viernes, 11 de marzo de 2011

ENTRE CALAS Y ZAPATEROS


Todos los años por este tiempo nos podemos encontrar con una señora mayor que porta una gran capacha llena de calas a la entrada de la Plaza de Abastos de Algeciras.

- ¡Manojitos a cinco euros!.

Va diciendo la señora al que pasa por su vera.

Los madrileños tienen la violetera, los de Málaga al biznaguero y los algecireños tenemos a la tarifeña que empezó vendiendo calas para alimentar a los críos y ahora por este tiempo, que ya sus pájaros volaron del nido, es capaz de regalar manojitos de calas.

En una ocasión le sugerí que en dicho manojito pusiese unos ramitos de mimosas (que tantas tenemos y tan variadas en cualquier sitio del Campo de Gibraltar) y la señora me miró de arriba abajo dándome a entender que la profesional era ella.

La imagen de dicha flor ( Zantedeschia aethiopica, que en esta tierra gaditana las podemos encontrar en cualquier humedal y son unos cuantos) yo la tengo asociada (como tantas otras) al Molino de Lola la del Canónigo, el que fuese con anterioridad como el Molino de Constanza, el que estaba encima de una gran roca como si fuese un mirador del río. Era el lugar de Benínar de donde salían la mayoría de las flores con las que se adornaban el altar en la iglesia desde el Miércoles de Ceniza hasta todo el mes de mayo. Aún tengo en los pelillos de la nariz, el olor que tenía la iglesia (al abrirla cuando ejercía la labor de monaguillo), desde marzo a agosto. En aquellos tiempos olían las flores y la cera de las velas.

Recuerdo que en la zona donde estaba la compuerta por donde entraba el agua al cubo del molino, en ese lugar estaban los bulbos de las calas, las azucenas en la variedad “Lirio de San Antonio”, las rizomas de los lirios o los túberos de los nardos. Flores de gran perfume que comenzaban a florecer con las calas en febrero y terminaban con los nardos en agosto.

Creo que, por el mes de marzo, en especial, además de las calas el olor a azahar de los naranjos, los melocotoneros, los ciruelos y los albaricoqueros en flor, (los ramos a lo bestia, con que obsequiaban los dioses griegos a sus diosas), el sonido del agua brabucona al obligarla la molinera a mover la piedra del molino, que después, ya sin fuerzas se despeñaba entre las rocas, hasta volver de nuevo al río. El trinar de todos los pájaros que llegaban para pasar el invierno, que se picaban con el croar de las ranas, para atestiguar quien lo hacía más fuerte y mejor. Todo aquel conjunto bien merecía la pena encontrar una piedra, sentarse y esperar a irse del molino cuando el sol lo decidía. Por todo esto y por la amabilidad de la molinera Lola y su hija Mercedes, era obligado llevar a dicho lugar, a todos los “extranjeros” (que podían estar viviendo o ser de la capital, Almería, pero como no era del pueblo, así se catalogaba a todo aquel que llegase). El jardín botánico que tenía Benínar.

No me puedo olvidar de los que se llevaban mi mirada durante mucho tiempo cuando estaba sentado en la piedra, que eran, los zapateros de agua (esquiadores de fondo) en aquella acequia, la que más caudal podía llevar en Benínar. Tardes llenas de sosiego entre calas y zapateros de agua.

Me queda por describir dos espacios únicos (que el pantano se los llevó por delante), además del molino mencionado, el Cortijo de la Mecila, su paseo, (espacio comprendido del cortijo a la fuente) bajo la sombra de un frondoso parral, con rosales y claves de todos los colores sembrados a ambos lados y la bóveda del paseo que también tenía el cortijo de arriba del Marchar de Turón, que puede que sea el que aún podemos visitar.

Termino reivindicando: ¿Fueron enterrados?. ¿Vendidos?. Desgraciadamente para los benineros, desaparecidos, las máquinas y utensilios de los tres molinos de harina y de las tres almazaras, industrias que tendrían casi seguro siglos sirviendo a Benínar y a todos los pueblos cercanos. Aún viven los responsables de aquel atropello del patrimonio industrial de aquel pueblo alpujarreño.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues que vivan en paz!!! si pueden....he empezado por el final de tu escrito.

Tendrías que aclarar algunas cosas pues sabe Dios quién te leerá.

Las calas,son los "calzadores" que llamabamos en Benínar??? Lirios de agua le llaman en esta zona. Tengo en mi patio dos "macizos" de ellos; le llaman lirios franceses, me los dió mi cuñado Fernando q.e.d. y son "gigantes" en comparación con los de nuestro pueblo y los de Manresa.

Y los zapateros(insectos con patas largas que patinaban por encima del agua)no los he vuelto a ver en "cincuentaitantos" años...
Ni idea de su nombre "científico" ni como los llamarán en otras zonas...

Un saludo, Juan.

paco maldonado dijo...

No entiendo a que te refieres cuando dices que, "tendría que aclara algunas cosas".
Saludos.

Anónimo dijo...

Pues que si las CALAS son los calzadores benineros o los lirios de agua manresanos...(no sabemos como los llamarán en otros sitios)

Y si los ZAPATEROS son aquellos insectos de patas largas que patinaban por encima del agua.(nombre científico; u otros posibles nombres)

Que nos leen en todo el mundo!!!simplemente te pedía que dieras mas luz sobre el tema.

un saludo, Juan.

Anónimo dijo...

No me refería a ingenieros, ni gente que tuviera algo que ver con el pantano. Yo, como casi siempre a ras de suelo. Me interesa bastante mas; lo otro ya no tiene remedio.

Juan Gutiérrez.

paco maldonado dijo...

A las calas también se le decía en Benínar jarrones, además calzadores y creo que sabes a la flor que me refiero. También es casi el símbolo de Algeciras, no de la marinera de la otra.
Creo que también conoces los zapateros de agua. En todas las acequias, cuando aparecía un remanso, siempre estaban ellos tal y como dices "patinando" sobre el agua. No los conozco por otro nombre y si coloco su nombre científico entre los benineros no nos va a decir mucho.
Saludos paisano Juan.

Anónimo dijo...

Buenos dias y saludos....
Veo que te apuntas a un bombardeo...lo digo por la excursión del 27. Haces bien.

Un abrazo, Juan.