jueves, 11 de junio de 2009

SOLO LOS BARRENOS ESPANTAN A LAS MOSCAS. (I)

Nace esta reflexión pensando que en Benínar donde se podían contar por millares a estos insectos era precisamente en aquellos lugares donde se elaboraban los quesos.

Se recurre a los Ñetas los Latin King bandas de adolescentes para que el lector se sitúe, estar viviendo en un barrio donde dichos adolescentes acampan a sus anchas.

Como el que escribe tiene sus medidas y sus referencias relacionadas con los patrones que le fueron impuestas en su niñez, - le tiene que pasar a todos los benineros de mi edad – esas palabras me suenan, y, las relaciono con las bandas de moscas y de adolescentes que teníamos en nuestro pueblo.

Cada casa tenía su corral. Cada corral tenía su zahúrda con uno o dos marranos, y cada corral su banda de moscas. No se puede olvidar que cada animal de carga tenía las propias, distintas a las de la casa y otra variedad que actuaban como las sanguijuelas. A todas, el que escribe las recuerda con unos ojos muy grandes y con muy poca verguenza.

Eternos adolescentes que cambian los tiempos, que cambian sus nombres, pero siempre aparecen, con el mismo propósito: ¡Fastidiar!. ¡Romper!. ¡Destruir! (…). El fastidio y en la destrucción es donde ellos encuentran su gloria.

Las bandas de moscas se agrupaban formando una nube encima de todos los acontecimientos cotidianos sin haber sido ni llamadas, ni invitadas.

Te amorronabas para una siesta. Ponías cualquier alimento encima de la mesa. El plato de puchero o el tazón de sopas representaban para ellas el chapuzón que antes de coger la cuchara ya estaban unas cuantas bañándose. Estando en el campo te entraban los retortijones en la barriga propios de cada día, donde antes no había nada más que sielencio, antes de bajarte los pantalones comenzaban los sonidos propios que terminaban de llegar. Tenías una persona mayor sentada incapaz de levantar las manos había que colocarle un velo por encima de la cabeza. Qué, (…). ¡Malditas bandas de moscas!. ¡Malditas bandas de adolescentes, que cuando se levantaban por la mañana, su objetivo era molestar!. Como se decía en Benínar: “!És, que no respetan ni lo más sagrado!”. ¡És, que no se cansan en todo el día de dar por saco!. Nada más abrir un postigo o encender la luz: ¡Zas!, saltaban como un resorte al centro de la habitación buscando el protagonismo!. Todos los odiosos insectos voladores, era imprevisible donde se posaban. Parecían que de forma consciente planificaban:
- ¿Qué podemos planificar para gozar, para llegar a la desesperación de todos los seres vivos?.

El dicho que se decía en el pueblo: “En boca cerrada no entran moscas”, no solo hacía referencia a que a veces “mejor es permanecer callado (…)”. En aquel pueblo alpujarreño las moscas entraban en todas las bocas que encontraban abiertas.

1 comentario:

paco r. maldonado dijo...

Esas imágenes que se ven en la TV, donde las personas mayores y los niños son asediados por las moscas, pienso que la única forma de ahuyentarlas es sin duda alguna que lleguen hasta donde ellos viven los barrenos.
Quizás formen parte del primer eslabón de la cadena alimenticia. Pero qué bien se vive sin el zumbido de las moscas.