jueves, 3 de noviembre de 2016

Amigo si tu lo ves dile que de él no me olvido y que siempre lo querre.


En Benínar los tres primeros días del mes de noviembre tenía tres nombres. El uno día de todos los santos. El dos día de los difuntos. El tres día de los finados. El primer día estaba totalmente claro que era el de todos aquellos que estaban en los altares los dos siguientes al cura le era difícil explicar la diferencia o los que asistíamos a misa no llegábamos a diferenciar a enterarnos entre muertos y finados. Las comadres del pueblo daban una razón convincente que la diferencia entre muertos y finados, y estos eran los que no solían ir a misa, maldecían, tenían un comportamiento extraño,  el resto de la población serían los muertos. Lo que no aclaraban las comadres del pueblo eran los que iban directamente al Cielo y los que tenían que pasar por lo menos entre llamas en el Purgatorio para poder entrar definitivamente en el Cielo. A la entrada del pueblo había una pequeña ermita que siempre se pretendía que estuviese encendida una mariposa (un vaso que contenía la mitad de agua, mitad aceite y flotando la mariposa con una pequeña llama). La tía Frasquita era la encargada de mantener con las donaciones que las llamas no se apagasen.
En Benínar hemos conocido tres cementerios. El que estaba cerca de la iglesia que lo convirtieron en un parral. El segundo se supone construido a principio de siglo veinte que con la construcción de la presa decidieron poner en su lugar una loza de hormigón que en la actualidad está totalmente desquebrajada y el último es el cementerio donde todos los años los benineros que quedan suelen ir para asistir en dicho lugar a una misa. ¿Quién se encuentra en este definitivo cementerio?. Cuando lo decidió los que en aquellos momentos estaban construyendo la presa dijo: Que se corra la voz que todos aquellos que quieran el traslado de sus difuntos y se encuentren en nichos en un día determinado se realizará el traslado al nuevo cementerio. ¿Quién acudió a dicho traslado?. Los que vivían en Berja y en el Poniente de Almería, aquellos familiares los que estaban repartidos por el resto de la península sobre todo los de Cataluña pocos acudieron y además eran los cadáveres que estaban enterrados en el suelo, que en este sentido no se realizó trabajo alguno. La mayoría de los nuevos nichos construidos quedaron pendientes de ser ocupados. Como siempre que nos encontramos los beniner@s son pocos los que se sientan sin mirar para nada el reloj y comienzan a recordar a todos aquellos que en cierta medida dejaron huella en todos nosotros, bien por conocerlos o por los comentarios de nuestros mayores que escuchamos desde que teníamos uso de razón.
En este escrito pretendo recordar todos aquellos paisanos o paisanas que están en mis recuerdos, empezando por los últimos que se fueron recientemente.
El último a Jesús el funcionario que manifestaba que se jubilaría cuando cumpliese los sesenta años y a meses de cumplirlos  con tan solo cincuenta y nueve años se marchó para siempre. En el mes anterior murió Pepe el de Angustias recién cumplidos los setenta que su familia decide que se entierre en el pueblo donde vive su familia por supuesto fuera de Andalucía. Ambos han muerto de golpe que cuando han aparecido la noticia en los medios de comunicación que tenemos los paisanos hemos sentido un terremoto en nuestros sentimientos. Lo cierto es que ninguno de estos dos estan sus restos en el cementerio que nos queda y son muchísimos los beniner@s que no están en el cementerio que nos construyeron para justificar aquel atropello de la presa. No tengo delante las lápidas de los que están en la actualidad enterrados pero será un tercio o menos de todos los benineros que han ido muriendo y que no están allí. Entre los que se entierran en Cataluña y los que se entierran en otros lugares de España y sobre todo los que dejaron en el viejo cementerio que cuenten las lápidas actuales y que se cuenten los que están en nuestro recuerdo. Nos ponemos a recordar los que se quedaron en el antiguo cementerio bajo una loza desquebrajada de hormigón, que nos cruzamos con ellos por las calles, que nos sentamos en cualquier brazal y charlamos sin tener para nada presente el tiempo como trascurría y los que nos contaron nuestras abuelas pueden dar una suma de setecientos habitantes mientras que no creo que llegue a doscientos los nichos que existen en dicho cementerio.
La mayoría de nuestros muertos se parecen a aquellos que fueron enterrados en fosas comunes durante la Guerra Civil sin ser identificados y que cuando se produjo dicho acontecimiento ya teníamos una Junta de Andalucía presumiendo de democracia y de muchas cosas más. Que poco nos parecemos a otros pueblos de Europa que cuando aparece cualquier cementerio aparecen en gran mayoría las lápidas de los que allí se encuentran y sobre todo ese espacio es un espacio digno y con lápidas con nombres y apellidos. Al que escribe le faltan tres lápidas. Las tres lápidas de sus abuelos.

1 comentario:

Paco Ramón Maldonado Ruiz dijo...

No creo que nadie rece una oración cada vez que ponen los motores para regar sus invernaderos los vecinos de Berja o Adra. Creo que tampoco se han planteado que el agua que llega a sus inverderos les trae el jugo de los muertos del cementerio de Benínar, el que mas benineros tiene sin nombre ni apellidos que fueron enterrados en la tierra y olvidados por todos, ..., los que riegan sus invernaderos tambien.