domingo, 3 de octubre de 2010

LA CURA DEL REUMA.

Ha llegado el otoño; comienza a caer los primeros chaparrones y en Benínar los mayores comenzaban a tomar medidas (como hoy se vacunan contra la gripe, por si llega, que sea benévola), para que el reuma no los paralizase sentados en la chimenea día tras día. Las faenas del esparto y los manojos de hierva para los conejos savias medidas preventivas.

No recuerdo el escrito de referencia donde comentaba con Eugenia la canadiense que los médicos de atención primaria del pueblo donde estaba viviendo, Berja, deberían, en vez de mandar tantos medicamentos (mi hija está realizando una tesis doctoral sobre el uso de los medicamentos relacionados con la tarjeta 21 con resultados desalentadores), que el ayuntamiento preparase pequeños huertos para que los viejos, sembrase durante todo el año la vitualla (lo está llevando a la práctica el Ayuntamiento de Los Barrios, Cádiz), y que cada vez que el enfermo crónico visite el médico de cabecera, para poder retirar los medicamentos entregase unos determinados metros de soguilla, pleita o tomiza.

Éste tipo de comentario que a más de uno les debe sonar a cachondeo y que los más jóvenes, no entienden muchas palabras ni cuál es la finalidad del relato, lo descrito anteriormente era la única y más sabia solución para paliar en lo posible el reuma, (lo que en la actualidad se le llama alternativa o medicina natural simple) cuando se tiene edad de padecerla.

Al salir de mi casa, en Las Cuatro Esquinas, en Benínar, en el centro había enterrada por la mitad una piedra redonda donde por estas fechas siempre había un beninero (ellas estaban en otros menesteres) majando un manojo de esparto que había permanecido parte del verano sumergido en agua. Uno de los hermanos Gutiérrez me lo recordaba en el último encuentro de beniner@s en Cataluña. Tal acontecimiento no debía ser considerado de escasa importancia cuando han trascurrido casi cincuenta años y aún aparece de los primeros a recordar cuando se trata de recuerdos a destacar.

Por estas fechas estaba establecido que mientras se escuchaba el sonido de las chorreras, era el momento de remendar las albardas, las aguaderas, los serones, (…), de renovar todas las cuerdas que formaban parte de las labores del campo.

Dentro del entorno de la Alpujarra, los serones, aguaderas, albardas siempre se compraban por estas fechas en la Feria de Ugijar. Dichos objetos no es que no se supiesen fabricar en Benínar, (se fabricaban a base de varetas de adelfa y pleita) lo que ocurría es que los benineros ocupaban un nivel de distinta calificación como trabajador, puesto que los que se dedicaban a su fabricación, eran aquellos que no podían acceder a ser agricultores. La clase social última, la más baja serían los gitanos errantes dedicados a esquilar animales y la construcción de vasijas de cañaveras; la clase social que le seguía eran los asentados en un pueblo, (los tullidos, enfermos crónicos, etc.) dedicados a las labores de esparto y en el siguiente escalón social los agricultores.

Para mis paisanos los beniner@s, para todos los alpujarreños que se animen a volver a recuperar las labores del esparto, pero sobre todo, que llega la Feria de Ugíjar, que tenemos que rezarle una salve a la Virgen del Martirio y estando en la capital de la Alpujarra disfrutar de tantos olores, sabores, colores y recuerdos.

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