su familia, como la de tener a tres de sus hijos como soldados en la Guerra Civil de España acompañaron a mi abuela Antonia durante toda su vida. Quizás por dicho motivo, jamás vi en sus ojos una lágrima (todas las que tenía que derramar ya se derramaron), como jamás ví expresiones de satisfacción o de profunda pena. Los golpes fuertes que da la vida ella los tragó exageradamente antes de cumplir los cuarenta años.

Si le hubiese llegado una carta, una llamada de teléfono, algo, de sus familiares en América creo que hubiese recuperado en cierta medida, del tronco del árbol de las emociones que cada uno llevamos dentro, de ese árbol hubiesen aparecido yemas nuevas, emociones llenas de sabia las que invaden el cuerpo desde las uñas de los pies a los pelos de la cabeza. ¿O después de haber recibido esos golpes ya nada vuelve a ser igual?.

domingo, 18 de septiembre de 2011

PÁJAROS SOBRE MI CABEZA.

En mi huerto casi está por finalizar la cosecha de caquis y ya comienzan a florecer los nísperos a pesar de tener las temperaturas que tenemos y en el mes que nos encontramos. Tanto un árbol como el otro, no concuerdan la maduración de sus frutos y la floración con los datos que guarda mi mente. Para mis cuentas, ambos árboles se han adelantado en el calendario que yo tengo fijado en mi mente.Que yo me encuentre cogiendo caquis y esté escuchando los altavoces de la playa indicando a los bañistas a la hora en la que nos encontramos, no me cuadra. Que los nísperos ya se encuentren en flor y que aún no tengan color las mandarinas del huerto tampoco me cuadra.

Sin duda alguna lo que resumen mis dudas se puede concentrar en dos palabras: “Cambio climático”. Las pronunciamos y nos quedamos tan campantes sin analizar el trasfondo que tiene o representará para la humanidad dicho cambio.

Todo esto se lo cuento a algún paisano beniner@, y, seguro que me contesta que me encuentro totalmente desorientado, totalmente confundido.

Para encontrar más respuestas que configuren mis recuerdos sobre el comportamiento de las plantas de los acontecimientos diarios entro con frecuencia a los dos blogspot que tiene Tarifa sobre la emigración de las aves que en éste mes y en el siguiente se marchan de Europa a África, que después con la llegada de la primavera vuelven a utilizar la misma vía de regreso.

Entro en dichos blogspot.

http://datosmigres.blogspot.com/p/veranootono-2011.html

Migres es un programa de voluntariado ambiental de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.

Si habéis entrado en la página indicada entenderéis la intención de mostrar a mis paisanos (que son los que entran con frecuencia en mi blogs elpabilos), para que vean la cantidad de pájaros que pasan a diario por encima de mi cabeza. Estos son pájaros y no los que teníamos o llegaban a Benínar, La Alpujarra.

El adelanto de la floración, de las cosechas, y de los pájaros eran los temas que nos podíamos pasar horas y horas, sentados en la Puerta del Sol en el reducto de nuestro pueblo y en cierta medida eran clases magistrales que recibíamos los beninerillo@s de nuestros mayores que nos han marcado para establecer el vínculo que tenemos los de mi generación (y de la mía para atrás todas) con la Madre Tierra, y todo lo que incide sobre ella.

Presiento que las nuevas generaciones recibirán las clases magistrales sobre el cambio climático que le den los medios de comunicación, pero no podrán comprobar en qué medida o cuantía se está realizando al no crecer desde chiquitito con un níspero, o un caquis.

viernes, 9 de septiembre de 2011

A LA FLOR DE LA ALCAPARRA


La alcaparra no es así

como vos la está escribiendo,

la alcaparra fue, … miseria

y quien sacaba tajada

eran y son los intermediarios.


La alcaparra la asociáis

a la libertad del secano,

frescura de madrugada

en los días de verano.

La libertad de los pájaros.


La flor de la alcaparra es bella

la que florece en verano.

Los tallos de la alcaparra

llenos de capullos tiernos

rebanadas de pan blanco.


Tenemos que pedir que sea

declarada por la UNESCO: Patrimonio.

De las pocas que nos quedan

las que no fueron arrancadas

por las obras del pantano.


Patrimonio por aliviar

hambre, la ropa y calzado,

aquellos años de pobreza

que en La Alpujarra pasaron

generaciones y años.


Que pena madre que tengo

por irnos de La Alpujarra,

marcharnos a Cataluña

dejando las alcaparerras

con tallos tiernos y largos.


Qué pena penita tengo

por cambiarme de trabajo.

De ser un alcaparrero

me siento primo encerrado

la máquina me hizo esclavo.

jueves, 8 de septiembre de 2011

A MIS QUERIDOS MAYORDOMOS

Los nombres de las personas que este año fueron nombrados mayordom@s, (encargados de organizar las fiestas de los beniner@s para el siguiente año) no fueron nombrados los desiempre (los nacidos en Benínar), los de toda la vida, los repetidores (aunque siempre entra alguno). En éste año aceptan dicho compromiso por ver la cara de satisfacción de sus mayores.

Estos nuevos mayordomos del 2011-12, en el momento de ser nombrados todos ha coincidido en su mente la siguiente conclusión: "Representa o representaba tanto para mi madre, padre, abuelo, etc, que dicha tradición no se perdiera, que estén donde estén los ancestros quiero darle dicha satisfacción”.

Que perdonen el resto pero quiero destacar dos personas de entre los cinco mayordom@s, que son los descendientes de Francisco Rodriguez Romera y de Juan López, al estar seguro que siempre que se reúnan para alguna determinación los organizadores, siempre estarán ellos (Frasquito y Juan) dentro o en la puerta esperando para escuchar lo acordado. Vuelven a ser ellos otra vez mayordomos, aunque sean sus hij@s los que aparecen en los papeles. Los mayores quieren estar por conocer con certeza que lo acordado, lo decidido no tiene un trasfondo de lo negativo beninero, y que las próximas fiestas serán superadas como todos los años, se superan de lo organizado por los mayordomos anteriores.

Ya hace tiempo que desapareció el mal rollo “a que clase social pertenece el que se va a nombrar mayordomo”. Afortunadamente todos los beniner@s estamos en la misma escala social y tratándose con lo relacionado con Benínar, para nada valen los títulos universitarios ni la cantidad de dinero acumulado ni las posiciones políticas a las que se ha llegado. Cuando los beniner@s nos juntamos todos nos ponemos en el mismo nivel y comenzamos a hablar de lo nuestro; de nuestro pueblo, de nuestros paisanos, de lo divino y de lo humano del puente, de la vega, etc. De la herencia emocional que todos heredamos en la misma cuantía.

No me puedo olvidar de la expresión de las abuelas sobre todo de María y de Maita: “Hay San Roque bendito que al ser mayordomos esta vez, (puesto que ello implica a toda la familia), en ésta ocasión nuestras peticiones, gratitudes, oraciones las escucharás de nosotros, sin intermediarios al estar tan cerca”.

En ésta ocasión los nuevos mayordomos se van a empapar de todo lo beninero al gestionar el trabajo encomendado. Pedirán ayuda a los que ellos crean necesarios y acudirán a ellos para ofrecerse para ayudarles, todos aquellos que se sienten fuertes en determinados trabajos que son necesarios realizar.

En tiempo modernos de cursos, de licenciaturas, de máster, etc. El ser mayordomo de las fiestas representa el mismo trabajo de empollar y practicar, del examen final en el que el tribunal es todo el pueblo.

El que se siente agredido por determinadas palabras o comentarios, de sus mismos paisanos, dirá lo mismo que las abuelas: “Ahí San Roque bendito, …, tengo que volver a vender la misma o más lotería que el año anterior”, como es el caso del paisano Pepe Cabeo que es el que más lotería ha vendido o distribuido todos los años.

Cada año como se empieza a demostrar cuanto se quiere y se añora Benínar, se demuestra vendiendo, pidiendo, llamando, etc., lotería. Una vez superado el primer obstáculo empecemos a hablar y a valorar. Después en el Cerro de las Viñuelas, en los corrillos, la venta de lotería es la “piedra de toque, la angular” para valorar el grado de beniner@.

Termino con un abrazo en la distancia a mi querido Frasquito que aparece en todas las fotos de Moros y Cristianos de Benínar siempre interpretando aquel papel que se le encomendaba.