jueves, 25 de marzo de 2010

EL BURRO ENAMORADO

No estamos en tiempos de despilfarro sobre todo los ayuntamientos al serle cerrado el grifo de los euros que les entraban en todo lo relacionado con la construcción.
Cuando los ayuntamientos estaban boyantes a los ediles se les ocurrían ideas para colocar a la entrada del pueblo una escultura que representase lo típico y genuino de dicho municipio sin ir más lejos la que se encuentra entre Gibraltar y La Línea, una persona y una bicicleta sobre un pedestal, que representa la entrada o salida de los campo gibraltareños a trabajar y trapichear a Gibraltar.

Si Benínar existiese, creo, que nacería la idea de colocar en la primera rotonda a la entrada del pueblo una escultura que representase todo un conjunto donde se centrase lo que fue nuestro pueblo cuando estaba en su mayor esplendor.

Yo propondría una escultura donde estuviese representado el molinero y el burro cargado de costales de harina.

Argumento la escultura que yo propondría:

Todos los beniner@s tienen que tener en su retina la fotografía del burro entrando por la ramblilla con dirección al pueblo cargado de costales de harina; en sus oídos el canto que identificaba la llegada del molinero, entrase por donde entrase al pueblo, por sus rebuznos; y, en el tacto en sus manos el trigo recién molido.

Ningún pueblo de La Alpujarra tenía tantos molinos de harina y almazaras como tenía Benínar.

Ahora que la opinión de la Iglesia no tiene un poder decisivo sobre los beniner@s, el burro del molinero durante mucho tiempo representaba para unos la lujuria. Él solo en un pueblo lleno de burras y por ello todos los caminos llenos de olores a hembras que obligaban al dichoso animal tener siempre el labio superior levantado y siempre rebuznando. Rodeado de olores a hembras por los cuatro puntos cardinales y el pobre burro despreciado por todas. El que escribe no tiene datos que dicho animal fuese aceptado por ninguno de los dueños de las burras que había en el pueblo.

En dicho burro se centra el rechazo de tantos aquellos jóvenes enamorados que por culpa de la oposición de las familias, tenía que recurrir a encontrar un@ de su clase social o irse a buscar novi@ en los pueblos de al lado.

El burro del molinero de Benínar es la parte que le falta a aquel animal cariñoso y tierno que describiese Juan Ramón Jiménez, puesto que Platero ni se justificó como currante, ni dejó testimonio de estar enamorado como lo estaba el burro beninero que todos los días al caer el sol siempre terminaba ronco después de estar solicitando con todo el poder de su garganta todo el día, todos los años, como todo vicho viviente una compañera para el ñacañaca y a su vez para dejar descendencia.

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