lunes, 30 de abril de 2018

Tres días y medio y tres noches.

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Me decía un amigo anoche que con catorce años su familia entera se fueron a trabajar  a Alemania partiendo desde Sevilla. El viaje duró tres días y medio y tres noches. Ya en el nuevo país todos sus familiares se marchaban a trabajar y él se quedaba solo en casa que podía ir al colegio, pero no se encontraba agusto, No entendía aquel idioma ni podía hablar con nadie; se quedaba  en casa y la policía llegó preguntando la razón de no ir al colegio.  Casi dos años en ese nuevo país y apenas aprendió lo básico del idioma. Se encontró que en su barrio había  unos españoles de su edad y por ello "no le hacía falta aprender nada". Por fin sus padres deciden que vuelva de nuevo a Sevilla a casa de un familiar, para que por lo menos al estar en España el niño iría al colegio y "aprendería algo".

En el Colegio del Cobre en Algeciras donde se encuentran "todos los menores que pasan el Estrecho de Gibraltar", me decía una profesora: Es un esfuerzo titánico  convencerlos que tienen que aprender nuestro idioma, con el inconveniente que la mayoría no sabe ni leer ni escribir, no fueron escolarizados en su país de origen. La mayoría cuando encuentran un paisano se escapan del centro.
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En Braford, en Inglaterra donde la mayoría de su población son paquistaníes, me decía una profesora: Cuando llegan al colegio los críos por primera vez casi todos  de los pequeños hablan en su idioma y en el colegio con sus  amigos siguen hablando paquistaní y que empiecen a aprender el ingles nos cuesta muchísimo. Es la quinta o secta generación de paquistaníes que nacen en dicho país, Inglaterra y estos sin conocer ni pasar por las dificultades que sufrieron sus ancestros, les costará "un mundo" identificarse con unas raíces con un pueblo de origen.

El que escribe que trabajó en Cataluña una temporada me negué a prender las palabras básicas en catalán ya que en el trabajo estaba rodeado de castellanos y cuando salíamos a dar una vuelta nos juntábamos los andaluces y más que hablar en catalán cuando paseábamos cuando víamos el nombre de una calle y nosotros le cambiamos el nombre por uno de nuestra tierra.

No escribo más detalles sobre el problema que representa para los menores que pasan el Estrecho de Gibraltar, ya que son menores, casi todos sin documentación DNI o pasaporte y ellos piensan que lo fundamental es comer todos los días a cambio de un trabajo  y para relacionarse ya saben donde viven los paisanos para hablar con ellos. Vuelve a repetirse lo mismo que les pasaba a los benineros cuando abandonaban Beninar para irse a trabajar a Cataluña. Condición imprescindible para abandonar su pueblo, tener la dirección de un paisano.

Creo que algún día pasarán factura a la sociedad este mirar para otro lado cuando tienes el problema delante de tus ojos. Tienes a menores de edad en la calles, pudiendo hacer de ellos buenas personas en ese corto espacio de tiempo de los quince a los veinte años y para los periodistas, para los políticos, este tema parece que no les interesa o si les interesa en los debates de las TV no aparece.

 EMILIO CALATAYUD. JUEZ DE MENORES Y ESCRITOR

Vaya por delante que mis sentencia son duras. La que impongo 25 veces al año a chavales de entre 16 y 17 años es que aprendan a leer. Otra que impongo 250 veces al año es condenar a chavales de edades comprendidas entre 15 y 17 a que acaben la ESO. Al principio se ríen, pero cuando se percatan que tienen que estudiar y aprobar se acuerdan de mis ancestros (ríe).