martes, 15 de febrero de 2011

PLUMAS PARA VEINTE TOCADOS.

En el fregadero me espera un faisán que ayer me regalaron, para realizar con él la segunda fase (la primera sería cazarlo), desplumar y la preparación para la mesa. Acepté el regalo en aquel momento sin pensar que siento verdadero yuyu al tener que desplumarlo, trocearlo y cocinarlo. Los principios catetos me obligaron a remangarme y rematar la faena.

Tendré que quitar las plumas con sumo cuidado ya que mi cuñada me ha encargado:

- No debes romper ni una, puesto qué, formarán parte de numerosos tocados femeninos de esos que se ponen las mujeres en la cabeza cuando van a una boda.

Mis manos, vuelven a encontrarse con la indecisión de coger un ave (en este caso ya muerta) e ir desplumándola. Delante de mis ojos vuelven a pasar todas aquellas escenas de cuando vivía en Benínar y por las fiestas había que recurrir al gallinero, elegir el gallo más lozano, el sultán del corral, (…), sacrificarlo y prepararlo para la celebración. Mi nariz, vuelven de nuevo a encontrarse con el mismo olor a carne cruda.

Este gesto tan primitivo al ser delegado a los mataderos que existen en cada ciudad, volverse a encontrar de nuevo con el ritual de preparación del alimento, mis hijos y los de su generación no sé si serían capaces de enfrentarse a él, pudiendo ir al supermercado y comprar ya dicha ave, en un envase al vacio y lleno de sellos (ahora quien bendice los alimentos son los funcionarios de sanidad) habiendo delegado dos funciones primitivas, la de la caza (jamás fui cazador ni mi padre) y la preparación de la pieza que será colocada encima de la mesa para alimentarse.

Como han cambiado los tiempos. Las hijas de las mozas de mi pueblo se colocan un tocado en la cabeza donde el adorno más llamativo son las plumas y que ni sus manos, ni sus ojos, ni su nariz estén dispuestas ("preparadas") a coger dicha ave y realizar con ella todos aquellos menesteres para que aparezca encima de la mesa para alimentarse.

En la pasada fiesta de los Goyas, ninguna mujer llevaba ni tocados de plumas ni abrigo de pieles, (aún no han renunciado a los diamantes, plata oro y piedras preciosas a sabiendas de cómo son extraídas de la tierra), pero, …: ¿Al acostarse en su cama no se envolverán en un edredón de plumas?. ¿En la cena de gala faltaría el paté, el caviar, y las mejores carnes o pescados aderezados con finas hiervas?. Esta generación de artistas no tiene estómago para vivir el ritual de la matanza en Extremadura pero si un paladar exquisito para degustar un buen plato de jamón ibérico.

Artistas que están con los cinco sentidos pendientes de no ser fotografiados realizando la primera fase, (la caza), la segunda, (desplumar lo cazado). Ya para la tercera si abren las puertas a los fotógrafos para que los saquen en las fotos, sentados en la mejor mesa super-super-elegante, acompañados de los "personajes importantes" delante de cualquier pavo o faisán rellenos, con el color dorado que le ha dado el horno.

Esta generación de artistas (los ídolos de nuestra juventud) que defienden a ultranza a todos los animales pero que no renuncian a las proteínas que les son necesarias para estar tan guapas y tan lustrosas como salen en las fotos.

Nos "jarteremos" ver las mejores plumas en los mejores tocados en la próxima boda real (televisada para todo el mundo mundial) del nieto de su graciosa majestad, la reina de los llanitos de Gibraltar.

2 comentarios:

JuanMa dijo...

No puedo estar más de acuerdo contigo. Es genial!!!

JuanMa

Anónimo dijo...

Un artículo estupendo, como todos los que haces.

Ah! María dice que no "cantes victoria"...que no había sombreros con plumas en los "Goyas" porque de noche no se utilizan. Mujeres....

Un saludo, Juan.