viernes, 28 de agosto de 2009

ESTRELLAS FUGACES.

Era sé que se era dos profesionales que le colocaron delante una solicitud que tenían que rellenar para darle destino a él como médico de familia y a ella como maestra de escuela.

Es de suponer que ambos no estaban en el mismo edificio puesto que en aquellos entonces - como ahora - sanidad tenía el suyo y educación el propio.

En ambas solicitudes ambos deberían ir colocando por orden de preferencia donde elegían plaza para ejercer como profesionales.

Como les ocurre a las estrellas fugaces que pasan por nuestras cabezas casi todas las noches pero que solo ve el que en esos momentos está mirando el cielo, los dos profesionales coinciden mirando el firmamento y los dos ven esa estrella fugaz y como suele ocurrir en todas las ocasiones se cierra los ojos y se puede el deseo.

El deseo no se debe manifestar puesto que se pierde el hechizo, pero los dos deseaban coincidir en el mismo pueblo. Tenía que ser así. Terminaban de casarse. Ambos habían terminado la carrera en la misma fecha. La intuición les decía que ambos habían coincidido en mirar a la vez pasar a la estrella fugaz y que se cumpliría su deseo. Ambos se habían manifestado esa misma mañana que habían coincidido en colocar en primer lugar la cruz en la solicitud en un pueblo alpujarreño que se llamaba Banínar.

Así es como llegan a nuestro pueblo Dª Pepita y D. Rafael. Ella la maestra de escuela y el ocupando la plaza de médico de familia.

Llegan dos jóvenes universitarios de la Universidad de Granada a aquel pueblo alpujarreño e intentan por todos los medios eliminar de la cabeza de los beninerill@s, que aquella forma de vida en la que es valorada la mujer, - en una población anclada en el pasado – es el eje transversal en la educación de la maestra, – y, la higiene personal, dentro de la familia y de forma colectiva - por parte del médico, - es de suponer que volverían a pedir los dos, - marido y mujer - como meta, al contemplar la infinidad de estrellas fugaces que en aquellos tiempos había en el cielo de Benínar.

sábado, 22 de agosto de 2009

UNA VACA VOLANDO

Sentado en mi terraza contemplo a un grupo de vacas al otro lado del río que cuando comienza a calentar el sol se agrupan en la cima de una colina buscando la brisa, unas se tumban y otras juntan lo más posible las cuatro patas y allí en la solana aguantan las calores hasta que llega la tarde para volver a empezar a comer durante toda la noche los granos de todas las gramíneas que se encuentra.

Es el tiempo en que tanto las aves como la mayoría de los animales no domésticos comienzan bien a mudar las plumas o a cambiar de pelo.
Fotoperio (relación entre el número de horas diurnas y nocturnas) que provocan una estimulación de las glándulas hipofisaria la cual segrega unas hormonas (gonadotropinas) que junto con otras actúan sobre el metabolismo en el proceso de muda.

Etapa de meditación de todos los seres vivos, el tiempo de melancolía, que en el caso de las vacas que contemplo, saben que empieza el periodo más difícil de todos. Se acaba la comida. Comienza el frío. Las noches se vuelven inacabables. Comienzan estos animales a perder peso (de los quinientos kilos por media que pueden pesar en estos momentos) hasta llegar a perder el cincuenta por ciento de su peso, hasta que de nuevo vuelva a brotar la hierba que lo celebran brincando y trotando, dando gracias que fueron capaces de aguantar otro ciclo que la naturaleza ha impuesto.

Recuerdo que en el pueblo donde nací, era cuando volvían las manadas de cabras que habían estado pastando en la sierra durante todo el verano y llegaban de nuevo a sus corrales de siempre, a recorrer los campos marcados de veredas, donde tenían que andar los animales de forma precipitada a disputarse entre ellos una rama, los pepinos de una alcaparra o un puñado de cáscaras de almendra que la pastora les había colocado delante del corral.

En donde vivo, en el Campo de Gibraltar, nos llegan todos los años por éste tiempo un millar de voluntarios desde EE.UU. Rusia y sobre todo de todos los países de la UE, para realizar un seguimiento de todas las aves que muy pronto comienzan a pasar por encima de nuestras cabezas.

Se ha colocado encima y ha empezado a leer lo escrito mi vecinilla Paula y ella es la que ha sacado la siguiente conclusión:
En esta nueva era donde se pueden coger, manipular, sacar y meter células madre en todos o en casi todos los seres vivos, si todos tuviésemos alas, se eliminaría el tema de las fronteras que se han colocado precisamente para todos aquellos seres vivos que no pueden volar.

Los que viven en la frontera Schengen más importante de la UE, desde chiquititos no llegan a inmunizarse en lo referente a los que todos los días de una forma u otra intentan llegar a Europa.

martes, 4 de agosto de 2009

COMO ENTRE ALGÚN LADRÓN A CASA.

Cada vez que me pongo en mi sofá con orejeras preparado para la siesta o ya por la noche me dejo caer rendido pidiendo a Morfeo que acuda lo antes posible, mucho tiempo antes mi gata rafaela se encuentra en la ventana esperando el momento en que me dejo caer para saltar a mi regazo, preparar con sus garras la cama, girar unas cuantas veces dejarse caer y ponerse a roncar de forma descarada.

Rodeando el sofá se encuentra la gordí una perra que ya ha pasado por cuatro dueños y por ello sin tener la más mínima idea de cuántos años tiene. Cualquiera que la viese pensaría que está en las últimas: ¡Ja! y ¡ja!. En base a esa predicción llegó a mi casa desde hace muchísimos años. Es la más chinchosa, la que más ladra y sus ladridos son los primeros que empiezan a las ocho de la mañana, y sigue y sigue insistiendo hasta que logra que el grupo entero se ponga a ladrar para que me levante para sacarlos. Las medidas persuasivas se me agotaron y he tomado la decisión desde hace ya tiempo adaptarme yo a su horario.

Un poco más allá, se encuentra mi perro pi, en estado de convalecencia después de haberse tragado un anzuelo. Otro chucho como la anterior. Por supuesto que ya hace unos cuantos años que cumplió los diez años. No soporta al ciego y cada vez que choca con él le arma una bronca enseñándole los dientes y ladrando lo más fuerte que puede pensando que su compañero zeus le está gastando una broma.

El que tiene tela marinera es zeus. Está ciego desde hace casi tres años. Un cocker con pedigrí que llegó a casa al cumplir el año, porque su anterior dueña, estaba tan desesperada que acudió a uno de mi familia diciendo: “O se marcha el perro de casa o me marcho yo”. Mi hija – adolescente en aquella época - se compadeció del perro y tajo a casa. Tiene catorce años y ya hemos pasado el calvario de si operar o no operar al dichoso perro de sus dichosas cataratas que parecen dos botones de comienzo de la portañica.

Por supuesto que no escribiré el grado de minusvalía que me han certificado, en base a que yo soy el que escribe y pongo mis condiciones.

De todos los que en estos momentos estamos, la única que a cada uno nos coloca en su sitio es la gata, pero, como dicho animal no se tiene en la casa para defensa personal y además es el animal dominante de la manada - y la que más ronca, - y no entiende de ladrones puede entrar cualquier desaprensivo - de los que le gusta lo ajeno, - que nada más entrar al salón se va a dar cuenta que el peligro precisamente de ser expulsado violentamente, no se encuentra en dicha parte de la casa.