jueves, 3 de noviembre de 2016

Amigo si tu lo ves dile que de él no me olvido y que siempre lo querre.


En Benínar los tres primeros días del mes de noviembre tenía tres nombres. El uno día de todos los santos. El dos día de los difuntos. El tres día de los finados. El primer día estaba totalmente claro que era el de todos aquellos que estaban en los altares los dos siguientes al cura le era difícil explicar la diferencia o los que asistíamos a misa no llegábamos a diferenciar a enterarnos entre muertos y finados. Las comadres del pueblo daban una razón convincente que la diferencia entre muertos y finados, y estos eran los que no solían ir a misa, maldecían, tenían un comportamiento extraño,  el resto de la población serían los muertos. Lo que no aclaraban las comadres del pueblo eran los que iban directamente al Cielo y los que tenían que pasar por lo menos entre llamas en el Purgatorio para poder entrar definitivamente en el Cielo. A la entrada del pueblo había una pequeña ermita que siempre se pretendía que estuviese encendida una mariposa (un vaso que contenía la mitad de agua, mitad aceite y flotando la mariposa con una pequeña llama). La tía Frasquita era la encargada de mantener con las donaciones que las llamas no se apagasen.
En Benínar hemos conocido tres cementerios. El que estaba cerca de la iglesia que lo convirtieron en un parral. El segundo se supone construido a principio de siglo veinte que con la construcción de la presa decidieron poner en su lugar una loza de hormigón que en la actualidad está totalmente desquebrajada y el último es el cementerio donde todos los años los benineros que quedan suelen ir para asistir en dicho lugar a una misa. ¿Quién se encuentra en este definitivo cementerio?. Cuando lo decidió los que en aquellos momentos estaban construyendo la presa dijo: Que se corra la voz que todos aquellos que quieran el traslado de sus difuntos y se encuentren en nichos en un día determinado se realizará el traslado al nuevo cementerio. ¿Quién acudió a dicho traslado?. Los que vivían en Berja y en el Poniente de Almería, aquellos familiares los que estaban repartidos por el resto de la península sobre todo los de Cataluña pocos acudieron y además eran los cadáveres que estaban enterrados en el suelo, que en este sentido no se realizó trabajo alguno. La mayoría de los nuevos nichos construidos quedaron pendientes de ser ocupados. Como siempre que nos encontramos los beniner@s son pocos los que se sientan sin mirar para nada el reloj y comienzan a recordar a todos aquellos que en cierta medida dejaron huella en todos nosotros, bien por conocerlos o por los comentarios de nuestros mayores que escuchamos desde que teníamos uso de razón.
En este escrito pretendo recordar todos aquellos paisanos o paisanas que están en mis recuerdos, empezando por los últimos que se fueron recientemente.
El último a Jesús el funcionario que manifestaba que se jubilaría cuando cumpliese los sesenta años y a meses de cumplirlos  con tan solo cincuenta y nueve años se marchó para siempre. En el mes anterior murió Pepe el de Angustias recién cumplidos los setenta que su familia decide que se entierre en el pueblo donde vive su familia por supuesto fuera de Andalucía. Ambos han muerto de golpe que cuando han aparecido la noticia en los medios de comunicación que tenemos los paisanos hemos sentido un terremoto en nuestros sentimientos. Lo cierto es que ninguno de estos dos estan sus restos en el cementerio que nos queda y son muchísimos los beniner@s que no están en el cementerio que nos construyeron para justificar aquel atropello de la presa. No tengo delante las lápidas de los que están en la actualidad enterrados pero será un tercio o menos de todos los benineros que han ido muriendo y que no están allí. Entre los que se entierran en Cataluña y los que se entierran en otros lugares de España y sobre todo los que dejaron en el viejo cementerio que cuenten las lápidas actuales y que se cuenten los que están en nuestro recuerdo. Nos ponemos a recordar los que se quedaron en el antiguo cementerio bajo una loza desquebrajada de hormigón, que nos cruzamos con ellos por las calles, que nos sentamos en cualquier brazal y charlamos sin tener para nada presente el tiempo como trascurría y los que nos contaron nuestras abuelas pueden dar una suma de setecientos habitantes mientras que no creo que llegue a doscientos los nichos que existen en dicho cementerio.
La mayoría de nuestros muertos se parecen a aquellos que fueron enterrados en fosas comunes durante la Guerra Civil sin ser identificados y que cuando se produjo dicho acontecimiento ya teníamos una Junta de Andalucía presumiendo de democracia y de muchas cosas más. Que poco nos parecemos a otros pueblos de Europa que cuando aparece cualquier cementerio aparecen en gran mayoría las lápidas de los que allí se encuentran y sobre todo ese espacio es un espacio digno y con lápidas con nombres y apellidos. Al que escribe le faltan tres lápidas. Las tres lápidas de sus abuelos.

lunes, 29 de agosto de 2016

Los Amigos de Gines descubren Benínar

Foto:

Este año ellos no estaban. Los que se dejaron la piel en el camino en ayudar en todo lo que estaba en sus manos a sus paisanos. Los que nos han enseñado a los benineros la honradez, que el ser buenas personas está por encima de todo.
Escuchando las sevillanas de Amigos de Gines en sus cuarenta años de historia casi los mismos que Benínar fue desalojada, para la construcción de la presa parece como si este grupo compusieran estas sevillanas pensando en la familia de Juan el de María de Benínar.   Escuchando las sevillanas de  los amigos de Gines:
Vivan las buenas personas
que vivan las buenas gentes
que vivan las buenas gentes
esas que nunca traicionan
esos que nunca te venden


Siempre que escucho una canción lo asocio a una situación, a un determinado momento. Pienso que su letra siempre le cuadra a  una o varias personas como un traje a medida. Siempre que escucho estas sevillanas me acuerdo a la familia Juan Cuerdas para los benineros, Juan el de María.
Les toca vivir en el momento justo que llega al pueblo el teléfono, que se lo montan en su casa, si o sí. Pero no era solo para ellos, (particular) era para el pueblo entero donde su mujer, Carmen cada vez que sonaba tiene que salir corriendo por las calles para avisar a quien reclamaba el dichoso trasto. Carmen es la “conserje” de todos los beniner@s aunque todo ese esfuerzo es de forma altruista, ni recibe un sueldo de la administración, ni incluso un plato de arroz con leche, o el pucherico de morcillas de la matanza como agradecimiento por parte de nadie.
He escrito lo de conserje, al ejercer  su marido de alcalde y por tanto al no existir secretario (siempre ausente) pues allí estaba Carmen para lo que fuese menester, para dar información y ayuda al que lo necesitaba. Además la señora del alcalde siempre fue y lo sigue siendo cristiana de las que lo ejercen en Aguadulce que es donde están viviendo.
Continuo con lo que cantan los Amigos de Gines      
Todo lo das sin fijarte,  y nunca llevas la cuenta
vas derramando tu alma
sin ver a quien se la entregas


Vivan las buenas personas
que vivan las buenas gentes
que vivan las buenas gentes
esas que nunca traicionan
esos que nunca te venden


Juan es nombrado alcalde por el Gobernador Civil, y le toca los peores momentos por los que va a pasar su pueblo ya que está proyectado la construcción de una presa y que sus habitantes tienen que marcharse para siempre.
Con los terrenos comunales, con certificaciones, con declaraciones juradas, con ponerse de acuerdo con los tasadores de tierras y casas, etc., (era el único representante legal del pueblo) y pudo haber puesto precio a ese trabajo realizado. Pues nada de nada. Con el pasado el tiempo siempre aparece algún disconforme que termina por “soltar sapos y culebras por esa boca que tos tenemos” de alguna equivocación en la que le afecto y por eso protesta.
Pues Juan Cuerdas, su esposa Carmen y sus hijas siempre han estado en primera fila siempre que se han reunido los benineros y siempre fueron respetados y siempre le manifestaron todo el pueblo el afecto y el cariño.
De una forma muy especial y particular como olvidar aquellas tardes de verano en su puerta, ya casi ido el sol, el que escribe, con los Fernandez y los Doucet, Maricarmen tocando la guitarra y todos cantando a coro: Por un Sorbito de Champán y Clavelitos. Bueno casi todo lo de Mocedades, Raphael y la tuna. Aquellos momentos no los he vuelto a vivir a pesar de llevar treinta años en un coro rociero en este lugar al sur del sur de Andalucía.
Cada vez que escucho lo de los políticos corruptos Juan el de María me demostró que todos no lo son. Existen políticos honrados.
Cada vez que escucho que “la pela es la pela” Carmen la Cojayera me demostró que a lo largo de muchos años  se puede servir a toda una comunidad de forma altruista y sentir la satisfacción de ser útil dentro de tus posibilidades.

Vivan las buenas personas
que vivan las buenas gentes
que vivan las buenas gentes
esas que nunca traicionan
esos que nunca te venden

domingo, 21 de agosto de 2016

Hay gente pa tó.

¿Sabes de dónde viene la frase «hay gente pa tó»?
Es  la continuación de Guadalupe la cigarrera, la pobrecica que decidió ni ayudar ni que le ayudasen  en ella se concentra el siguiente comentario, pero que se podrían poner nombres y apellidos de personas como ella que vivían solas, su alimentación dependía del esfuerzo físico trabajando en el campo. La esclerosis en la medida que iba creciendo menos era su capacidad de trabajo de sembrar alimentos básico , menos animales para alimentar para que a su vez le alimentasen y como sus recursos económicos dependían de lo que podía vender de lo cultivado, como le ha pasado a la fuente de la Cañarroda, o al nacimiento de Alcaudique, lentamente ha ido perdiendo caudal hasta que ha llegado el momento en que dichas fuentes se han secado.
Son casos excepcionales ya que la calidad de una vejez en Benínar ni la he visto ni la veré. Además tengo puntos de valoración al conocerla en Inglaterra y al comparar una con la otra, me sale la frase: "Virgencita que nos quedemos como estamos".
Casi coincidiendo  con el crecimiento de la vejez de Guadalupe, de la Bizcocha, etc., llegan las gentes del pantano, van paso a paso valorando casa a casa, huerto a huerto para su expropiación forzosa y a su vez buscando a sus dueños o si ya habían muerto a sus herederos y como la administración lo sabe todo encuentran a sus herederos, o sus herederos estaban pendientes de la llamada.
Los herederos pasaron de si comía, bebía, dormía, etc., sus últimos años  en las circunstancias que vivieron  dichas personas mayores a sabiendas, seguros que ellos eran sus herederos legítimos. Se hicieron los remolones, pasaron tres pueblos de si comían, estaban vestidas, necesitaban cuidados, a sabiendas que si vendiesen la casa donde vivían o el huerto, tendrían dinero en la faltriquera para gastar, al menos lo necesario, en el caso de Guadalupe para ir al estanco a comprarse unos cigarrillos (hasta paquetes de celtas corto).  En el caso de la Bizcocha comprarse cremas y pinturas para sentirse agustito, preciosa  cada vez que se miraba al espejo.
En el comentario que escribí sobre la Bizcocha creo dejar constancia que una vecina (Lolica la de Ramón) al verla totalmente abandonada e impotente se hizo cargo de ella al menos en sus últimos días. Guadalupe nada de nada.
Lo más alarmante en el pueblo en aquellos días fue cuando llegaron de Barcelona los herederos de la Bizcocha, cuando ya estaba enterrada para firmar el finiquito y llevarse libres de polvo y paja el grano que había logrado amontonar o mantener en los atrojes la abuelica Bizcocha.  Atrojes llenos de grano que su dueña pudo vender o cambiar a cambio de pasar sus últimos días con cierta calidad y sin embargo no toma esa determinación.
La reacción del ser humano es imprevisible. Unos dirán:
“Amí me toca una herencia y me desplazo donde sea, … y como sea.”
“Otros dirán ha pasado abandonada toda su vejez ir a por el dinero, …”.

Como dice el título: “Hay gente pato”
  Rafael el Gallole presentaron a José Ortega y Gasset. El genio sevillano preguntó quién era «aquel gachó con pinta de estudiao», a lo que le respondieron: «Es filósofo». «¿Filo qué, ezo qué e?», dijo el matador.
Alguien le explicó en qué consistía tal profesión, que era un señor que analizaba el pensamiento de la gente, que escribía doctrinas orientadas a conocer mejor el obrar de las personas. El Gallo, estupefacto, guardó silencio unos segundos. Hasta espetar con gracia:«Hay gente pa tó».

 (Lo he copiado  ABC)

jueves, 11 de agosto de 2016

Guadalupe la cigarrera




De ella aprendía que se puede tener de todo, creando tus propios sueños  en cada momento, aunque se viva en la soledad después de haber tenido todo lo que tienen los ricos. Que no si no te aparece un amigo, te lo inventas. Que no tienes comida,  la imaginas puesta en la mesa. Que te levantas y ves que no hay nadie a tu lado, te abrazas a la almohada y … Espero que cuando me llegue la hora tenga el mejor sueño escrito y que luego lo soñado me lo encuentre en el Cielo.
Guadalupe era la única beninera que tenía  un bancal lindando con el puente. El bancal que daba rendimiento para que una familia tuviese de todos alimentos  en casa. En dicho bancal estaban sembradas el único  grupo de plataneras  que había en el pueblo. También tenía unos nísperos japoneses que conjuntamente con los higos era la base de su alimentación durante casi todo el año.
En su corral solo tenía gallinas y conejos que fuero disminuyendo en la misma medida que disminuían sus fuerzas. Vestida siempre de luto y con su pañuelo negro en la cabeza, así siempre salía a la calle.  Le pasaba como a mi abuela Mamanona, (y todas las mujeres de su generación), todas las faldas de su vestuario siempre las llevaba puestas (la más estropeada por fuera y las nuevas o nuevecicas en la parte de dentro, tanto en invierno como en verano.
Se le puso el apodo de la cigarrera al ir por las calles del pueblo recogiendo colillas para después formar un cigarro y fumárselo en la soledad frente al fuego, frente a la chimenea. Era la única mujer que se conociese en el pueblo que fumase. Es de suponer que su marido cuando llegó de América la introdujo en dicho “vicio”, o cuando se murió el marido dejó tanto tabaco sin gastar que aquello no se podía desperdiciar y por ello empezó a fumar. Aunque tenía el mejor bancal y una de las mejores casas vivía en una pobreza notable. No recuerdo que recurriese a hojas secas de determinadas hiervas del campo a triturarlas como le ocurría a la gran mayoría de viejos fumadores, que al no tener para comprar un cuarterón solo le daba el sueldo para comprar “los libritos” el papel para formar el cigarrillo con las plantas molidas que se podían encontrar en  de la vega o secano. Para Guadalupe el cigarrillo era la llave de su imaginación. 
Vivía en la única casa con cuatro forjados, teniendo en cuenta que todas las casas del pueblo estaban construidas de tapial y que entre las paredes se colocaban unos troncos de álamo del río ya que eran los árboles con los troncos más largos y más lisos. La construcción de una vivienda tan alta, tan grande para un matrimonio sin hijos fue un desafío a todos aquellos ricachones del pueblo que en aquellos tiempos se estaban construyendo sus casas principalmente en la C/ Ancha.
Siempre la conocí viviendo sola ya que jamás la vi sentada en la puerta de su casa con un tabaque o con unas devanaderas o haciendo ganchillo, remendando o unida a otro grupo de mujeres ayudándoles en sus labores de costura, en un exfarfollo, en una matanza, etc., ya que a cambio de ayudar tenía la recompensa de charlas con las vecinas. Siempre sola. Barbarica que estaba en las mismas circunstancias que ella, siempre estaba con amigas o estando en todas las misas y rosarios de la iglesia. Guadalupe siempre sola, sin pedir ayuda y sin ayudar  No le conocí ni a un familiar que la visitase (no por ella, por su marido ya que a ella no se conocía su procedencia en el pueblo), ni a una vecina que le visitase.
Su casa estaba pegada a la mía y un día en mi adolescencia se me ocurre sentarme a hablar con ella, pero no sabía si hacerlo en su pedazo de huerto o en su casa. Decido en el huerto ya que le podía ayudar en una de las labores del campo.
Al llegar al bancal me dice:
-         Que vienes a coger plátanos. No hay. Los zagales me controlan cuando salgo y cuando entro a mi casa para robarme los plátanos maduros
-         No, yo vengo a hablar un ratico contigo ya que veo que no hablas con nadie.
Se incorpora dejando el mancaje en el suelo, me coge de la mano, me lleva a la sombra de las plataneras, nos sentamos los dos en el suelo, me mira fijamente a los ojos un rato grande y termina diciendo:
-         Por donde empiezo a contarte mi vida ya que no se la he contado a nadie del pueblo. Tú me caes bien. Te conozco desde que naciste y sobre todo tienes una mirada que se parece a mi bancal cuando está labrado, es una plataforma  preparada para ser sembrada.
Dentro de mi inocencia la primera pregunta que le hago:
-         Porque fumas. Eres la única mujer en el pueblo que lo hace. Además cogiendo colillas de las calles.
-         ¿Más preguntas?. Me contesta.
Me ruborizo y le hago con la cabeza que no. Ella me sonríe, intenta abrazarme. Me dejo y en el abrazo escucho como su corazón se va acelerando y a la vez lentamente me voy soltando. Ella con los ojos cerrados permanece con los brazos como si aún ella me estuviese abrazando. Lentamente me voy separando, reculo con la intención de marcharme.
Ya que estoy separado unos metros, Guadalupe reacciona e intenta por todos los medios temblandole las manos, su cabeza, su cuerpo entero y intenta  justificar aquella reacción suya.
-         Tu abuela tiene mi edad por ello tu podrías ser mi nieto.
Siempre he soñado con uno de los abrazos que le das a tu abuela Mamanona. ¿Sabes lo que es soñar con un abrazo tuyo casi desde que naciste?. Tu abrazo es que un sueño se haga realidad. Me ha sentado como el riego a una planta que se está secando. Siéntate que te voy a contar mi vida, que es lo que querías.
Comienza a casi desde el principio, desde su adoslescencia. Conocía al que fuese mi marido en el puerto de Cádiz cuando regresaba de América. En él encontré al padre que no conocí, al amigo a la persona con la que yo siempre había soñado. Me propone que me case con él y yo que estaba emboba no sé que le conteste. En el trayecto de Cádiz a Benínar me enseñó a como se fabricaban los sueños y desde entonces cada vez que no tengo que comer mi invento una mesa como las que él me preparaba. Cada vez que no tengo sueño, me abrazo a la almohada, cierro los ojos y me  invento estar con él trabajando en aquellas fincas de plátanos y de tabaco  que tenía mi marido en Cuba.
-         Pero no me has contestado la razón del porque fumas.
-         No lo sé, pero cada vez que estoy fumando creo que estoy sentado junto a mi marido, los dos fumando y escuchando el sueño que él se  está inventando, que yo me lo creo a piejuntillas. Hace que la sonrisa me llegue a la cara, me lave la soledad, el hambre, la necesidad de un abrazo, me quita el frío, Sobre todo ver la vida de otra forma. Encontrar la  razón de seguir viviendo.    
  

      

lunes, 8 de agosto de 2016

Mis gallinas desayunan "pan con tumaca"




Sea cual sea su origen, como dice Manuel Vázquez Montalbán en su libro “El premio” (1996) el “pan tumaca”, “materializa el encuentro entre la cultura del trigo europea, la del tomate americana, el aceite de oliva mediterráneo y la sal de la tierra que consagró la cultura cristiana”.
Mi mente como siempre se marchan a Benínar y recuerdo a Anica la Posá que cuando iba a comprar a la tienda de mis padres, siempre decía:
-         Ponme un cuarto de arroz y lo dejo fiado hasta que pongan las gallinas y te traeré media docena de huevos  para saldar la deuda.
Dichos huevos conjuntamente con muchos más se envasaban, en una especie de canasta, entre capas de paja, se subían en el motocarro de la familia y se llevaban a vender a Berja principalmente. 
Como no recordar la figura del  recovero que recorría los cortijos tanto de Murtas como de Turón. Salía del pueblo el borrico cargado de todos aquellos alimentos que se utilizaban como trueque (el arroz, azúcar, los garbanzos, judías, bacalao y  poco más que se regateaba, que se intercambiaban por una docena de huevos) para volver otra vez al pueblo con las aguaderas o los capachos llenos de huevos para después venderlos en los pueblos de Berja, Adra o Guadíz. 
El recovero a la vuelta de los cortijos podía traer sobre la burra de todo tipo de animales canjeados por los alimentos esenciales.
!No había que ser pillo para ser recovero!.
Aquellas gallinas (raza que ha desaparecido puesto que nadie se las llevó cuando nos expulsaron del pueblo) hasta por lo menos primeros de los años sesenta no en todas las casas se les echaba un puñado de grano (el grano era muy escaso para que comiesen las personas de la casa, imaginen el grano que les llegaba a los animales). Las  gallinas de la mayoría de los corrales del pueblo se alimentaban de lo que encontraban en el campo o en el corral. Entonces en las casas era muy difícil que sobrase algo de comida estropeada que acabase en el corral. Las cocineras calculaban al milímetro cada comida según el número de comensales y si sobraba algo para la siguiente comida o para el día siguiente. Las gallinas y los cerdos (que había en casi todas las casas) lo que comían era las frutas estropeadas del campo o aquello que estaba a punto de pudrirse. Las calabazas, los zamborinos, las remolachas, todo esto se cocía y se le añadía zalvado (producto que se obtenía después de pasar la molienda por la criba).    Por eso se tenía en cada casa unas cuantas gallinas y el cerdo para que aprovechasen todas aquellas frutas u hortalizas que sobraban en el campo para que todo lo que se producía en el campo se aprovechase. El reciclado palabra que en esta época, en este siglo se traslada al plástico, papel y al vidrio no a la materia orgánica, cuando los artículos mencionados son portadores de materia orgánica.  
Recuerdo ya en los años setenta y ochenta que en todos los barrancos del Poniente de Almería existían mandas de cabras o de ovejas que su alimento básico era los tomates, pimientos, habichuelas, etc., que ya no tenían venta, o exceso de producción de los invernaderos y aquellos animales aprovechaban aquellos excedentes. Esta forma de aprovechar todo lo que sobra de los invernaderos se ha terminado y seguro que el organismo oficial que le corresponda dirá que aquella forma no era higiénica, que para eso están los grandes basureros que tienen todas las poblaciones y dichos excedentes a enterrarlo directamente.
He comenzado escribiendo que mis gallinas desayunan pan con aceite y tomate, toda aquella comida  de lo que nos sobra en la casa. Esta sociedad en la que vivimos ha cambiado a mejor a mucho mejor de cuando se estaba en Benínar, pero las sobras de la comida de cada casa no deben ir directamente a la basura. Alguna solución se debe encontrar para por lo menos el pan duro y para el aceite que se pone oscuro después de estar harto de frituras y se tira, …, se destine al reciclaje.
De la misma forma que existen contenedores para el papel y para el vidrio deben aparecer contenedores para la materia orgánica que sobran en las casas y esa materia volver a ser utilizada de alguna manera. 
En primer lugar para su rehutilización (en piensos para animales. Digo yo.  Por ejemplo como pasa en mi barriada, en el puente del  río se ven como acuden los críos acompañados con sus mayores con bolsas de pan duro para alimento de los peces y patos). 
En segundo lugar para que todo aquel que tira comida a la basura deben pensar que existen cantidad de pueblos que pasan hambre. 
Esta conciencia del despilfarro en los pueblos pequeños aún no se ha perdido. El aceite para la fabricación de jabón y el pan para los animales, pero en las grandes ciudades aun queda campo para la educación de los jóvenes.
En un aspecto en Inglaterra al despilfarro de la ropa más o menos lo tienen organizado (como el control de las palomas en las ciudades)  en unas tiendas de ropa usada por todo el país que la  recogen, se limpia se pone a la venta y lo obtenido  va a una asociación sin ánimo de lucro a nivel nacional para ayudar a una determinada clase social. Aquí en la zona donde vivo la mayoría de la ropa usada termina en los mercadillos callejeros en el norte de África que a veces da la impresión que esta forma de reutilizar la ropa usada es un mercado que se basa en la especulación para que el jefe del clan sea el que obtiene el beneficio conseguido.
De la misma forma que está creciendo en las ciudades los huertos en las azoteas de los edificios, seguro que con el tiempo tiene que aparecer gallineros que sean los que reciclen toda la materia orgánica que forma parte de  la basura de un bloque.
No se debe acostumbrar a las nuevas  generaciones al despilfarro ya que más tarde o más temprano seguro que les pasará factura.
Cuando he terminado de escribir he buscado lo que aparece en los medios sobre el tema desarrollado y me he encontrado:
La organización Ecologistas en Acción propone otra forma de reciclar los residuos biodegradables: "utilizarlos como recurso sin tratamiento previo, volviendo a recuperar el uso que tradicionalmente se le ha dado a la basura de casa, es decir para alimentar unos animales de consumo que generan alimento y excrementos con los que abonar la huerta". Con esta idea, los ecologistas han desarrollado en Sevilla el proyecto "Tu basura vale un huevo",

martes, 26 de julio de 2016

Los cadáveres encontrados se cuentan los desaparecidos se estima, ...

Fotografía de un zancudo o mosquito sobre la piel
En los medios de comunicación aparecen que este año, este verano,  se llegará a la cota de tres millones de pasajeros que crucen el Estrecho de Gibraltar con dirección a Marruecos.
También escucho en los medios de comunicación que un mosquito, como es capaz de contaminar a los deportistas en las olimpiadas, algunos de ellos están tomando medidas. Una de ellas no participando.
Yo de la contaminación (del mosquito de origen   europeo sin nombre )  fui testigo cuando llegó  Benínar sería sobre los años  cincuenta, hasta que logró que la población se quedase casi de mil habitantes a los trescientos. Los que traían la contaminación eran los mismos benineros que se habían marchado principalmente a Cataluña y llegaban de vacaciones (esa palabra v a c i o n e s, la tenían que explicar por aquellos años a cada paisano que se encontraban por la calle y saludaban) a las fiestas del patrón San Roque, por estas fechas, en el mes de agosto.
Aquella contaminación lenta duró casi dos décadas desde los cincuenta a los setenta sí que era peligrosa, ya que afectaba al celebro. No a unos cuantos. A todo los habitantes en general, de todos los pueblos de  La Alpujarra. Aquellos contaminados por el mosquito europeo afectaba de dos formas, los que se llenaban de cólera, movían la cabeza de un lado para otro mientras apretaban los labios  y  los otros afectados, eran los que estaban  presente en una conversación  pero  ausentes, su mente estaba en otra parte.
Los más afectados que se les notaba en su forma de mirar despreciativa. Creaba en ellos una especie de  cólera al ver que los que antes trabajaban en sus tierras, que dependían de ellos para todo, se habían marchado de Benínar y en pocos años llegaban al pueblo  y algunos hasta con coche y sin maleta de cartón. No solo habían estado a su entera disposición el trabajador, de la yunta, de la azada, de la oz, de disponer de ellos las veinticuatro horas para regar de noche cuando escaseaba el agua de La Acequia de la Vega. También  entraban en el contrato todos los miembros de su familia, que normalmente se les pagaba con aquellos alimentos que sobraba en la casa del rico. La mujer para lavar en el río la ropa de la señora,  para fregar la casona de rodillas, para encalarla, para partir las almendras. ¿Y los críos?. Tenían que dejar la escuela casi a los diez años  para que guardasen las cabras que estaban en el corral del que contrataba  para que en la casa del señorico hubiese leche, que si sobraba los niños jornaleros les podía tocar ese día un vaso de leche.
Los otros que quedaban contaminados eran los braceros, (los que manifestaban su estado estando ausentes, pensando en otra cosa) los que no tenían tierra o de la poca que eran dueños no les daba ni siquiera para comer. Esta contaminación era en cierta medida pasajera, ya que el afectado al afectado se les notaba mucho más en su forma de ser, de andar, de relacionarse, de no estar pendiente en las conversaciones al tener su mente en otra parte. Los afectados al tomar la decisión de irse a trabajar a las minas de Figols o a las empresas de textil que existían e toda la cuenca del río Llobregat, habían quedado  sanos de dicha contaminación del mosquito sin nombre, “del mosquito europeo” aunque luego entrase en la (en otro mosquito también sin catalogar). La  añoranza. El que provoca la no adaptación a aquella forma de vida, que  en más o menos medida a algunos toman la decisión  de volver de nuevo a Benínar y enfocar su vida de otra forma.
Quien ha visitado Marruecos,  esos pueblos de la Cordillera del Atlas y los del desierto y los de más abajo,  cuando llegan sus paisanos con esos coches, cuando ellos lo que tienen como medio de transporte es una burra, con esas maletas llenas de ropa cuando ellos ni siquiera tienen un armario ya que la ropa que tienen es la de quitaipón, cuando miran sus ojos con gafas de sol, cuando miran sus manos y las comparan con las de ellos toda llenas de callos como los pies, cuando dicen los desertores del arado, los que se marcharon,  que sus hijos están estudiando,  ¡no se qué!  y los hijos de los que aún viven en la aldea han tenido que dejar la escuela por tener que ayudar en el campo a su familia, cuando ven y ven, y comparan y comparan, yo, cada vez que veo esas colas de coches en el puerto de Algeciras, de esos coches, con el techo cargado de cosas para regalar a sus vecinos y parientes, de objetos que posiblemente han recogido de la basura, de las grandes ciudades, yo, sigo pensando que en el siglo XXI, ese tipo de contaminante, ese tipo de mosquito que contagia a los de la otra horilla, que  a la CIENCIA, a los LABORATORIOS, les resbala esta forma de contaminación y hasta ahora nadie le ha puesto  nombre y apellidos a ese mosquito a investigarlo, a sabiendas que en el Mediterráneo todos los años suelen dejar un buen número de desaparecidos, puesto que los cadáveres que aparecen esos sí que se cuentan. Los desaparecidos se calculan.
No va a tardar tiempo en encontrarse la vacuna de ese mosquito europeo que cuando afecta a los africanos, son capaces de tirarse al mar aunque saben (no sé si conscientes) perfectamente que no saben nadar.               

 

domingo, 17 de julio de 2016

Los primeros pasos y palabras sin ella.


Autor: Oliva / J. M. Moya

Virgen del Carmen, Patrona,
De los hombres de la mar
Con tu Santo Escapulario
Salgo siempre a navegar

Dios te salve, marinera
Virgen del Carmen Bendita
Dios te salve, marinera
Timón de nuestra barquita
Que por la vida nos lleva

Virgen del Carmen, tu nombre
Escrito en mi barca está
Y una dulce luminaria
Pone mi madre en tu altar

Dios te salve, marinera
Virgen del Carmen Bendita
Dios te salve, marinera
Timón de nuestra barquita
Que por la vida nos lleva

Virgen del Carmen, tu manto
Nos cubre en el temporal
Y  una Salve Marinera
Llena de rosas la mar

Dios te salve, marinera
Virgen del Carmen Bendita
Dios te salve, marinera
Timón de nuestra barquita
Que por la vida nos lleva

Virgen del Carmen, lucero
Del marinero español
Y en las rutas de la vida
Nos guía siempre tu amor

Dios te salve, marinera
Virgen del Carmen Bendita
Dios te salve, marinera
Timón de nuestra barquita
Que por la vida nos lleva



miércoles, 6 de julio de 2016

El géiser de Benínar: ¿Volvera a salir?.




Pocos testigos tiene (de los que solemos entrar por estos medios) aquel géiser que apareció en la finca que tenían mis padres en la Mecíla, en los Olivos Nuevos.
La cosa empezó a primeros de los años setenta, cuando la administración manda a unos cuantos operarios para que hiciesen una serie de sondeos en todo el término municipal de Benínar. Los testigos o muestras de lo que sacaban (de los que creo quedan apenas muestras) de todos los sondeos realizados se almacenaban  en un almacén de los pocos que deben de quedar en Las Viñuelas.
No estaría mal volver a recoger aquellos datos conseguidos para ser un motivo más para argumentar que hacer la presa de Benínar fue el capricho de algún gobernante (yo sí que tengo el nombre, la sospecha,  de aquel gobernador civil franquista que se empeñó en que la presa  había que construirla). Aquel político pensaba: "Hágase lo que se tenga que hacer pero la presa se construye".  Aunque los datos obtenidos en los sondeos fuesen como fuesen, desde el principio, aquellos pruebas de las características de como era el subsuelo  eran el trámite principal, esencial  para justificar las características del terreno, es decir, no aconsejable la construcción de la presa en aquel lugar. En base a ellos la consejería de nuestra JA, debe de basarse para arreglar el boquete por donde se escapa el agua. Si es que llueve.
Lo mismo que el géiser "salió por casualidad", también por casualidad me hizo pensar en el empeño de aquel gobernador sobre la construcción de la presa, cuando unos cuantos benineros acudieron conmigo a su despacho en base a un documento que le fue mandado por correo  y a las veinticuatro horas, los firmantes de aquel documento me estaban acompañado, con  la guardia civil al despacho del gobernador al ser yo  quien fuese el autor de aquel escrito y el que recogiese las firmas. La verdad es que esta sospecha mía se basa en todo lo que nos largó aquel político en aquel despacho que después de casi cincuenta años solo son recuerdos, malos recuerdos, al menos para el que escribe. Quizás fuese presionado por todos aquellos dueños de tierras (que se podían contar con los dedos de una mano, cuando empezaron los invernaderos, pero era un negocio) y dueños de invernaderos que en aquellos tiempos estaban creciendo en todo el Poniente de Almería. Lo cierto es que aquella presa que enterró a mi pueblo, Benínar, no ha servido para nada viendo las estadísticas del agua que ha podido suministrar y si no ha podido suministrar el  agua demandada que requerían, imaginen la que les va a suministrar este año, el siguiente y los siguientes.  Las dos presas con menos agua almacenada o que acumula durante todo el año  dentro de la península las dos están en Almería y son la de Benínar y la de Cuevas de Almanzora.          
He escrito que muy pocos testigos tienen aquel géiser ya que surgió en uno de los sondeos realizados, cuando la mayoría de los jóvenes que en aquellos tiempos tenía Benínar, todos, estaban estudiando en la capital. (¿El Presidente de Plaza de Beninar no lo vio al estar ya trabajando en Blanes?). Llegó a la altura de cinco metros y duró unos cuantos días. Decía uno de los técnicos de los sondeos: “Al carecer de un tubo de plástico o de acero la propia tierra iría lentamente taponando aquella salida de agua”. Por supuesto que esta imagen como tantas (me refiero a la agonía de Benínar) otras no llegó a los periódicos de aquella época. Los que tenían cámara de fotos eran los periodistas y los políticos, (en el pueblo nadie tenía cámara de fotos). Aquel géiser no aparecerá en ninguna foto. Aquella imagen tan solo está en la memoria de los que pudimos verlo y en el reguero de tierra roja que fue depositando  el agua que salió por aquel agujero  desde el bancal hasta el río.  En el pueblo no se hablaba del géiser, (se decía por las esquinas: “Un chorro tieso de agua que ha salido en La Mecíla que  tenía el color y sabor al agua de Fuente Cuesta Viñas de Valor. Eso no tiene explicación, …”). Al no encontrar ninguna explicación, los benineros hablaba de las peripecias que sufrieron los trabajadores para poder salvar aquella maquinaria del sondeo.


martes, 28 de junio de 2016

Las brevas no daban para tantas carreras

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Tenía que continuar con el tema de los animales, pero me ha llegado la necesidad o el recuerdo de mi abuelo paterno que en este tiempo era cuando maduraban las bravas en Benínar. 
En plaza de Benínar se están analizando las breveras o las brevas, pero de otra manera y ha sido el motivo de este escrito.
Me imagino aquellas tardes en Benínar donde parte de la familia salía a la vega para coger y envasar aquellas brevas que dentro de la zona alpujarreña nos identificaban. 
Mientras los hombres subían a aquellas breveras teniendo que afianzar las ramas para no caerse, la otra parte de la familia acudía a los brazales para coger manojos de mastranzos para forrar los capachos, con la intención que la piel de la brava no quedase dañada por el esparto con que se construían los capachos.   
Mi abuelo Ramón, por las tardes, con parte de la familia marchaba a La Vegueta donde estaban unas breveras gigantes que estaban llenas de fruto.
Lo primero era forrar los capachos de mantranzos una hierba con un olor especial que se empleaba siempre que estos se llenaban de fruta. 
Recuerdo la plaza de abastos de Berja (hoy vacía destinada a no se qué) que nada más entrar en ella el olor a maestranzos era lo primero que te impactaba.
En los pueblos cercanos cada vez que decíamos: 
Yo soy beninero. Contestaban: ¡Y con brevas!. 
De la misma forma que el vino de la zona Murtas y Turón era y lo es,  excelente,  que todos los de la zona preferíamos y degustábamos. Las brevas de mi pueblo eran únicas.

Ramón se levantaría de madrugada con el cielo lleno de estrellas, cargaría los dos capachos en la mula y cogido al rabo del animal tomarían los dos camino a Murtas. Digo Murtas por ser uno de los pueblos cercanos que menos árboles frutales tenía y por ello, ofrecerle a un murteño unas brevas ralladas se les haría la boca agua y compraría, cansados de la dieta única, comer matanza como en aquellos tiempos era casi lo único que se comía. Tocino y pan y por la noche al volver a casa después de estar todo el día trabajando en el campo un puchero con huesos de cerdo. También cabía la posibilidad de comerse unas migas de madrugada, para irse a trabajar al campo.  
Las frutas que se recolectaban en  Benínar al verlas, ellas solas se vendían, pero la influencia del vendedor era decisiva y la sonrisa de mi abuelo y la calidad de sus brevas eran las que primero se agotaban de todos los vendedores que acudía a vender.
De la misma forma que hoy nadie se extraña en ver a un perro como es capaz de llevar a su amo ciego donde está previsto llegar, de la misma forma, la mula de mi abuelo, nada más pasar por la puerta del herrador, o de la tía Leocadia, sabía donde era el destino. Mi abuelo desde ese momento cogido al rabo de la mula sabía que podía cerrar los ojos y en un duerme vela,  pasado la fuente del Murallón  mi abuelo estaba caminando y dormido  todo el trayecto de la rambla que al llegar a la Cuesta de Murtas. Empezaban las claras del día, mi abuelo ya había dado su cabezadita y ya le falta poco para entrar en el pueblo de Murtas y empezar a pregonar:
Mermelada de Brevas de la Contraviesa
¡A las buenas brevas, las de Benínar, las mejores!.
La mayoría de las veces se vendían por docenas a dos reales y las pequeñas, las perrunillas que se regalaban.
A Murtas acudían los compradores de los cortijos cercanos y por supuesto no se les podía vender igual (no erancompradores habituales) y en esta ocasión empezaba el regateo donde mi abuelo había obtenido la licenciatura en la universidad de la vida.
Como sabía identificar a los dueños de los cortijos , quizás por su vestimenta o por su forma de hablar, a estos les costaba la docena a peseta. Los señoritingos de Graná se les identificaba a la legua y mi abuelo era capaz de venderle las brevas y el cenachillo de esparto lleno de brevas. 
Los cenachillos se los hacía su prima Gaicos, la soltera que era una forma de ganarse la vida.
Con la sonrisa de oreja a oreja, viendo los capachos vacíos llegaba la segunda parte de aquel viaje. Ir a la taberna. Amarraba la mula a la ventana  de la taberna y a charlar con los que allí estaban para estar enterado del panorama de  aquellos momentos de los cortijos de Murtas y Turón . Era la hora de la siesta de la mula, cuando el animal se relajaba, cerraba los ojos y sabía que a partir de aquellos momentos el tiempo se detenía. No es que tomase el número de copas para emborrachase, pero si llegar al nivel inferior de coger una pea.
A la vuelta mi abuelo se solía comprar un kilo de sardinas (las arenques) que llegaban a La Alpujarra en unos toneles de madera, una buena hogaza de pan, llenaba su bota de vino, se subía en la mula y de vuelta de nuevo al pueblo.

En el camino de vuelta, a la altura del Cortijo del Canónigo, era cuando mi abuelo se enfrentaba a la realidad al contar las pesetas que llevaba.
El maestro del pueblo conjuntamente con el cura una noche se presentan en casa de mi abuelo y le proponen:
Tu hijo Paco destaca por encima de los demás críos de la escuela y el cura y yo hemos llegado a la siguiente conclusión. Costeamos parte de la carrera de tu hijo en Granada, pero tú tienes que aportar, más o menos  tanto, ... Mi abuelo en aquellos momentos piensa en la venta de las bravas y  en un principio acepta las condiciones impuestas por el cura y el maestro de escuela por lo menos hasta que pasase el verano.
Terminan las brevas, terminan los higos, terminan las frutas y hortalizas del verano, que mi abuelo fue a vender tanto a Murtas, Turón y Berja   y vuelven el cura con el maestro a casa de mi abuelo  para que se cumpliese la promesa de mandar a su hijo Paco a la universidad.
Mi abuelo saca la taleguilla con todo lo que había ahorrado con aquellas ventas , todo lo que tenía ahorrado, se queda un rato,  ¡largísimo! mirando a aquellas dos personas que están impaciente por la contestación, y mi abuelo Ramón le contesta:
Tengo cinco hijos y a los cinco no les puedo dar una carrera. ¿Qué pensarían sus hermanos si ellos se quedan en el pueblo trabajando y él se marcha a Granada?.
Mi abuelo Ramón en aquellos momentos no se podía imaginar que cuando llegase la Guerra Civil de España, a tres de sus hijos (unos no habían cumplido los veinte años y otros terminaban de cumplirlos) se los llevaron y en concreto mi padre, estuvo tres años de guerra y tres años haciendo la mili. 
Seis años que no apareció por el pueblo.
Cuando los adolescentes, vuelven de nuevo a incorporarse a  clase, aquel nuevo curso, el maestro pregunta por Paquito el de Ramón y alguien le contesta que Paquillo estaba guardando una piarilla de chotos en el Cejor y que no volvería ya más a la escuela.
De aquella historia el nieto de Ramón se entera  cuando termina la carrera y a la vuelva a Benínar toda la familia en la furgoneta, Paco el de Ramón con la mirada perdida le cuenta a su hijo que en él se cumple el sueño de su adolescencia.                       
   

sábado, 25 de junio de 2016

¿Quizás la muerte sea una bendición para el ser humano?.


Dicen unas sevillanas:                 
“Algo se muere en el alma cuando un amigo se va, es como un pozo sin fondo que no se vuelve a llenar”.
Anoche, Barcelona me ha llegado la noticia que se marcho ( ayer fue su entierro), para siempre Carmen la de Martirio, veo la alcazaba de mi juventud, con casi todas las tapias mordidas, caídas. La desolación de encontrarte con algo que fue,  al mirar al contemplar toda una vida y todo o casi todo se ha derrumbado. 
Carmen era la constancia, el esfuerzo, la obligación por encima de todo.
No recuerdo cuando empezó a trabajar en la casa de mis padres ni cuando fue el último día que dejo de ir, lo que es cierto es que toda mi juventud está ligada a ella. Al pie del cañón como ella solía decir. Fuí de los pocos privilegiados que Carmen besaba cada vez que me marchaba o regresaba a casa.
Decía Sócrates:
El temor a la muerte, señores, no es otra cosa que considerarse sabio sin serlo, ya que es creer saber sobre aquello que no se sabe. Quizá la muerte sea la mayor bendición del ser humano, nadie lo sabe, y sin embargo todo el mundo le teme como si supiera con absoluta certeza que es el peor de los males.
Carmen a lo largo de su vida “las paso canutas” unas cuantas veces y tal vez por ello se le formo ese carácter de ser fuerte por encima de todo.
El útimo palo que le dio la vida fue la muerte de su hija a los treinta años dejando un bebe en el mundo que ella en cierta medida tenía que cuidar.
Vuelvo a escribir:
“Quizás la muerte sea la mejor bendición del ser humano, …” por lo menos para descansar. 
Con ella quedan en el olvido las mejores recetas de los embutidos de las matanzas del cerdo que se hacían por navidad en Benínar y todas las recetas de los pasteles tradicionales que se hicieron en el pueblo durante bastantes décadas.
Vuelvo a colgar lo que ya escribí sobre ella en agosto del 2013.

 
Creo que a Carmen nada más nacer su madre Martirio le colocó un delantal para que se le fuese haciendo el cuerpo, que nada más clarear el día había que espabilarse y ponerse a trabajar hasta que apareciesen en el cielo las estrellas y así todos los días del año, durante toda su vida.
En Benínar se le asociaba como la mujer que supo vencer la hepatitis, estando tres meses enteros comiendo tan solo patatas cocidas, sin sal ni nada de nada. El que le diagnosticó dicha enfermedad fue Don Emilio Durán Mediavilla, en el tiempo en que Martirio la madre de Carmen fue criada del médico.
Carmen era de las  mujeres que en el pueblo no acudía a los rosarios, ni  a las misas, ni las procesiones, ni tampoco acudía un ratico para divertirse en la plaza durante las fiestas. No creo que acudiese por Navidad a los coros en la plaza ni a esperar la música de Eugijar cuando entraba al pueblo.  Para que nadie le contase como fueron todos los acontecimientos del pueblo, en un momento se asomaba a las escalerillas con su delantal puesto, en vivo y directo  ella valoraba como fueron dichas fiestas, sin esperar que nadie le aportase un juicio de cómo habían sido. 
Sumergida en una sociedad bastante dada al chismorreo ella, siempre valoró aquello que habían contemplado sus ojos y siempre enjuició en base a como ella hubiese actuado en dichas circunstancias.
Fue de las pocas que cada vez que se levantaba se ponía a trabajar no pensando en el dinero que recibiría a cambio, para después comprarse un vestido o unos zapatos, puesto que, al no ir a misa el Domingo de Ramos (por el dicho que se decía en el pueblo que el que en ese día no estrenaba algo se le caían las manos) ni pisar la plaza en los días de fiesta del pueblo cada vez que se cambiaba de vestido tenían que pasar años, por pura necesidad. Tampoco necesitaba ropa nueva para viajar, tendrían que pasar muchos años para que conociese su capital Almería y por cuestión de médicos.
A pesar que toda su familia eran emigrantes cada vez que se le sacaba el tema tanto ella como su marido haciendo espavientos contestaban: ¡Quita!. ¡Quita!. ¡Quita!, ...  "Que en Cataluña ni se amarran los perros con longaniza ni se apedrean con trozos de lomo en manteca".
Las  manos más expertas para en un santiamén elaborase todos los embutidos de una matanza. La que con más coraje cogía una canasta llena de ropa sobre su cadera  y río arriba,   hasta encontrar el agua para lavarla. En la era trabajaba a la par de los hombres y se cargaba con los mismos sacos. Solo la vi llorar en un velatorio y mientras lloraba, le pasaba un paño a los muebles, a las sillas, si es que no hacía falta estar en la cocina pendiente del puchero.
La mejor pastelera de Benínar y sabía cómo sabían los soplillos o las madalenas al meter el dedo en la masa para ver si estaban en su punto con todos los ingredientes. Si acudía a una boda era con su delantar para ayudar no para sentarse y que le sirviesen.
Nunca la vi sentada al caer la tarde en su puerta o en la de cualquier vecina con una canasta de ropa a su lado, para disfrutar de la tarde, de la charla entre vecinas, de la brisa que llegaba del Cejor. Nunca tomó la decisión de decirle al Lucero del Alba si lo tenía delante: Esta tarde me siento en la silla para descansar y mañana ya veremos.         
La vi totalmente derrumbada al visitarla por la muerte de una de sus hijas a la edad de treinta años. Me dieron ganas de abrazarla, apretarla y estar en esa posición un buen rato, pero no lo hice al recordar mi niñez y mi juventud, cuando trabajaba en casa de mis padres y hubo muchos momentos (sobre todo cuando mi madre se cabreaba conmigo y me encontraba solo e incomprendido) en los que necesite sus abrazos y sus besos y Carmen la de Martirio en aquellos momentos creo que no conocía, no había descubierto las sensaciones de los abrazos ni por supuesto los besos. No sé si con el paso de los años mi querida Carmen habrá encontrado la ternura de un beso, la descarga que representa cuando recibes  un abrazo. Veremos cómo reacciona  San Pedro cuando se entere que Carmen todo ese cargamento sentimental lo devuelve casi intacto.
No sé si fue el hambre, la orfandad, la guerra civil o todo junto le que marcó en su mente la frase: Trabaja, trabaja y trabaja hasta el límite de tus fuerzas. Si en vez de orientar su vida al trabajo lo hubiese dedicado a la oración, sin duda alguna hoy hasta los benineros agnósticos seguro que estarían planteándose la duda de si Carmen debería estar en los altares, como una santa.   
 Paco Ramón Maldonado


lunes, 6 de junio de 2016


VA DE AMIGOS QUE DEJAN HUELLA.
ANTONIO EL DE CARPO.

Gritando, Gritar, Persona, Hombre, Calvo


Los animales en Benínar siempre se vieron de dos formas; como ayuda al trabajo (burras y mulos) o como base del alimento, como eran los animales de corral. Si que había el ciento y la madre de cazadores (el "presidente de dicha asoción", el  líder, el cura del pueblo) Se podían contar con los dedos de la mano los perros que había en el pueblo. Otro tema eran los gatos que se reproducían de forma natural sin que las personas interviniesen. Nadie los alimentaba. Vivían de los alimentos que escasamente se olvidaban fuera de las despensas y de lo que cazaban sobre todo en los alrededores del pueblo.
Comentario aparte no sé si he colgado un artículo que tengo escrito sobre los gatos alpujarreños. Es de suponer que mucho más alpujarreños que los mismos moriscos, puesto que ellos estaban cuando llegaron los moros y siguen estando en los terraos y miradores alpujarreños. Cuando os los encontréis, fijaros en su mirada y preguntaros que es lo que os están diciendo.
Volviendo al tema de los dos animales de compañía perros y gatos, empezaré por los que recuerdo a finales de los años cincuenta en mi  pueblo Benínar.

Antonio el de Carpo.

Recuerdo que a finales de 1950, nuestro paisano Antonio, soltero y con escasísimas tierras que cultivar y por supuesto nadie le llamaba para darle un jornal, de alguna forma tenía que alimentarse, y lo tenía difícil, mejor dicho muy difícil, ya que de vestirse rompía todos los moldes establecidos en comparación de cómo vestían sus paisanos. Cualquiera que llegase al pueblo podía identificarlo por los andrajos que llevaba puestos. En la actualidad, en el 2016,  vive en mi barrio un alemán que viste con el mismo estilo que Antonio el de Carpo. Quizás fuese el primer jipi del mundo mundial, que nació en Benínar y nosotros sin apreciar dicha  forma de vivir que posteriormente apareció en la TV (dicen que nacieron en el 1960 en Estados Unidos) y los benineros no supimos asociar aquella forma de vivir, y de actuar de cómo era el creador, el primer jipi,  nuestro paisano Antonio el de Carpo.
Antonio montó un negocio basándose en los conejos y los que no vendía él se los comía, al menos estaba bien alimentado. Pero llegó la mixomatosis y arruinó su negocio, precintó su despensa.
Pronto tenía que montar otro y fue el de los perros de caza en el que puso más ilusión y explicaciones a sus paisanos que cuando montó el negocio de los conejos, pero como él tenía que alimentarse y después los perros y para todos no había alimentos pues a Antonio se les fueron muriendo los perros y otro negocio que había montado  que fracasó. Antonio tenía la cara deformada de tantos abrideros de boca.

Antonio tenía “yuyo” por las zorras. No podía soportar los ladridos del zorro; lo contó a algún beninerillo gracioso, este se fue de la lengua, lo fue contando  y todos los jóvenes para cabrear  a Antonio imitaban el ladrido del zorro para sacar de quicios al pobre hombre. Muchas noches, (casi todas del año) para la gente joven era su única diversión para correr y reír por las calles del pueblo y Antonio detrás de ellos, amenazándoles y tirándole piedras. 
Si se le preguntase a alguno de los benineros que aún viven dirían que se cachondeaban los jóvenes del pueblo del pobre hombre y yo creo que nadie valoró la posibilidad de una forma de interpretar Antonio por las calles del pueblo el coro de los esclavos de “Nabucco”,  de Verdi, que todos los benineros hemos cantado miles de veces.        

miércoles, 11 de mayo de 2016

Angelicas la ciega mi vecina.

Recuerdo con añoranza a mi vecina Angelícas la ciega que estoy seguro que  mi madre en determinados momentos cuando era un bebe, me dejaría en sus brazos para que me cuidase mientras mi madre necesitaba un respiro.
Siempre le vi vestida de la misma forma y para ella no existía, ninguna fiesta, ni Semana Santa, ni las fiestas de San Roque, ni invierno ni verano siempre igual. 
Nunca la vi llorar ni lamentarse. Casi siempre trabajando en aquellos trabajos como partiendo almendras, esfarfollando o haciendo tomiza de esparto. Su sobrina política llamada también Angelícas era la que en sus últimos días estaba pendiente de ella. No se la edad en la que quedó ciega. Lo que no recuerdo es ver a un médico que la visitase por estar enferma. Me daba compasión y cuando era un niño o un joven creo no haber tenido conciencia de su estado para poder ayudarle aunque nunca la vi lamentarse ni que pidiese ayuda. Viviendo en una casa con tres tramos de escaleras y yo viviendo frente a ella jamás escuche caer ni pedir ayuda.
Cada vez que me encuentro en la calle con alguna mujer ciega siempre me acuerdo de ella, mi vecina la ciega viviendo a tope con resignación la ceguera.  

Ciega pero estoy no torpe.
Ciega pero sorda no.
Ciega pero libre vivo.
En el sueño o durmiendo
Dios me manda a algún ángel,
y hablamos San Roque y yo.

Angelicas no se si lo intentó
que una caña la guiase
por las calles de su pueblo
para poder platicar, hablar compartir
con todas aquellas colegas
que estaban en su puerta sentadas al sol.

Que no niño que estoy ciega
y mi sitio; El que me toco.
Si yo he visto todas esas cosas
cuando cuando tenía visión,
que el sol tostase mi cara.
Me jarte de ver  estrellas
que la lluvia me empapase,
de coger y oler la mejor flor.

Viviendo en mi casa sola,
Dios me manda a algún angel
para platicar los dos

No  añoro otra vida.
Esta vida es la que me ha tocado.
Ellos, los que pueden ver, dicen la peor.

Le decía a mi vecina
al sentir la compasión:
Vente conmigo a la plaza
la banda de música comienza a tocar.
Vente conmigo pa el río
donde tú puedas lavar.
Vente conmigo a la fuente
que te puedas refrescar
Vente que se va la primavera
la vega huele a  azahar.
¡Que ciego es el mundo niño!.
¡Que ciego los hombres son!
Piensan, niño, que no existo
que también en mi cabeza
se ha apagado la luz.

Cuando por la calle voy
oigo hombres comentar.
De mi tienen compasión.
Que juntándose uno a otro
Hablan bajando la voz.
Que dicen: ¡Pobre ciega!
Que no ve la luz del sol.

Hay en mi  UNA LUZ DIVINA
que brilla en mi corazón.
Como negar que soy ciega 
pero mi espíritu no.

Yo pienso. ¿Lo dirán ellos?.
¡Pobre ciega!, digo yo:
¡Pobres ciegos!, ¡Que no ven
más luz que la luz del sol!