lunes, 10 de febrero de 2014

Se dejaron de arrojar claveles al mar.


Los medios de comunicación no solo de mi comarca también los nacionales  otra vez como en tantas ocasiones dan la noticia del número de personas que han fallecido en el intento de cruzar desde África a la UE. En la misma noticia se cuentan por miles los que están esperando el momento de poder cruzar por donde sea y como sea.
Dicha noticia no me es ajena puesto que cuando terminé la carrera al no encontrar trabajo en mi provincia, mi futuro, estaba seguro que no estaba en mi tierra en mi pueblo.  Preparé la maleta y me fui a encontrar trabajo a Barcelona. Aunque solo pasé allí unos cuantos meses fueron suficientes para curarme del “sarpullido” (ganas de romperlo todo y empezar de nuevo) por el que pasa cada emigrante.
¿En que nos parecemos los benineros que decidimos emigrar a los que se encuentran al otro lado del estrecho esperando?. Entre otras cosas en la de horas, días, meses y años que dedicamos a preparar el viaje. Miles de horas de incertidumbre que era imposible eliminar del pensamiento. Argumentar las razones de preparar la maleta, en aquellos tiempos, en aquella sociedad en la que nos sentíamos asfixiados; era sumamente complicado, explicar aquellas razones que te repetían y argumentaban todos los días tanto la radio como la televisión. Ese comecocos que cuando llega a la mente te vuelves solitario, y en ese estado puedes estar años, hasta que un acontecimiento específico te obliga a reaccionar, a preparar la maleta en un instante y comenzar el camino. Los africanos esperan y esperan hasta que llega ese momento y mientras se espera parece como si te estuvieses preparando para lanzarte al agua, al mar, aunque no se sepa nadar.  
Recuerdo el caso reciente de un joven que pasa a España escondido en un camión, y cuando se baja es aplastado al dar marcha atrás y es ingresado en el hospital de Algeciras. Todo el mundo lo primero que le preguntaba era la razón de subir en dicho camión, correr ese riesgo. Por supuesto que no hablaba nuestro idioma y por ello no podía contestar a la pregunta, hasta que llegó el traductor: 
Soy el mayor de siete hermanos, desde que podemos trabajar estamos trabajando en las labores del campo y lo que me obligó a subirme en el camión fue el sufrimiento diario al que está sometida mi madre. 
Eso es lo que repetía constantemente el que estaba en la cama de al lado, cada vez que llegaba otro visitante nuevo a preguntar. 
Este joven se ha convertido en todo un héroe en su pueblo africano, puesto que, al quedar minusválido, la ONCE le ofreció un trabajo y por ello, manda todos los meses el dinero que puede a su madre. Todo un ejemplo  a seguir a una serie de generaciones de jóvenes de su pueblo, puesto que la madre del que fue atropellado por el camión la vivienda ya es de su propiedad, tiene televisión, frigorífico, teléfono, y puede ir a comprar con dinero en el bolsillo a la tienda.   
Los jóvenes benineros de mi generación nos preguntábamos una y otra vez, que: ¿Aquellas empresas a las se iban a trabajar nuestros paisanos porque no se montaban en Benínar?.  ¿No era más fácil y más humano  llevar el trabajo a donde estaba la mano de obra, que llevar la mano de obra al taller, o a la fábrica?. 
Recuerdo que cuando empezaron  aparecer ahogados en la última década del siglo pasado en el Estrecho de Gibraltar, un grupo de personas se reunían en la plaza alta para ir a continuación a tirar flores al agua de la bahía. El acontecimiento se repetía tantas veces que aquellas concentraciones fueron perdiendo personas, hasta que las últimas decidieron que con aquella forma de actuar no se modificaba en lo más mínimo lograr que no apareciesen más ahogados a las puertas de la UE. A los inmigrantes nadie les va a convencer para que vuelvan a su lugar de origen e intenten ligar su futuro al lugar en que han nacido, ni los países a donde se dirigen les van a recibir con los brazos abiertos, les van a facilitar la llegada y que se adapten a una sociedad totalmente diferente de donde proceden. 
Ya han pasado más de dos décadas y la solución que en la actualidad se está tomando es brindar la frontera, y cada vez se  concentran más y más africanos con la intención de cruzar el charco. Ojalá la solución se lograse volviendo a tirar claveles al mar.      


   

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