sábado, 22 de agosto de 2009

UNA VACA VOLANDO

Sentado en mi terraza contemplo a un grupo de vacas al otro lado del río que cuando comienza a calentar el sol se agrupan en la cima de una colina buscando la brisa, unas se tumban y otras juntan lo más posible las cuatro patas y allí en la solana aguantan las calores hasta que llega la tarde para volver a empezar a comer durante toda la noche los granos de todas las gramíneas que se encuentra.

Es el tiempo en que tanto las aves como la mayoría de los animales no domésticos comienzan bien a mudar las plumas o a cambiar de pelo.
Fotoperio (relación entre el número de horas diurnas y nocturnas) que provocan una estimulación de las glándulas hipofisaria la cual segrega unas hormonas (gonadotropinas) que junto con otras actúan sobre el metabolismo en el proceso de muda.

Etapa de meditación de todos los seres vivos, el tiempo de melancolía, que en el caso de las vacas que contemplo, saben que empieza el periodo más difícil de todos. Se acaba la comida. Comienza el frío. Las noches se vuelven inacabables. Comienzan estos animales a perder peso (de los quinientos kilos por media que pueden pesar en estos momentos) hasta llegar a perder el cincuenta por ciento de su peso, hasta que de nuevo vuelva a brotar la hierba que lo celebran brincando y trotando, dando gracias que fueron capaces de aguantar otro ciclo que la naturaleza ha impuesto.

Recuerdo que en el pueblo donde nací, era cuando volvían las manadas de cabras que habían estado pastando en la sierra durante todo el verano y llegaban de nuevo a sus corrales de siempre, a recorrer los campos marcados de veredas, donde tenían que andar los animales de forma precipitada a disputarse entre ellos una rama, los pepinos de una alcaparra o un puñado de cáscaras de almendra que la pastora les había colocado delante del corral.

En donde vivo, en el Campo de Gibraltar, nos llegan todos los años por éste tiempo un millar de voluntarios desde EE.UU. Rusia y sobre todo de todos los países de la UE, para realizar un seguimiento de todas las aves que muy pronto comienzan a pasar por encima de nuestras cabezas.

Se ha colocado encima y ha empezado a leer lo escrito mi vecinilla Paula y ella es la que ha sacado la siguiente conclusión:
En esta nueva era donde se pueden coger, manipular, sacar y meter células madre en todos o en casi todos los seres vivos, si todos tuviésemos alas, se eliminaría el tema de las fronteras que se han colocado precisamente para todos aquellos seres vivos que no pueden volar.

Los que viven en la frontera Schengen más importante de la UE, desde chiquititos no llegan a inmunizarse en lo referente a los que todos los días de una forma u otra intentan llegar a Europa.

No hay comentarios: