lunes, 30 de noviembre de 2009

TRES VIAJES. TRES GENERACIONES CORRELATIVAS.

DE BENÍNAR A MONTEVIDEO. (I).

Estando hablando con un paisano recientemente ya entrado en los noventa años, pero con una lucidez envidiable me contaba lo siguiente:
- “Recién cumplidos los dieciocho años llegaron al pueblo unos cuantos soldados. Nos juntaron en el ayuntamiento a todos los que teníamos la edad de mi quinta en adelante. Nos dieron un tiempo para recoger el hatillo, mientras ellos se comían unos cuantos conejos en casa de (…), y cuando quedaban dos horas de sol, transponíamos todos los mozos del pueblo escoltados por soldados por el cortijillo los gitanos dirección a Berja, andando, donde nos vestirían de soldados y nos llevarían a Almería para repartirnos por los distintos frentes”.

Mi paisano se para un tiempo mientras termina de comer las pocas uvas que le quedaban a un racimo y me dice:
- “¿Quieres que te cuente lo vivido los tres años de guerra, más los otros tres ya como soldado?”.
- No. Lo de la guerra lo dejamos para otra ocasión.

Pensé en aquellos momentos que al condicionarle lo que él quería contar se me cerraría en bandas, se bloquearía y la entrevista ya había terminado. Es la mujer que estaba a su lado la que viendo mi cara con la expresión del que está mordiéndose los labios y diciendo: “La he cagao”, (...), la que continúa el relato:
- “La noche antes que le diesen la cartilla militar ya sellada y por ello de regreso a su pueblo, su mejor amigo le dice: “Ya que estamos aquí en San Fernando (Cádiz), en vez de irnos a nuestro pueblo, donde no vamos a encontrar trabajo, deberíamos coger un barco, ir hasta Montevideo, que me han contado que allí nada más llegar tenemos trabajo seguro”.

Se levanta del asiento aquella paisana, se coloca a escasa distancia de mi cara y me dice:
- “¿Sabes lo que contesto el mozo?: Antes quiero ir al pueblo casarme y después ya veremos”.
Se gira la mujer y le dice al marido:
- “!Dile la verdad!. ¿Se lo digo yo?”.
El marido se ríe pero no dice nada y es la mujer haciendo aspavientos la que contesta que dijo su marido:
- “¿Y si me quitan la novia?”.

Pensando aquel licenciado del servicio militar que terminada la guerra la moza ya estaría cansada de seguir cumpliendo el juramento y por ello era el plazo convenido aquel día cuando se lo llevaron como soldado. Al otro día su amigo después de los sellos en la cartilla militar toma dirección a Cádiz para embarcarse y el beninero dirección Benínar donde se casaría poco tiempo después. Comenzó a fabricar niñ@s y cuando llegó a "agobiarse" de las bocas que tenía que alimentar, busca la dirección de su amigo en Uruguay, se embarca, y se marcha "para hacer las américas".

Este viaje tiene tres partes más:
- El de Benínar a Cádiz, sin un real en el bolsillo.
- El de Cádiz a Montevideo en un barco con caldera de vapor.
- El regreso triunfal. La llega al pueblo, con dinero contante y sonante, se compra una casa y unas cuantas finquitas.

sábado, 28 de noviembre de 2009

DEL TROVO AL HIP HOP (II)

CANCIONES DE PARTIDA.
Las benineras siempre fueron muy cantaoras. La música la utilizaron en primer lugar para las insinuaciones, mientras mostraban su feminidad cantoneándose y de camino para divertirse.
Pasan por tres etapas en tres décadas. Abandonan la música tradicional el trovo en primer lugar; cabe la posibilidad de no estar a su alcance el trovo o ellas quieren hacer otra música diferente. Se inventan otro tipo de música y letra (el que escribe no tiene una base musical para encajar aquellas canciones dentro de un determinado estilo musical) tomando como base lo que aportan los emigrantes que regresan al pueblo y otras canciones de autor@s benine@s.

Cuando llega la radio se dejan invadir, inundar, cautivar por aquella música y Benínar se incorpora a lo universal, (considerando que el universo era solo la canción española) la moda musical del momento donde se expresan los sentimientos básicos que tenían en aquellos momentos a partir de los sesenta.
Sin duda alguna aquellas nuevas canciones son mucho más fáciles que la recolección propia y el trovo.

Desde que se cantaba en Benínar a principios del 1900, lo de: “Venir, venir traidores”, (…) hasta que Paco Ibáñez impone (cuando ya estaba agonizando el pueblo) que todos los andaluces tarareen: "Andaluces de Jaén, (…)", las benineras siempre fueron muy cantaoras lo demostraban en los corros (remolinos) que por navidades se montan en la plaza.

Donde las cantaoras eran únicas era en los cantos de la iglesia, en las procesiones y en los rosarios cantados. Me llegan a la mente los gorgoritos de mis paisanas en determinados momentos de las canciones para destacar determinados matices.

Cuando se juntaban más de tres mujeres empezaban a canturrear algunas coplillas que rebuscaban que tuviese alguna que otra picardía o eran las palabras precisas que sentía necesidad la mujer decir al hombre. Los hombres jamás se incorporaron al tarareo ni siquiera con la boquita cerrada. Quien más quien menos se estrujaban los sesos sobre si las letrillas de dichas canciones era el dardo envenenado dirigido directamente al vareador, al que estaba arrimando las cajas de uva en la faena o ya en el mes de diciembre cuando en la plaza se reunían todas las mozas formando remolinos. Este tipo de iniciativa en muy pocas ocasiones nacía de los hombres se eliminamos la ocasión cuando se subían en una tabla de trillar.

El legado musical si queremos que quede escrito, sin duda alguna es necesario recurrir a las mujeres. Es más en las pasadas fiestas de san Roque, en agosto del 2009, se cantó el himno al patrón, (imaginen el campo de futbol lleno animando, cantando al equipo), y que solo cantan el himno un buen puñado de benineras y tan solo un hombre se incorporó al coro.

Considerando como estribillo: “Venir, venir traidores / regular, regular regulerum / venir venir traidores, regular regular regulón / chin pón. Sin entender en estos momentos la razón que cada vez que se cantaba todas cogidas de la mano comenzaban a correr en círculo, se paraban en seco y comenzaban cantar:
“Estirar, estirar, que el demonio va a pasar”.

Como si en el pueblo solo existiese un solo cd, ahí va:
- “El patio de mi casa, (…)”.
- “Tengo una muñeca vestida de azul, (…)”.
- “La tata miriguela, (…)”.
- “Venga la venga la botella, (…)”.
- “Beninar patria querida, (…)”.
- “Donde están las llaves, (…)”.
- “Madre yo quiero un novio aceitunero, (…)”.
- “El veinticinco de abril, no sabéis que sucedió, (…)”.
- “Ya Carmen fue la comadre y su marido el padrino, (…)”.
- “Pregunta a las Manricas en el paseo que les pasó, (…)”.
Terminado el repertorio se volvía a cantar otra vez lo de: “Venir, venir traidores, (…), para volver a empezar con las canciones anteriores.

La mayoría de las veces al ponerse el sol y estar escasamente iluminada la plaza por cuatro lámparas incandescentes de 40 vatios, las madres acudían una tras otra a lo alto de las escalerillas, (poniendo postura de brazos cruzados o las manos en las caderas) no hacía falta llamar a cada hija puesto que las mozas (“acachando la cabeza”) sabían que tenían que dejar el remolino y seguir a su madre hasta la casa.

La mayoría de los mozos apoyados en las barandillas que rodeaba la estauta de don Eugenio asumían sin pestañear el calificativo de la canción:
¡Traidores!.

lunes, 23 de noviembre de 2009

PESTIÑOS BORRACHOS DE ANÍS

Siempre que quise que alguno de mis hijos aprendiese cualquier idioma estaba convencido que no había otra forma que sumergiéndose: ¿Continua siendo la forma ideal?.

Como le pasa a nuestr@s paisan@s, que se marcharon a Cataluña, los que viven en Vicar, (por ejemplo), nada más llegar se incorporarían a la cultura (en el más amplio sentido de la palabra) donde llegaron, donde nacieron sus hijos y donde se encuentran viviendo. Pertenecemos los benineros irrenunciablemente a la generación de las dos culturas.

No sumergirse donde se trabaja, se vive, sería desperdiciar determinados momentos especiales que a cada cual, en su medida le es necesario para seguir viviendo, para llegar a una estabilidad emocional, sin poder evitar seguir pensando en la tierra que nos vio nacer: Benínar.

En mi caso, poco tiempo después de llegar al Campo de Gibraltar me incorporé a un coro que en cada época del año hacemos lo que podemos, en éste caso, ya es tiempo de ensayar de aprender villancicos nuevos y de recordar los de años pasados. Son veintitantos años ensayando y para cada época del año tenemos la correspondiente carpeta. Es de suponer que de los (más de cien) villancicos que tenemos en la carpeta, (creo), deben estar los que se cantaban en Benínar, pero no logro adjudicar con certeza los que corresponden a los que cantaba por ejemplo una de las personas más queridas por todos los benineros como era LA NIÑA CARLOTA una de tantas cantaoras que teníamos.

No es este año el único que cada vez que estoy llevando el ritmo (y cantando) con una cuchara y una botella de anís me acuerde de aquel grupo que formó don Francisco, (el último cura que nos llegó de la Diócesis de Granada) el mejor coro de villancicos que sonó en Benínar, para lograr que llegase a oídos benineros, casi, “música celestial” en nuestra iglesia edificio emblemático. Se autorizó que las mujeres pudiesen subir hasta la tribuna, (lugar desde que la iglesia fue iglesia en nuestro pueblo) asignado a los hombres.

A cabo, intentando recordar los villancicos que se cantaban terminando la década de los cincuenta y me llega hasta la boca el sabor de cuando terminamos de ensayar, por este tiempo, aquí donde vivo, cuando se destapa la fuente de pestiños con barrillos de matalauva, (matalahúga) borrachos de miel y se abre la botella de anís, en nuestro caso, el del siempre, el del mono, el que nos llega de Badalona.

Esta noche nos toca ensayar. Me acordaré de mis paisanos.

sábado, 21 de noviembre de 2009

DEL TROVO AL HIP HOP (I)

Después de la guerra civil los beniner@s de aquel pueblo alpujarreño sentían la necesidad que siente cualquier pueblo primitivo de expresarse a través del cante y del baile. Quizás en base al refrán: “Canta que las penas espantas” aquella gente en su gran mayoría sin haber podido pasar por la escuela (la escuela que me refiero puede modifica, perfeccionar formas de cantar y de bailar pero no da dichos dones) se ven en el dilema de enfrentarse a expresar sus sentimientos por medio de las canciones tradicionales, el Trovo, pero entre ellos no encuentran a nadie ni que trove ni que les enseñen a bailar. Aquella sociedad, la que tenía que trabajar de sol a sol los trescientos sesenta y cinco días del año, no encontraban tiempo para el aprendizaje ni maestr@s a su alcance y es cuando surge la espontaneidad.

Un ejemplo puede ser como finaliza una canción que se cantaba en Béninar:
“Si Queréis saber señores / quien inventó esta coplilla/ Encarnación la Pinteta / y Rosilla la Jiguita”.

Se tiene que destacar que antes que llegase la radio al pueblo existía un violinista, la guitarra, la bandurria y puede que existiese una o dos acordeones. Tan solo aguanta un poco de tiempo el desafío que representaba lo que se escuchaba en aquella caja mágica. El acordeón intenta coger el ritmo de las canciones que se escuchan en la radio, pero la evolución de la música y el baile hace callar al piano de los pobres.

Si la radio les facilitaba las canciones: ¿Para qué inventarlas?.

De forma sorprendente en Benínar teníamos verdaderos artistas bailaor@s (para el que escribe maestr@s como era Dolores la C. y el tío Manuel el Rubillo), personas que al escuchar la música se trasformaban dejando al público boquiabierto al ver sus interpretaciones cuando llegaba la banda de música de Ugijar tan solo tres días al año. (Sería importante recurrir al archivo que intenta engrandecer y que ya tiene en la actualidad el director de dicha banda). En la plaza del pueblo aquella banda de música lograba que l@s benine@s se moviesen al ritmo del Vals, la Mazurca, el Chotis, (…), pero sobre todo el pasodoble.

La forma de bailar los pasodobles creo que en cada pueblo tenía una forma de bailarse con “el pellizco, la impronta” impuest@ por el-la mejor de dicho pueblo.

Siempre fueron las mujeres las más lanzadas en lo referente al cante y al baile, hasta que llega un cura que cuando ve que dos mujeres están bailando agarradas, formando pareja, lanza la siguiente frase:
“La pareja de baile debe ser hombre y mujer puesto qué, cuando está formada por dos mujeres, se parecen a las cabras cuando entran en celo”.

Esta frase marca otra etapa negra (o distinta) en el baile en Benínar.

Continuará.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

TIEMPO DE PLANTAR ÁRBOLES

Mi amigo Antonio Viera el que siembra en Extremadura los acebuches que yo les llevo y en vez de decirle acebuche a dichos árboles los ha rebautizado y para él son “maldonados”. Me llama por teléfono y me dice:
“Tienes que encontrar el libro: EL HOMBRE QUE SEMBRABA ÁRBOLES; te lo lees; me llamas por teléfono y ya hablaremos”.

Me ha faltado tiempo para recorrer las librerías del Campo de Gibraltar y al final en una de ellas le he encargado.

Me he metido en Google he escrito el nombre de dicho libro, he leído lo que he encontrado y la verdad es que me ha llegado de curiosidad y espero que me lo puedan servir cuanto antes. Siempre he pensado que tener un libro en las manos no es lo mismo que leer lo mismo en la pantalla del ordenador.

Si os parece bien pinchar en:
http://www.guelaya.org/textos/el%20hombre%20que%20plantaba.htm

Este comentario lo saca a colación, por el motivo, que a las dos asociaciones que tenemos los benineros, se les ha adjudicado a cada una de ellas un trozo de terreno en el paraje conocido como: Las Viñuelas.

No estaría mal que cada asociación regalase a cada uno de sus socios dicho libro; en primer lugar para disfrutar de dicha lectura; en segundo lugar para que existiese una especie de aprendizaje para la repoblación de dichos lugares asignados; como tercera y última, que ambas asociaciones se empeñen en divulgar que las mejores herencias que podemos dejar a nuestros descendientes, sean o no benineros (no siempre nos tenemos que estar mirando el ombligo) es:

Sembremos árboles con certeza que no van a morir deshidratados y que las generaciones que lleguen de su responsabilidad va a depende (le coloquemos las palabras más bellas, los mejores versos) cuidarlos o utilizarlos en su provecho.

domingo, 15 de noviembre de 2009

MIS NEURAS (II)

¿PUEDO FIRMAR CON EL DEDO?.

En mi época de estudiante cuando regresaba al pueblo no se escuchaban nada más que lamentos. Los argumentos de las personas mayores eran desgarradores. Los que no tenían a nadie que cuidasen de ell@s su rostro se les desencajaba de forma progresiva. La mayoría de las ancian@s me solían coger de las manos y preguntarme:
- ¿Qué va a ser de las personas mayores?. ¿Nos mandarán a un asilo a Almería?. ¿Dónde mandaron a Manolíco, Antonio, etc.?. ¿Para no volver?.

A un número considerable le ponían delante lo que tenían que firmar (y afortunadamente ha desaparecido poner el dedo manchado de tinta en el lugar de la firma), que la persona firmante solía decir después de haber escuchado “lo que supuestamente decía aquel papel” (mostrando cara de entendimiento y la confianza en el ser humano que daban los años viviendo en la Alpujarra), terminaban diciendo:

“Con los años que tengo se me ha olvidado firmar”.

Muchas de aquell@s firmantes jamás habían visto una solicitud ni se acordaban de cuándo fue la última vez que escribieron y por supuesto leyeron si es que fueron a la escuela.

Aquell@s que no estaban de acuerdo por el valor de la expropiación, a la valoración (impuesta por los mandamases) que le habían hecho a su casa, su huerto - y sobre todo las comparaciones de un huerto al lado del otro, con tan solo la separación de un brazal, uno había sido tasado como si fuese propiedad del padre del ingeniero-tasador y el de al lado estaba tasado (...) - y lo que jamás nadie tubo presente (ni pantalones de mencionar) era en poner un precio a su forma de vida, su huerto, sus gallinas, su cabra y en que invertían su tiempo libre. Las personas mayores al ser le castrado su forma de vida, se cruzan de brazos en un lugar de su casa y dejan que la infección que le había producido la mutilación, llegan a la conclusión, que les ha llegado su hora del encuentro con los que les precedieron, con sus muertos.

Much@s se plantean el tazón de leche, el pucherito, la fruta, la verdura (…), la subsistencia, han escuchado la palabra “paguita todos los meses”, buscan desesperadamente entre los conocidos que alguien le dé una contestación, una respuesta, acuden a los mandamases y le hacen la siguiente pregunta:
- “¿Ha cotizado a la Seguridad Social?”.

Acudías a la ventanilla única, (en mi caso por ser un protestón fui llevado hasta Almería capital ante el gobernador civil para ser amonestado) y el funcionario (el que colocan los mandamases de apagafuegos detrás de la ventanilla y para más inri no en Benínar si no en el pueblo de al lado) le habían programado (condición inecuánime para firmar el contrato de trabajo) sus superiores para que dijese: “Tu te limitas a decir”:

- “Esto es lo que hay. Como la carne de oveja, si la quiere la come y si no la deja. Si no firmas tendrás que ir a cobras a Málaga (cuando las personas que tenían que firmar no sabían calcular en distancias si Málaga estaba cerca de Barcelona o Barcelona estaba más cerca por sentirse arropados por alguno de sus vecinos que se fueron a vivir Cataluña), cuando te toque”.
- “El ingeniero no está. Se encuentra reunido y no l@ puede atender. Escriba a puño y letra (la mayoría de ellos durante toda su vida no les fue necesario, surgió la necesidad ni de escribir ni de leer) cuál es su reclamación y la mandaremos a Málaga que es donde se encuentra centralizada la comisión evaluadora. Pero Ud. sabe que es para nada. ¿Alguien le ha dicho que es el silencio administrativo?.

Alguien había lanzado una frase para que la repitiesen “los satisfechos en la expropiación”:
“Si no le da para comprar nada en el Poniente Almeriense compre con lo que se le ha dado la misma casa y tierras en cualquier pueblo de la Alpujarra, etc. etc. etc”.

Me remito a los hechos para justificar mis neuras:

- El pueblo había que desalojarlo puesto que estorbaba para la construcción del pantano.

- La administración franquista fue la que seleccionó a “los mandamases” que después continuaron con la misma la labor, (“los mismos perros pero con distintos collares”) ya en la democracia.
Es de suponer que el que contrató al personal (los jefes) que empiezan con los sondeos y terminan cerrando las compuertas marca unas prioridades que los seleccionados tienen que cumplir:
Inteligentes, sangre fría, que las lágrimas derramadas en su presencia jamás les haga retroceder un ápice en la decisión tomada y que ellos se considerasen “los dioses de Beninar”: Tenían potestad para atar o desatar tanto en lo humano como en lo divino en aquel trozo de la Alpujarra.
Se les indica otra observación: En todos los acontecimientos sociales tenéis que estar presentes aunque seáis identificados como el Diablo. Si no tenéis estómago para digerir los insultos, tiempo tenéis de ir formándolo desde el mismo momento que firméis el contrato de trabajo hasta que cerreis las compuertas.

Los hechos demostraron con creces durante todas las actuaciones tomadas por los seleccionados por la administración, que debían aprender de memoria dos libros:
- La obra de Lope de Vega, Fuenteovejuna.
- Vida y andanzas del bandolero José María el Tempranillo.

En el primer libro “los mandamases" tenían que aprender que en Benínar no se podía volver a repetir en la Historia de España que el pueblo se uniese (Benínar) contra los enviados por la administración central.
Del segundo libro tenían que aprender que lo fundamental "no tener a la mayoría de la población descontenta".

A “los mandamases” se les protege y se les facilita la estancia.
- Las oficinas para realizar cualquier trámite estaba en Berja (pueblo de al lado donde existía un cuartel de la Guardia Civil) donde todos los benineros fuesen a protestar y a firmar su rendición. A los responsables no se les olvida que persuadir es mejor que lamentar.

- A los ingenieros se les construye una pequeña urbanización con una iluminación desconocida en toda la Alpujarra, unos cuantos chalet, justo enfrente del pueblo, al otro lado del río, se les trae agua potable desde varios kilómetros de distancia.
En aquellos tiempos los benineros tenían que ir con la burra, las aguaderas y los cántaros para tener en casa agua potable a la Cañarroda (y pasar por delante de los chalet tanto a la ida como a la vuelta) y la iluminación que tenía el pueblo sería una docena de lámparas incandescentes de 60 vatios colgando de sus casquillos.

Aquellos funcionarios (es de suponer) cuando cerraron las compuertas del pantano se les colocarían todas las medallas distintivas en aquellos tiempos, puesto qué, le habían ahorrado a la administración unos cuantos millones de pesetas:
La construcción de un nuevo pueblo y la preparación de su vega.
Lo más importante, “aquel atropello de la destrucción de un pueblo apenas había aparecido en los medios de comunicación”. “Escándalo, cero”.

En honor a la verdad a los benineros como gastos comunitarios tan solo se les construye las cuatro tapias y unos cuantos nichos de un nuevo cementerio, donde todos los años los pocos habitantes del pueblo que quedan suelen acudir a rezar a sus muertos en el día de todos los santos.

Se puede encontrar información relacionada en el blogs Plaza de Benínar publicado el miércoles 9 de septiembre del 2009.

Al construirse el pantano del Conde del Guadalhorce en Málaga en dicho lugar existía un pueblo llamado Peñarrubia. Tras el desalojo a los vecinos se les ofreció una vivienda a precios muy económicos en un pueblo recién construido que en la actualidad se llama Santa Rosalía. Dicha presa comenzó a almacenar agua en el 1973.
No se puede comparar la posibilidad de que los benineros se pudieron ir a vivir al pueblo del Poniente Almeriense San Agustín, puesto que solo cumplían con las normas establecidas cinco familias.

Una neura que me llevaré a la tumba, (es de suponer también la de muchos benineros), cuando acudimos a reclamar nuestros derechos, “cualquier funcionario nos garraspea y ya estamos (perdón estoy) temblando. Acojonad@s”. Se nos ha educado (perdón se me ha educado) para que a todo aquello relacionado con “el poder”, respondamos (perdón responda) a la sumisión de inmediato: ¡”Si señor funcionario!. ¡Sí señor político!”.

Tendré que buscar en Google los pueblos que en estos momentos se encuentran como estaba Benínar a mediados de los setenta, donde han llegado “los dueños de la tierra" y le han dicho a los indígenas:
“¡Fuera de vuestro pueblo, que necesitamos el agua!”.

En mí caso el libro que tengo en mi mesita de noche (pensando donde reposarán mis restos), es: Edipo Rey, literatura universal, Sófocles, Tragedia Griega.

sábado, 14 de noviembre de 2009

MENOS CHICHAS QUE LA RODILLA DE UN JILGUERO

Ya sé que me corresponde colgar lo de mis neuras dos, pero resulta que ha llegado mi hijo el mayor que lo destinaron a principio de curso a un instituto en Valverde del Camino, (¿os suena por lo de los botos, como Ubrique por las petacas?), le he colocado un borriquete (de los que se pescan por temporada en Barbate), a la plancha con champiñones y ha surgido el tema de lo que mi niño suele comer donde está trabajando en dicho pueblo de Huelva.

Resulta que la zona donde se encuentra es dentro de la Comarca del Andévalo, donde dice que se encuentran los mejores productos del cerdo ibérico y se bebe el vino de Bollullos del Condado que entra solo, es decir para hincharse sin levantarse de donde estás sentado y ya una vez hasta la campañilla preparado para una buena siesta.

Cuando he abandonado el sofá después de recuperarse uno, de los argumentos y convencimientos de Morfeo he mirado a mi hijo de arriba abajo y tiene menos chicas que la rodilla de un jilguero. Mi reacción ha sido:
- ¡Este niño no me come!. ¿Para qué le mando yo los tupperware de las comidas que le gustan?.

Le he preguntado qué es lo que come y me ha dicho que no le vuelva a mandar comida alguna, puesto qué:
Se ha comprado una paletilla de cerdo ibérico que le cuesta (…), pone a la brasas una costillita de cerdo ibérico que le cuestan el kilo a (…), que el chorizo, el lomo, el morcón, etc. que están al precio (…) y que por ello todo lo que le he mandado congelado se lo está comiendo su perro molo, me deja con la boca abierta y
al final le pregunto:
- Pero so mamón ¿porqué no engordas?.
- Porque los productos que estoy comiendo todos los días, procede del cerdo de donde se sacan los jamones de pata negra; están todo el día haciendo senderismo en el campo; comen hierba que tiene cero grasa; comen bellotas que es buenísima de colesterol del bueno y (…). Trabajo mucho.

No hago más que preguntarme que mi hijo tiene la misma profesión que yo he tenido, es decir profesor de instituto y con la misma edad que él tiene, ya me comenzaba a salir la barriguita, comenzaba a coger volumen la cara, a inflarse mis papadas (...)y en cambio mi niño con un metro ochenta y cinco no llega a pesar ni setenta kilos.

De lo que estoy seguro es que mi niño si no engorda no es por culpa del trabajo.
No me queda otro remedio que seguir investigando.

viernes, 13 de noviembre de 2009

MIS NÉURAS (I)

No lo puedo remediar casi siempre (cuando me nombran la palabra progreso) pongo la misma cara que Paco Martínez Soria ponía cuando llega a Madrid por primera vez de un pueblo aragonés. No en el sentido que me asuste el tráfico (he vivido la evolución de vehículos y carreteras), no en el sentido de sentirme descolocado al vivir mis hijos en una sociedad “diferente” de la que yo vivo. Pongo la cara de dicho actor cada vez que escucho un barreno, un trueno, siempre que veo una máquina excavadora o me coloco delante de una ventanilla ante un funcionario que empieza a complicarme la existencia con los papeles que le he entregado.

Cada vez que escucho un barreno o un trueno me pasa como a mi perro uca, acude donde yo esté totalmente atemorizado y si los barrenos son intermitentes tan solo nos falta meternos los dos debajo de la primera cama que encontremos, temblando por el miedo. Los zambombazos nos aterran. Es superior a nuestras fuerzas las explosiones y por más que nos tomen a cachondeo el resto de los que viven en casa, lo que nos ocasionan al perro y a mí, (viendo la no compresión de los que nos rodean) es que los temblores sean cada vez más fuertes. Si algún trueno se propasa mi perro hasta se mea.

Es de suponer que el perro fue rechazado por los cazadores (un buen día llego a nuestra puerta y le dejamos entrar) al asustarse de los tiros de las escopetas y en mi caso los estallidos me recuerdan a cuando yo estaba acostado en mi cama, en mi pueblo, y me despertaban todos los días los barrenos que estallaban en el Cerro del Algarrobo ( que los cascotes llegaban a los terraos de las viviendas del pueblo) para la obtención de piedras para la construcción de la presa para el pantano.

Aquellos años de los barrenos fueron terribles. Se podían calificar: “Tiempos en que enterramos a la mayoría de las personas mayores”.

Como salga por la mañana y me encuentre con una máquina excavadora, doy media vuelta y regreso a casa. Me pasa como le pasaba a mi madre cuando se encontró en el huerto una culebra de grandes dimensiones y jamás volvió a pisar aquella parte del huerto. No lo puedo evitar. Me da yuyo, me entran escalofríos, como diría nuestro paisano Miguel el gitano: “Encontrarse con una cosa como esa era mejor volverse a casa y acostarse puesto que lagarto, lagarto, (abriendo la tijera que llevaba siempre colgadas de la cintura puesto que su profesión era el de esquilador) repitiendo una y otra vez: Esas cosas traen mal fario”.

Ese tipo de máquinas derribaron casa a casa de mi pueblo, destrozaron las calles de mi niñez y convirtieron en escombros la iglesia donde me bautizaron que en su fachada estaba escrita la fecha de 1557.

En cierta medida me estoy acostumbrando a los funcionarios, por haber desaparecido los cristales que separaban al que representaba al dios administración en Benínar (al menos existen hojas de reclamaciones que en la mayoría de las veces no sirven para nada, pero algo hemos progresado, puesto que en la actualidad tenemos “el derecho al pataleo”), existen unos medios de comunicación muchísimo más comprometidos en defender al más débil, pero sobre todo, los benineros nos hemos dado cuentan que existen abogados. En Beninar que yo sepa tan solo uno (de los cerca de quinientos censados) acudió a uno de estos profesionales

miércoles, 11 de noviembre de 2009

BENINEROS ATEMPERADOS

Los beniner@s no sabemos tocar las palmas. No es nada fácil hacerlo, al compás y al son. Muy pocos los públicos que cuando salen en un espectáculo en TV se aprecia que las repiquetean. Eso se mama desde chiquitito.

No recuerdo a ningún paisano que con la guitarra en la mano de ella saliese un toque por fandangos, sevillanas, etc., es decir ningún toque “que se pueden encajar dentro del flamenco” ni mucho menos que ningún beniner@ de su garganta saliese ningún cante flamenco. ¿Andaluces atemporados?.

De la misma forma, no recuerdo ver a nadie de mi pueblo bailar o cantar el canto que en cierta medida es originario de la Alpujarra como es el Trovo o el Robado. Quiero recordar que alguna de las mozas procedentes del Marchar que terminaron viviendo en una barriada de Benínar, haberla visto vestida con el traje regional, los palillos en las manos de donde colgaban unos lazos, pero beniner@s, no.

No recuerdo que a Benínar llegasen unos títeres de aquellos, los antiguos, los que llevaban como destacado el número de la cabra. Nuestro pueblo estaba muy lejos de todo.

Desde siempre había benineros que viajaban y es de suponer que viesen todos aquellos bailes y espectáculos (corridas de toros, zarzuelas, teatro, etc.) y su gran problema era cuando llegaban a Benínar, se tenían que plantear el explicar a un público alpujarreño aquellos espectáculos.

En una ocasión estando un grupo de mozos surgió la apuesta que todos teníamos que cantar lo que supiésemos y cuando le tocó a José Mari, que comenzó a cantar con voz de tenor Matitechu Mia, los benineros estábamos escuchando por primera vez en la plaza del doctor Sánchez Quero un tenor y todos nuestros ojos se salían de la órbita.

Los beniner@s, aquell@s que llegaron a Barcelona con maletas de cartón, con damajuana de aceite, lomo en orza y con cenachos de almendras tampoco saben bailar sardanas, en este caso es como tocar las palmas, no es golpear una mano contra la otra.

Los de mi pueblo no saben jugar al futbol (y un grupo muy escaso montar en bicicleta que si metemos a las mujeres ninguna) puesto qué, los Reyes Magos no sabían que existía Benínar y por ello ni balones, ni muñecas, ni bicicletas tuvieron los beninerill@s por aquellos tiempos, los que ahora son los dueños de unas cuantas hectáreas de invernaderos son empleados en una fábrica, son funcionarios o tienen negocios.

Me ha llegado a mis oídos que el hijo de una beninera está en Madrid estudiando danza clásica. ¡Eso si que tiene mérito!. Su madre estudió una carrera, pero eso se limita tan solo a sentarse delante de unos libros y empollar y empollar. Hoy por hoy una cosa normal. Lo que si tiene mérito el de unos padres, en éste caso una madre beninera, que su hijo le plantee ese tipo de profesión y se saquen del bolsillo sus dinericos y le digan que ellos están en la retaguardia y que adelante.

En éste caso como en tantos otros que desconozco los hijos de los beniner@s menos mal que sus padres salieron de Benínar y entre otras cosas se incorporan a la rueda de una sardana, sin rubor alguno y dejando que la música le entre por los pelos de la cabeza y le salga por los talones habiendo regado de ritmo, compas y arte ese cuerpo serrano.

Éste comentario me ha llegado a la mente cuando estábamos en Tarifa con la canadiense y su nieta, viendo a uno de mis hijos hacer kitesrrf (piruetas, cabriolas y saltos espectaculares sobre las olas) y me preguntaba:
- ¿Si siguieses viviendo en Benínar donde ha vivido desde siempre todos los Maldonados de tu familia, ocurría lo que estamos contemplado?.
- Eugenia los hijos de los beniner@s no han atemperado y en el caso de mi hijo se deja llevar (sin estar afectado por en el pasado) por la cometa y el viento.
La nieta de la canadiense acude al diccionario como en tantas ocasiones para ver el significado de atemperado y entre la nieta y la abuela surgen los comentarios. Yo tan solo entendía de lo que estaban hablando:
- “Como nuestros indios”.

lunes, 9 de noviembre de 2009

ABUELOS BENINEROS

Juan Manuel Será comienza una canción diciendo: “No hago otra cosa que pensar en ti (…)” y en mi caso sí que se me ocurren muchas cosas.
Tanto vosotros Juan y Mari ya tenéis un nieto y Encarna Rubillo una nieta (les ha tocado la más bonita por las fotos que me manda) y ambos sois menores que yo. ¿Se me estará pasando el arroz?.

Casi toda la mañana he estado cortando el césped y centímetro que andaba la máquina, centímetro que yo pensaba que realmente donde debería estar, donde realmente estaría a gusto, es que alguno de mis hijos estuviese cortando el dichoso césped y yo paseando algún nieto en el paseo marítimo que está cerca de mi casa y que además el día es espléndido.

He terminado de cortar la mitad del césped con un dolor de lumbago como el que tiene Encarna y tengo que recurrir a unos cuantos tarros de ungüento del tío del bigote mientras la Rubillo, ha llegado su nieta, le ha preguntado a la abuela que le duele, la criatura le ha colocado la manita donde se centra el dolor y ha sido mano de santo, el dolor seguro que ha desaparecido y para que el dolor disminuya, (como dicen los médicos para reforzar la medicación), un beso y una sonrisa de una cara de dos años.

Tanto a Juan como a María (si es que tenían alguna gotera, puesto que tienen edad que aparezcan, lo digo por experiencia): ¿Ha que os han desaparecieron todos los males, tanto físicos como mentales?.
Con la de cosas y problemas reales o ficticios (que todo el mundo tiene a nuestra edad) que en todos los casos aumentamos, constantemente, rumiamos, nos obligan a dar vueltas y vueltas antes de quedar dormidos, el nacimiento de un nieto creo que para mí sería el agua milagrosa que te desborda por dentro y que la gente suele decir a todos los abuelos:

¡Se les cae la baba!.

Volver a hacer lo yo solía cuando tenía veinte años: Llevar los niños al parque, a comprar de nuevo juguetes, a despertar otra vez el día de los reyes, a celebrar los cumpleaños de la inocencia, llevarlos a clases de natación (…) veinte años en un cuerpo de sesenta.

Juan, María, Encarna, Enrique: ¡Lo siento!. ¡No lo puedo remediar!. Vosotros disfrutando de nietos y mis hijos ni me dan nietos ni me cortan el césped.

Ya que empecé por una canción escogeré otra (en este caso unas sevillanas) que reflejen mi estado de ánimos.

Papa quiero que me digas / porque está triste el abuelo / que ya no juega conmigo ni me lleva de paseo.
Un abrazo.

sábado, 7 de noviembre de 2009

PATRONES

PATRONES DE MEDIDA Y DE COMPORTAMIENTO.

Quien más quien menos se encuentra enganchado con una serie de comportamiento, manías, frases, palabras, olores, sonidos, etc. (que para los benineros tienen nombres y apellidos), que sin poder evitarlo, estemos donde estemos solemos pronunciarnos con idéntico patrón, como se nos imprimió en la mente en Benínar. Somos una tribu con las mismas querencias.

Un ejemplo, cada vez que nos encontramos con una palmera, la medimos con la que se nos quedó grabada en nuestra infancia: Las palmeras para nosotros son las palmeras que tenía Facundo; ¿dan los mismos dátiles (mejores o peores) que las de Facundo; son tan altas o más bajas que las de Facundo?. Los almecinos que nos encontramos; ¿son tan altos y tienen el mismo follaje como los almecinos que estaban en la puerta Juan Cuerdas?. Es el árbol en sí el que hace que acudan a nuestros recuerdos; es la inmensa pantalla donde estamos viendo, (…); son muchas de horas de juego de nuestra niñez asociado a dicha planta.

Sin ir más lejos el que escribe cada vez que va andando por la calle y con la mirada fija en el suelo, cuando se da cuenta de la postura de su cabeza, se acuerda de su madre (¡uh!, los recuerdos de los padres, una comida, …, hasta en los andares, … ¡clavaico! ), detalles diarios como era el hecho que cada vez que salía de casa, ella siempre acudía a la puerta a despedirlo, para ver desaparecer a su hijo por las cuatro esquinas y a los pocos pasos, a media calle, le solía decir:
- “Levanta la cabeza, que te va a salir chepa”.

Cada vez que me estoy metiendo los faldones en los pantalones siempre me acuerdo de mi maestro don Salvador que todos los días a la entrada de la escuela a todos aquellos niños que los faldones se los metía en los calzoncillos y por ello en la cintura terminaba el jerséis, la línea del calzoncillo y los pantalones, (normalmente con cinturón de tomiza), les obligaba a que pegado al cuerpo iban los calzoncillos, después los faldones y a continuación los pantalones.

Ahora que la caspa prácticamente ha desaparecido de todas las cabezas de los europeos, (del resto del mundo no sabría que decir), en Benínar las escamas blancas estaban generalizadas en todas las cabelleras. Recuerdo a una paisana que en todos los velatorios solía ir varias veces a los candelabros, pasar la mano por ellos y con las manos llenas de aceite se las pasaba por el cabello. Le decía a unos ojos de mequetrefe totalmente abiertos pidiendo una explicación:
- “Niño el aceite es lo mejor para eliminar la caspa”.
Cada vez que cojo la alcuza, las gotas de aceite que se desperdician siempre las asocio a aquellos momentos en que mi paisana acudía al remedio para su caspa.

Recuerdo que mi tía Pepa, que de Benínar pasa directamente a un piso en Granada, cuando fregaba los platos en la cocina, el agua la vertía en un cubo para que se reutilizase en el wáter. Cada vez que escucho un gripo abierto o una tubería rota en la calle me acuerdo de mi tía por darle el valor justo que ella me enseñó que tiene el agua.
Recuerdo que cuando Antonio el Sordo visitó la zona donde vivo, una de las primeras frases que dijo fue:
- ¡”Niño en la tierra donde vives la hierba la siegan las máquinas”!.
Cada vez que veo una cuneta con hierba tierna me acuerdo de mi paisano puesto qué, no tengo animales que la aprovechen. La hierba tierna está asociada al recuerdo de Antonio y de tantos otros paisanos que todos los días del año volvían a casa con un haz de hierba a sus espaldas para los animales del corral.

En ésta época de membrillos, cada vez que me encuentro en algún lugar donde se vende, cómo no acordarme de Lola que me daba a probar con el cucharón de palo aquella delicia que estaba haciendo ¡pus!, ¡pus!, … en un puchero de barro encima de las estreves, (utilizando como combustible lo que ahora se llama biomasa) para que yo diese el visto bueno de la terminación de su cocción.

Aun no se lo he preguntado a mis hijos, pero seguro que le preguntaré un día de estos: ¿Qué relación encontráis vosotros, con las almecinas, el agua, la hierba, el fuego, el viento, etc.?. Estoy seguro que el viento jamás lo van a relacionar con el que llegaba a Benínar por el Cejor, el de las eras, el que separaba la paja del trigo.

lunes, 2 de noviembre de 2009

LÁPIDAS QUE BUSCAN NUERTOS

Ya las podemos encontrar en nuestro propio cementerio de Benínar, en el nuevo, el que construyó la antigua confederación (…) que tan solo tiene treinta y pico de años.

Lápidas de emperadores, de señores que fueron muy importantes en sus días pero que en la actualidad lo que realmente es importante, es la fecha, el epitafio, el lugar donde fueron descubiertas (es lo importante lo trascendente, lo que suelen destacar todos los guías), que nos las podemos encontrar en los distinto museos por ejemplo de Roma, Mérida, Baelo Claudia, (Tarifa), (…) y, sin ir más lejos en el cementerio de Benínar. Los muertos que estaban detrás de cada una de las lápidas de su vida y milagros nadie se acuerda.

Pero realmente donde las lápidas piden a gritos su reutilización al ser el número de las desocupadas igual o superior a las que “se sienten útiles”, son las que nos podemos encontrar en Alhaurín, Coin, (…), en todos los cementerios de la Costa del Sol.

“La reconversión o morir” siempre se ha entendió que llegarían más tarde o más temprano al sector del automóvil, (…), en definitiva a todo el mundo industrial, pero en lo referente a las lápidas: ¿Quien iba a pensar que también le llegaría?.
Pero al tema, lo trascendente, lo importante, al contenido de dicho artículo, las lápidas donde aparecen escritos los nombres de los que fueron en su día los protagonistas de la Historia de Benínar, todos: ¿Dónde están?.

En el nuestro ya ha aparecido la primera sin utilidad, la de un tal Juan Sánchez López que murió 7/08/1936 a los 74 años que ya ni tiene nicho ni muerto ni quien le coloque aunque sea un ramito de flores de plástico.

Son tantos los matices que se pueden incorporar al dichoso artículo (por ejemplo, Cuba se consideraba parte de España cuando nuestro paisano era un zagal ), que no logro centrarme en lo esencial, en lo trascendente, en el motivo por el que naciese dicho comentario en mi mente. Haber si me sale en la próxima tentativa:

El cementerio donde se encuentran enterrados el 70% de los benineros (que fueron trasladados en el ataúd común) que se encuentra en el vaso del pantano, donde ha quedado en múltiples ocasiones bajo el agua, en este primero de noviembre, hasta allí ni ha llegado un manojito de flores de plástico (…), ni na de na, y cuando yo lo visite no había ni un alma rezando una oración por el eterno descanso de los cadáveres de los paisanos allí presentes.

Para el próximo año, alguna de las dos asociaciones que tenemos los benineros: ¿Algo deberían organizar?. ¿No?.