martes, 30 de noviembre de 2010

LAS DOS TIAS QUE ME QUEDAN. (I).

Miren Gutiérrez Almazor, nueva directora ejecutiva de Greenpeace España, si conociese a mi tía Pepa, estoy completamente seguro, que la llevaría como asesora y le montaría un despacho justo al lado de donde ella lo tiene.

Miren, por supuesto se dedicaría a los asuntos importantes que atañen a la organización y Pepa se le encomendaría la labor que ella lleva ejerciendo desde hace más de noventa años. Greenpeace España necesita incorporar la HISTORIA: RELACIÓN HOMBRE Y NATURALEZA, que aún se conserva en las mentes de las personas mayores que han vivido y viven en la Alpujarra. En ésta caso el comportamiento de Pepa la del Cartero, viviendo media etapa de su vida en Benínar y la otra mitad entre un piso de Granada y un huertecillo en Huetor Vega.

La escuela alpujarreña, la que ya existía siglos atrás, Pepa es la que mantiene la llama, (como su madre Frasquita se encargaba que las mariposas permaneciesen siempre encendidas en la ermita de las ánimas que había a la entrada del pueblo alpujarreño de Benínar) del ecologismo llevado a sus máximos.

Pepa nacida en el principio de la segunda década del 1900, cuando se tuvo que marchar de su pueblo, continuó (manías le decían sus hijos) apartando la materia orgánica de su casa y la iba enterrando en las macetas y el agua de fregar de la cocina la guardaba en cubos para volver a utilizarla en el váter. Imaginen la de zurcidos, remiendos que llevan sus prendas de vestir (para estar por casa) desde sus alpargatas hasta sus delantares. No realiza dichas adaptaciones de su ropa pensando en el ahorro económico (gracias sean dadas a San Roque y a la Virgen del Carmen que estando en Benínar como fuera de ella tanto ella como su familia jamás pasaron dificultades en ninguno de los aspectos de la vida); tampoco se puede definir que tal postura “fuese manía”, puesto que, dicha alpujarreña tiene una memoria y sabe estar en cada momento mejor que su sobrino (el que está escribiendo). La postura de Pepa es llevar (lo que ahora se puede calificar como ecologismo radical) a la reutilización. Todo lo que llega a sus manos tiene que volver a la tierra de donde procede. Firme en sus convicciones jamás fue convencida para caer en las redes del consumismo en la que todos estamos atrapados en mayor o menor medida y para ello se han creado grandes basureros y contenedores de recogida de ropa usada.

Los beneficios que aporta dicho comportamiento ella los ve palpables, disfruta al ver la gratitud en el brillo de sus hojas en las macetas que tiene en su piso de Granada y en el huerto que tiene en Huetor. Sus macetas brillan al ser regadas lo justo, las plantas, los árboles de su huerto producen lo mejor en toda la vega de Granada. Pepa ha aprendido el lenguaje de las plantas.

Conoce mejor que nadie a sus plantas puesto que las considera parte de ellas (no digo de su familia puesto que ella siempre supo las tres escalas en las que están las plantas, los animales y las personas) y las plantas al ser tratadas como seres vivos e identificadas cada una de ellas, aplican el dicho: “Ser agradecido es, de bien nacido”.

Si supiese la Universidad de Granada los currículum escritos en la tierra que ha ido dejando por donde ha pisado (saber donde se pisa cuando se sale al campo, todo un tratado que ella conoce a la perfección), en el cuidando, mimando y la gratitud recibida de la tierra por la que ha pasado, sin duda alguna crearían la cátedra de Papa la del Cartero. La pionera. La mujer que a lo largo de su vida interpreto como nadie el lenguaje de las plantas.

domingo, 14 de noviembre de 2010

GRANOS DE MAÍZ.

El paisano Díaz Roda me pregunta por las razones de escoger el nombre de "elpabilos" como título de mi blog. Como a muchos paisano entre ellos José Antonio (al menos por mi parte) no se le puede negar ni eludir las respuestas que considere oportunas, además que sean sinceras y con casi todos sus matices. Te contesto:

En una de las miles de veces que fui a recoger a mi mujer cuando sale del trabajo al hospital (como norma general siempre se entretiene y por lo tanto dispongo de un tiempo de espera), no sé porque carajo, por curiosear me llamó la atención, en trauma una habitación con un solo enfermo que aparentaba un crío. Tenía todos los tubos puestos, es decir estaba conectado todo su cuerpo a todas las máquinas. Estando contemplando aquel panorama, casi me gritan:
- ¿Usted que está haciendo?. Me dice una enfermera que al conocerme por mi mujer me dice:
Es un crío de doce años que ha pasado en los bajos de un camión, el vehículo dio marcha atrás y lo aplastó.

En visitas posteriores me decía un intérprete que “dicho elemento” era de ambiente rural y que había decidido pasar el estrecho para ganar dinero y que sus padres no sufrieran tanto.

Como la TV, un día sí y el otro también pone reportajes de los niños (sobre todo sudamericanos) que se pasan el día rebuscando en la basura, (…). Me acordé que en un tiempo pasado pasé por esa misma edad y casi por las mismas circunstancias.

No me enrollo más y contesto a Díaz Roda la pregunta de la razón del “elpabilos”.

En un momento dado al ver que mis padres no daban abasto, por más que madrugaban y se acostaban tarde siempre, les faltaban horas del día y la cebada ya la habían segado (no me acuerdo si Roque o Frasquito RR), que en forma de gavillas esperaban que alguien las transportara desde El Pabilos (un paraje heredado por mi madre por encima del Meloncillo) a la era de mi tío Ramón. Puede que fuese una distancia de siete kilómetros.

En ese momento tome conciencia que había que arrimar el hombro a la unidad familiar. Aparejé la burra, le puse los palos de barcinar y sin que nadie me lo pidiese fui acarreando todas las gavillas a la era.

Para mí “elpabilos” (además de ser un secano de mi abuelo Papanino y Madoloricas donde tenía un corral con una manada de ovejas), fue el momento en el que un crío o estrenando la adolescencia toma conciencia que tiene que arrimar el hombro a los trabajos de la familia.

Esta frase José Antonio la entiende como beninero que es:
Cada panocha tiene que aportar sus granos para llenar el cesto.

sábado, 13 de noviembre de 2010

TUROBRIGA

TURÓN.

He puesto en Google Turón, el pueblo alpujarreño, y en http://es.wikipedia.org/wiki/Wikipedia:Portada, y tan solo un folio se describe todo un pueblo fundado por los romanos: Turobriga.

Me acuerdo de un libro escrito sobre la pasada Guerra Civil (que en una determinada fecha llegó un arzobispo,…) y poco más ha dejado la huella de casi veinte siglos.

Lo mismo que se preguntaba Rafael Alberti y que cantaba Aguaviva me pregunto:
“Donde, donde los hombres / donde los hombres, …
Qué cantan los poetas, / Qué miran, … / Qué piensan, …"
Los de ahora y los de antes puesto que en tantos siglos, algo tiene que estar escondido en alguna parte, que es necesario buscar para que esté fácilmente a nuestro alcance, puesto que, para los beniner@s, el pueblo de Turón, nuestro vecino, forma parte de todos nuestros recuerdos mucho más que los cangrejos, “uloquesea”, que llevan tiempo intentado que forme parte de un eslabón más de la Historia de Benínar.

Desde el punto de vista afectivo, cuando las fiestas de San Roque eran unas “pedazodefiestas”, si en alguna ocasión, al alcalde beninero se le hubiese ocurrido dar un grito:
- “!Los de Turón, al fondo. El resto que se adelante!”. (Uviceversa).
El equilibrio hubiese aparecido. El mismo número de bailaor@s aportaba nuestro vecino que el resto de los asistentes,a las fiestas. Yo el primero reconozco que no correspondí acudiendo a las Fiestas de San Marcos, tantas veces como ellos.

En el escrito mencionado en "internete", aparece: “Las minas de plomo y los higos”. También por justicia se debería poner que ha sido el pueblo que ha mantenido el trovo y su baile a través de los tiempos, como el Chacarrá de Tarifa o los Verdiales de Málaga.
Que ridículo hablar de Turón y limitarse tan solo que gracias a esas dos producciones el pueblo se ha mantenido durante los veinte siglos. En la fecha que estamos, a primeros de siglo XXI es bueno visitarlo (la última vez, el que escribe, tiene la imagen en su retina del pueblo rodeado de todos los almendros en flor, ni Monda en Málaga, ni Medina Azahara en la Córdoba califal le superan), por ejemplo en ésta época donde los gañanes vuelven a los secanos de siempre, con las primeras lluvias, como siempre lo hicieron a labrar la tierra. Como se pierdan esta forma de trabajar la tierra en Turón, la imagen solo la podremos ver en algún que otro portal de Belén. Me refiero a los belenes que ponen los ayuntamientos y las diputaciones, y que los abuelos expliquen a sus nietos, “que pintan aquellos tres en mitad del campo”.

No se menciona para nada sus olivos centenarios, sus almendros, pero sobre todo sus sementeras, sus granos, sus eras, a sus comerciantes, a su artesanía, a sus temporeros, (a sus emigrantes que siempre vuelven); y quién de mi época no recuerda a los señoritos, los dueños de los cortijos que llenaban la iglesia o la ermita con tan solo la presencia de uno de ellos. Estos dueños de los cortijos siempre fueron (como San Marcos intercede ante Dios de nuestras necesidades espirituales) los intercesores de las necesidades mundanas de sus pobladores.

¿Qué hubiese sido de las almazaras y molinos de Benínar sin las aportaciones de nuestros vecinos de Turón?.

¿Qué sería (para terminar), de Paco Ramón (y un puñao de beniner@s más) si no se abasteciese del néctar (como lo hiciesen nuestros ancestros) que se cosecha en las viñas de dicho municipio?.

jueves, 11 de noviembre de 2010

SORBETONES Y MOCARRERAS

Quiero demostrar que el síndrome beninero, el de la nostalgia de tiempos pasados, el de costumbres y formas de actuaciones y vida que se marcharán con nosotros, puesto que nuestros hijos pertenecen a otra generación distinta y distante de lo tradicional, que en cierta medida ellos no ven claro, ni mantenerla, ni incorporarse, ni asumirla como propia. Aunque le he puesto el calificativo beninero, aparece, en las urbanizaciones modernas y en la Conchinchina siempre y cuando nos encontremos con sociedades desarraigadas. Un ejemplo es la pea que más de uno cogimos cuando comenzamos otro año más, a comienzos de noviembre a ensayar villancicos.

El comienzo de éste año ha sido especial, por desvincularnos de la iglesia donde solíamos cantar, por la estampida de algunos, (…), pero sobre todo que a la directora le ha dado por poner las grabaciones de todos aquellos años (que ya son veinticinco) de villancicos que siempre nos hicieron estremecer.

El encuentro para éste tipo de ensayo siempre está presidido por la botella de anís del Mono (que ratas los de Badalona, que para mantener el precio de la botella le han quitado volumen, la han achicado), y la fuente de pestiños.

Puede que sea que algún@s, se pasaron rellenando una y otra vez el minúsculo vasito de plástico, del anís de siempre cada vez lleno hasta rebosar; puede ser, que en las grabaciones aparecen voces con identidad propia, que en cierta medida marcaban la diferencia de nuestro grupo con otros, cuando se escucha la misma versión del villancico; puede ser la nostalgia de tiempos pasados, entrañables sin dudarlo, algunos se acordaron de cuando tenían los treinta años, donde en las primeras grabaciones aparecían los chillidos de nuestros hijos pequeños que todos llevábamos a los ensayos; puede ser (…), tantas conclusiones como componentes formamos el coro actual, que cuando empezaron los sorbetones y mocarreras, ya casi todos estábamos puestos de pie, el nerviosismo nos impedía seguir sentados. Lo cierto es que las guitarras, las panderetas, la zambomba, los palillos, etc., se volvieron a guardar en el baúl donde están guardados todo el año y todos alrededor de la mesa terminamos con un puntito especial (para que la pareja de la guardia civil al salir del ensayo nos hiciesen la prueba de alcohol) y liquidamos la fuente de pestiños y de todos los mantecados y polvorones que siempre se guardan en una casa de las navidades anteriores.

Que comienzo más chungo nos ha preparado la directora donde se ha demostrado que la mayoría tenemos la voz cascada, que no suenan los chillidos de los críos, que más del cincuenta por ciento ya no cantan en el mismo coro pero, al fin y a la postre, seguimos reuniéndonos, seguimos cantando, sin repuesto por supuesto, nuestros hijos están en otros menesteres, (…).

Quiero terminar para que algún paisano de los que viven en Cataluña, les haga llegar a los que están detrás del mono, que nosotros, en Algeciras, mientras el cuerpo aguante, seguiremos fieles consumidores del anís de Badalona.

sábado, 6 de noviembre de 2010

TIEMPOS DE CALOSTROS

Ayer desfruté como hacía tiempo participando, de un rito en el que se extasiaron casi todos mis sentidos. Estaba en el campo, vi una cabra recién parida y el pastor me permitió ordeñar unas ubres repletas. Me volví a encontrar con los calostros (primera leche que sale de la ubre de la recién parida). Me llegó a la mente las manadas de cabras que había en Benínar. Me acordé de Antoñica la Matías que era la pastora que solía aparecer por mi casa, portando medio cubo de calostros como trueque de los artículos imprescindibles para su casa. Me he vuelto a encontrar con dicho alimento justo cuando en el pueblo solían parir las cabras, en éste mes de noviembre, para que los chotillos tuviesen el peso justo para su venta en Navidad. La historia que pudo enganchar el que escribe a un alimento y lo escasos de historias que tiene esta gente (los hijos del frigorífico) de lo que comen todos los días. Cuando le he dado a probar a mis hijos los calostros, su cara manifestaba ni fú ni fá. !Los calostros que mamaron!.

Esta gente moderna por no poner unos boniatos en el horno y después pelarlos, (escribiendo la palabra pelar), jamás sabrían el sabor de una granada si es que alguien no pone un recipiente lleno de granos de dicho fruto, es más, antes son capaces de ir al supermercado y comprar un tetrabrik, mini de zumo de naranja que ir al huerto cada día, coger las mandarinas necesarias para prepararse un zumo.

No encuentro la forma de enganchar a mis hijos para que aprendan lo que la naturaleza está diciendo, ofreciendo, brindado la posibilidad, …, en cada temporada. Ya casi he perdido la esperanza que aprendan las fechas de siembra de las almácigas o que semilla se siembra de ésta forma. Cuando hablamos de este tema, ellos me razonan, que en el almacén donde van a comprar el pienso de los perros, tienen estanterías donde están colocadas las plantas que se deben de sembrar en cada temporada.

Les encantan los hongos que puestos a la plancha, con un poco de aceite, sal y unas gotitas de vinagre; saben a gloria, pero para ellos la chantarela, o los boletus, nacen en la cocina, lavados y cortados.

Me gustaría que me acompañasen alguna tarde para ir a coger majoletos, (para hacer un licor de majoleto) o ir al bosque donde aún se conservan, que en este mes de noviembre, están en su plenitud.

Tengo unos hijos que “pierdo el sentio” (expresión que da a entender el máximo de lo máximo, al menos en Cádiz) de lo bueno que me han salido, pero, pero, pero, …, quisiera trasmitirle la conexión con la Pachamama (Madre Tierra para los indios de los andes), pero no he encontrado aún la pedagogía apropiada.

Es de suponer que todo lo que termino de escribir, lo firmaría mi padre sobre sus hijos y mis abuelos de los suyos. Pongamos el calificativo: Generaciones que evolucionan y ven las cosas de distinta forma.

Están los jueces que la mayoría de sus hijos les salen con la misma profesión, los farmacéuticos, los banqueros, etc., los colectivos de siempre; pero en el tema de la cultura de la agricultura: ¿Alguien conoce a alguien que siga en ella argumentando que es la profesión que le gusta?.