jueves, 8 de noviembre de 2012

LA MOLINETA (II).


EL POZO MALACATE.

Antoñico un niño que podía tener sus ocho años, (en aquel tiempo no todos los recién nacidos eran inscritos  en el registro cuando nacían) subido en su burra sale del pueblo clareando el día con dirección al Pozo Malacate. Es el mayor de tres hermanos y termina de quedarse huérfano. A su padre le dio un dolor miserere y en escasos días falleció. Viendo que su madre había quedado totalmente destrozada y era incapaz de reaccionar, que ni comía ni preparaba comida alguna para sus tres hijos, son las vecinas las que por compasión (la compasión en Benínar siempre tenía dos recompensas, primero la satisfacción personal y segundo para darle al recompensado unas cuantas lecciones de cómo se debe de ahorrar utilizando el cuento de la cigarra y la hormiga)   y con comentarios de todos los colores cada día acudían con algo de alimento. El niño que quería ser minero ya había derramado todas las lágrimas que tenía que derramar y cansado de tanta compasión, apareja la burra y se va a ofrecerse él y su burra al encargado al jefe de la explotación minera. En el camino va pensando que son dos sueldos los que puede aportar a su casa, el de su burra y su trabajo. Niños mineros, un poco más mayores que él ya estaban trabajando. Le habían contado que existían lugares tan estrechos que solo cuerpos como el suyo podía entrar y por ello estaba seguro que lo admitirían. No podía soportar por más tiempo cada vez que entraba a la casa ver como su madre se iba consumiendo y a sus hermanos siempre en el mismo rincón jugando con palos y piedras. Llega de los primeros al pozo y le dice al encargado:

-        - Mi padre se ha muerto y mi madre, …
El encargado le corta y le contesta:
-          - Sí, ya conozco tu historia, pero los niños que están trabajando vienen con su padre o con sus hermanos. Tú no tienes a nadie. De arriero no te puedo poner puesto que no tienes fuerza para empujar el serón si se tuerce. De aguador tampoco, puesto que, para eso están las niñas. Si encuentras a algún hombre que se quiera responsabilizar de ti puedes entrar en el pozo haber si tienes fuerzas para picar todo el día y todos los días seguidos. Te veo muy enclenque, mu canijo, y además mal alimentado. Tu mismo. ¿Si encuentras a alguien?.

El encargado se va a atender a uno que le estaba llamando y ve como el niño se abraza a la cabeza de su burra y comienza otro nuevo duelo pero esta vez por la impotencia. El encargado se compadece y vuelve a donde está el minerillo y le dice:

-          - ¡Venga hombre!. Levanta el ánimo que si alguien te acoge es por el coraje que demuestras. Bueno. Te doy una semana de plazo. La burra desde este momento queda contratada; pero tú sabes que tiene que estar bien alimentada y que no le falte el pienso. ¿Tienes dinero para ponerle unas herraduras nuevas?. Está bien; toma dinero, ve al pueblo y que el herrero le ponga zapatos nuevos. No debía de atenderte, puesto que ni tu ni tu madre os vi trabajando en la zanja.  ¿Sabes arreglar los aparejos de las bestias?.                     

Antoñico se sube en la burra con el mismo coraje que se sube el Rey Cristiano en los Moros y Cristianos el día de San Roque,  se dirige de vuelta al `pueblo, pero antes de ir al herrero se pasa por su casa y le dice a la madre lo acontecido.

Faustino ve que cada vez son más los que llegan pidiendo trabajo y los recursos alimenticios que produce el pueblo no están en proporción a lo que produce la vega. Cada vez está más convencido de la ampliación de las zonas de riego y por ello escavar la zanja. Está apareciendo otro problema sobre el alojamiento de los que llegan. Si no tienen acceso o facilidad de alimentos y alojamiento, al ser una población inestable los mineros que llegan se marcharán a las explotaciones vecinas, sobre todo a las de Sierra de Gador que en cierta medida los problemas de alojamiento y alimentación los tienen mejor resueltos que las explotaciones de plomo de Benínar. Piensa que debe hacer un viaje relámpago a Málaga, para exponer el problema a su familiar, el dueño y señor, que le conceda, le faciliten  de lo que en aquellos momentos necesita aquella población minera para lograr estabilidad.

El responsable de las explotaciones mineras de Benínar ya ha renunciado a que los habitantes escaven  la zanja. En todas las reuniones obtiene nada más que sonrisas socarronas como respuesta cuando plantea el  ideal: “Las mejoras para la comunidad ustedes no las tienen presentes, que el agua llegue hasta el pueblo beneficia a todos ”. Los intereses de los que riegan en toda la Vega de Darrical van a impedir la ampliación de la vega, con el argumento que en los veranos el agua suele escasear y ampliar las zonas de riego les va a condicionar el número de veces que riegan sus huertas en el verano. La comunidad de regantes se han formado en bloque para influir en el resto de la población. Todos los propietarios de los huertos o son familiares o parientes, tienen el monopolio de frutas y hortalizas y saben que si se incrementa la producción se abaratarán los precios. Las reuniones fueron frecuentes  para convencerlos pero al ver los regantes que no obtenían nada a cambio se negaron. 

Faustino pone sus cartas encima de la mesa para convencerlos de la necesidad de una almazara y de un nuevo molino de harina y sobre todo que si en el verano  se ocasionara un incendio en alguna casa del pueblo no tendrían agua para sofocarlo, podría arder el pueblo entero y por ello es necesario la construcción de una cuantas balsas que almacenen el agua para el verano.

Al escuchar los regantes lo de la almazara y el molino y en cierta medida un reparto de tierras del nuevo plan de regadío dijeron que se lo consultarían a sus mujeres. En Benínar había por costumbre que los que hacían los tratos, las ventas  y los que al final firmaban los documentos eran los hombres, pero los que siempre cerraban el trato eran las mujeres. Se podían contar con los dedos de la mano y sobrarían dedos los que se pasaban por el forro de los calzones esta norma. Cuando fueron a darle su aprobación a Faustino de que ellos serían los que escavarían  la zanja a cambio del molino, tierras y la almazara les contestó con una amplia sonrisa y moviendo la cabeza les dijo:

-         - ¿Ahora sí cuando veis ya funcionando el molino y la almazara?.!Pues va a ser que no!. La idea es mía y seré yo el que dirija y ponga mi proyecto en marcha y quien reparta.         

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente Paco; quedamos esperando la parte 3ª.

Juan.

paco maldonado dijo...

Ya he colgado la siguiente y aún aparecerán más.
Saludo.