domingo, 13 de noviembre de 2011

PRIMERA PANADERÍA DE BENÍNAR

En aquellos mediados de los cincuenta aún funcionaba la tienda de Clemencia. Aquel negocio nace como consecuencia de ser ésta familia la encargada de distribuir lo que le correspondía a cada persona según su cartilla de racionamiento, la de los cupones. Destaco que los americanos crean el El Plan Marshall para la reconstrucción de los países europeos después de la Segunda Guerra Mundial, y que años después que España por fin ingresa en la ONU a los alpujarreños, nos sabe a "gloria bendita" lo que nos toco a nosotros, unas cuantas raciones de leche en polvo. Buscando entre mis sabores de antaño no encuentro ni el sabor al Pelargón ni por supuesto a la dichosa leche.

Elvis graba su primer título, “That’s all right”. Se estrena la película "Marcelino Pan y vino" que a últimos de ésta década veríamos los beniner@s en el cine improvisado con dos sábanas colgadas del techo en la posada de Isabel.

Creo que fue también Clemencia la pionera que monta una panadería para vender el pan a pesar que en aquellos tiempos cada casa elaboraba lo que necesitaba. Aquella panadería demuestra ser rentable puesto que su hija María Fernández monta la primera panadería con maquinaria industrial y contratando un panadero de origen de Dalías. Con la hija de Clemencia, llega a Benínar el pan blanco y se van cerrando progresivamente todos los hornos, desaparecen las artesas al no encontrarse su utilidad que existían en la mayoría de las casas del pueblo.

A últimos del mes pasado, 31/10/2011, hablando con una familia de Hirmes me decía la mujer: “Siempre en mi juventud estuve relacionada con Benínar, visitaba con frecuencia a mis amistades y no iba precisamente por los cupones de la cartilla de racionamiento, puesto que en mi familia no recuerdo que se pasase hambre ni recuerdo el sabor de la leche en polvo, puesto qué, en mi casa teníamos una manailla de cabras”.


En aquellos tiempos se había demostrado socialmente que dependía con quien te casases, pasabas o no pasabas hambre. Si la persona elegida (o elegida por los padres para el casamiento) tenía finquitas, se sembraba y se recogían cosechas. Si solo tenían los brazos para trabajar ambos, estaba demostrado que se marcharían del pueblo siendo otro más de los emigrantes que salieron de Benínar (para Cataluña principalmente) o si se quedaban, su vida su futuro, estaría pendiente de los jornales. La década de los cuarenta y cincuenta fueron dos décadas en el que el pragmatismo estaba grabado en todas las cabezas de los beninar@s.

Es necesario mencionar que en estas dos décadas es cuando se inicia la construcción de las murallas para encauzar el río desde donde desembocaba La Ramblilla hasta Los Arenales. Hasta entonces tan solo existían dos murallas muy pequeñas, una en el río, en la Mecila y otra un poco más grande en la finca de Frasquita en la rambla, en Los Ramblizos. Sería como consecuencia de aparecer dinero para invertir y que además la mano era abundante y barata, hasta que llega la construcción de la casa del médico donde Frasquito Baños (que era el alcalde), es el que fija los jornales, de veinte y cinco pesetas para los albañiles y de veinte para los peones al mes. Que yo recuerde en Benínar tan solo han existido dos personas con título de albañil (entiéndase que en los años cincuenta los títulos eran concedidos por el colectivo por su bien hacer o por la maña) y uno de ellos, Pepe el Rizo aprendido el oficio en Uruguay. Esto ya finalizando la década de los cincuenta que se marcha el cura y imitando a su maestro, para la Alsina en el Collado, se baja y sacude sus alpargatas diciendo que de Benínar no quería llevarse ni el polvo.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

De acuerdo en todo contigo.Pero de todas formas los Benineros no sabemos colaborar solo pedir cuentas , sin saber de que va.

paco maldonado dijo...

Sr. Anónimo, no sé en qué generación te encuadras. Si estas dentro en la que yo me encuentro, somos una generación especial influenciados por lo vivido. En nosotros dos vivencias: Fuimos y padecimos ser catetos y en segundo lugar, fuimos expulsados de nuestro pueblo.
Tienes toda la razón: “No aprendimos a colaborar solo a pedir cuentas”.
Nos dieron tantos moquetacos que se nos puede calificar, por principio, de entrada, como la “generación desconfiada”.
Las nuevas generaciones son diferentes. Espero que reaccionen de otra forma. El cómo y el cuándo va a depender de ellos.