sábado, 6 de noviembre de 2010

TIEMPOS DE CALOSTROS

Ayer desfruté como hacía tiempo participando, de un rito en el que se extasiaron casi todos mis sentidos. Estaba en el campo, vi una cabra recién parida y el pastor me permitió ordeñar unas ubres repletas. Me volví a encontrar con los calostros (primera leche que sale de la ubre de la recién parida). Me llegó a la mente las manadas de cabras que había en Benínar. Me acordé de Antoñica la Matías que era la pastora que solía aparecer por mi casa, portando medio cubo de calostros como trueque de los artículos imprescindibles para su casa. Me he vuelto a encontrar con dicho alimento justo cuando en el pueblo solían parir las cabras, en éste mes de noviembre, para que los chotillos tuviesen el peso justo para su venta en Navidad. La historia que pudo enganchar el que escribe a un alimento y lo escasos de historias que tiene esta gente (los hijos del frigorífico) de lo que comen todos los días. Cuando le he dado a probar a mis hijos los calostros, su cara manifestaba ni fú ni fá. !Los calostros que mamaron!.

Esta gente moderna por no poner unos boniatos en el horno y después pelarlos, (escribiendo la palabra pelar), jamás sabrían el sabor de una granada si es que alguien no pone un recipiente lleno de granos de dicho fruto, es más, antes son capaces de ir al supermercado y comprar un tetrabrik, mini de zumo de naranja que ir al huerto cada día, coger las mandarinas necesarias para prepararse un zumo.

No encuentro la forma de enganchar a mis hijos para que aprendan lo que la naturaleza está diciendo, ofreciendo, brindado la posibilidad, …, en cada temporada. Ya casi he perdido la esperanza que aprendan las fechas de siembra de las almácigas o que semilla se siembra de ésta forma. Cuando hablamos de este tema, ellos me razonan, que en el almacén donde van a comprar el pienso de los perros, tienen estanterías donde están colocadas las plantas que se deben de sembrar en cada temporada.

Les encantan los hongos que puestos a la plancha, con un poco de aceite, sal y unas gotitas de vinagre; saben a gloria, pero para ellos la chantarela, o los boletus, nacen en la cocina, lavados y cortados.

Me gustaría que me acompañasen alguna tarde para ir a coger majoletos, (para hacer un licor de majoleto) o ir al bosque donde aún se conservan, que en este mes de noviembre, están en su plenitud.

Tengo unos hijos que “pierdo el sentio” (expresión que da a entender el máximo de lo máximo, al menos en Cádiz) de lo bueno que me han salido, pero, pero, pero, …, quisiera trasmitirle la conexión con la Pachamama (Madre Tierra para los indios de los andes), pero no he encontrado aún la pedagogía apropiada.

Es de suponer que todo lo que termino de escribir, lo firmaría mi padre sobre sus hijos y mis abuelos de los suyos. Pongamos el calificativo: Generaciones que evolucionan y ven las cosas de distinta forma.

Están los jueces que la mayoría de sus hijos les salen con la misma profesión, los farmacéuticos, los banqueros, etc., los colectivos de siempre; pero en el tema de la cultura de la agricultura: ¿Alguien conoce a alguien que siga en ella argumentando que es la profesión que le gusta?.

10 comentarios:

Juan Gutiérrez dijo...

provando....

Juan Gutiérrez dijo...

Con el párrafo que te había escrito y no había manera de registrarme (no se casi nada de estos temas)

JuanGutierrez96 dijo...

provando...

Juan Gutiérrez dijo...

He comprovado con mi hija y con todos los sobrinos que tengo que al hacerse padres cambian radicalmente, incluso en el comportamiento y las relaciones con los padres y familia mas omenos próxima...
Saludos.

Charo dijo...

Yo creo que a tu primo Paco Ramón es un caso en el que la agricultura le gusta de verdad y la hace lo mejor posible. Conociéndolo como lo conocemos que tiene muchas iniciativas, si no le gustara, estaría haciendo otra cosa.

Anónimo dijo...

He disfrutado leyendo tu artículo, eres un gran escritor.

Anónimo dijo...

He disfrutado leyendo tu artículo, eres un gran escritor.

paco maldonado dijo...

Me alegra Juan, que del escrito viste la copa más alta de la alameda (es un símil con mi escrito), del álamo más alto que es la relación de una generación con las otras dentro de la misma familia.
A Charo le doy toda la razón del mundo que mi primo tiene el oficio que le gusta.
Para el anónimo agradecerle los halagos. Que suenen en estos momentos me satisface, con lo que está cayendo entre los benineros.

José Antonio Díaz Roda dijo...

He disfrutado mucho con tú artículo, ya que como siempre que estuvimos en Beninar teniamos cabras y buenas relaciones con los "marines" he disfrutado de los calostros (después de que los chotos mamaran) bastante.
Creo que el tema de los hijos y su aprecio por el campo y los frutos sin sucedáneos que en él se produce es una batalla perdida, tengo unas hijas fanaticas de la comida china y otras lindezas.
saludos.

Juan Gutiérrez dijo...

El artículo es interesantísimo; te había contestado con un buen párrafo, pero no me dejaba ponerlo (perdón por las entradas falsas) y cuando al final me dejó...entonces era Pau el que me lo impedía.

Un saludo.