jueves, 3 de diciembre de 2009

DE BENÍNAR A CATALUÑA. SEGUNDO VIAJE.

El que nació en la Alpujarra y permaneció parte de su juventud, muy pocos decidieron especializarse, estudiar, investigar alguna materia relacionada con la agricultura.

Nadie como ellos para interpretar el lenguaje de las plantas, conocer el PH de la tierra sin tener que analizarla en un laboratorio, saber construir un balate, trazar el recorrido de una acequia y sobre todo nada más con la mirada analizar como nadie el estado de humedad del suelo en función de lo que le está mostrando la planta que está sembrada, saber si la tierra está encharcada o está seca. Expertos agricultores que lo han mamado desde chiquititos, al estar tutorados por verdaderos doctores en la materia, con ficheros en la memoria de lo aportado por los pueblos que estuvieron asentados en dicho espacio único. A pesar de ello un porcentaje muy pequeño, posiblemente no llegue ni a un uno por ciento sean ingenieros técnicos agrícolas, ingenieros agrónomos o alguna de las especialidades de FP relacionada con la agricultura.

Heredaron una cultura riquísima en el saber sobre tierra, agua, siembra y cuidados de un huerto y cuando llegó el momento de elegir una carrera, (primero los padres que nacieron en los años cincuenta y después los hijos de dichos cincuentones) una especialización, una formación profesional, prefirieron ser mecánicos ajustadores, electricistas, administrativos (…) o estudiar carreras relacionadas con el mundo de las letras, de las ciencias y de la tecnología.

L@s beniner@s se pronunciaron por ser emigrantes, tanto si eran peones, torner@s o ingenier@s. Todos los embaucadores que salieron en los incipientes medios de comunicación convencieron no solo al joven también a toda su familia y vecin@s para que aquel alpujarreñ@, decidieran que los habitantes de aquel entorno dijesen: “Hasta luego Lucas”.

Recuerdo muchas veces a l@s moz@s preguntarse una y otra vez sentados en el quiosco de Antonio el de Rosendo, con un refresco de avellana en la mano:
- “¿En vez de tener que marcharse a trabajar a Cataluña todos los que se fueron de Benínar, no deberían montar dicha empresa-s en nuestro pueblo?”.
- “¿Aceptamos una parcela en San Agustín para seguir haciendo más de lo mismo, sembrar tomates, pimientos (…) seguir labrando la tierra?”.
- “A mi madre y a mi padre cuando le digo que quiero ser electricista o fresador, se le ilumina la cara, me miran embobados aunque ellos ni saben cuál es el oficio ni tienen a su alcance alguien que les explique en qué consiste dicho trabajo”.

En aquel pueblo alpujarreño solo existía el oficio de agricultor todos los demás habían desaparecido si es que alguna vez existieron.

La tentación que les brindaba a l@s beniner@s que llegaban de vacaciones que ya habían logrado un oficio fuera, lo que se escuchaba en la radio, lo que mostraba la televisión. A Benínar llega mutada la mosca del sueño que describe García Márquez en Cien años de Soledad, (que todos no saben si matar moscas o matar sueños), les altera el sueño y creen que la solución estaba en viajar donde fuese o como fuese con la intención de lograr otra forma de vida.

La forma de viajar era:
- En un tren con asientos de madera que salía de Almería con una chimenea que al meterse en un túnel inundaban las pavesas todos los vagones, que se sabía la hora de partida pero no la de llegada.
- En un autobús que tardaba casi dos días en llegar a Cataluña.
- Viajar como lo hacía nuestro paisano Titón con la intención de encontrar aquel pueblo donde todas las mujeres fuesen las más guapas y las más hermosas.

Nuestro paisano en uno de sus viajes encontró el pueblo de sus sueños. Tengo la duda si los demás llegamos a encontrarlo cuando decidimos viajar (con maletas de cartón) a nuestra Icaria o el lugar que habíamos idealizado.

Una cita: http://elultimoviajeaicaria.blogspot.com/2009/06/icaria.html

2 comentarios:

ACUARIO dijo...

paco llo soiuna de las que biajaon en el TREN de madera pero no unasovez sino muchas y tabien Sentada en la maleta y todo el viaje sin comer A ora los tienpos ancanviado tenemos de todo pero no estamos contentos

paco maldonado dijo...

Acuario, la de cosas que nos podías contar de aquellas idas o llegadas, pero sobre todo la de "comidas de coco" cada vez decidías iniciar dichos viajes.
Tengo una historia de un amigo que viajó unas cuantas veces desde Sevilla a Alemania, cuando apenas era un niño.
Pertenece a la generación de jornaleros que hasta muy pocos años tenían que ir a cortar uvas todos los años a Francia.
Dos hijos de este amigo han estado terminando la carrera en Alemania.
Que alegria que nuestros hijos, sus amigos, (...). La generación de los más viejos "se dejaron la piel en el camino" (unos más y otros menos, por supuesto) para que ellos no pasasen lo que pasamos nosotros.
Por fortuna el esfuerzo de los que hoy están jubilados no fue en vano.
Saludos.