martes, 31 de diciembre de 2013

Aterramientos y tan pancho se quedó el delegado.



Además de los problemas que fueron apareciendo durante todos los años de existencia del pantano de Benínar y que ninguno se ha resuelto, ahora el delegado territorial en la materia dice que tiene problemas de aterramientos. Solicito información al diccionario y me da tres posibilidades: Acumulación de tierra. Terror. Humillación. Los benineros tenemos entendido desde que nos  lo decían nuestros abuelos, la primera solución no es, puesto qué, quien ha aportado las tierras para la construcción  de todos los bancales y paratas que había en el pueblo siempre fueron las  llovías y el delegado dice: , "porque si el año se presenta seco podemos tener graves problemas de 'aterramientos'".  ¿Será la palabra terror?. Si es así, es el terror que puede aparecer, que siempre están presentes  en la cuenca baja del río, si apareciese una tormenta de las ya conocidas por los benineros y por los abderitanos. La palabra que reune lo que quería  expresar el delegado es la palabra “humillación para los benineros”. Es lo más parecido a la realidad. Es lo que yo siento, humillación cada vez que sale cualquier noticia sobre el dichoso pantano. Me siento humillado al realizar una obra con la intención de aportar agua para los invernaderos del El Ejido, que digo un pueblo para todos los del Poniente Almeriense e incluso para abastecer a la capital, y dicha construcción ha sido un fracaso. Nos lo vendieron en aquellos días de las obras que el pantano sería lo fundamental para el progreso del Almería y visitando las hemerotecas se puede comprobar, y según las estadísticas de los casi 500 hectómetros cúbicos que se gastaron en la temporada agrícola del  2012 al 2013, (el año que llovió tanto) tan solo aportó el pantano 15. Con estos datos que dan las estadísticas en vez de sentirnos los benineros orgullosos de aportar nada más y nada menos que todo el agua que necesitan los invernaderos, los datos nos dan argumentos para sentirnos de todo menos orgullosos por nuestra aportación.
Todos nos sentimos orgullosos de aportar según nuestras posibilidades (a los benineros nos expulsaron de nuestro pueblo) lo que necesita un proyecto que aporta beneficios a la comunidad. Después del tiempo transcurrido y ver que dicho proyecto le han aparecido grietas y se escapa el agua, (es el argumento que se dan cuando abren las compuertas cuando llueve en la zona) es tanta la que se pierde que el presupuesto del arreglo supera casi los costes de la construcción de la presa. Es tanto el importe del arreglo que nunca (dudo que se tengan localizados por donde se va el agua, ya que, antes de la construcción de la presa estuvieron dos años haciendo perforaciones para analizar el subsuelo) se dispuso de dicha cantidad de euros ni nunca se tendrán. Que la tierra acumulada es tanta que se utilizará (existe un reportaje donde la alcaldesa de Adra tocaba las palmas de contenta por la llegada de muchísimos camiones de arena) para aumentar las playas de Adra. Que cualquier pozo de la zona aporta casi la misma cantidad de agua que aporta la presa. Son tantos los errores cometidos en su construcción, que la aportación de cada beninero nos da de todo menos satisfacción. Aportamos nuestras casas, nuestra iglesia, nuestras calles, donde transcurrió nuestra niñez,  juventud y todo lo relacionado con nuestras raíces. !Ay!, señor delegado si usted supiese.

Seguro que el delegado se equivoca utilizando la palabra “aterramientos en el pantano de Benínar”.    

jueves, 12 de diciembre de 2013

Tienda de pueblo II.



Los de mi generación somos los que hemos pasado la línea del pueblo a la ciudad. Nacer, crecer y una vez en producción nos hemos marchado para escasamente volver el fin de semana y por supuesto el no retorno a ese espacio único en el que han vivido generaciones y generaciones de cada uno de nosotros. Espero como agua de mayo a los políticos que sean capaces de potenciar las aldeas, pero sobre todo deseo que los lugareños quieran poner sus esfuerzos en levantar su aldea, su lugar de nacimiento. Aún se está a tiempo ya que existen suficiente número de personas que aún conservan los lazos de unión con la tierra que le vio nacer donde pasaron los primeros años de su vida.
Los bares y la tienda es lo que aún sigue y no en todos los municipios de menos de quinientos habitantes que serán los últimos que cierran sus puertas después de ser mantenidas por las personas mayores que irán cerrando conforme se jubilen sus propietarios. Son muy pocos los jóvenes que quieren seguir el negocio de sus padres y si continúan es por supuesto fuera de ese pueblo.
Por lo que he visto nadie se ha parado a pensar que una tienda de pueblo es el banco de alimentos. Banco ya que es el único espacio en Andalucía donde aún  pueden comprar fiado todos los vecinos.  Es el único lugar donde comprador y vendedor estudian las posibilidades de acomodar sueldo y disponibilidad. Es el único lugar donde aún sobre vive el trueque en su justa medida de precio. Es un reconocimiento entre el que presta y el que recoge sin nada de firmas ni avales de por medio. Comprador y vendedor tienen confianza plena que aquel retiro de mercancías será abonado aunque no se sepa cuándo.

Recuerdo en especial sobre los años sesenta, una pastora en Benínar con siete hijos que su único recurso era la manada de cabras, disponían de dinero en metálico, cada vez que por temporada en la primavera principalmente vendían los quesos, para que sus dedos tocasen una vez al año por lo menos la textura de los billetes, vendían la lana de las pocas ovejas que tenían,   si es que los vellones no los tenían que entregar como pago de la utilización de los pastos; los chotillos a finales de año que consistía en un repaso de cuentas pendientes, que ajustando precios y mercancías se volvía a retirar fiado de la tienda. De una manada de ciento y pico de cabras salió aquella familia adelante y cuando llegaba a la tienda a comprar, terminaban sus lamentos diciendo: Comer había que comer todos los días y si no le daban fiado, haber como se podía poner la hoya en el fuego.

Las tiendas de pueblo jamás han pasado por la cabeza de todos los gobernantes de la democracia, de los de Madrid y de los de Sevilla  liberarlos de gravámenes, aplicar subvenciones a un servicio a la comunidad imprescindible para todas aquellas personas que no tienen medios de desplazamiento, que aún sobreviven en un medio rural.
Cada vez que se cierra una tienda rural se les cierra la despensa a todas aquellas personas que por unas circunstancias o por otras continúan viviendo en todos los pueblos de Andalucía que tienen menos de quinientos  habitantes, que en Almería tenemos (según estadísticas) sobre unos treinta y tres, más unas cuantas pedanías. Es poner una cantidad de personas que aún continúan viviendo en su lugar de origen prácticamente en el dilema de la supervivencia. Pero lo más lamentable es que dichos establecimientos sean cerrados por tener que ingresar a las administraciones públicas periódicamente unas cantidades que atacan directamente a la yugular de aquella tienda que aún se mantiene en dicho pueblo.
En base al dicho: "El que tiene tienda que la atienda y si no que la venda". Posiblemente,  el coche del tendero o la tendera siempre han estado a disposición las veinticuatro horas en el caso de llevar a urgencias a alguien al hospital a propios y foráneos.

Esos panaderos que todos los días recorren cientos de kilómetros repartiendo el pan a todas aquellas personas mayores que son los que viven en el pueblo realizan una labor social impagable. Por parte de la administración sin reconocer. Los aldeanos se tienen que desplazar  y en  vez de esperar el transporte público, (que todas estar aldeas no lo tienen) están sentados en el malecón esperando que pase el panadero para la ida y al tendero para la vuelta. Veremos cuando dura esa prestación social.

En muchos pueblos  ya desaparecieron las escuelas, se marchó el médico, el enfermero, el cura, , pero que desaparezcan las tiendas por culpa de los impuestos es dar la definitiva vuelta de tuerca para la desaparición de las aldeas.

Otro tema presidenta que ni se le ocurra preguntar a los que se encuentren por la calle si es que pernocta en alguna aldea:
¿Tienen localizados, totalizados, cuantos están dados de alta en las aldeas  que rodean las poblaciones cuando realmente donde viven es en la ciudad?. Una pista:

¿Cuántos vehículos están dados de alta en las aldeas, cuando realmente duermen en ellas algún que otro fin de semana?. 

martes, 10 de diciembre de 2013

¿Una tienda?. ¿Y eso que es lo que es señora presidenta?.


 Un beninerillo se tenía que jugar el puesto cada día de estar sentado en el pupitre al lado de la ventana y contestarle el que había llegado antes: ¡Ha ¡. ¡ Lo siento!.  Llegue antes. ¿Qué me das?. No seas malaje,  (dice otro compañero) que tiene que estar pendiente por si aparece por el Collado la fiscalía.  Aquel imberbe vigilante tenía que  estar pendiente de todo vehículo que entraba al pueblo. Tenía que estar sentado sobre sus tobillos para estirase y llegar a la ventana, y compaginarlo con lo que decía el maestro. Por aquel tiempo todos los vehículos que llegaban a Benínar eran reconocidos desde lejos. Al aparecer uno distinto a lo lejos, aquel beninerillo tenía que salir corriendo (como se solía decir dándose patadas en el culo) desde la escuela hasta su casa para que su madre la tendera cerrase la tienda ya que por aquellos finales de años cincuenta la inspecciones llegaban por los pueblos alpujarreños y tanto los bares como las tiendas tenían que estar dados de alta, que ello significaba, que el dueño del establecimiento tenía que estar dado de alta en la Seguridad Social y pagar sus impuestos. Menos mal que aquel tipo de guardias duro poco tiempo, el suficiente hasta que, dichos emprendedores fueron convencidos por paisanos que trabajaban dentro de la administración que el cotizar significaba que llegado a la vejez se cobraría una paga, (la paga de jubilado en Benínar se llevó muchísimas noches enteras sin dormir a todas las personas mayores, muchas más noches que la mosca del sueño de García Márquez) hasta que no llego tal convencimiento lo que se entendía en Benínar es que unos señores de la capital, llegaban al pueblo poniendo multas por tener una tienda o un bar. Los dueños de aquellos establecimientos ponían a sus hijos a vigilar la entrada de coches al pueblo para dar  con la puerta en las narices a los inspectores y que todo paisanos que fuese preguntado donde estaba la tienda o el bar tenía que contestar, que no entendían la pregunta ni sabía nada, ni conocía a nadie relacionados con aquellos nombres. Así funcionó el boicot a los inspectores a aquellos extranjeros sospechosos de formar parte de la administración.  

Saco esto a colación por estar en un pequeño pueblo de Huelva que tiene dos bares que abren por la noche y una tienda con la puerta cerrada, que al preguntar la razón de estar cerrados argumentaron lo mismito que argumentaba aquella beninera que tenía una tienda: 
El negocio no da para pagar impuestos en un pueblo que solo somos ciento y pico de habitantes casi todos mayores, que están acostumbrados a vivir de la leche de la cabrilla, de los huevos de las gallinas, de los árboles frutales y de las papas del huerto.


Otro gallo cantaría si nuestra presidenta  se le ocurriese elegir una casa rural en uno de tantos pueblos de nuestra Andalucía que solo quedan ya mayores y que en un momento dado necesitase comprar un tetrabrik de leche o media docena de yogures (para los niños) y le dijese el vecindario que se tenía que desplazar quince kilómetros hasta Aracena para encontrar una tienda,  para encontrar lo olvidado. Seguro que los del pueblo donde he pasado unos días, al saber que era ella la jefa de los inspectores, seguro que reaccionaban como en los años cincuenta reaccionaban los benineros al preguntarle un extranjero por una tienda. Contestarían a nuestra presidenta: ¿Una tienda?. ¿Y eso que es lo que es en nuestro pueblo señora presidenta?.  Deme más pistas. ¿De qué está hablando?".

lunes, 2 de diciembre de 2013

¿Existen algunos tipos de lazos entre La Alpujarra y el norte de África?



Con el follón que ha ocurrido en mi ciudad Algeciras, sobre la visita de Picardo (no deja de ser el alcalde de Gibraltar el edil de una ciudad de treinta mil habitantes) al ser invitado por la universidad de Cádiz para dar una conferencia y ser recibido en la puerta con pancartas (y decirle de todo menos guapo), y tener que marcharse escoltado de vuelta a su pueblo sin poder dar la conferencia, todos los que estamos empadronados en Cádiz y provincia no nos hacemos más que la siguiente pregunta: 
¿Quién puñetas invita al vecino más indeseable?. 
La cuestión es que todos los medios de comunicación de la comarca del Campo de Gibraltar en esa misma noche analizaron dicho acontecimiento y por supuesto que tenía que estar presente el analizador más puntero que no es otro que el que fuese alcalde de Algeciras D. Patricio González.
Del resumen de todo lo que se dijo (análisis y vuelta a empezar a volver a analizar las relaciones vecinales de Gibraltar con su comarca) para mí el colofón fue cuando el que fuese alcalde de la ciudad donde estoy empadronado dijo:
En esta semana que se cumple el aniversario de cuando me casé, como siempre nos solemos ir unos días a un pueblo de La Alpujarra de su ladera sur.

Este hombre que desde siempre está por la labor de acercamiento de la dos orillas del Estrecho de Gibraltar, que casi todas las semanas tiene un acto en el que tiene que estar presente en Marruecos, que posiblemente es el campogibraltareño que mejor conoce todos los pueblos de la Cordillera del Atlas, decide celebrar sus aniversarios de boda en nuestra tierra, La Alpujarra.

Todo esto sale a colación al llamarme desde la biblioteca de Almería hace unos días pidiéndome la dirección de Eugenia Doucet para que acudiese a una serie de conferencias que se estaban organizando para dar en los distintos pueblos alpujarreños, supongo que de los que pertenecen a La Alpuajarra de la provincia de Almería.

Puede que exista  un investigador que no deje de averiguar y de hacerse presente en todo lo que es el territorio que tenemos frente a todo el litoral de La Alpujarra, que se dedique a crear lazos de amistad y colaboración, estar presente en todos los actos culturales que se realizan o se pueden organizar. Si existiese este o estos personajes algo tendrían que ver las dos diputaciones de Granada y Almería, y, deberían visitar en estos días a este campogibraltareño que está en nuestra tierra para cambiar impresiones y en cierta medida programar los actos culturales para el año próximo.  

 

viernes, 22 de noviembre de 2013

El miedo de todo a un euro.

 
Después de pasar tres días en La Alpujarra y reflexionar sobre el tema de los asiáticos con este último comentario quiero terminar con lo de los chinos al Sur de Granada. Mis ideas en todos los conceptos de lo que representa, de cómo se piensa en mi tierra o pensamos los alpujarreños y de cómo sospecho que piensan y actúan los chinos que me encuentro todos los días en todos los comercios de mi ciudad y sobre todo en los polígonos industriales, creo que no encaja ni debe de encajar.

Pensaba que si los asiáticos hubiesen llegado a La Alpujarra ésta sufriría una transformación hasta el punto de perder su identidad. Sus jamones, sus quesos, las castañas, el aceite, el vino, etc., su comercialización estarían en manos de dichos comerciantes chinos y por ello a estos productos les pasaría como les pasa a la ropa, bolsos, zapatos, etc., que se pueden comprar en sus establecimientos. Pensaba que al apoderarse de la comercialización de lo que allí se produce los productos de mi tierra perderían lo auténtico, lo genuino que en la actualidad tienen.

En lo referente a gastronomía no me he encontrado ni pizzerías, hamburgueserías, ni nada que tenga sabor a chino. De vez en cuando me encontraba con una tienda de pueblo, es decir que ni los  mercadonas ni sus colegas han puesto su chiringuito en dicha tierra.

Mientras que en las ciudades por la noche nos podemos encontrar con gente que busca que comer en los contenedores de basura, a los moradores de La Alpujarra les sobra de todo. Tienen castañas que no son capaces de comer, las manzanas, granadas, membrillos, etc.,  se pudren en el suelo debajo del árbol y en los huertos, se ven tomateras sin recoger, coliflores que se dejaron subir por no tener consumidores y almendros que no se recogieron en su tiempo al lado de las carreteras esperando que alguien los abaleen, higueras que sus frutos están en el suelo esperando a los animales que llegan de otros continentes para que se alimenten. Tampoco me tropecé con furgonetas en la carretera ofreciendo dichos productos, como por ejemplo las vemos en las carreteras de la costa, desde Motril a La Mamola.

Terminado el ciclo anual de los frutos con las castañas, ya estaban floreciendo los nísperos que son los que comienzan el ciclo de las frutas.

Bendita tierra La Alpujarra que produce alimentos sobre todo frutas y hortalizas el triple (por decir una cantidad) de lo que necesitan los que allí viven.

Las diputaciones de Granada y de Almería deberían poner chiringuitos para que los que los que la visitan puedan comprar todos los libros publicados sobre dicha tierra para que los que repiten una y otra vez antes de llegar concreticen las rutas a seguir.

Contaminado mejor dicho distorsionado por los medios de comunicación y después de pasar años sin recorrer la ladera sur de Sierra Nevada y después de pasar allí tres días visitando pueblos, en mi caso he vuelto a ordenar como estaba en mi cabeza el cómo es mi tierra. Desde los años setenta que me marché definitivamente de ella sigue siendo la tierra descrita en la Biblia, “donde mana leche y miel”. La tierra prometida donde me gustaría terminar los últimos días de mi vida.

Me he tropezado con unos cuantos Gerald Brenan, (que dicho sea de paso nunca entendí todo lo que dicho escritor escribió de mi tierra), con unos cuantos autobuses de turistas en Trevelez y pare Uds., de contar. Todo me lo he encontrado como lo dejé hace cuarenta años. Ni Canal Sur ni todas las TV juntas han podido modificar sus calles, sus costumbres, sus acequias y sus huertos.

Claro que les gusta a mis paisanos alpujarreños los Carnavales de Cádiz (aunque dicho sea de paso las letrillas casi nadie las entiende), las ferias, las sevillanas y los fandangos y sobre todo los caballos, pero ni se han comprado uno, (siempre fue un lujo tener un caballo que nadie se lo permitía), ni han perdido el tiempo en el empeño de saber bailar unas sevillanas, ni se han puesto a disputarse entre ellos para ver quien saca el paso de Semana Santa con más lujo, ni saben que diferencia existe entre portadores de trono y costaleros. Me gusta mi tierra que no se ha dejado contaminar ni por los pisha, ni los miarmas, ni por el killo, ni por los de la malafolla.

Dr. Antonio Castillo Martín
Las aguas de Sierra Nevada. A. Castillo (1993)
De las 42 lagunas de aguas relativamente permanentes que hay en la Sierra, la mayor parte se localizan en la vertiente Sur; casi la mitad, unas 17, se conservan en la cuenca del río Trevélez, y 11 más en la cuenca del río Poqueira. En la vertiente Norte solo existen unas 10 lagunas de aguas estables.
Son muchas las acequias que aún se conservan, pero vale la pena deleitarse contemplando algunas de ellas, como la acequia Alta de Capileira, la acequia Baja que corre paralela a la anterior, la acequia de La Andadera, la de La Cabaña Vieja en La Hoya de La Mora, la acequia Chica de la loma del Calvario, la de La Fuente y Papeles en la loma de Maitena, la de las Albardas y Bacares en Trevélez, la de los Castillejos en Bubión...

Las lagunas son el corazón y las acequias las venas principales que alimentan a la infinidad de huertos que tiene cada pueblo. Las acequias y los huertos heredados de todos los pueblos que pasaron por La Alpujarra. ¡Dios que herencia!.

jueves, 14 de noviembre de 2013

La tía Lola



Que trabajito me cuesta ir a visitar a una persona cuando me dicen de ella que está en el hospital y que apenas conoce a nadie. Eso me ha pasado con mi tía Lolica la de mi tío Ramón. Lo último que sabía de ella es que mi hermano la había visitado en el hospital y tenía agotados todos sus sentidos.

La última vez que le visité en su casa me acompañaba su hija y estaba llena de vida y disfrutando como jamás había disfrutado. Me decía su hija que desde que llegaron a El Ejido, ella y su marido visitaban con frecuencia donde se reunían los jubilados y cuando se murió su marido en vez de ponerse de luto, ir todos los días a la iglesia por la tarde y por la mañana a la plaza a comprar,  encerrarse en su casa todo el día como era costumbre en todas las mujeres beninaras, ella, posiblemente influenciada por sus colegas del hogar del pensionista,  se incorpora con todas sus fuerzas en dicha panda de viudas (tal y como aparece en ese programa nuevo de la TVE) y pasa sus mejores días de su vida.

Atrás había quedado pasar de vivir en el Cortijo de la Mecila a vivir en una casa prestada por sus suegros. De cargarse a sus espaldas todas las mujeres mayores  ( en las últimas bocanadas de Benínar,  cuando murieron todos los viejos de golpe asustados por los barrenos y explosiones por la construcción del pantano) que había en el pueblo y asistirlas como si se tratase de un familiar cercano. Sufrir el destierro que vivimos todos los benineros, llegar a El Ejido y volver a empezar otra vida diferente y distinta de cómo vivía en su pueblo alpujarreño.

Atrás deja todo aquel pasado lleno de dificultades y penurias, que no todos las benineras  de su generación supieron dejar atrás, lo de coger un cuchillo, una faca y cortar aquellas ataduras invisibles impuestas por una sociedad primitiva  que vivieron  la guerra y la posguerra. Esta beninera es el caso opuesto a su paisana Bernalda Alba (de García Lorca) optando por vivir y dejar vivir.

En un momento dado en aquella visita, su hija abre el armario donde su madre tenía toda una colección de vestidos de fiesta que se ha puesto cada vez  que se organiza cualquier guateque en el hogar del pensionista. No conozco a ninguna beninera de su generación que tuviese un armario como aquel ni tan repleto de complementos. Bueno, en honor a la verdad puede que fuesen del mismo temple o carácter que Rosario la de Paco Ginebra, pero Rosario (con el permiso de sus dos hijas) no tenía un armario tan repleto como aquel. Me decía mi prima, que cada vez que quiere alegrase el día, abría el armario se ponía el vestido, cerraba los ojos y volvía a revivir momentos especiales que estaban colgados de aquellos vestidos, de aquella fiesta, de aquel día.

Empiezo a dar escobazos a todos los recuerdos que tengo de ella y tan solo me quiero quedar con aquel armario repleto de vestidos de fiesta y recordarla un lunes, un martes, (), que en un momento dado, cuando quería revivir un día especial, apartaba la mesa, las sillas del salón, hacía un hueco, se vestía y volvía a bailar, y bailar, y bailar, (), hasta caer rendida.    
   

Allí donde te has ido tía Lola, busca a los benineros y contágialos de tu alegría y de tus ganas de vivir. Levántalos de donde están sentados (tal y como hacías en las fiestas de San Roque, cuando comenzaba a tocar la banda de música) y ponlos a bailar que los que están bailando se les cambia el semblante.

martes, 12 de noviembre de 2013

Antoñico el de Emilia


Sin duda alguna hoy sería un día de luto total, de los pocos que nos  podíamos encontrar en Benínar, de cuando se cerraban  todos los establecimientos, de cuando los agricultores se aderezan buscaban en el arca la mejor ropa y aplazan las labores del campo, aparecían los monaguillos jubilados y los que se estaban reclutándo para que doblasen la campana cuanto más tiempo mejor, para que en aquel valle se enterasen hasta las piedras del Cucanal, que la brisa que llegaba del Cejol llevase a toda La Alpujarra entera que se enterraba a uno de los benineros más importantes, más ilustres, más cercanos  que habían nacido en el pueblo, que a pesar de su categoría, siempre se puso a nuestra altura. 

Me llega a la memoria el día en que falleció otro colega de Antoñico el de Emilia; Eugenio Sánchez  Quero, que cuando llegó a Benínar la noticia que había fallecido a los treinta años en el Hospital de Ugijar ejerciendo su profesión de médico se organizó un grupo de hombres para traer desde ese pueblo hasta el nuestro, a hombros, (por el lecho del río lleno de piedras de todos los tamaños) el féretro, para enterrarlo en nuestro cementerio.

Cuando ejercía su profesión de médico y a su vez como alcalde de Berja, abandonaba el pleno del ayuntamiento al recibir la noticia que había llegado un beninero grave (como fue el caso de la madre del que está escribiendo) para atenderlo y no se separaba de su cabecera hasta verlo recuperarse.  Cuando se le preguntaba el importe de su trabajo, solía decir: ¿Tu me vas a pagar con dinero?. Con toda la confianza del mundo reclamaba algo de la matanza, unos soplillos, unos buñuelos, un pan de higo, unas aceitunas partidas, algo relacionado con la estación por la que estábamos pasando, y era cuando los soplillos alcanzaban la categoría de delicate, cuando lo que se producía o elaboraba en su Benínar adquiría la categoría de excelencia.

Nos decían sus hijas la última vez en el Cerro de Las Viñas: 
Ya estaba muy mayor, pero que añoraba tremendamente su tierra, su Benínar. 
Cuando escuchamos aquellas palabra, el que escribe y todos los de mi edad para arriba, se nos encogió el alma que dijese aquella frase, puesto que todos padecíamos de lo mismo, todos estábamos enfermos de añoranza de nuestra tierra de nuestro pueblo. Nos daba en el lado del alma donde más nos duele, donde se concentran nuestros males. El volver a sentarnos  en el Poyo del Reducto y hablar de nuestras cosas; de volver a vestirnos de morillo en las fiestas de Moros y Cristianos, de volver a oler la hogaza salida del horno, el ver desde la Caña Roda todas las chimeneas con un chorro de humo tieso al clarear el día; estar sentados con la cuchara en la mano delante de una salten de migas con sus engañifas rodeado de los seres queridos, etc. Todo eso para nosotros tiene la máxima categoría porque nos llega al alma y porque lo podíamos compartir con el beninero que había llegado con su esfuerzo y tesón donde jamás había llegado un beninero ni por supuesto llegará.

Nos enteramos los paisanos que era pediatra cuando pidió traslado y se marchó de Berja. Para nosotros era médico completo, puesto que lo mismo sanaba a los benineros de un ictus, del dolor de lumbago, de dolor de estómago, como de un fuerte resfriado.

Allí donde llegaste ayer, por donde vayas pasando, seguro que estarás preguntando, donde se encuentran los benineros para juntarte con ellos, y volver de nuevo a retomar las tantas tertulias que dejaste medio terminar, pero sobre todo para seguir ejerciendo como médico completo a todas las familias benineras.   

La  letra de un fandango de Huelva dice: Aunque me voy no me voy, / aunque me voy no me ausento/, aunque me voy no me voy, / me quedo en el pensamiento. Nuestro orgullo, nuestra Historia de ser benineros quedaría manca o coja si tú no formases parte de ella.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Sigo sin encontrar un chino en La Alpujarra. II



En uno de los trancos que existen en todos los pueblos de La Alpujarra, donde se sientan los vecinos para charlar, una persona mayor con ganas de conversar, al ver que paso por delante de él me pregunta:
-         ¿De dónde es usted?.
-         De Benínar.
-         ¡Dios!. ¿De ese charco que se ve a lo lejos?.
-         Sí señor. Allí me bautizaron y allí pasé mi niñez y mi juventud.
-         Si no lleva prisa podía sentarse a mi lado para hablar, ya que los alpujarreños cuando nos ponemos a charlar, no tenemos que ir explicado, cada dos por tres lo que significa cada palabra.
¿No le han preguntado alguna vez que son las migas?. ¿Ud. Cree  que con decir: Aceite, agua y harina se ha dicho todo?. Con lo que ha significado un plato de migas para los alpujarreños. Por él me fui a trabajar a Alemania y por él volví.
Pega un brinco, se gira y me dice:
-         ¿No será usted., un político?.
-         No. Un simple jubilado de muchas cosas.
-         También es verdad, ya que no estamos en tiempo de elecciones y por ello no suelen aparecer  por estos pueblos. No sé cómo le he podido confundir.
Yo recuerdo un día en la que la gente comenzó a llegar a la plaza del pueblo, tantas como cuando son las fiestas.
Cuando me enteré de la razón del revuelo en el pueblo yo le decía al que me encontraba:
!No veas!. Se van a poner moraos. Les va a salir el jamón por las orejas.
Pues resulta que se iba diciendo de boca en boca por todos los pueblos de La Alpujarra:
“Han llegao unos cuantos señoricos de la capital, y al parecer, se cuenta, se dice, bla, bla, bla,… “.
Se mete la mano en el bolsillo el alpujarreño y me da un recorte de periódico. En él ponía entre otras cosas:

Unos 30 millones de euros son los fondos públicos que prevén invertir la Comunidad andaluza y la Administración del Estado en los 63 municipios de la comarca almeriense y granadina de la Alpujarra, con la ejecución del Plan de Zona a Revitalizar contemplado en el Programa de Desarrollo Sostenible del Medio Rural 2010-2015

A la reunión, presidida (…) por la directora general de Desarrollo Sostenible del Medio Rural, han asistido el delegado de la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta, (…)  representantes de la Administración General del Estado y de la Diputación, del Grupo de Desarrollo Rural Alpujarra-Sierra Nevada y agentes socioeconómicos.

¡Anda ya!, (me dice mi compañero de asiento que le decía a sus paisanos). Sois más inocente que las Ánimas Benditas!. Esos políticos que  vienen a La Alpujarra es para jincarse un buen plato alpujarreño. Yo fui a hablar con el alcalde y le dije:
-         Cada vez que salgo o entro del pueblo para ir al huertecillo me juego la vida. Me va atropellar un coche. No existe una acera. ¿Qué pasa con un médico en el pueblo?.  
Tan solo esas dos cosas y os dejáis de pamplinas.
¿Sabes lo que me contestó elpamplinas del alcalde?, que me fuese a vivir a El Ejido que allí tengo hasta hospital.

Me siguió diciendo mi compañero de tranco que él sabía tres idiomas como todas las personas mayores del pueblo ya que todos fueron emigrantes y que él tuvo la suerte de ir invirtiendo sus ahorrillos en reformar la casa, comprar un huerto  y ahora vive como un marajá él y su señora, en la misma casa donde vine al mundo. Muchos paisanos quieren volver y no pueden. Por muchas cosas. Me da una pena tremenda cuando empiezan a argumentar que no pueden volver.

Se levanta y me dice que le siga y me va señalando casa por casa y contándome la historia de sus dueños. Me sigue razonando que los que se fueron a Cataluña, apenas si regresan mientras que los que se fueron a algún país de Europa si que regresan o está en sus deseos. Que me gustaría seguir escuchando la filosofía de este alpujarreño tan llena de fundamento.

Cuando encontré la ocasión, me despedí, muy a su pesar porque yo realmente lo que buscaba era encontrarme con algún chino que aún no había encontrado.


martes, 29 de octubre de 2013

Imaginen que soy chino. I


 Castaños milenarios

Pero no, soy del lugar y me resulta muy difícil a mí, que soy alpujarreño, encontrar un sitio para quedarme a dormir dos noches en cualquier pueblo de la Alpujarra, de la ladera sur de Sierra Nevada, que desde que nací sobre todo por las noches vía a lo lejos las luces de un puñado de pueblos, que solo conocían los pastores de mi pueblo. Que solo dichos pueblos los conociesen tan solo los pastores, era una razón basada en las comunicaciones, que dicho problema aún no se ha resuelto.  

Dejo internet y recurro al teléfono. Tan solo encontré a una persona que me dio números de teléfonos para que localizase un sitio. A estilo compadre. "También, es en cierta medida complicado la situación al imponer donde podamos estar juntos diez personas con tres niños". Pero aún así en los tiempos en que vivimos me parece no estar a la altura de las circunstancias.

Imagínense que soy ruso y me han dicho utilizando el sistema de comunicaciones del boca a boca que existe un lugar en España, que se llaman La Alpujarra y que por esta fecha se celebra la fiesta de las castañas, acudo a una agencia de viajes reservo y en base a la desconfianza llamo por teléfono antes de salir al lugar de hospedaje y me dicen que dicha reserva está anulada y que me dan como alternativa ir a la otra ladera de Sierra Nevada que es donde existen suficientes hoteles pero que ni hay castañas o si las quiero probar tendría que recorrer un buen número de kilómetros de ida y de vuelta.

Como he reflejado anteriormente, sin ser ni chino ni ruso, al ser nativo, alpujarreño, en cierta medida me siento anonadado, (por no utilizar otro adjetivo) al ver el cómo se encuentra organizado una de las fuentes de crear puestos de trabajo o de riqueza en mi tierra.

Otro dato digno de tener en cuenta. Hablando con una persona de Mecina Bombarón me decía que las castañas al no encontrar salida comercial, a todos los que lleguen en ese día al pueblo las castañas se les darán gratis. Otro dato para volver a ponerse anonadado, puesto que en cualquier puesto de verduras del mercado de mi ciudad, el kilo (las pequeñas, las perrunas) menos de los dos euros no se encuentra.

Tan solo con esos tres  datos, sobre las comunicaciones, el turismo y el recurso de las castañas (entre otros), me vuelvo a poner anonadado al pensar, que por supuesto tiene que existir una mancomunidad de municipios donde unos cuantos políticos consiguieron su puesto de trabajo, su sueldo, unas diputaciones (la de Almería y la de Granada) también llenas de políticos atareados en sus cosas y que seguro aparecerán por la fiesta en  magosto, (que así se llama dicha la fiesta de la castaña en Cataluña ) para salir en las fotos.       


Como ya uno está entraico en años y ha pasado por tantas decisiones, me vuelvo a plantear lo de siempre: ¿Si en la actualidad tuviese veinte años y viviese en La Alpujarra no estaría volviéndome a plantear una y mil veces buscarme un puesto de trabajo fuera, donde fuese, en cualquier sitio menos en mi tierra?. Los recursos que tiene ahora mismo mi tierra siempre los ha tenido, pero:  ¿Cuál es la razón que sus jóvenes se marchen de ella?. 

jueves, 17 de octubre de 2013

Ahora que se cumple 40 años de aquel día fatídico del 19 de octubre de 1973, en que una tormenta en la zona arrasa con toda la vega de Benínar, no está mal actualizar aquella riada que a los nacidos en Benínar (en Darrical, Adra,  La Rábita,  Albuñol, …) nos marcaría para siempre y en cierta medida nos sentimos desamparados en primer lugar por el Cielo y en segundo lugar por aquellas personas llagadas al pueblo que pusieron valor a nuestras tierras a nuestras casas para la construcción de una presa y nos obligaron a marcharnos.

De las quince riadas durante todo el siglo XIX, los benineros reaccionaron volviendo a reconstruir la vega, hasta que llegó la última en la que nos sentimos totalmente hundidos y desamparados y nos dejamos llevar por las circunstancias creando en nosotros esa sensación de impotencia que no logramos superar de la que tanto nos lamentamos constantemente.

Sirvan unos trovos para expresar aquella noche fatídica que desde mi ventana hablando con mi vecino Andrés Perejil y familia, la vivimos desde que empezó el primer trueno hasta que cesó la lluvia y en la curva de la carretera a la altura del cementerio con la luz de los relámpagos en plena madrugada vimos como el río se iba tragando uno a uno todos los bancales de la vega.

Siempre pensé que los trovos
había que darle sentido.
Le faltaban argumentos.
Preñarlos de contenidos.
Vempaca:  En octubre dijo el río.

Ay barrancos, ay rambla, ay río,
sacasteis las escrituras
cuando no tenía sentido.
Vuestros son y vuestros eran
siempre se  ha reconocido.

¿No escuchasteis la campana tocando a muerto,
las mujeres se rompían los vestidos,
los hombres se han vuelto locos,
los pájaros lo barruntaron, se marcharon
y abandonaron sus nidos?.

Ay rambla, ay ramblilla, ay el rio
que nos llenaste el alma
de penas, llena de inmensos vacíos
desde aquella noche negra
no me acuerdo si he dormido.

Sin razones y sin motivos
arrasaste toda la vega,
humillados nos sentimos,
nos vaciasteis las despensas
nos dejaste, tocados y hasta hundidos.

 Ay rambla, ay barrancos, ay el río,
que aquella noche de octubre
dejaste de ser mi amigo,
te llevaste por delante
todos los esfuerzos míos.

!Ay el río!. !Ay el río!.
Que se han borrado del mapa
los bancales, aquellas azas de trigo.
Una parra quedó sola, llora y llora.
Pregunta: El parral donde se ha ido.

Tardaremos en levantarnos.
La siembra perdió el motivo.
Balates: ¿Para que levantar,
las acequias los brazales, hacer lomos?.
Ya todo perdió el sentido.

 Ay río,  ay los ríos.
Sabes que ya no tendremos
brazales  donde jugaban los chiquillos,
donde cantaban las ranas, las nanas
para dormir a mis críos.

Ay barrancos, ay rambla, ay río.                                                                               Has espantado a los jóvenes
los llenaste de motivos.               
Ya renuncian y maldicen
el lugar donde han nacido.

Ay barrancos, ay rambla, ay el río,
la fe en todos los santos.
¿”Hay que hacerse como niños”?.
Esa frase, ese dicho,
dejo de tener sentido.

Mi arenal junto al río.
Arenales de algodón
de remolachas de trigo.
Arenales: ¿Donde estáis?.

Quiero descasar contigo.

viernes, 4 de octubre de 2013

Entre políticos y robagallinas.



Es curioso lo que escribe un diputado de Almería en la primera legislatura de la democracia sobre Benínar, nada más y nada menos en el 1977, cuando los benineros estaban indignados, cabreados, totalmente  indefensos ante aquel poder que le había puesto precio a sus casas a sus tierras y le habían dicho: “Arreglársela como podáis, y, reclamar vuestros derechos al Maestro Armero”.  
Joaquín Navarro Estevan, Juez. senador por Almería en las elecciones generales de 1977. Miembro del ala izquierda del partido, organizada la corriente de Izquierda Socialista, el 11 de diciembre de 1980.
Profesor de la Universidad de Salamanca y de la Complutense de Madrid. Diputado de la I Legislación de España, entre otros cargos y distinciones.
Escribe dicho senador por Almería: 

   “Antes de desaparecer bajo las aguas de un pantano, Benínar era una
pedanía de Berja, allá en la Alpujarra almeriense. Tenía Benínar a la sazón
un juez de paz que se apuntaba a todas las guerras para impedir la paz. Un
día, cierto ciudadano voraz robó tres gallinas a su vecino, que
inmediatamente lo denunció ante el Juzgado de Paz. El juicio fue inmediato y
ejemplar, como los quieren Aznar, Acebes y Michavila. El robagallinas podía
ser condenado hasta con treinta días de arresto menor. La sentencia lo
condenó a doce años de reclusión. Pasaron un par de meses y la víctima pidió
explicaciones porque el vecino de larga mano y diente presto continuaba en
libertad. Hubo de intervenir el juez de instrucción de Berja que, con gran
hilaridad, decretó la nulidad radical de la ''sentencia firme'' del juez de
Benínar. Nulidad radical. Inexistencia. El juez de paz había actuado con
manifiesta incompetencia y total desprecio de la ley. A nadie se le ocurrió
que el robagallinas cumpliese con el adefesio judicial”.
Continúa en su escrito:
   “Para ser totalitario no es preciso vivir en un país totalitario. Lo
sabemos. Lo sabe mejor que nadie el pueblo vasco. Lo sabe el Gobierno
Ibarretxe, sometido a un permanente acoso institucional y mediático. Y lo
sabe el Parlamento vasco, cuyas atribuciones constitucionales y estatutarias
han pretendido ser sustituidas, usurpadas y humilladas, …”
Dicho escrito está tomado:  del diario español de ámbito nacional

Reclama, que desaparezca el totalitarismo del País Vasco y recurre a un robagallinas para mencionar a Benínar. Nos referimos a un político que se presenta a unas elecciones con el lema “de estar con el pueblo”, “con la gente humilde”, “en defensa de la clase trabajadora”. ¿Os suena los lemas electorales de los primeros años de la democracia?.

“Hay que derrocar a este gobierno totalitario y entregarle el poder al pueblo”.
Supongo que cuando estaba dando mítines en El Poniente de Almería diría:“Tenemos que derrocar cuanto antes a los benineros de su pueblo de su tierra de sus raíces para que llegue el agua a vuestros invernaderos”.

La verdad es que dicho diputado que yo sepa, jamás apareció por Benínar (recurrir a las hemerotecas), y por ello ningún beninero le contó (nadie lo recuerda) que existiese ese personaje del robagallinas. Si existió no era de Benínar.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Vendedores en furgonetas.


Siento cargos de conciencia cada que escucho desde mi casa los que van pregonando : ¡Vamos niña a los melones!. ¡A los tomates!. ¡A las sandías!.
La de repercusiones sobre mi conciencia lo achaco al recuerdo de cuando mucho, mucho más de medio pueblo de Benínar, con su mulo o con su burro, con los capachillos llenos de dichos frutos, por las calles de Berja, Turón, Murtas o Dalías, Adra, iban pregonando: ¡A la rica breva!.
-         ¿A cómo los llevas?.
-         A dos pesetas la docena.
-         Eso es muy caro.
-         Ven. Acércate. Te las doy a probar. Te doy unas cuantas de regalo. Que me quedan pocas. Que llega la tarde y me levanté con el cielo lleno de estrellas para traerte gloria bendita a tu pueblo.
Es el mismo recurso o la compasión (depende como se mire) que emplean los vendedores que en estos momentos  por mi calle pregonan.
Recuerdo un día que mi cuñado, estaba en casa, estaba de visita  y al escuchar las voces de vendedor, me dice: Ni se te ocurra comprar nada a este tipo de vendedores ya que todo lo que llevan en la furgoneta, es robado. En todo el sector en que está mi finca, no sabemos cómo atajar  a este tipo de gente y además, en el cuartel de la guardia civil me han dicho, que ni se me ocurra ir a poner una denuncia (a comienzo de este siglo) que no supere las treinta mil pesetas. Nada,  180 euros. Aproximadamente 1000 kilos de naranjas que así las vendieron la temporada pasada. El importe de los jornales por recogerlas".
Cuanto más mayor es uno, más se sabe, y más cuesta tomar una decisión. Con lo bien que se queda el cuerpo cuando crees que en vez de comprar al supermercado de costumbre lo que se pregona lo compras al pregonero y de esa forma se está colaborando con alguien que  se  esfuerza por llevar un sueldo a su casa.
Todos los días en los medios de comunicación salen los que se apropian de lo ajeno que asaltan supermercados entre otros establecimientos y como lo sustraído yo llegue al importe de cuatrocientos euros no sirve para nada ir a comisaría y poner una denuncia. A pesar de sospechar que el que pregona en mi calle casi seguro que la mercancía no la ha plantado y regado en su huerto, se deberían de cambiar las leyes para que cada ayuntamiento pusiera a disposición áreas de regadío donde este tipo de personas pudiesen sembrar esos productos que pregonan. Mientras esto no ocurra, seguiré comprando al pregonero que pasa por mi calle porque volviendo al tema de las naranjas, el precio que tienen en mi supermercado en plena temporada es de sesenta céntimos, cuando yo sé, que mis sobrinos (los que están todo el año pendientes de los naranjos) dicha fruta desde hace bastante años siempre la han vendido por debajo de los veinte céntimos. En este aspecto, socialmente, este campo de producir, comprar, robar  y vender no funciona como debería.

Quiero que siga en mi recuerdo que los vendedores ambulantes que pregonan en mi calle son los mismos que pasaban o llegaban a Benínar pregonando pescado, cebollas para las matanzas, o marranillos pequeños tal y como describe Eugenia Doucet en su libro como eran aquellas ventas donde el regateo o el trueque llegaba a su máxima expresión.   

sábado, 14 de septiembre de 2013

Las rivalidades existentes entre las provincias en Andalucía.


 La última vez que estuve en nuestra tierra Almería (que tan solo hace unos días no puedo pasar mucho tiempo sin respirarla aunque huela a invernadero, menos, que como olían al principio los puñeteros ) como siempre llego a casa de mi hermano y nada más llegar, nos incorporamos a su grupo de amigos y hay un paisano que nada más verme, desde lejos grita: ¡miarma!.  Mira que le dije que yo vivo en la provincia de Cádiz y en la capital la palabra que más se utiliza es: ¡picha!. Los miarmas son los de Sevilla y los que vivimos en  Algeciras se nos identifica como los especiales. Pero nada, no quiere corregirse y me tiene  asociado con el otro extremo de Andalucía que según el menda, casi toda Sevilla vive de lo que sacan de los invernaderos de Almería. No hay forma de convencerlo que una cosa son los políticos y otra es la riqueza agrícola tanto de acetite, semillas destacando sobre todo el que produce Sevilla.  No quiero ni pensar lo que saldrá de la boca del amigo de mi hermano, cuando ha escuchado que: Todas las provincias están representadas en consejerías en el Gobierno de Andalucía menos los que somos de Almería.
Seguro que cuando reflexione la nueva presidenta, seguro que dice: ¡Anda, pues verdad!, no caí en la cuenta. La cuestión es que tal marginación, ya no tiene arreglo.
Yo que estuve un año interno en el diocesano y después en la escuela de formación,  he mamado (como se suele decir en Cádiz para ser un buen gadita)  de todos los acontecimientos  de mi capital y cuando salí de Almería al terminar la carrera, al casarme, por no encontrar trabajo como tantos de los de mi generación. Cada vez que llego a mi tierra, tengo que darle la razón al amigo de mi hermano, que cada vez mis paisanos quieren tener unos carnavales como los que tienen Cádiz, una feria como la que tiene Jerez y una Semana Santa como, .   En mi adolescencia y juventud, Almería tenía una feria, unos carnavales y , tantas cosas que merecían en aquellos tiemposun suspenso o un necesita mejorar. Todo lo que ha ido mejorando en dichos acontecimientos populares fue copiando del resto de las provincias de Andalucía. Dicho copieteo, todos los años, me indignaba, me cabreaba, pero con el tiempo lo fui asimilando y comprendiendo por la labor ejercida por la RTVA, la parte educativa. La fue realizando bien (bajo las directrices de los políticos sevillanos) y cada vez Almería se parece más a la Andalucía global, ¿ sin perder su identidad por supuesto como la tierra de las tres cosechas?.
Cuando en el mes que viene vuelva de nuevo a mi tierra, seguro que nada más pasar El Lance de la Virgen,  escucharé una voz en forma de trueno que seguro grita: 
"¡miarma!. Para que luego me digas que no tengo razón. ¿Almería no tiene nadie capacitado para ser consejero?. Yo acacharé la cabeza y miraré al suelo, porque no soy una persona  que entre a la ligera a la discusión y me parece que de Cádiz tenemos dos consejeros (que es lo que afecta a mis hijos yo ya estoy jubilado). Además pensándolo bien, el tener un consejero no va a mejorar la producción, comercialización, ni el precio de los tomates de invernadero.

Que le quite el sueño. Que le remuerda la conciencia,  a la presidenta.  El remordimiento le haga titubear en los discursos, por no nombrar un consejero de Almería, y el amigo de mi hermano que me diga miarma , pichao especial. Me da igual. Como se respondía en Benínar: Si lo dicen que lo digan, no fuendolo.  No estoy dispuesto a discutir con el menda (el amigo de mi hermano) de las rivalidades existentes entre provincias andaluzas hasta que no vuelvan otra vez las elecciones de Andalucía ni por supuesto argumentar sobre los carnavales de ninguna parte.