martes, 8 de junio de 2010

BENINAR Y CON BREVAS.

No entiendo la razón de los legañosos de investigar años y años para sacar tomates que sepan a chocolate y se han olvidado de la fruta por excelencia que teníamos en Benínar que eran las brevas, fruto de la higuera, árbol único el que solo da dos cosechas, una en primavera y otra en verano.

La fruta más delicada de todas pero también la más deliciosa.

Si había un pastel característico de nuestra zona, es, el soplillo fabricado a base de clara montada de huevo, y almendras que cuando llega a la boca, se tiene la sensación que estás degustando nubes blancas de verano con el punto justo de azúcar de caña. En frutas la misma sensación crea en las pupilas gustativas cuando se está saboreando una breva.

El paisaje de Benínar y su economía no se entendía sin las pesetillas que se sacaba a una fruta que duraba apenas un mes la más delicada de todas, pero que los beninar@s eran capaces de llenar capachos y capachos salir de madrugada y por caminos de herradura, llegar hasta los pueblos cercanos y venderlas.

Me llaga a mis oídos voceando a mi abuelo Ramón por las calles de Murtas:
- ¡A las brevas!. ¡Las más grandes!. ¡Las más ralladas!. ¡Las más dulces!.

El capacho había que forrarlo de mastranzos, mata aromática que nacía de forma espontánea en los brazales por donde circulaba con frecuencia el agua y las manos delicadas de la mujer eran las encargadas de ir colocando tandas sobre tandas de brevas ralladas, en su punto justo de maduración.

El que ha estado en el sitio justo cuando se abría el capacho de mastranzos y de brevas, el impacto de los colores de las brevas y el olor, ese momento jamás se olvida.

Si arte tenía la mujer para colocar dicha fruta que sufriría fuertes recalcones al ser portada por animales por las trochas que salían o llegaban a Benínar, más artimañas tenían los hombres para ir cogiéndolas una a una del árbol que más frágil tiene sus ramas, la brevera.

Puede que su desaparición sea precisamente esa, los accidentes ocasionados por intentar coger de la punta de sus ramas el fruto con la mano. Bien merece este comentario (sobre los accidentes laborales) un escrito aparte.

Al tema de las brevas.
Puede que el microclima que existía en Benínar fuese el propicio para que dicho árbol naciese y creciese como en ningún otro lugar y que su fruta fuese la más grande, la más rallada y la más dulce de todos los pueblos de alrededor.
A los beniner@s, se nos identificaban en todos los pueblos cercanos e incluso en la capital, (al llegar cenachos de esparto o cestos de caña como regalo a un médico o a un funcionario por el favor realizado), con el dicho:
¡Benínar y con brevas!.

3 comentarios:

ACUARIO dijo...

PACO YA SE QUE TUABUELO RAMON LLEBABA LAS BREBAS A BENDER PERO ALGUNAS BESES IBA AUNA IGERA Y NO ABIA NINGUNA ALGUN BICHO SE LAS ABIA COMIDO Y NOBESA COMO SE PONIA YO LEDECIA QUE ABIA VISTO A LOS JITANOS PERO EL NO ERA TONTO PERO SIENPRE SE REIA,,

paco maldonado dijo...

Para curarme del antojo hoy he comprado brevas en la plaza a 4,5 euros.
Para un beniner@ es un pecado mortal.
Marina un beso.

Anónimo dijo...

Nosotros las compramos en una tienda de árabes, igual que los chumbos, pero te llevas una desilusión...siempre, el recuerdo es mejor.

Juan Gutiérrez.