lunes, 22 de febrero de 2010

DESARRAIGO

Cuando el cuerpo está agotado, cuando apenas es capaz de incorporarse de la cama, cuando una persona ha llegado a un estado en que es incapaz de controlar su cuerpo y por ello depende de otras para el aseo personal y alimentarla, en estos tiempos que nos ha tocado vivir, se tienen dos alternativas:
- Encontrar argumentos para depositar dicho cuerpo en una residencia donde la mantengan con vida “hasta que Dios disponga de ell@s”.
- Dejar que dicha persona permanezca en casa y cuidarla como se solía hacer en Benínar.

Argumentos se pueden encontrar para ir tirando del hilo y rellenar unas cuantas páginas sobre la calidad de vida que les ha tocado vivir a nuestros ancian@s.

Que cada cual asuma sus decisiones como las crea convenientes, que se adapten a sus circunstancias y por ello, me centro en lo que he visto a principio de este mes de febrero cuando he visitado a unos paisanos en Almería.

Mientras tomábamos un cafelito se escuchaba el ronroneo de una anciana en la habitación al lado. Decía la hija:
- Ya ha perdido la noción del tiempo no sabe si es de día o es de noche. O está durmiendo o está cantando o hablando.
- ¿Qué canciones canta?.
- Canciones antiguas (contestaba la hija) que yo no recuerdo haberlas escuchado. Pero sobre todo establece conversaciones con personas que a unas recuerdo y a otras no.

Después en el camino de regreso rumiando sobre lo que decía la anciana, he pensado que con ella se pierde definitivamente la mitad de la memoria colectiva de Benínar. Recalco lo de la mitad, puesto que la otra, tiene que estar en lo que dicen en sus últimos días, postrados en sus camas todos aquell@s beniner@s que se marcharon en su juventud a Cataluña. Por muchos años vividos en dicha tierra seguro que les saldrían nombres de personas y vivencias relacionadas con Benínar.

Recuerdo que en los años cincuenta y sesenta se iba pasando de casa en casa una imagen (puede que de la Virgen de Fátima o de las Ánimas Benditas) metida dentro de una caja de madera; llegaba a cada vivienda donde estaba postrado en la cama un ancian@, unos cuantos días y en cada casa se le encendía mariposas flotando en aceite.

No estaría mal que en los tiempos que nos ha tocado vivir, en las casas donde se encuentren ancianos postrados en la cama que cantan y narran el pasado se pasase una cámara (de esas de los supermercados, por ejemplo) que fuese grabando lo que dicen en sus últimos días nuestros ancian@s.

¿Cuál es la razón que la naturaleza humana reaccione de dicha forma en sus últimos días?. Cantan y hablan de cuando ellos estaban en la flor de sus vidas.
En Benínar se decía una frase: "Igualico, igualico que su difunto aguelico".

Ya que no tenemos tiempo de escuchar y de escribir lo que los ancianos quieren dejarnos como testimonio de una forma de vida, si existiese dicha grabación puede que llegue el beninerill@ que prepare una tesis doctoral sobre cómo estaba montada la sociedad beninera a comienzos del siglo pasado.

viernes, 19 de febrero de 2010

BENINAR CADA VEZ MÁS INVISIBLE

Creo que comenzó a fraguarse su invisibilidad en el momento que un ignorante secretario (para acordarse de su casta entera), de cuyo nombre no me quiero acordar, cuando comenzó a arrancar páginas y páginas de los libros de actas que había en el ayuntamiento y a lanzarlas para que jugasen con dichos “papelillos” los beninerillos que estaban jugando en la plaza.

Perdón, la intención de hacer invisible el pueblo empezó en la Guerra Civil del 36, puesto que, cuando terminó en el 1939, todo el archivo del ayuntamiento desde el 1900, hasta aquellas fechas también desapareció.

Cuando se le entrega al Ayuntamiento de Berja en la década de los ochenta del siglo pasado todo el archivo que queda de Benínar, puede que en el camino se quedase también parte del pasado escrito, puesto que si acudimos a consultar lo que aún tenemos los beniner@s, se limita a unos cuantos libros que muchos de ellos al estar “custodiados por la humedad”, ya empiezan a dar muestra que todo lo poco beninero comienza a ser invisible.

A la salida de Berja siempre (en mi época de estudiante) me encontraba con una señal de tráfico que indicaba por donde se podía llegar a Benínar. Estaba en la pastelería que está en la esquina, saliendo de la plaza y comenzar la C/ Pago. También desaparecieron otras de los distintos cruces según salíamos del pueblo al que dicen los papeles oficiales que pertenecemos en la actualidad los beniner@s. Ahora, cuando le indicamos a un amigo que nombre se tiene que encontrar en la carretera para llegar a Benínar, le tenemos que decir que se siga la dirección de Turrón.

El colmo, la ocurrencia, o, (…), es, que para la actual administración ya somos invisibles (como lo hiciese el secretario que lanzaba papelillos a los críos desde las ventanas del ayuntamiento) en la última exposición en Dalias (que terminó el pasado día quince de este mes de febrero) sobre el futuro del agua en el Poniente de Almería, el Pantano de Benínar no cuenta para nada en el futuro de la provincia, al menos, eso, “la ausencia del pantano” (a pesar de sacrificar nuestro pueblo “por el bien de Almería”) para unos cuantos, los que nacimos en Benínar, es como si nos tocasen las dos bolas que tenemos en la garganta. Es lo que no aparece en todos los medios escritos de Almería cuando se hace referencia al futuro del agua en la provincia (posiblemente) más seca de la península.

Para la Agencia Andaluza del Agua (es un suponcio del que escribe), en la nota de prensa que manda a los medios de comunicación (y estos transcriben literalmente lo recibido) lo del Pantano de Benínar no ha durado ni treinta años. ¡Se ha escacharrao!. No es que se pierda el agua que le llega, es que el desagüe siempre está abierto y el agua se manda: ¡Al carajo!.

No sé si lo lograrán pero empeño pusieron y siguen poniendo para Benínar sea invisible.

jueves, 4 de febrero de 2010

PARA LOS MILEURISTAS (I).

Cantaba Lola Flores magistralmente la canción de Rafael de León, cuando se escuchaba en Benínar por primera vez en la primer radio, la que montó Juanito el del Puente recién llegado de Barcelona en los años sesenta, (donde aprendió el oficio de montador de radios), la copla que dice:

“Hay pena penita pena, pena,/ pena de mi corazón/ que me corre por las venas / con la fuerza de un ciclón. Es lo mismo que un nublado de tinieblas y pedernal, / es un potro desbocado / que no sabe donde vá. (…)”.
“Me duelen los ojos de mirar sin verte, /reniego de mi, / que tienen la culpa de tu mala suerte / mis rosas de abril, /(…)”.

Nadie como los habitantes de aquel pueblo sabían, de las consecuencias de un nublado “de tinieblas y pedernal” y del “potro desbocado que no sabe donde vá”, (que al potro, en la zona, se le se solía nombrar al animal de compañía como “la bestias”, el que trabajaba a la par que el dueño para sacar a la familia adelante, de sol a sol todos los días del año para que en su casa se pudiesen cocinar unas migas) puesto qué, el animal estaba hasta las narices de trabajar de madrugada hasta bien entrada la noche que durmiese de pie y que le pusieran un bozal en la era y que además, no le dejarle probar un ramito de hierba tierna de la que nacía por el camino, porque el arriero tenía prisa para todo.

Parecía como si Rafael de León hubiese ido a Benínar para inspirarse en dicha letra y que Lola Flores viviese en Hirmes. Que copla más bien escrita y cantada para expresar el sentimiento que tenían los beniner@s. Ninguna letra escrita en aquella década podía expresar lo que sentían todas las personas mayores de aquel pueblo y que pasados los años fuese tan actual.

En los años sesenta comenzaba los sondeos que se hicieron en el pueblo para justificar (que se pasaron la justificación de los resultados de los sondeos los ingenieros del pantano por el forro de los cojones) la construcción de la presa (remito al lector que visite el Pantano de Benínar para comprobar que a comienzos del año 2010, que en estos momentos es el que está más vacío de toda España) y además, en ésta década coincide que todos los jóvenes estaban centrados en sus estudios (para desarrollarse profesionalmente fuera del pueblo) o en su futuro trabajo, posiblemente en el Poniente Almeriense.

En esta década ya se produce la catarsis del pueblo puesto qué, todas aquellas familias que tenían hi@s jóvenes sacaron la conclusión que tenían que emigrar para que su prole planificase su futuro fuera del pueblo, puesto qué, los recursos no llegaban para costear los estudios de todos sus hijos en la capital. Llegan a la mente el nombre de unas cuantas familias que sus hijos fueron compañeros de juego del que escribe.

Me centro en los años sesenta, para retroceder en futuros escritos hasta la década de los años treinta donde se escribió la letra de carnaval que decía: En Benínar no hay mozos, / porque se han ido todos a Figols, / (…).

Para los beniner@s mileuristas (que se quejan y con razón que el sueldo que tienen apenas les da para vivir) aparecerán en próximos escritos lo que ganaba un padre de familia trabajando como mulero arando en los Meloncillos, barcinando, trillando o transportando todo lo que se producía en los secanos y en la vega de aquel pueblo alpujarreño para ir a venderlo a los pueblo de alrededor.

Le ha llegado al que escribe a la memoria el relato, al invitarle anoche a ver imágenes de Chiracoro, un pueblucho de Bolivia que es igualico al pueblo alpujarreño en los años sesenta. Todos sus jóvenes se están preparando para dejar las labores agrícolas a los mayores y ellos marcharse a la capital.

Anoche se pedía la colaboración para montar en Chiracoro talleres de mecánica y soldadura. Como si en Benínar en los años sesenta se hubiesen montado dichos talleres con donaciones de los demás países que hoy forman la UE.

lunes, 1 de febrero de 2010

CARTA PARA PAU.

Querida criatura que terminas de nacer y tardará un tiempo en que puedas leer éste escrito, pero ya ves, las cartas surgen no cuando uno quiere, será cuando lo quiere la luna, (...) por ejemplo. En éste caso la carta surge por un escrito que tu abuelo ha colocado en el foro. He encontrado el motivos para acordarme de ti.

Tan cierto es que en estos momentos y hasta que empieces a andar estarás sobre el regazo de tus yayos todo el tiempo que sea necesario y que después te llevarán y recogerá del colegio (tanto monta, monta tanto la yaya como el yayo), tan cierto es, como las historias que te contará tu abuelo Juan sobre un pueblo mágico, que estaba en la Alpujarra, en la ladera sur de Sierra Nevada.

Conforme vayas creciendo te darás cuenta que siempre el yayo empezaba, metía en la mediación o terminaba todos los cuentos con una palabra que se repetía una y otra vez:
- “Erase una vez que en Benínar, …
- “Colorín colorado (…) lo sucedido en Benínar (…) se ha acabado”.

De tanto repetirla y de centrar en dicha palabra todos los cuentos, creo que te llegará la duda y le preguntarás a la yaya María si lo que cuenta el yayo es del todo cierto. Tu abuela te cogerá, te dará un abrazo, un beso y dirá:

- “Todo lo que cuenta el yayo sobre Benínar es cierto”.

Buena es María para romper cuentos sobre el río, las ranas, la Fuentecilla la Virgen, las cabras y las ovejas debajo del puente, los cencerros cuando los pastores se marchaban a la sierra, las carracas (…) o las luciérnagas; o las historias que aparecen en las canciones que canta la tía María Teresa, que no ocurriesen, que no fuesen ciertas. La yaya de tanto escuchar la palabra Benínar le pasa como al yayo:

- “Que parte de su corazón le pertenece a los catalanes o a los benineros”.

Ya la mirada de la yaya no es la misma cuando escucha contar historias de Benínar. Antes, al principio creía un tanto por ciento escasísimo de lo que se contaba sobre el pueblo alpujarreño, pero con el paso de los años si su marido dice que en su pueblo es donde la vejez se pierde en las montañas y no es capaz de bajar al valle para encontrar los cuerpos de los yayos. Si lo dice Juan ella lo cree.