jueves, 11 de noviembre de 2010

SORBETONES Y MOCARRERAS

Quiero demostrar que el síndrome beninero, el de la nostalgia de tiempos pasados, el de costumbres y formas de actuaciones y vida que se marcharán con nosotros, puesto que nuestros hijos pertenecen a otra generación distinta y distante de lo tradicional, que en cierta medida ellos no ven claro, ni mantenerla, ni incorporarse, ni asumirla como propia. Aunque le he puesto el calificativo beninero, aparece, en las urbanizaciones modernas y en la Conchinchina siempre y cuando nos encontremos con sociedades desarraigadas. Un ejemplo es la pea que más de uno cogimos cuando comenzamos otro año más, a comienzos de noviembre a ensayar villancicos.

El comienzo de éste año ha sido especial, por desvincularnos de la iglesia donde solíamos cantar, por la estampida de algunos, (…), pero sobre todo que a la directora le ha dado por poner las grabaciones de todos aquellos años (que ya son veinticinco) de villancicos que siempre nos hicieron estremecer.

El encuentro para éste tipo de ensayo siempre está presidido por la botella de anís del Mono (que ratas los de Badalona, que para mantener el precio de la botella le han quitado volumen, la han achicado), y la fuente de pestiños.

Puede que sea que algún@s, se pasaron rellenando una y otra vez el minúsculo vasito de plástico, del anís de siempre cada vez lleno hasta rebosar; puede ser, que en las grabaciones aparecen voces con identidad propia, que en cierta medida marcaban la diferencia de nuestro grupo con otros, cuando se escucha la misma versión del villancico; puede ser la nostalgia de tiempos pasados, entrañables sin dudarlo, algunos se acordaron de cuando tenían los treinta años, donde en las primeras grabaciones aparecían los chillidos de nuestros hijos pequeños que todos llevábamos a los ensayos; puede ser (…), tantas conclusiones como componentes formamos el coro actual, que cuando empezaron los sorbetones y mocarreras, ya casi todos estábamos puestos de pie, el nerviosismo nos impedía seguir sentados. Lo cierto es que las guitarras, las panderetas, la zambomba, los palillos, etc., se volvieron a guardar en el baúl donde están guardados todo el año y todos alrededor de la mesa terminamos con un puntito especial (para que la pareja de la guardia civil al salir del ensayo nos hiciesen la prueba de alcohol) y liquidamos la fuente de pestiños y de todos los mantecados y polvorones que siempre se guardan en una casa de las navidades anteriores.

Que comienzo más chungo nos ha preparado la directora donde se ha demostrado que la mayoría tenemos la voz cascada, que no suenan los chillidos de los críos, que más del cincuenta por ciento ya no cantan en el mismo coro pero, al fin y a la postre, seguimos reuniéndonos, seguimos cantando, sin repuesto por supuesto, nuestros hijos están en otros menesteres, (…).

Quiero terminar para que algún paisano de los que viven en Cataluña, les haga llegar a los que están detrás del mono, que nosotros, en Algeciras, mientras el cuerpo aguante, seguiremos fieles consumidores del anís de Badalona.

2 comentarios:

paco maldonado dijo...

"La pea que más de uno cogimos", borrachera, debería, al escribirlo, meter entre paréntesis todo un rosario de acontecimientos vividos, (carnavales, navidades, la feria, los fines de semana viviendo juntos, las bromas, etc.). El alcohol que tomamos fue solo el que aportaba el anís, que al mezclarlo con todas aquellas imágenes que llegaba a nuestra mente de las vivencias pasadas, realmente terminamos con una resaca, que aún nos dura a más de uno.

Juan Gutiérrez dijo...

Es una pena que no podais "arrastrar" a los jóvenes;no saben lo que se pierden. Siempre he echado en falta alguna actividad como esa. En S. Juan hay tres corales y a la única que me invitaron a formar parte, ensayaban siempre después de las diez de la noche y a esa hora yo trabajaba.

Los villancicos catalanes, son mas sobrios(sobretodo en el acompañamiento) pero no dejan de ser villancicos.

Un saludo.