jueves, 28 de junio de 2012

VOLVER A EMPEZAR




Dos meses antes que terminase el curso un amigo me pidió que le acompañase para que escuchase un profesor de la Universidad de Cádiz que durante el curso, todos los meses nos visitó en el Campo de Gibraltar.
Como los que vuelven de nuevo a las aulas y más que aprender quieren encontrar  a la persona que le vuelvan a motivar.
Espero con incertidumbre que vuelva de nuevo a empezar el curso.
Cuelgo a continuación lo que el profesor me ha mandado.   

Nuestras vacaciones
                                                                    José Antonio Hernández Guerrero

Las vacaciones nos proporcionan la ocasión propicia para dormir y para soñar, esas dos actividades tan eficaces y tan baratas que, al mismo tiempo, nos ayudan a descansar y a divertirnos. Las historias que protagonizamos mientras dormimos como las que elaboramos cuando estamos despiertos, amplían los estrechos límites de nuestras experiencias cotidianas, nos proporcionan goces y, también, nos producen unos dolores que, en ocasiones son agudos, pero que la mayoría de las veces nos evitan las consecuencias realmente negativas de los actos que realizamos en plena vigilia: nos hacen intérpretes de acciones que, "realizadas realmente", nos harían correr peligros graves y amenazarían nuestra salud o, incluso, nuestras vidas. Hemos de advertir, sin embargo, que para mantener el equilibrio psíquico, sólo es necesario que aceptemos una condición: que marquemos claramente los límites que separan la realidad del sueño.
Les confieso que, durante los paseos matutinos que estoy realizando estos días de poniente por el Balneario Victoria, aprovecho para olvidarme durante un rato de las inquietudes y de los pronósticos que los medios de comunicación –tanto los afines al Gobierno como los más próximos a la oposición- nos hacen sobre ese futuro inmediato cubierto de densos nubarrones. Reconozco que, a veces sueño, con la realización de los proyectos económicos, urbanísticos, educativos, culturales, deportivos y sociales que se han elaborado para conmemorar el segundo centenario de la Pepa y que me he imaginado, por ejemplo, recorriendo el nuevo puente, viajando en el AVE y aplaudiendo el ascenso del Cádiz.
Pero, ya que se trata de soñar, he apoyado mi reflexión en ese conjunto de valores permanentes que como la amistad, la generosidad y la tolerancia, definen –a juicio de algunos- nuestra peculiar idiosincrasia. Qué bien nos iría si esta nuestra naturaleza mestiza de tiempos y de civilizaciones, acogedora, rica, profunda, culta y universalista, equilibrada y profundamente humana y humanista, se completara con la reflexión, con la laboriosidad y con el diálogo. Sólo así construiremos una Provincia que, sin olvidar la tradición, se encamine a un futuro que ha de hundir sus raíces en la autenticidad de un patrimonio cultural rico y vivo. Frente a una sociedad competitiva y deshumanizada, copia de los mitos televisivos, hemos de cultivar esos rasgos humanistas, solidarios e integradores que, como humus, nos alimente, como tierra fecunda nos sostenga y como clima estimulante nos enriquezca con nuevas ideas y con proyectos renovadores.
Desde una perspectiva realista, razonable y positiva, tras un análisis riguroso, de nuestras posibilidades y de las dificultades, deberíamos aprovechar la oportunidad para iniciar una nueva etapa que estuviera apoyada en la construcción de un entramado ciudadano, mediante la apertura de cauces de diálogo, de discusión y de debate, y a través de un diseño de vías de colaboración de todos los ciudadanos y de aquellos colectivos que tengan ganas, ilusiones, ideas y medios. No sé si, soportando el peso de los tópicos repetidos durante siglos, podremos proyectar una imagen seria, de decidido compromiso con el trabajo y con la modernidad. Tras soltar algunos de nuestros atávicos lastres, deberíamos analizar minuciosamente y desmentir con realidades muchos de esos lugares comunes y, al mismo tiempo, orientar nuestros esfuerzos por unos caminos diferentes a los del anquilosamiento y del ensimismamiento más estériles. Insistimos en que imaginar también es una manera de realizar hechos y de vivir la vida.

domingo, 3 de junio de 2012

DIFUNTOS SIN CEMENTERIO



En estos  últimos días de mayo del 2012, cuando el paro nos ataca directamente a través de nuestros hijos, cuando la banca “dicen que se desmorona”, cuando tantas cosas que escuchamos a través de los medios de comunicación nos llena de zozobra y preocupación, cuando existen más motivos de estar cabreado que optimista, al ir a tirar la basura, me encontré que a todo el rededor del contenedor, el suelo estaba lleno de libros.
Lo primero que pensé fue rescatarlos.  Llenar de libros el carrillo y seguir llenando estanterías en mi casa, pero conforme fui leyendo títulos, me di cuenta que la mayoría ya los tenía y no encontré mentalmente gente entre  mis conocidos  para regalar tantos libros. En aquellos momentos me vi rodeado de los espíritus de los autores con los brazos cruzados esperando que me pusiese en acción.     
Comencé a sacar conclusiones y la primera fue que el que se desprendió de tantos libros, al menos tuvo el detalle de no tirarlos directamente al contendor y pensó que alguien (los traperos de ahora) de los que visitan los contenedores de basura se los llevaría para: “¿Sacar algún dinero por ellos?”. Sin duda alguna es sacar una conclusión positiva de la persona que de esa forma tan macabra se desprende de tantos libros. No es justo que el que tiró tanta enseñanza, historia, pensamientos, progreso, (…), esté sentado, descansando delante de un ordenador o una TV, y satisfecho (sin una mijita siquiera de pesadumbre) con eliminar de esa forma tan poco ética la librería de su casa.
Por otra parte empecé a tomar conciencia de lo acontecido al pensar: ¿Qué medidas tomarán mis herederos cuando hereden todos los libros que tengo si en las nuevas viviendas (y también en las de mis hijos) ya no tienen un sitio destinado a librería?.
Tal y como están de ocupados ahora los políticos como para sugerirles (o que a ellos se les ocurra) un lugar digno para los libros en estos tiempos que se avecinan en los que la junta, la consejería de educación ya comenzó a eliminarlos de las aulas y sustituirlos por el ordenador personal. Ésta nueva generación que empuja, son híbridos parecidos a las rosas y los claveles, son preciosos, pero no huelen. Dicen que a los claveles se les ha eliminado el olor al ser imposible trabajar dentro del invernadero, que se colocan los trabajadores.    
Consolé un poco mí conciencia rescatando:
-          León el Africano, de Amin Maalouf.
-          Utopía, de Tomás Moro.