lunes, 27 de julio de 2009

REVOLEARÉ EL MOVIL AL MAR.

Estoy buscado gente que quiera unirse a revolear el móvil al mar. Si lo hiciese yo solo no tendrá resonancia a nivel internacional.

Un compañero en una de mis aficiones hace tan solo unos días sobre la barra de un bar pronunció una frase que hizo que me fijase en él de forma diferente.

Tiene cuarenta y tantos años se ha casado recientemente con una española y tienen un hijo de año y pico. El trabajo que le ocupa casi todo el tiempo es de pintor de brocha gorda.

La frase que dijo el mexicano padre un españolito - además de que en Europa había encontrado la estabilidad que busca todo ser humano - fue la siguiente:
- “He trabajado en múltiples oficios durante toda mi vida, casi desde que tenía uso de razón y hasta que no llegué a España ya con cuarenta años, no he tenido dinero para comprarme un móvil y tener un coche”.

Este mexicano antes de estar en Europa, - es de suponer – que cada vez que regresaba a la pensión después de estar todo el día trabajando:
¿Cuántas veces contaría el dinero para lograr un pasaje para llegar a España?. ¿Cuántas veces el hambre o ante necesidades imprescindibles cogería el dinero ahorrado, apretaría los puños y volvería a restar o lo que es lo mismo a volver a alejarse del día previsto de la salida de su país?. ¿Cuántas veces por aumentar “el montoncito de dinero” aceptaría las condiciones impuestas por el que le ofrecía un trabajo?. ¿Cuántas y cuantas limitaciones no solo monetarias, sentimentales y sobre todo de hambre habrá pasado mi compañero de afición?. ¿Cuántas veces para llenarse de ánimo se habrá colocado una piedra del tamaño de un móvil en la oreja - después de volver del trabajo puro y duro - para tener conversaciones imaginarias con sus amigos que dejó en su pueblo?.


En esa misma mañana había sucedido que me había cabreado con mi compañía del móvil, me fui a la competencia y me dieron un móvil nuevo por cero euros.

A la vuelta a casa de esa noche de copas me dieron ganas en muchas ocasiones de revolear el móvil, - no necesitaba un móvil de última generación, si el que tengo lo utilizo tan solo para conversar - por la ventanilla del coche pensando que cuantos estarán como mi compañero de afición soñando fuera de Europa con un móvil y trincar - por cero euros - un coche en la puerta del taller antes de ser desguazado.

En Algeciras en una ocasión justo a comienzo de siglo, cada vez que morían unos cuantos al intentar llegar a Europa en pateras en aguas del Estrecho de Gibraltar se juntaban unos cuantos y arrojaban flores al mar donde acudía la prensa y la TV "para reflejar el testimonio de unos cuantos que no se resignaban a la muerte absurda por cambiar de frontera".

Un día de estos de forma testimonial lanzaré mi móvil al mar, pero no quiero ir solo, necesito que alguien quiera tirar el suyo como testimonio, como protesta, que las multinacionales de los móviles y de los coches se están pasando en el diseño del mundo.

No es admisible que la gente quiera cambiar de país para conseguir un móvil con cobertura y tener un coche, y, que en ello invierta parte de su juventud.

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