sábado, 28 de noviembre de 2009

DEL TROVO AL HIP HOP (II)

CANCIONES DE PARTIDA.
Las benineras siempre fueron muy cantaoras. La música la utilizaron en primer lugar para las insinuaciones, mientras mostraban su feminidad cantoneándose y de camino para divertirse.
Pasan por tres etapas en tres décadas. Abandonan la música tradicional el trovo en primer lugar; cabe la posibilidad de no estar a su alcance el trovo o ellas quieren hacer otra música diferente. Se inventan otro tipo de música y letra (el que escribe no tiene una base musical para encajar aquellas canciones dentro de un determinado estilo musical) tomando como base lo que aportan los emigrantes que regresan al pueblo y otras canciones de autor@s benine@s.

Cuando llega la radio se dejan invadir, inundar, cautivar por aquella música y Benínar se incorpora a lo universal, (considerando que el universo era solo la canción española) la moda musical del momento donde se expresan los sentimientos básicos que tenían en aquellos momentos a partir de los sesenta.
Sin duda alguna aquellas nuevas canciones son mucho más fáciles que la recolección propia y el trovo.

Desde que se cantaba en Benínar a principios del 1900, lo de: “Venir, venir traidores”, (…) hasta que Paco Ibáñez impone (cuando ya estaba agonizando el pueblo) que todos los andaluces tarareen: "Andaluces de Jaén, (…)", las benineras siempre fueron muy cantaoras lo demostraban en los corros (remolinos) que por navidades se montan en la plaza.

Donde las cantaoras eran únicas era en los cantos de la iglesia, en las procesiones y en los rosarios cantados. Me llegan a la mente los gorgoritos de mis paisanas en determinados momentos de las canciones para destacar determinados matices.

Cuando se juntaban más de tres mujeres empezaban a canturrear algunas coplillas que rebuscaban que tuviese alguna que otra picardía o eran las palabras precisas que sentía necesidad la mujer decir al hombre. Los hombres jamás se incorporaron al tarareo ni siquiera con la boquita cerrada. Quien más quien menos se estrujaban los sesos sobre si las letrillas de dichas canciones era el dardo envenenado dirigido directamente al vareador, al que estaba arrimando las cajas de uva en la faena o ya en el mes de diciembre cuando en la plaza se reunían todas las mozas formando remolinos. Este tipo de iniciativa en muy pocas ocasiones nacía de los hombres se eliminamos la ocasión cuando se subían en una tabla de trillar.

El legado musical si queremos que quede escrito, sin duda alguna es necesario recurrir a las mujeres. Es más en las pasadas fiestas de san Roque, en agosto del 2009, se cantó el himno al patrón, (imaginen el campo de futbol lleno animando, cantando al equipo), y que solo cantan el himno un buen puñado de benineras y tan solo un hombre se incorporó al coro.

Considerando como estribillo: “Venir, venir traidores / regular, regular regulerum / venir venir traidores, regular regular regulón / chin pón. Sin entender en estos momentos la razón que cada vez que se cantaba todas cogidas de la mano comenzaban a correr en círculo, se paraban en seco y comenzaban cantar:
“Estirar, estirar, que el demonio va a pasar”.

Como si en el pueblo solo existiese un solo cd, ahí va:
- “El patio de mi casa, (…)”.
- “Tengo una muñeca vestida de azul, (…)”.
- “La tata miriguela, (…)”.
- “Venga la venga la botella, (…)”.
- “Beninar patria querida, (…)”.
- “Donde están las llaves, (…)”.
- “Madre yo quiero un novio aceitunero, (…)”.
- “El veinticinco de abril, no sabéis que sucedió, (…)”.
- “Ya Carmen fue la comadre y su marido el padrino, (…)”.
- “Pregunta a las Manricas en el paseo que les pasó, (…)”.
Terminado el repertorio se volvía a cantar otra vez lo de: “Venir, venir traidores, (…), para volver a empezar con las canciones anteriores.

La mayoría de las veces al ponerse el sol y estar escasamente iluminada la plaza por cuatro lámparas incandescentes de 40 vatios, las madres acudían una tras otra a lo alto de las escalerillas, (poniendo postura de brazos cruzados o las manos en las caderas) no hacía falta llamar a cada hija puesto que las mozas (“acachando la cabeza”) sabían que tenían que dejar el remolino y seguir a su madre hasta la casa.

La mayoría de los mozos apoyados en las barandillas que rodeaba la estauta de don Eugenio asumían sin pestañear el calificativo de la canción:
¡Traidores!.

1 comentario:

acuario dijo...

Paco Ramon, meas, emociondo,, y mucho, contado, esas caciones, porque tengo, muchos, recuerdos, y muibuenos gracias,