sábado, 16 de octubre de 2010

LAS MOSCAS DE GARCÍA MÁRQUEZ LLEGARON A BENÍNAR

Decía Lola la del Ebanista:
- “No hay quince años feos ni llenos de hermosura”.
Le contestaba el marido:
- “¡Toma!, los dieciséis, diecisiete, (…), las mujeres siempre tienen unas cuantas hermosuras, encantos ocultos”.

Por esa edad deberían estar las dos hijas de Clemencia la de la Tienda, cuando comenzaron a preparar el ajuar, puesto que en todo destacaban en Benínar y todos sus paisanos estaban de acuerdo que serían de las que se casarían con “lo mejorcito del pueblo o alrededores”. Dichas mujeres han demostrado a lo largo de su vida ser el prototipo de mujeres emprendedoras, grandes empresarias y en la misma medida han cuidado el núcleo familiar. ¡Pero!, pero, pero, no sabían bordar. No habían salido del pueblo y por ello el tema de los primores no encajaba con ellas y recurren a Doloricas, que había estado estudiando en la capital para que cuidando de su hijo pequeño, la madre a cambio les bordase los tapetes, las sábanas, las corchas, etc., lo mínimo que tenían que aportar al matrimonio una moza cuando se casaba.

Cuando Juan hacía referencia a “los encantos de las mujeres”, seguro que estaba pensando en todos aquellos altaricos que las mujeres de Benínar, de una misma calle, preparaban para el día del Corpus. Hoy aquellos encantos se llaman, creatividad, diseño, ornamentación y exposición de trabajos de bordado, casi desaparecidos o que nos llegan de China.

Aquellas manifestaciones tradicionales y espontáneas de realizar un diseño, un monumento donde se posaría la custodia con la Sagrada Forma, a base de las macetas que eran cuidadas con esmero durante todo el año, pero sobre todo de colgar de las fachadas de las casas, sábanas, colchas, pañitos de croché, trabajos de bolillo, con ramilletes de flores formados con hilos de colores, de las marcas las Cadenas o la Hilandera (sin tener como ahora se tiene en el 2010 revistas para plagiar, …), todo aquel conjunto hoy se asemeja, cuando la diputación o cualquier caja de ahorros, reúne en una determinada sala la creatividad de distintos artistas, con la diferencia de antes, ahora, que todo aquello se hacía por amor al arte y sin que ningún organismo público o privado realizase las subvenciones oportunas. Aquellos monumentos (que así se les llamaba en el pueblo), nacían cuando las gentes de un pueblo tenían cubiertas todas sus necesidades y ven el futuro lleno de optimismo, es cuando surge la creación. La creatividad, los altares para celebrar el día del Corpus desaparece en Benínar en el mismo momento que llegan aquellos funcionarios diciendo que se va a construir un pantano y por ello, de sus tierras y de sus casas se tienen que marchar. Seguro que García Márquez se inventaría que aquellos invasores portaban un tipo de mosca que su picadura contagiaba de pesimismo y les quita el sueño a todos los habitantes de aquel pueblo alpujarreño.

No hay comentarios: