jueves, 13 de marzo de 2014

Eugenia añora Benínar.

Eugenia hoy se siente con una emoción especial al recordar aquel día que se casó con un birgitano. En aquellos tiempos tenía “el corazón partió”, entre Canadá y España.
Por favor, habla del dia de mi boda, hoy es el  aniversario de aquel dia,  y habla de como me acuerdo con emocion de Maria Angustias y Encarna, su cunada, que han venido a nuestra casa en Teniente Joya por la manana en preparacion del viaje a la iglesia .  Ellas me han  ayudado a vestirme, me han dado atenciones especiales  y he sentido amistad de verdad.  Cuando no nos gusto las diferentes floras que yo habia comprado el dia antes , y  estabamos triste,  Maria Angustias ha ido corriendo a su huerto en la lluvia para coger azahar para mi.  Esa flor, en el Canada, esta  considerado una de la mas bonita para una boda pero demasiado  cara y  casi imposible  de encontrar.  Comprendes, Paco,   que aunque yo estaba  en Berja la gente de Beninar estaba a mi alcanzo todavia: Lola y Antonio, Juan y Angelica, Clemencia, Federico, Encarna, Maria Angustias y Manuel y la madre de ella. Todavia siento  gratitude en el corazon por las acciones de  Angustias y Encarna en aquel  dia. 
Eugenia Doucet termina de mandarme un correo desde Canadá para que yo lo cuelgue en todos los lugares de Benínar en la ret.
Le pregunto:
-         ¿Empapelo todas las calles de Beninar como se llenaban de carteles cuando había elecciones, cuando llegó la democracia en España?.
Me contesta:
-         Si. Por favor. Casi parecido.
A pesar de cumplir ya los noventa años sigue tan enamoradiza como una adolescente de Andalucía. Casi seguro que si escuchase un piropo de los que se decían en nuestro pueblo, se ruborizaría, se pondría colorada. Ella vive en Canadá, como me pasa a mí que vivo en Algeciras o Marina en Barcelona, o Maricarmen la de la Señorita Aracelis entre Málaga y Vitoria, por poner un ejemplo, Los que nos sentimos benineros-as cuando estamos cansados, como ella, se sienta en su butaca, cierra los ojos y comienza a escribirnos una carta a sus amistades en Berja y en Benínar: 

Cuantas veces te he compuesto  cartas en mi mente y esas cartas no  van mas lejos que mi cabeza.  Es que quiero decirle todo y hacerlo bien y lo veo  como cosa casi imposible.

Me llega a la cabeza las conversaciones mantenidas con Bitorilla y con María Fernández en las últimas fiestas, cuando yo les preguntaba de las cosas que se acordaban de Benínar. Daban un suspiro que se me ponían los pelos como escarpias y comenzaban a decir: ¡Ay! si yo te contase. La de cartas que Rosario la de Joaquín tiene en su cabeza que quiere decir tanto sobre su pueblo que si se pusiera a escribirlas le pasaría como a Eugenia.   

Primero he visto  ultimamente otro sitio en email sobre Beninar y alli he visto a MariCarme en la fiesta de San Roque cantando  algo que su marido ha compuesto para la fiesta.  Creo que Beninar esta mas vivo que nunca.  Increible.  Los antepasados  han hecho un trabajo maravilloso cuanto ellos estaban viviendo alli, y veo que los hijos estan trabajando igual  pero de otra manera y Beninar esta floreciendo de otro modo. 

¿Cómo no se va acordar de Maricarmen y de toda su familia si casi con sesenta años aquella adolescente la beninerilla le provocó a aquella canadiense para que aprendiese a tocar la guitarra?. Llegaba Eugenia con sus dos hijas Carolina y Magdalena (la que hacían el número diez y once de sus hijos) casi todas las tardes a la puerta de Juan el de María y Carmen y Maricarmen (la primera beninera en toda la historia del pueblo que en tocar la guitarra) salía ella más tiesa y orgullosa con su guitarra en la mano que parecía que estaba en la ventana esperando verlas aparecer para para estar toda la tarde noche cantando, las coplas de Mocedades, del Dúo Dinámico, de Marisol, de Joselito, los boleros que llegaban de Sudamérica, pero sobre todo las canciones de la  tuna. Eugenia no se marchaba de aquel lugar sin haber cantado un puñado de veces:
Clavelito, clavelito, clavelitos de mi corazón, … 
Me gustaria tener mas noticias para sentirme parte de  su familia como antes. 
Estoy muy bien aqui, una residencia para jubilados.  Lo unico de malo es que no encuentro gente como yo ,  tienen menos educacion, no han viajado, y los pocos que si, no  tienen bastante memoria para hablar de su pasado.  Tambien, tengo mas energia que los otros,, nunca  veo las  cosas negativamente, aunque a veces lo son, y eso me hace diferente.  Mis amigos estan fuera de aqui, tambien fuera de mi ciudad, entonces el ordenador es un cielo  para mi.  Desde laNavidad, cuando un nieto  ha hecho el Skype possible para mi. 
Mi corazon con medicacion no me  molesta ahora aparte de tener que tomar algo para tener la sangre siempre igual.  La cosa que me molesta son las dos rodillas.  Te acuerdas como me  dolia en el viaje que hemos hecho con Racheline cuando ella ha visitado ruinas y yo no he podido hacerlo..  Tengo un andador y voy donde quiero, restaurant, cinema, visitas con amigos.  Ultimamente escribo cosa que son bastante buenas.
Aparte de conocer la Provincia de Almería mejor que cualquier beninero-a, puesto que en su libro narra los pueblos que visitó antes de decidirse de vivir en Beninar, de la misma forma conocía toda Andalucía. Gracias a ella llegaron canadienses, franceses, ingleses, alemanes, etc., para que ella les enseñase interpretase el sentir del pueblo andaluz  y por ello sabe de nuestra tierra todo lo bueno porque ella jamás admitía ni admite lo negativo.  
En la biblioteca de mi ciudad tenemos una noche cada mes donde nos encontramos algunos  que quieren hablar el espanol.   Es fantastico. Son Canadienses que van a Espana para unos meses  al ano y que quieren conocer mas el idioma, son gente de paises de habla espanol, que quieren oir su idioma otra vez, y el ambiente es muy agradable.  Alli he encontrado dos mujeres que son ahora mis amigas.
Nadie ha vendido lo positivo, el potencial turístico que tiene Almería y Andalucía como ella siempre lo ha mostrado y con quien estuviese hablando. Estoy totalmente convencido que hasta el día que se muera seguirá convenciendo a todos los que le rodean (con el mismo coraje que los musulmanes insisten que antes de morir se tiene que visitar La Meca) que si salen de viaje, primero a Almería, Andalucía y después lo que sea.   
Tengo recuerdos de la amistad entre mi y sus familias que todavia me emocionan.  Con saludos a todos y abrazos tambien, Eugenia. 
Como se acuerda de todas las familias de Benínar, mejor no pongo sus nombres y que todos los benineros-as se sientan abrazadas-os por Eugenia Doucet. La canadiense-beninera.

martes, 11 de marzo de 2014

Murió Antonio con el mancajillo en la mano.

En Benínar la tía Leocadia diseñó una forma de vida que con la muerte de Antonio Fernández Enriquez queda rota definitivamente. Como si se tratase de alta política, en este caso el diseño no vale y es necesario confeccionar otro que se adapte a los nuevos tiempos. El que ella inventó  no quiere decir que no sirva para satisfacer las necesidades básicas que necesitan las personas cuando llegan a una cierta edad, es que ya las nuevas generaciones deciden cuando una persona es o no es útil.
Leocadia centra su vida en que todas sus hijas permaneciesen juntas y para que su diseño funcionara se marcha de Benínar para centrase en Adra y alrededores más en concreto en Las Cuatro Higueras, barriada entre Balerma y Adra.
Yo pienso que el diseño de los invernaderos la primera que pensó en ellos fue  Leocadia, puesto que, con las hectáreas que podían reunir sus dos hijas como no fuese en cultivos intensivos de invernadero aquel terreno no daba para mantener las dos familias y las que se irían incorporando al núcleo familiar.
De la misma forma que se inventó los invernaderos, ella pensó, mi corona, mi matriarcado lo legaré a mis dos hijas y ellas que hagan lo mismo con las suyas, de tal forma que mi diseño perdure por lo menos un siglo. Su diseño se centraba en ser útil y sentirse útil. Siempre. Hasta la muerte. Aquel lugar elegido será donde permanecerán todos juntos ayudándose mutuamente, repartiéndose las responsabilidades según las capacidades de cada uno hasta el agotamiento.
Leocadia no se si llegó a ver toda aquella finca con los invernaderos construidos, lo que sí que vio, estaba segura que pasaría, es que todos se irían convirtiendo en personas mayores y los viejos de aquella gran familia trabajarían hasta que sus fuerzas se agotasen,  que todos formando un solo frente viviesen sintiéndose útiles hasta que perdiesen el sentido de la responsabilidad.
En aquel espacio se debería levantar un monolito formado por un conjunto de brazos que sostienen a un crío recién nacido. He escrito bien lo del recién nacido puesto que poner en movimiento a un hijo cuesta más de veinte años y las personas mayores que allí han vivido, que yo recuerde seis, muy pocos años han necesitado de los brazos de los demás para estar funcionando, hasta que les llegó la muerte. Hasta que se agotaron por ley de vida.
El matriarcado de María, Dolores y de Marilola, que son las que en la actualidad poseen dicho peso sobre sus hombros en ningún  momento se han salido del guión trasmitido aprendido y aplicado  por la abuela Leocadia. No sé si ellas están dispuestas a modificar el guión de la abuela el de toda la vida, pero creo que las circunstancias, la vida moderna, presiento que no será lo mismo.
Terminan de mandarme un correo con el siguiente título:
Carta desde un geriátrico.
De pena;  y además cerca de donde vivo existe dos que a uno de ellos suelo visitar de vez en cuando. Allí llegan o los dejan cuando alguien ha decidido que ya no son útiles.
Nuestro querido Antonio ha llegado a los noventa y dos años, delgado como un silbido y sin ir periódicamente al ambulatorio a que el médico le actualizase la tarjeta 21. Él ha decidido el momento de sentarse frente a los que fueron sus compañeros durante toda su vida y ver cómo iban  encarando y seleccionando los pimientos, berenjenas, (…), completando cajas, seleccionando los más grandes, eliminando los manchados, los torcidos.  Nuestro querido Antonio él decidió valorar su utilidad a los noventa años, nada más y nada menos y su familia respetó su decisión de estar de mirón viendo como otros trabajan.      
Ha muerto un agricultor en el Poniente de Almería y ni va a salir en los periódicos ni en los medios de comunicación y que yo recuerde no he visto ningún monumento en los pueblos de la zona donde se reconozca la labor de tantos agricultores que se han dejado la piel en el trabajo diario y hasta ahora suelen morir con el mancajillo en la mano. La de lecciones magistrales que nos han dado siendo casi todos analfabetos, pero gracias a ellos Almería tiene un potencial agrícola que otras quisieran tener.