lunes, 1 de febrero de 2010

CARTA PARA PAU.

Querida criatura que terminas de nacer y tardará un tiempo en que puedas leer éste escrito, pero ya ves, las cartas surgen no cuando uno quiere, será cuando lo quiere la luna, (...) por ejemplo. En éste caso la carta surge por un escrito que tu abuelo ha colocado en el foro. He encontrado el motivos para acordarme de ti.

Tan cierto es que en estos momentos y hasta que empieces a andar estarás sobre el regazo de tus yayos todo el tiempo que sea necesario y que después te llevarán y recogerá del colegio (tanto monta, monta tanto la yaya como el yayo), tan cierto es, como las historias que te contará tu abuelo Juan sobre un pueblo mágico, que estaba en la Alpujarra, en la ladera sur de Sierra Nevada.

Conforme vayas creciendo te darás cuenta que siempre el yayo empezaba, metía en la mediación o terminaba todos los cuentos con una palabra que se repetía una y otra vez:
- “Erase una vez que en Benínar, …
- “Colorín colorado (…) lo sucedido en Benínar (…) se ha acabado”.

De tanto repetirla y de centrar en dicha palabra todos los cuentos, creo que te llegará la duda y le preguntarás a la yaya María si lo que cuenta el yayo es del todo cierto. Tu abuela te cogerá, te dará un abrazo, un beso y dirá:

- “Todo lo que cuenta el yayo sobre Benínar es cierto”.

Buena es María para romper cuentos sobre el río, las ranas, la Fuentecilla la Virgen, las cabras y las ovejas debajo del puente, los cencerros cuando los pastores se marchaban a la sierra, las carracas (…) o las luciérnagas; o las historias que aparecen en las canciones que canta la tía María Teresa, que no ocurriesen, que no fuesen ciertas. La yaya de tanto escuchar la palabra Benínar le pasa como al yayo:

- “Que parte de su corazón le pertenece a los catalanes o a los benineros”.

Ya la mirada de la yaya no es la misma cuando escucha contar historias de Benínar. Antes, al principio creía un tanto por ciento escasísimo de lo que se contaba sobre el pueblo alpujarreño, pero con el paso de los años si su marido dice que en su pueblo es donde la vejez se pierde en las montañas y no es capaz de bajar al valle para encontrar los cuerpos de los yayos. Si lo dice Juan ella lo cree.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hijo,que facilidad de palabra teneis todos los nietos de Ramón.Me admiro con las poesías de otros pero tu con tu prosa también haces poesía.Por descontado que me he emocionado y se me ha escapado una lagrimilla(cosas de abuelo,que no yayo)con las cosas tan bonitas que escribes a Pau(de Pablo,no de Paz)y que por supuesto que sacaré una copia y la juntaré con las felicitaciones tan sentidas que me mandásteis cuando nació.
Todo el mundo sabe como te cambian los nietos;llegan también cuando tienes una edad muy apropiada para ser receptible a cantidad de emociones que cuando eres joven pasan por nuestro lado si darnos apenas cuenta.En estos momentos para mi la emoción que siempre he sentido al recordar a Benínar,se ha multiplicado por mil.Lo que no hice con mi hija,ya lo estoy haciendo con Alba,que a sus cuatro
años y ante la pregunta de María
¿donde está el abu? ella responde
en Beninar,refiriendose a que estoy aquí arriba con el ordenador.
Ya le enseño la procesión de San
Roque,las fotos de las excursiones que ponen...Incluso en mi afán de que estos niños estén cerca de este Beninar que estamos volviendo a crear entre todos,le propuse a Charo si sería posible crear unos carnets infantíles de socios de Plaza de Benínar(emulando a los que aquí en Cataluña se hacen con el Barcelona,Así que en cuanto pueda los hago socios de Plaza
Beninar.
Volviendo al tema por el que te has decidido escribir a Pau,mi intención en las letras de ayer era
dejar muy claro (no se si quedó,
pues me puse a escribir,con los niños alrededor)que yo donde viviría agusto sería en Benínar o
término pues como dije hay de todo a un tiro de piedra.
Muchas gracias por la carta tan bonita que le has hecho a Pau.
Un abrazo.
Juan Gutiérrez.

paco maldonado dijo...

Partimos de la base que fuimos bastante amigos en Benínar y después en las conversaciones que hemos tenido, compartimos mucho más cariño, que “cosas” negativas.
Hemos cometido un fallo: Hemos estado mucho tiempo desconectados.
Un abrazo.