jueves, 4 de febrero de 2010

PARA LOS MILEURISTAS (I).

Cantaba Lola Flores magistralmente la canción de Rafael de León, cuando se escuchaba en Benínar por primera vez en la primer radio, la que montó Juanito el del Puente recién llegado de Barcelona en los años sesenta, (donde aprendió el oficio de montador de radios), la copla que dice:

“Hay pena penita pena, pena,/ pena de mi corazón/ que me corre por las venas / con la fuerza de un ciclón. Es lo mismo que un nublado de tinieblas y pedernal, / es un potro desbocado / que no sabe donde vá. (…)”.
“Me duelen los ojos de mirar sin verte, /reniego de mi, / que tienen la culpa de tu mala suerte / mis rosas de abril, /(…)”.

Nadie como los habitantes de aquel pueblo sabían, de las consecuencias de un nublado “de tinieblas y pedernal” y del “potro desbocado que no sabe donde vá”, (que al potro, en la zona, se le se solía nombrar al animal de compañía como “la bestias”, el que trabajaba a la par que el dueño para sacar a la familia adelante, de sol a sol todos los días del año para que en su casa se pudiesen cocinar unas migas) puesto qué, el animal estaba hasta las narices de trabajar de madrugada hasta bien entrada la noche que durmiese de pie y que le pusieran un bozal en la era y que además, no le dejarle probar un ramito de hierba tierna de la que nacía por el camino, porque el arriero tenía prisa para todo.

Parecía como si Rafael de León hubiese ido a Benínar para inspirarse en dicha letra y que Lola Flores viviese en Hirmes. Que copla más bien escrita y cantada para expresar el sentimiento que tenían los beniner@s. Ninguna letra escrita en aquella década podía expresar lo que sentían todas las personas mayores de aquel pueblo y que pasados los años fuese tan actual.

En los años sesenta comenzaba los sondeos que se hicieron en el pueblo para justificar (que se pasaron la justificación de los resultados de los sondeos los ingenieros del pantano por el forro de los cojones) la construcción de la presa (remito al lector que visite el Pantano de Benínar para comprobar que a comienzos del año 2010, que en estos momentos es el que está más vacío de toda España) y además, en ésta década coincide que todos los jóvenes estaban centrados en sus estudios (para desarrollarse profesionalmente fuera del pueblo) o en su futuro trabajo, posiblemente en el Poniente Almeriense.

En esta década ya se produce la catarsis del pueblo puesto qué, todas aquellas familias que tenían hi@s jóvenes sacaron la conclusión que tenían que emigrar para que su prole planificase su futuro fuera del pueblo, puesto qué, los recursos no llegaban para costear los estudios de todos sus hijos en la capital. Llegan a la mente el nombre de unas cuantas familias que sus hijos fueron compañeros de juego del que escribe.

Me centro en los años sesenta, para retroceder en futuros escritos hasta la década de los años treinta donde se escribió la letra de carnaval que decía: En Benínar no hay mozos, / porque se han ido todos a Figols, / (…).

Para los beniner@s mileuristas (que se quejan y con razón que el sueldo que tienen apenas les da para vivir) aparecerán en próximos escritos lo que ganaba un padre de familia trabajando como mulero arando en los Meloncillos, barcinando, trillando o transportando todo lo que se producía en los secanos y en la vega de aquel pueblo alpujarreño para ir a venderlo a los pueblo de alrededor.

Le ha llegado al que escribe a la memoria el relato, al invitarle anoche a ver imágenes de Chiracoro, un pueblucho de Bolivia que es igualico al pueblo alpujarreño en los años sesenta. Todos sus jóvenes se están preparando para dejar las labores agrícolas a los mayores y ellos marcharse a la capital.

Anoche se pedía la colaboración para montar en Chiracoro talleres de mecánica y soldadura. Como si en Benínar en los años sesenta se hubiesen montado dichos talleres con donaciones de los demás países que hoy forman la UE.

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