jueves, 26 de agosto de 2010

COSECHA SIN GORRIONES

Mi mujer lleva dos días de forzado duelo ya que la hija de la difunta no podía soportar estar sola en el tanatorio con los restos de su madre.
Cuando llegó mi mujer a casa le pregunto:
- ¿La difunta no tenía dos hijos más?.
- Los ha llamado y no han aparecido.
- ¿Los vecinos?. ¿Los compañeros de trabajo?.
- Han llegado unos tres en total, por lo del cumplimiento, han estado el tiempo justo y se han marchado.

Mi mujer continúa diciendo que todo el día han estado en el tanatorio, tan solo cuatro personas, el del bar, el vigilante y ellas dos. Para no faltar a la verdad, ha aparecido el de la funeraria, presentado las distintas alternativas, la más barata.
La exposición de dicho empleado (continúa diciendo mi mujer) es llegar al sarcasmo en su mayor expresión. El guarda jurado, el empleado del bar, con los forros de los bolsillos al aire y todas las monedas puestas sobre el mostrador, los dos bolsos y monederos de la hija de la difunta y el mío, vaciados encima de la mesa.

Me he acordado de los cientos de ahogados que han aparecido en las playas de Tarífa durante los treinta años que he estado trabajando en dicha ciudad, que fueron enterrados sin el regateo de la funeraria.

Me he acordado de los posibles beniner@s, que se encontraron en la misma situación cuando decidieron ser emigrantes. Me he acordado en especial de aquellos benineros que fueron llevados al asilo de Almería con lo del pantano. Me he acordado de unos conocidos que vivían fuera de Andalucía, que fueron avisados que su madre se había muerto y la gente del pueblo que acudía a cumplir, preguntaba si se le había avisado a sus dos hijos, puesto que allí no estaban, o nadie daba señas de acordarse de sus facciones. Los hijos llegaron justo en el momento para recoger las cenizas, realizando todos los trámites por teléfono.

Volviendo al tema del duelo en que se ha visto forzada mi mujer, el panorama es desolador. Una nacida en un pueblo de Almería, que se encuentra con su madre difunta en Algeciras y que nadie llegue a darle el pésame, es mucho más irracional que el primer plano que se ve en la película Al Sur de Granada, en un entierro en Yegen, en la Alpujarra, cuando se abre el fondo del ataúd (que tenía el pueblo para enterrar a los más pobres) y el difunto cae al fondo del hoyo realizado en la tierra.

La difunta que fue maestra en uno de los barrios de Algeciras debía haber planificado su muerte, al menos para que su hija Marta no se viese en el trance de estar, tremendamente sola.

Tendré que seguir sembrando parras, higueras, girasoles, (…), lo que sea, para que por lo menos me visiten todos los días durante todo el año los gorriones y los mirlos.

2 comentarios:

Indaloxes dijo...

Siento pena al leer tus palabras, la ingratutud humana no tiene límites.
En Benínar también teníamos caja colectiva, creo que se llamaba de las ánimas y era del ayuntamiento, guardaba y acomodaba al viajero hasta la sepultura, ahi se desprendía de él y volvia para esperar al próximo.
Lo bueno es que el testamento vuelve a reunir a la familia, lágrimas de cocodrilo brotarán sin cesar hasta su lectura, después empezaran las discusiones y reproches porque a tí te ha tocado tanto y a mí cuanto.
Al final tendremos que volver al pasado, a contratar plañideras que lloren nuestra muerte, que creen desarraigo en el ambiente para que la gente sepa que están en un duelo.
Muy buen artículo Paco, con ánsias espero el próximo.

paco maldonado dijo...

La historia da para un panfleto.
Viendo que no llegaban, y teniendo las cenizas en la mano se llama a la casa de uno de sus hermanos y un crío dice a su tía:
- Mis padres con mis tíos alquilaron una furgoneta y se marcharon para Algeciras.
Resulta que los gorriones, sabiendo que el grano ya no estaba en el barbecho, se fueron directamente al registro de la propiedad, es decir a los atrojes.
Noticias de ultima hora me informan que las cenizas están llegando en certificado de urgencia con acuse de recibo a Almería.