domingo, 1 de octubre de 2017

De la trashumancia a la búsqueda del sudor.


Me llama mi hermano desde Capiléira diciendo que está haciendo una ruta ciclista con un grupo de amigos por toda Sierra Nevada.
Le digo:
Ya que estas en ese sitio irás a visitar donde pasaba el verano la familia de Antoñica la Matías. Los Hojirres y los Marines.
Y quien sabe en qué sitio tenían el corral. Se ven algún que otro corral en ruinas y seguro que en alguno de ellos estarían los pastores benineros. Apenas se ven manadas de cabras o de ovejas.
Como soy el más viejo soy el último, pero no es solo  el esfuerzo por llegar a la cumbre lo que me detiene, son las vistas y por supuesto los recuerdos de nuestros paisanos que se pasaban allí todo el verano. ¿Qué comerían?. ¿Dónde dormirían?. Más de tres meses allí sin relacionarse con nadie.
Continúo con lo que vivimos de niños en Benínar mi hermano y yo cuando en el pueblo que había tres manadas de ganado.
Yo recuerdo cuando las manadas de cabras se les ponía todos los cencerros (¿qué habrá sido de aquellos cacharros?). Al comienzo del verano las manadas de cabras u ovejas  iniciaban la comitiva una burra cargadas de cacharros de cocina entre otras cosas y recorrerían las calles por donde iban las procesiones de los santos. De allí partían camino del rió arriba y después de andar un buen trecho se desviánban en el encuentro de los dos ríos (Verde con el de Alcolea) comenzando a subir los cerros viendo a lo lejos  a Ugíjar. Desde allí nadie se acuerda de aquellos cominos de trashumancia  que  tenían sus curvas, las subidas, las bajadas, donde tenían que llega.  Tendrían que pasar dos noches durmiendo bajo las estrellas antes de llegar a su destino. Posiblemente cargando el pastor de algún borrego recién nacido.
Todos esos detalles que pasaban  de padres a hijos ha llegado la generación  que saben leer y escribir, pero no saben describir, trazar en un plano dicho camino, ni mucho menos escribir las vivencias. Estoy totalmente seguro que sus padres les contaron aquella forma de vivir de sus antepasados. Míra en aquel barranco, debajo de aquella encina, aquella cueva del camino, la de detalles hasta llegar al sito elegido y vivir en el monte sin hablar con nadie tres mese largos. La pastora con sus hijos pequeños, nada más que cuidar de ellos tenía de sobra trabajo para que ninguno de ellos se despeñara por aquellas pendientes.

Antes de partir había que llamar a Miguel el gitano para que esquilara las ovejas. Aquella lana de cada oveja se formaría una especie de bola que se irían contando: Esta para Frasquita, esta para  Lola, …, una vez apartados lo que sería el pago de los pastos, los que quedaban eran para utilizarlos en el trueque para obtener alimentos básicos como la harina, el aceite,  las patatas y las legumbres.
Recuerdo que Antonica la Matías que por ser mi prima María y yó los padrinos de su hjio Faustino a María le regaló la lana necesaria para el colchón de matrimonio ya que en aquellos tiempos los colchones de los pobres eran rellenados con farfolla (Los pétalos que envuelven a las mazorcas de maíz) y los de los ricos de lana.
       
Como le pasa a mi hermano y sus amigos quizás andan el mismo camino con las bicicletas sin saber que dicho camino fueron andados por sus antepasados todos los veranos con la intención de que el ganado cambiase de pastos ya que en el pueblo estaban agotados. Como han cambiado los tiempos y de qué forma. Antes dichos caminos fueron andados con albarcas y ahora en pedales. Antes andando para realizar un trabajo, para la supervivencia y ahora el mismo camino por deporte.
Tanto el pastor como la pastora sabían que estarían tres meses largos sometidos a un silencio total. La pastora entretenida posiblemente haciendo trabajos derivados de la lana, cuidando de sus hijos, y el pastor andando todo el día de pico en piedra y de piedra a pico.
 

¿Dónde vivirían aquellos tres meses largos los pastores y sobre todo la mujer que le acompañaba con sus hijos menores?. ¿Qué alimentos disponían en aquella montaña a kilómetros de los pueblos más cercanos?.  Me imagino a aquellos pequeños viajando en aguaderas a la ida o la vuelta o buscando un médico ya que alguno tenía fiebre. Lo que sí estoy convencido es que sus alimentos básicos serían, la leche, el queso, los calostros y los requesones. Una vez sacado de la leche los dos productos el líquido se derramaría por el monte cuando en el pueblo el líquido se aprovechaba echándoselo a los cerdos para alimentarlos. Aquellos cerdos antes de la matanza se les tenía que cambiar de alimento ya que su carne tenía un olor especial.
Recuardo cuando llegaba  Antoñica la Matias a mi casa, con calostros o requesones. A estos últimos se les cubría de miel o azúcar y aquello era un manjal. 
Como añoro aquellos requesones o calostros que nos llevaba