jueves, 30 de diciembre de 2010

BAR LIVERPOOL


Es un bar situado en la plaza principal de la Línea de la Concepción, regentado por unos guiris y es donde se disputan los asientos en la barra del bar los borrachos de mar. Es la Bahía de Algeciras, la más visitada de todas las bahías. Donde a reposar los barcos y sus tripulantes cansados de navegar. Los que visitan dicho bar son los que llegan a Gibraltar. Cualquiera viendo la clientela y los servicios que reclaman los que allí entran se apuntarían a llevar la gestión en cualquier momento. ¿Conocen algún bar donde saben sus dueños que sus clientes no le van a pedir una tapa?. Es la taberna de Campoy en el Campo de Gibraltar.

El bar es una mina donde los marinos atrofiados por la claustrofobia y cansados de ser mecidos por el mar, se bajan del barco, dudan que el Peñón de Gibraltar también los meza, pasan el istmo llegan a la península, se aseguran que donde se van a sentar es tierra firme, cogen una silla, ponen sus brazos en descanso y comienzan a recibir la compensación que mientras están navegando añoraban, ver y comprobar que el mundo que ellos abandonaron continúa siendo el mismo.

Cualquiera que esté sentado en la terraza del bar, los ve llegar desde lejos y sus movimientos son torpes e inconfundibles. Terminan de desembarcar y aún siguen andando como si estuviesen en la cubierta, en la plataforma que sube y baja, de izquierda a derecha, desde hace muchos días, borrachos de agotamiento.

Cuando les veo llegar me acuerdo de cuando llegaban a Benínar por las fiestas de San Roque los cortijeros de Turón o de Murtas que al vivir permanentemente en laderas sus andares eran dando zancadas. No eran capaces de tomar conciencia sus pies que estaban en una fiesta y que estaban andando sobre la planicie. La palabra pasear para ellos ni existía ni la conocían. La palabra paseo era propia de señoricos de la ciudad. Para ellos ponerse a caminar era llegar cuanto antes al tajo y volver agotados del trabajo. Lo más llamativo eran las féminas cogidas del brazo, en cuatro zancadas habían cruzado la plaza, cuando las señoritas del pueblo (cogidas del brazo y cuchicheando entre ellas parecían flotar), las madres les habían enseñado a dar pasitos cortos, sacar pecho y andar como si en la cabeza llevasen un libro que no podían dejar que se les cayese al suelo.

Volviendo a los marineros, cuando llegan a la terraza no buscan una silla como los demás mortales, ellos toman posesión de la silla con agonías, se les ve en todo momento que están cansados y sedientos. Será por ello, por lo que en muchos días están sentados en sillas que no se deslizan, ni lo que tienen en la mesa tiene que sujetarlo al querer quitárselo las sirenas. Una vez en el bar, compran media docena de latas de cerveza, se toman todo el tiempo del mundo para beber y ver pasar la gente nada más y nada menos. Siguen siendo marineros que el concepto del tiempo es totalmente distinto al resto de los mortales que viven en la tierra.

Otro tema es hablar de cada una de las historias de cada uno de los allí sentados que conocen todos los bares, todas las tascas de Algeciras a Estambul, de Gibraltar a Buenos Aires.

Cuando los observo da la impresión de ser el ciervo derrotado que se aleja de la manada en espera de pasar el invierno eterno, esperando el último que puede ser el próximo, pero mientras tanto bebiendo.

Llegar a donde nadie les está esperando. Se puede deducir que en poco tiempo, en una época de su vida, ¡todo!, se la vivieron toda la vida de golpe y por ello, cuando llegan a tierra aplican el dicho que se decía en Benínar: “Más vale una buena panzá que cien panzaillas”.

Algo deben tener en común los clientes del Liverpool con nuestros gobernantes actuales; responderían lo mismo si se les preguntase por el significado del espíritu navideño, o de la noche mágica del cinco de enero, al lanzar dichas preguntas me dirían: !Te quie ir perejí!. !No te das cuenta que estoy bebiendo!.

jueves, 23 de diciembre de 2010

NO NOS RECONFORTAN LAS PALABRAS.

Como le ocurre a la Asociación la Vereda que luchan por volver a reconstruir su pueblo. Le ocurrió tres cuartos de lo mismo que al nuestro, a Benínar. Por las mismas fechas, (...), el pantano, expropiaciones, etc.

Para ellos, para los benineros y para todos aquellos pueblos que en la actualidad no se conforman con vivir como plantas en macetas y quieren volver a ser trasplantados en la tierra de sus ancestros, les dedico un villancico propio de estos días y de cosecha propia de mi coro.

Somos gente caminando

dirigimos nuestros pasos a Belén,

vamos siguiendo una estrella,

una luz que anuncia que ha nacido Él.


Es un camino difícil

que intentamos entre todos recorrer,

pero sus ojos nos guían,

nos dan fuerza para llegar junto a Él.


Y en aquel triste pesebre,

entre pajas descubrimos la verdad:

que Cristo Dios ha nacido en pobreza

en un rincón de este portal.


Llegó la Navidad, vivamos la verdad.

Llegó la Navidad, vivamos por la paz.


Hoy vivimos el momento

como aquella vez, camino de Belén.

Somos los nuevos pastores

que en la Navidad volvemos a nacer.


Entre las guerras del mundo

la semilla del amor va a florecer

si sumamos nuestras fuerzas

y dejamos que el amor se erija en rey.


Juntos haremos que venza

la alegría sobre el odio y la maldad.

Gentes de toda la tierra

celebremos que llegó la Navidad.


Llegó la Navidad, vivamos la verdad.

Llegó la Navidad, vivamos por la paz.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

BARBARICAS O BARBARIDAD.

Mi pariente Maldonado Calvache, nadie como él tiene autoridad demostrada dentro de la Alpujarra para decir:
- “Al ser una comunidad aislada casi todos los alpujarreños somos parientes, al tener unos cuantos siglos para que en un determinado momento se produjese la unión en matrimonio, la mezcla de los distintos apellidos”.
Eso me lo dijo en la Facultad de Farmacia el día catorce de este mes de diciembre.
Dejemos que sea mi pariente el que demuestre el linaje de los alpujarreños para centrarme en la otra sangre, la sangre del cerdo, la que es imprescindible para la mejor morcilla.

En el anterior artículo hacía referencia que las alpujarreñas siempre llevaron una morcillica de oro (para mí la media luna musulmana) en el pómulo de las orejas, que se heredaba de madres a hijas. En el presente quiero entrar en otro eslabón del pasado que es la sangre del cerdo (para los musulmanes la sangre del cordero). De ella salía el alimento más efímero, el más perecedero el que más pronto había que consumir, la que todo el que tenía la posibilidad de celebrar una matanza, estaba en la obligación (que mandaba la tradición), que de aquella casa tenían que salir platos de morcilla caliente para todos aquellos paisanos que su pobreza le impedía alimentar durante el año a dicho animal.

Recuerdo que mi abuela Mamanona me decía:
- “Como a Barbarica se le tiene como pobre, es en la casa del pueblo que dura la morcilla en aceite durante todo el año, de tanta como acumula (que le regalan) en el tiempo de las matanzas”.
Aquella viuda que fue aparcera durante toda su vida y cuando le llegó el final del ciclo, el agotamiento, el reconocimiento que tenía que dejar su puesto en el tajo, puesto qué, ella ya no podía rendir, se marcha a su casa, en el pueblo a vivir los últimos días a sabiendas que dependía su alimentación de la bondad de sus paisanos. ¿Cuántas barbaricas nos podemos encontrar en cualquier suburbio, de cualquier ciudad?. Que barbaridad que solo nos acordemos de los ancianos que hoy viven "en las llamadas residencias" tan solo por estas fechas.

Parece que muchas tradiciones van desapareciendo, ésta en concreto la mantienen todos aquellos que acuden a los actos litúrgicos de estos días llevando o llenando las despensas de Caritas para casi todo el año de todos aquellos alimentos que no son perecederos. Aquí en la ciudad donde vivo, entre las parroquias y las cofradías en éste tiempo acumulan toneladas de alimentos que son destinados para el comedor de Caritas durante todo el año.

sábado, 18 de diciembre de 2010

MORCILLICAS DE ORO.

Al ser el 24 de diciembre cuando mi madre nació, ya por solo ese detalle nos teníamos que reunir todos los años por dicha fecha la familia de mi hermano y la mía en casa de mis padres. Desaparecidos ellos, las circunstancias no vuelven a ser las mismas. Los tiempos son distintos. Relevos generacionales, que nos marcan las edades de cada uno.

De todo lo vivido, de todo lo escuchado, (…), del tiempo pasado, la antesala de esos días siempre mis padres creían que no acertarían con los reyes para sus nietos y tal encargo lo delegaban en nosotros, la generación puente. La que ya estamos en primera línea.

El recuerdo que en estos días, ya terminado el adviento y comienzo de la Navidad, siempre le llega a mi madre la incertidumbre esperando que llegase a Almería para que le acompañase a una de las joyerías del Paseo de Almería, para comprarle todos los años a sus nietas unas morcillicas de oro como pendientes. Tenían que seguir la tradición sus nietas que llevasen como las llevaron todas las mujeres de la familia. Creo que dichos pendientes eran muy comunes encontrarlos en cualquier mujer beninera.

No entendí que dichos pendientes llevasen dicho nombre de morcillicas cuando deberían de haberle puesto el nombre de media luna en cuarto menguante o en cuarto creciente. Qué más da el nombre cuando lo importante era que todas las beninerillas llevar la luna colgando de los pómulos de sus orejas. Siempre pensé que el escoger dicho nombre culinario fue una imposición de unos y una tradición de otros llevada a cabo con todas sus consecuencias, llevasen el nombre que llevase.

La luna que nos alumbraba a los beniner@s, a los arrieros a los trabajadores del campo. La que marcar en su posición la hora de levantarse, (…). La media luna que lleva en sus pies la Virgen del Martirio la patrona de la Alpujarra. La media luna que simboliza para los musulmanes lo que para nosotros es la Cruz Roja.

Es estos días donde más de uno se llena de nostalgia y los que te conocen captan rápidamente que estamos ausentes, en esos momentos nos suelen decir:
- “!Ya está en la Luna!”.

Con el estado de pitorreo latente que tiene mi hijo el mayor, estoy seguro que cuando lea lo que termino de escribir y me vea con mirada ausente, seguro que me dice:
- “¿Ya está mi padre pensando en la morcilla de cebolla alpujarreña”?.

jueves, 16 de diciembre de 2010

LA PARIDAD EN EL PORTAL DE BELÉN

Cuando María Teresa Fernández de la Vega explicaba lo de la paridad, yo estaba con la boca abierta esperando lo de la paridad en el Portal de Belén. Pero termino el discurso, se terminaron las preguntas de los periodistas y lo que me interesaba escuchar ni siquiera se planteo ni mencionó. Bien visto y mejor pensado, (con el paso del tiempo y comiéndome el coco) no me imagino a dicha señora, cambiando pañales, dando biberones o llevando sus nietos y recogiéndolos del colegio, aunque dicha dama, sea muy culta, muy leída y la más placeada de todas sus compañeras del ejecutivo.

El tema de la paridad a los de mi edad, a Juan Gutierrez, a Encarna Rubillo, …, a nosotros los benineros, deberíamos “coger el toro por los cuernos” y desde este año imponer que tienen que tener su sitio en el Portal de Belén, los abuelos. Aunque tenga que sacrificarse el buey o la mula por el tema del espacio, pero en los tiempos que corren, quien realmente son insustituibles en el MISTERIO DEL PORTAL DE BELÉN, es la abuela Ana y el abuelo Joaquín, o a los otros abuelos (¿por parte de madre?) que para nada han figurado en toda la historia de los belenes y posiblemente fueron los que se comieron el marrón.

Cuando José se marchaba a trabajar a la carpintería y María estaba lavando en el río, haber quien tenía el niño en brazos, etc., etc.
Repasando en los villancicos se ha omitido, no se tiene para nada en cuenta que la jubilación de los mayores se ha retrasado, queda condicionada a que sus nietos lleguen a la edad para poder colocarse unos cuantos pirsin o tatuajes. Tan solo me he encontrado a uno que dice:

"Nana de Santa Ana
Cuando la “Señá Santana”
Cantaba la nana a su nietecillo
Como le sonreiría
Mientras se dormía el dulce chiquillo
Y cantarían con ella
La luna, la estrella y los pajarillos.
Un ángel que vuela y rompe a cantar
Para que la abuela no pierda el compás.
Y así nacería por aquellos días, la nanita nana
Así todavía se canta en Triana.
¡Ay nana nanita!
¡Ay nanita nana!
Canta la abuelita Señora Santa Ana
Y con voz muy queda guitarra y campana
Corre por Sevilla la nanita, nana.
Sobre el pecho de la abuela
Hecho de canela el niño ha “dormío”
Mientras su nana le canta
También a la santa el sueño ha “rendío”
Y un ruiseñor al mirarla
Por no despertarla se vuelve a su “nío”
Un ángel que vuela y rompe a cantar
Para que la abuela no pierda el compás.
Y así nacería por aquellos días, la nanita nana
Así todavía se canta en Triana.
¡Ay nana nanita!
¡Ay nanita nana!
Canta la abuelita Señora Santa Ana
Y con voz muy queda guitarra y campana
Corre por Sevilla la nanita, nana.
Nana, nana ¡ay la nana!
Nana, nana de la Señora Santa Ana".

Ya, paná mandar un correo a la Moncloa, (ya no está la señora que reclamaba la igualdad, …,) para que dentro “del mundo mundial al menos español” que quiere englobar la paridad entre el reconocimiento a todos aquellos abuelos que cogen al recién nacido en la cuarentena y lo sueltan, cuando ya es adolescente y le empiezan a salir los bellos del bigote.

Como considero que es de justicia dicho reconocimiento, la carta que iba a mandar a la Moncloa, la mandaré al Presidente de la Conferencia Episcopal de España, para que imponga que en el Portal de Belén se tiene que encontrar espacio para colocar a Santa Ana y a San Joaquín, e incluso a los otros abuelos (¿por parte de madre?), que no han figurado para nada en la historia de los belenes y que posiblemente fueron los que se comieron el marrón.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

QUE NO TOCO LA ZAMBOMBA.

No tiene guasa “mi gente”, “los de mi coro”, que nada más comenzar a ensayar villancicos, con que asome la cabeza al ensayo me corean:
- ¡Paco!. ¿ Y la zambomba?.
Yo respondo:
- Que llevo muchos años dando zambombazos y este año le toca a otr@ marcar el ritmo y darle al carrizo.

Como todos los años comenzamos (ante mi negada a encontrar sustituto). Las mujeres cuando se les mira (con intención de adjudicársela) mueven la cara para otro lado como si ellas no tuviesen gracia y salero para darle ritmo al carrizo. ¡Inocentes ellas!. Con la de carrizadas que pueden llevar a sus espaldas.

Fermín que nació en Cuba, (que lo sabe tocar todo y además con gracia) de madre alemana y padre cubano siendo sus abuelos de dicha isla caribeña, se atreve con toda percusión, la caja, los timbales, el tambor, etc., pero cuando se le pone delante suya la zambomba, dice que el dan escalofríos, y automáticamente se la coloca al que tiene al lado.

Paco Horrillo se ofrece, paro por unanimidad todas las miradas de todos los asistentes dan a entender, dicen: ¿Paco?. Si cuando esta tocándola los ojos se les pone en blanco, se muerde el labio inferior y por ello no es el más indicado; vamos, que no se le consiente ni tocarla. No sabe ná el gachó.

Con lo fácil que es la construcción de una zambomba:
- Se coge el tronco de una pita, la parte que está pegada al suelo, la más ancha, con una altura de unos sesenta centímetros, cuando el tronco está seco se hace hueco. La parte menos estrecha sería la base y la más ancha (que suele ser la de arriba según estaba sembrada) se compra un metro cuadrado de muselina y por medio de grapas se intenta que dicho trozo de tela quede lo más estirada posible. En el centro de la tela (la muselina), se le amarra un trozo de madera del tamaño del dedo meñique. En dicho trozo de madera se mete un carrizo, un jopo de cañavera como se diría en Benínar. No tiene otra ciencia tener una zambomba. Cuando se está tocando es fundamental tener la mano empapada en agua y por supuesto la tela.

Tocar la zambomba tiene tres fundamentos:
- Es tan solo, un instrumento para los villancicos.
- Es la que marca el ritmo, la que acelera o ralentiza la canción, la que da la entrada, la que remata.
- Es un instrumento que no es admisible en un conservatorio. ¿O sí?.

Una canción popular referida a dicho instrumento:
"La zambomba tiene un diente
y no puede comer pan,
sólo castañas y nueces
y turrón de mazapán.
Dale que le dale, dale a la zambomba,
dale que le dale, hasta que se rompa.
- La zambomba es un puchero
que ha nacido en Aragón
y el muchacho que la toca
tiene ganas de turrón...".

Que ya se me pasó el arroz para seguir tocando la zambomba. Que la toquen los más jóvenes. Que en Benínar no existía dicha tradición.

viernes, 10 de diciembre de 2010

MAYA DE CHUMBA

Recuerdo que por estas fechas Eugenia la canadiense tenía la mesa camilla llena de postales de Navidad confeccionadas por ella, más las que había repartido por algunas tiendas de Berja. A su vez, a la entrada de la casa colocaba un hilo donde colgaba todas las felicitaciones que le llegaban casi de todos los continentes. Mandar y que le mandasen postales por estas fechas para ella formaba parte de la Navidad.

Durante el verano cada vez que salía al campo siempre portaba, una ramita, …, muchas hojas, …, pero sobre todo a casi todas sus postales les solía colocar un trocito de maya de chumba.

Posiblemente cuando vivía en Benínar en casa de Andrés el Regalao, en una de aquellas tantas tertulias me decía:
“Es mucho más intenso, más fuerte, lo que representa la maya de chumba que lo que representa un árbol colocado en el salón, atiborrado de figuritas, estrellas, paquetitos, lacitos, … de plástico”.
“La maya de una sola chumba no dice nada pero si ponemos las mayas de muchas chumbas formaríamos una red. Cuando se piensa en una red, nos llega a la cabeza automáticamente, estar atrapad@ o querer estar atrapad@. En estos días que llegan nadie puede estar fuera de la red. Fuera te mueres de frío”.

Continuaba diciendo Eugenia:
“Cada vez que entro en una casa alpujarreña y me encuentro con un abeto a estilo americano, (que se mueran los feos si pone el alcalde a la entrada del pueblo el dichoso arbolito), creo que quien ha tomado la decisión de dejarse influir colocando ese árbol, posiblemente diría lo que dicen Uds., de una persona, que nada más verla y observarla, sin querer evitarlo piensas: Vámonos que aquí, en este sitio, ya está toelpescaovendio”.

Eugenia, el que está escribiendo, tu discípulo, jamás hubiese sacado tanta enseñanza de una chumba seca, la que vemos desde la ventanilla del coche, en cualquier cuneta de cualquier carretera de la Alpujarra.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

LAS DOS TÍAS QUE ME QUEDAN (II)

Recientemente visité a mi tía Lola y comprobé que no es el parné lo que puede dar la felicidad a la primera de la saga de las cuatro lolas vinculada a la familia de los ramones de Benínar.

Es una mujer que con cuatro biznietos se le nota en la mirada y en todo su rostro que está viviendo una de las mejores etapas de su vida.

Una de las primeras preguntas que se me ocurrió fue:
- ¿Qué edad tienes?.
Se le engorruñe los labios, me mira de arriba a abajo y me contesta:
- ¿Tú no sabes que a las mujeres no se les debe preguntar la edad que tienen?. ¿Tú como me ves?.
- Espléndida, tía, espléndida.

El dinero no da la felicidad, aunque se cobre lo establecido que tienen que recibir al mes los que están jubilad@s como autónom@s agrícolas. En éste caso supongo: ¿Qué dinero recibe todos los meses la viuda de uno que cotizó como autónomo agrícola?.

En base a la respuesta de la pregunta anterior, cualquiera le preguntaba a la mujer del hermano de mi padre, mi tío Ramón con cuanto dinerillo cuenta todos los meses.
Son necesarios otros flecos, otros añadidos, para que una persona se sienta con la armonía y el semblante que se reflejaba en aquel rostro que se puede encontrar en muy pocas personas cuando se llega a la edad de mi tía.

Al ver que su sobrino se había callado, es ella es la que toma la iniciativa, lo coge de la mano con la intención de enseñarle el resto de la casa. Ni Lewis Carroll en su obra cumbre pudo llegar con su imaginación a todo el contenido de aquella vivienda, o al menos para la que vivía en ella. En una vivienda de Santo Domingo. En El Ejido.

Llegamos a su habitación donde me muestra todo un armario repleto de trajes que estoy seguro no cogerían todos, en los baueles que la Piquer usaba cada que se marchaba para “hacer las Américas”.

Comienza desde el principio diciendo:
- Todos los sábados vienen a recogerme mis amigas y nos marchamos a estar bailando, … Mira este traje rojo con estos complementos, … Por supuesto que cada vez que salgo de casa antes me tomo mi tiempo en el maquillaje, en pintarme, …
Cuando termina la disertación sobre vestidos, maquillajes y complementos, comenta su hija:
- Es verdad. Cuando tiene que ir al centro del El Ejido, para arreglar cualquier asuntillo o aclara cualquier papel viste como muy pocas mujeres de su edad y por supuesto no quiere que le arreglen lo que ella puede perfectamente resolver.

Mirando a aquella hija y aquella madre, a aquellas dos Lolas, al ver como se miraban, se comprendían y sobre todo jamás apareció una rectificación de su hija, ese era uno de los flecos que en muy pocas familias se resuelve pacíficamente. Mi tía Lola vive en su casa, sola, muy cerca de donde viven sus dos hijos, visitada por ellos lo que estiman necesario y respetando en todo momento lo que la bisabuela decide.

Su hija no entró ordenando, ni colocando en su sitio lógico, donde según los más jóvenes deben estar colocadas cada cacharro, u, lo que sea, …, no toco nada, puesto que en aquella casa estaba todo donde tenía que estar y por supuesto, todo limpio y perfumado, como los chorros del oro.

Con la experiencia que tenemos todos los benineros de las relaciones, entre hijos, padres y abuelos (respetando o atropellando) de cada uno de los que forman o formaron las familias, en éste caso, mi tía Lola tiene una calidad de vida, …, la mejor. La envidia de todas las benineras de su edad. Será porque ella se la ha fraguado y por supuesto sus hijos se la han respetado.

Como en todo momento, ella, (mi tía) fue la que decidía donde debíamos estar en el lugar de la casa y por supuesto cual era el tema del que se tenía que hablar. Ya estando despidiéndonos en la puerta de la casa se me ocurre preguntarle:
- ¿Cómo se puede llegar a la edad de tener cuatro biznietos y tener la calidad de vida que disfrutas?.
- ¡Sobrino!. ¡Sobrino!. Sobrino. Todo es cuestión de currárselo.