jueves, 25 de octubre de 2012

ROGATIVAS CON LA OLIVARDA




Hoy que está lloviendo me llega el sosiego, la serenidad al ver caer el agua que ha tardado en llagar a la zona donde vivo desde hace muchos meses. Al salir al jardín, además de ver que las plantas se les ve disfrutar también, en lugares apartados he observado como los caracoles se están comiendo a besos, se están poniendo morados. Atrás queda la incertidumbre, el levantarse por la mañana y lo primero, abrir la ventana y ver las nubes o su ausencia. Pertenezco a la última generación de alpujarreños que sienten en su piel la conexión que existe entre la tierra, las semillas y el agua. La generación que me sustituirá, para ellos la tierra son los paisajes, las semillas son las comprar en los supermercados y el agua es tener o no tenerla en los grifos. Hoy el globo terráqueo se divide en dos con relación a la lluvia. Los que necesitan que llueva para eliminar la contaminación de las ciudades y los que necesitan el agua para fecundar la tierra para que siga en armonía los ciclos de la vida.   
Recuerdo las rogativas en Benínar que se planteaban ante la impotencia de la ausencia de la lluvia. Con sacar en procesión a San Marcos (rey de los charcos)  por las afueras del pueblo, (sería con la intención que dicho intercesor ante el dios de la lluvia, viese el estado de la tierra, de las fuentes y de las plantas) para que in sito se hiciese cargo, tomara conciencia, se moviese mucho más de lo que hasta aquellos momentos se había movido, para que lloviese, dicha procesión, rezos y cantos era el preludio de la lluvia mansa que saciaba la tierra. También asocio a que en la peana del santo solo se le ponían flores de olivarda o altabacas que eran las que florecían en aquellos momentos en los brazales, en las terreras, como también me las encuentro por los caminos donde vivo.. 
El estado del suelo desquebrajado, la vegetación amarillenta y las hojas retorcidas por la ausencia de la lluvia, deshidratada hasta el límite, ya no podían esperar más. Los rastrojos estaban pidiendo a gritos ser roturados por los arados o vertederas. ¡Ahora!. Es el grito que solo escuchaban y escuchan las gentes del campo, o después sería tarde  para acoger en su seno las semillas.
En el año eran dos los meses que culminaban, se decidía, si en ese año habría o no rogativas, el mes de noviembre y el de abril. Noviembre por la simbiosis, tierra, agua y arado. La siembra del trigo,  que en el año próximo se tendría o no el pan nuestro de cada día. “Abril (por el dicho popular)  que la sementera chica o grande ha de subir”.  Si el agua no era propicia en dicho mes, las calvas en el sembrado daban pena, el trabajo y el esfuerzo no había sido recompensado  y las espigas sin apenas granos, desolaban. Los rostros de los benineros ante aquella imagen era de desconsolación.
Lo cierto es, qué, ya casi estamos en noviembre y esta mañana mientras paseaba por el campo para mí que olía a incienso. El mismo olor que salía del incensario que portaban los monaguillos abriendo la procesión en las rogativas de Benínar, que el olor se hacía más intenso cuando San Marcos pasaba por La Ramblilla de Hirmes a la altura de la Joya. Me inclino para oler a una de las plantas de olivarda del camino y de allí no era el olor, en la altabaca  no estaba. He buscado más flores a mí alrededor y allí solo estaba florecida la altabaca. ¿El olor de donde sale, quien lo aporta?. ¿El olor tan solo estaba en mi imaginación?.
Necesito que llueva y no sé,  qué hacer. Mis antepasados organizaban una rogativa, aportaban lo que los humanos en aquellos tiempos podían aportar, procesiones, rezos y cantos. Las plantas y los animales ponían lo demás. La tierra por donde he pasado ya está poniendo su incienso. Huele a incienso. La altabaca está en plena floración. La tierra y las plantas ofrecen lo que tienen para que el dios de la lluvia se compadezca. ¿Qué hicimos mal los humanos para que las nubes que pasan por encima de nuestras casas  no estén autorizadas para que suelten  lluvia?.     
¡Dios!. Como era el comportamiento de mis abuelos, los benineros, ¿pensaban que sacando en procesión a San Marcos o a San José por los campos cercanos al pueblo y colocando en su peana unas matas de altabaca eran capaces de modificar la posición del anticiclón de Las Azores para que entrasen por el sur de España las borrascas?.

sábado, 13 de octubre de 2012

CADA MAESTRILLO CON SU LIBRILLO





El mes pasado, todo el día en Cádiz para que disfrutase una hija de nuestra Eugenia Doucet, Susana. En el recorrido cada dos por tres me encontraba con un cartel que decía: “Juanito este es Napoleón Bonaparte. Napoleón este es Juanito”. El encuentro era el día treinta y ese día tenía yo que estar en Cádiz y si era posible en primera fila para presenciar el encuentro. Pregunté a unos y a otros que me encontré por la calle  el lugar de dicho encuentro de Juanito con el francés.  Nadie me dio norte. Pensé que una vez en casa consultaría en internet dicha información que me obsesionaba. Los gaditanos saben vender las imágenes y las palabras como nadie. Los canadienses no entendían ni mi obsesión por mi incesante pregunta ni les interesaba lo más mínimo ni el doscientos centenario, ni la Papa, ni Juanito, ni Napoleón, (…), hasta que encontramos un tema de conversación: Christopher Columbus. No había forma de bajar del burro a los canadienses que como se llamaba aquel que descubrió las Américas era Cristóbal Colón y en aquellos momentos me deje llevar por la historia que mis acompañantes me contaban, que a ellos le enseñaron en la escuela. En Cádiz ni se debe ni se puede discutir casi por nada, lo que refleja la palabra se puede contemplar casi de golpe a la vuelta de cualquier esquina.
Decía Susana y su marido: “Christopher Columbus cuando llegó a Canadá, se encontró que habían indios, noruegos y hasta chinos”, … “Llegó allí porque los franceses participaron”, … “Tanto él, Columbus, como sus acompañantes intentaron ayudar e incorporar en las vidas de los que allí ya estaban”, … En el viaje de vuelta salió el tema de Gibraltar y en esta ocasión al considerar yo que los gibraltareños son unas moscas cojoneras, cada uno de sus argumentos sobre los llanitos, aunque estén dentro de la Comonguel y sea su graciosa majestad la misma para los dos, me quite el gusanillo.   
¡Caray!. A mí, (el que escribe), que me habían enseñado que Cristóbal Colón, salió de Huela y llegó a Centro América, en concreto a las Bahamas,  y, en vez de subir lo que hizo fue bajar a lo largo del continente, nadie me dicho que el almirante llegase hasta Canadá.
Ya que me encuentro en casa y sé el verdadero significado del cartel de Juanito y Napoleón , (que  fueron colocando por toda Cádiz capital con la intención de “Homenaje al Maestr@”), no entiendo como dichos maestros (al gremio que he pertenecido) se dejan “manipular” y enseñan a las generaciones que tienen ante ellos sobre la HISTORIA lo que le interesa en esos momentos a los que gobiernan. A los españoles nos las contaron de una forma, a los de la Comonguel, tal y como me lo contó la canadiense Susana y es de suponer que cada país de América tendrá su versión según sus intereses de dicho personaje. Me pregunto: ¿Habrán incorporado los catalanes a los libros de texto que Cristóbal Colón pudo salir de Huelva gracias a la financiación de la  burguesía catalana?. ¡Ohu!.
Preguntaré a mis paisanos, a los de mi edad, los que se marcharon de Benínar, de La Alpujarra de Almería  a Cataluña, que  tienen en estos momentos sus  nietos en la escuela (ahora que tienen los catalanes plenos poderes en todo lo referente en la educación) sobre cómo les enseñan la Historia (“los que se nombran los poseedores, los dueños  de la tierra”) a los infantes que tienen ahora en sus centros escolares las verdaderas razones por la que sus abuelos se marchasen de Andalucía a otros lugares de España.            

lunes, 8 de octubre de 2012

LOS DOS MOMENTOS CLAVES DE BENÍNAR



Este escrito nace como consecuencia de leer el colgado en Plaza de Beninar en el que se refiere a la casa de Pacoroa.
Toda una serie de temas que los benineros tenemos y debemos desarrollar puesto que en ellos va el crecimiento de los dos momentos en que Benínar comienza a crecer. En primer lugar la construcción de las mejores viviendas del pueblo posiblemente en la época de las minas de plomo (a mediados del siglo XIX) y en segundo, con el auge de los parrales a mediados del siglo XX.
-          Cuando se decide la construcción de aquella manzana de casas justo en el centro del pueblo, los que tenían dinero en aquellos momentos forzosamente se tuvieron que poner de acuerdo para ir levantando paredes puesto que todas ellas eran medianeras. Lo que es lo mismo, en una sola pared tenían que apoyarse los palos de los techos de los dos vecinos.
-          En el siglo XIX en La Alpujarra no se conocía el cemento Portland, ni los ladrillos (en todas sus variedades), ni hierros para el forjado y para la construcción lo que tenían a mano era la cal, el yeso, arcilla del Cucanal y arena del rio. Casi un siglo después, siguen en pie las viviendas construidas, ni una más ni una menos y el último edificio que se levanta en Benínar es el almacén que construyó Paco el de Ramón en un solar comprado a Facundo que El Moñico tenía un plantel de almendros. Dicho almacén se levanta por primera vez en el pueblo con pilares de hormigón y con ladrillos.  El arquitecto, el aparejador y el albañil es Rubillo.
-          Recuerdo escuchar (no sé si Paco Ruiz, el Rubillo, o Pepe el Rizo)  “conservaban” aquellas placas que servían de moldes que al llenarlas iban progresando las paredes.
-          Importante volver a desenterrar las técnicas que utilizaban los yeseros y los caleros. Si las explotaciones de plomo, queman todos los árboles, las últimas moreras y encinas, el yeso y la cal, arrasan con todo el matorral.
-          Por último la casa que en Benínar tenía más forjados en total cuatro era la casa de Guadalupe. Todo un desafío para cualquier aprendiz de arquitectura puesto que además de ser la de mayor altura no necesitaba el apoyo de las construcciones colindante.
En los años en que se construyen las murallas en el río, regresan los que se marcharon “para hacer las Américas” y el pueblo va perdiendo la juventud al marcharse a Cataluña. Los jóvenes que quedaron se plantearon una y mil veces sentados en el poyete del reducto: ¿En vez de montar la fábrica textil en el río Llobregat, en  Cataluña y llevarse a los beniner@s para que trabajasen en ella, no sería lo más lógico, montar la fábrica en nuestro río y dejar a los nuestros en nuestra tierra?. Si la materia prima que es el algodón que también es de Andalucía, que nos expliquen, que nos argumenten la razón de montar allí dicha fábrica.