martes, 12 de octubre de 2010

LAS "AFOTOS" DEL CORPUS.

Recuerdo que mi padre me decía que tanto en la guerra como después en los tres años de mili, a los soldados le daban un paquete de tabaco. Desde el principio tenía claro que él no fumaría y que vendiendo el tabaco, ahorraría para comprarse un reloj de pulsera, puesto que sería el primer joven de Benínar que tenía reloj en la muñeca.

Puede que pasasen aún los setenta y en el pueblo aún se consideraba un despilfarro tener una cámara de fotos y por ello las que tenemos de aquellos tiempos fuese de la cámara que alguien ajeno al pueblo inmortalizaba una forma de vida.

Aún no se le permitía a los que hacían la primera comunión (pues no salen en las fotos comentadas) que fuesen las niñas vestidas de blanco y los niños de merineritos. El que escribe, su madre se empeñó que fuese a su primera comunión vestido como después sería normal vestir a los niñ@s para tal acontecimiento, el cura se negó alegando que todos tenían que ir vestidos sin ninguna distinción; beninera y cura no llegaron a un acuerdo y dicho beninerillo, la primera comunión lo haría un año después y por supuesto no de marinerillo, puesto qué, el del año pasado le estaba pequeño y la madre dio su brazo a torcer, pero con una condición: Los dos curas después de la misa irían a mi casa a comer buñuelos, madalenas, borrachillos y soplillos. Puede que fuese la primera comunión que se celebraba en Benínar.

El color de los vestidos de las mujeres una vez casada, tenían que ser negros o de un gris muy cercano al negro. Solo se permitía a las niñas el color blanco, el color que estaba estrechamente ligado a la pureza. Fue Eugenía la canadiense (a comienzos de los setenta) la que les mostró a los beniner@s que existían en la ropa los colores del arcoíris, vistiéndose ella (ya entrada en los cincuenta) de ropa de colorines, a su marido y a sus hijos.

Imaginar que hoy no se puede ir a una boda por ejemplo si no se lleva un vestido para la ocasión, unos zapatos, (…), todos los demás complementos y en la foto se ve a mi abuela que todas las faldas que tenía siempre las llevaba puestas, cambiando la de exterior dependiendo del acontecimiento al que asistía. Los hombres se compraban un traje para casarse alegando que después sería utilizado como mortaja.

La toca y el mantón, que utilizaron la generación de mi abuela, las siguientes, sus hijas, descartaron dichas prendas para siempre. En primer lugar la radio y después la televisión, cambiaron a cada una de las generaciones que fueron apareciendo.

Qué lejos estaba Benínar de la película, “con faldas y a lo loco “, qué, por aquellos tiempos se proyectaba en las pantallas de EEUU y en Europa.

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