jueves, 17 de junio de 2010

MONTUNOS

Recuerdo que en Benínar se les calificaba a los niños que procedentes de un cortijo alejado del pueblo, donde había nacido y permanecido sin relaciones sociales con niños de su edad, cuando llegaban al pueblo, además de esconderse siempre detrás de las faldas de su madre, reaccionaban como animal que estaba libre, se le caza y se le obligaba ser social.

Pariente Juan Manuel, en aquel tiempo, la misa se convertía en el eje principal, el acto solemne para que el domingo o días de fiesta fuesen, realmente cada uno de ellos días únicos e importantísimos como de forma comparativa son los descansillos de las escaleras para que descansen las personas mayores cuando las suben.

Antes solo teníamos el sermón que nos daba el cura cuando íbamos a misa, hoy tenemos sermones directos y subliminares, dados por los políticos y vendedores desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Está claro que sermonero ha triunfado.

En aquel tiempo en Almería las campanas marcaban el tiempo para casi todas las personas cada uno de los actos del día, puesto que, relojes, poquitos en las muñecas. Si volviese (el que escribe) a vivir otra vez en la calle Real de Almería seguro que identificaría las campanadas de Las Claras, San Pedro, La Catedral, Los Jesuitas y las de la Virgen del Mar. Los sonidos que identifican dentro de una multitud el recién nacido con su madre.

¿Almería ha progresado?. Bueno (...). Pero también se ha llevado por delante, no solo el pueblo de Benínar por la construcción del pantano, con el argumento de tener agua potable.

Levantarse temprano, asearse, ponerse de guapo y pasar la mayor parte de tiempo en la calle, donde en este caso, en el Paseo de Almería se encontraban a todos los conocidos, y se charlaba, y se estaba más pendiente unos de otros y cada día de fiesta era una puesta al día del estado de todos los conocidos. Hoy escuchamos muy poco, seleccionamos tela marinera los encuentros y el que necesita ser escuchado se las ve y se las desea encontrar a alguien. Se ha creado un vacío social en éste sentido que veremos cómo y cuando se recupera.

Hoy vivimos en el estado opuesto, impuesto por otras civilizaciones en la que vivimos en un bloque: “Cada uno en su casa y Dios en la de todos”. Es un dicho que se decía en Benínar. Tengo duda sobre la referencia que dios escucha al que lo necesita o el que tiene dicha necesidad acuda al Dios de sus padres.

Nadie pensaba por aquellos tiempos, que llegaría el teléfono para hacer tantos estragos, crear tantas distancias en las relaciones de conocidos, amigos y familiares. Hoy los encuentros los hemos sustituido por una llamada de teléfono.
Darse una vuelta por el Paseo de Almería, hoy se resuelve, sentado en el sofá y cogiendo el teléfono, y ejerciendo cumplimientos (...). Al final del día de fiesta solemos reflexionar:
¡Ea!. ¡Otro día más!. Nos levantamos, nos pusimos las zapatillas y con el mando de la TV en la mano nos preguntamos:
¿A esta hora, con el sol ido, me voy a duchar, vestir para ir a misa?.
Si viviésemos en Benínar al menos aunque fuese un mes al año, no seríamos tan montunos. Tan insociables.
Para los beniner@s sería un reciclado de sociabilidad, una puesta a punto, (¿terapia de grupo se suele decir ahora?) que a tantos nos hace falta.

En las negociaciones entre patronal y sindicatos debería aparecer el apartado donde: “los que se jubilan se les debe facilitar la vuelta a su pueblo de origen para que no se vuelvan montunos”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que razón tienes!!

Juan Gutiérrez.