martes, 4 de agosto de 2009

COMO ENTRE ALGÚN LADRÓN A CASA.

Cada vez que me pongo en mi sofá con orejeras preparado para la siesta o ya por la noche me dejo caer rendido pidiendo a Morfeo que acuda lo antes posible, mucho tiempo antes mi gata rafaela se encuentra en la ventana esperando el momento en que me dejo caer para saltar a mi regazo, preparar con sus garras la cama, girar unas cuantas veces dejarse caer y ponerse a roncar de forma descarada.

Rodeando el sofá se encuentra la gordí una perra que ya ha pasado por cuatro dueños y por ello sin tener la más mínima idea de cuántos años tiene. Cualquiera que la viese pensaría que está en las últimas: ¡Ja! y ¡ja!. En base a esa predicción llegó a mi casa desde hace muchísimos años. Es la más chinchosa, la que más ladra y sus ladridos son los primeros que empiezan a las ocho de la mañana, y sigue y sigue insistiendo hasta que logra que el grupo entero se ponga a ladrar para que me levante para sacarlos. Las medidas persuasivas se me agotaron y he tomado la decisión desde hace ya tiempo adaptarme yo a su horario.

Un poco más allá, se encuentra mi perro pi, en estado de convalecencia después de haberse tragado un anzuelo. Otro chucho como la anterior. Por supuesto que ya hace unos cuantos años que cumplió los diez años. No soporta al ciego y cada vez que choca con él le arma una bronca enseñándole los dientes y ladrando lo más fuerte que puede pensando que su compañero zeus le está gastando una broma.

El que tiene tela marinera es zeus. Está ciego desde hace casi tres años. Un cocker con pedigrí que llegó a casa al cumplir el año, porque su anterior dueña, estaba tan desesperada que acudió a uno de mi familia diciendo: “O se marcha el perro de casa o me marcho yo”. Mi hija – adolescente en aquella época - se compadeció del perro y tajo a casa. Tiene catorce años y ya hemos pasado el calvario de si operar o no operar al dichoso perro de sus dichosas cataratas que parecen dos botones de comienzo de la portañica.

Por supuesto que no escribiré el grado de minusvalía que me han certificado, en base a que yo soy el que escribe y pongo mis condiciones.

De todos los que en estos momentos estamos, la única que a cada uno nos coloca en su sitio es la gata, pero, como dicho animal no se tiene en la casa para defensa personal y además es el animal dominante de la manada - y la que más ronca, - y no entiende de ladrones puede entrar cualquier desaprensivo - de los que le gusta lo ajeno, - que nada más entrar al salón se va a dar cuenta que el peligro precisamente de ser expulsado violentamente, no se encuentra en dicha parte de la casa.

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