sábado, 18 de diciembre de 2010

MORCILLICAS DE ORO.

Al ser el 24 de diciembre cuando mi madre nació, ya por solo ese detalle nos teníamos que reunir todos los años por dicha fecha la familia de mi hermano y la mía en casa de mis padres. Desaparecidos ellos, las circunstancias no vuelven a ser las mismas. Los tiempos son distintos. Relevos generacionales, que nos marcan las edades de cada uno.

De todo lo vivido, de todo lo escuchado, (…), del tiempo pasado, la antesala de esos días siempre mis padres creían que no acertarían con los reyes para sus nietos y tal encargo lo delegaban en nosotros, la generación puente. La que ya estamos en primera línea.

El recuerdo que en estos días, ya terminado el adviento y comienzo de la Navidad, siempre le llega a mi madre la incertidumbre esperando que llegase a Almería para que le acompañase a una de las joyerías del Paseo de Almería, para comprarle todos los años a sus nietas unas morcillicas de oro como pendientes. Tenían que seguir la tradición sus nietas que llevasen como las llevaron todas las mujeres de la familia. Creo que dichos pendientes eran muy comunes encontrarlos en cualquier mujer beninera.

No entendí que dichos pendientes llevasen dicho nombre de morcillicas cuando deberían de haberle puesto el nombre de media luna en cuarto menguante o en cuarto creciente. Qué más da el nombre cuando lo importante era que todas las beninerillas llevar la luna colgando de los pómulos de sus orejas. Siempre pensé que el escoger dicho nombre culinario fue una imposición de unos y una tradición de otros llevada a cabo con todas sus consecuencias, llevasen el nombre que llevase.

La luna que nos alumbraba a los beniner@s, a los arrieros a los trabajadores del campo. La que marcar en su posición la hora de levantarse, (…). La media luna que lleva en sus pies la Virgen del Martirio la patrona de la Alpujarra. La media luna que simboliza para los musulmanes lo que para nosotros es la Cruz Roja.

Es estos días donde más de uno se llena de nostalgia y los que te conocen captan rápidamente que estamos ausentes, en esos momentos nos suelen decir:
- “!Ya está en la Luna!”.

Con el estado de pitorreo latente que tiene mi hijo el mayor, estoy seguro que cuando lea lo que termino de escribir y me vea con mirada ausente, seguro que me dice:
- “¿Ya está mi padre pensando en la morcilla de cebolla alpujarreña”?.

4 comentarios:

Francisco Félix Maldonado Calvache dijo...

No sé si se habrá escrito un tratado sobre la morcilla, desde luego tema para hacerlo hay porque hay distintas formas de hacerla, de comerla, incluso de calificarla "que te den morcilla". y cada cual tiene su gusto, la de Berja, la que se hacía en Benínar, la de arroz, de cebolla...
A mi gusto bien frita, casi torrezno y con migas.
Saludos.

paco maldonado dijo...

Eso quisiera tener mi prima Lola la de mi tío Ramón, sangre para hacer morcilla, puesto que todos los años (me dijo recientemente) compra carne y elabora casi todos los embutidos que se hacían en el pueblo.
Pariente Paco, la boca se me hace agua cuando pienso en las morcillas que elaboraba en mi casa Lola Díaz con su tía María la Pabila y Carmen la de Martirio.
Aún podemos recuperar la receta de las morcillas benineras.

paco maldonado dijo...

!Un momento!.!Un momento!.
Lo que realmente he querido reflejar o destacar:
¿Que benineras aún conservan las morcillicas de las orejas?.
Saludos.

Anónimo dijo...

En mi familia siempre le llamaron "roscas" a los pendientes de oro a los que os referís y que los he visto también en las orejas de mujeres árabes en los pocos sitios donde se le spueden ver (las orejas).

Inevitable pensar en las roscas de morcilla beninera...la receta sigue viva, muy viva...por Cintas...

Un saludo, Juan.