domingo, 16 de agosto de 2020

El que no quiere ver las cosas

Parto de tres conceptos  para argumentar el presente escrito.

El primero lo cantamos con frecuencia en momentos claves todos los andaluces. La letra está en el himno de Blas Infante, que cantamos:

"Andaluces levantaos, pedir tierra y libertad"...

El segundo es el lugar donde vivo. Pasa un río muy parecido al que teníamos en mi pueblo, Benínar, en La Alpujarra. Dicho rio tiene en sus márgenes tierra suficiente (fanegas de tierra se diría el la Alpujarra que así es como se medía los espacios de cultivo) para construir tantos huertos como teníamos en Benínar. El río Pícaro (que así es como se llama) tiene agua suficiente para el riego como tenía el río que pasaba por mi pueblo alpujarreño. Llevo viviendo casi medio siglo en este lugar y jamás he escuchado que dicho rio podía encauzarse y crear parcelas en sus márgenes para crear huertos. ¿Quien podría cultivarlos?. En primer lugar los que en momentos determinados están parados y aquellos que estuviesen sin cultivar ofrecerselos a todos los que estamos jubilados para invertir parte del tiempo que disponemos de él.  No se si es acertado ofrecer un huerto a un parado o a un jubilado sobre todo a las generaciones que jamás han estado relacionados con el cultivo de la tierra.  Son generaciones que no fueron educadas para sembrar tomates o alcornoques u olivos. Se han encontrado la tierra y los árboles y han creado brigadas para apagar el fuego que los destruyen. Nada más. Nadie labra la tierra. Nadie siembra árboles. Como quedará reflejado en la historia de la humanidad a estas generaciones que han pasado y seguirán pasando de la tierra y de los árboles. Las brigadas de mantenimiento nos las encontramos en todo lo que nos rodea menos en la tierra y los árboles. Estadísticamente cuantas personas aparecerían  que viven en una ciudad (no de los que viven en un pueblo) que sembraron un árbol o conocen el nombre de aquellos árboles (que no  comen de su fruta ni utilizan su papel) que crecen y se desarrollan en la tierra. No mencionemos las hiervas y los insectos. ¿Cuantos árboles se destruyen todos los días para que toda la población tenga un trozo de papel que es lo peor valorado por todas las personas desde que se levanta hasta que se acuesta?.

El tercer argumento es analizar la vida de una persona de mi pueblo, Benínar, que en la actualizar tiene noventa años y que su profesión fue maestra de escuela. 

Lo que aparece a continuación es un comentario que me mandó después de escribir un artículo sobre su familia.

Amigo Paco, En primer lugar quiero agradecerte las palabras que nos dedicas y seguidamente os detallaré cómo consiguieron Pedro y Adoración el dinero para costear mis estudios. Pues bien; Pedro, un gran trabajador, igual hacía una calera que iba a la monda de Motríl y durante todo el año iba los domingos a Murtas con su carga de lo que daba el tiempo: en verano las hortalizas que el mismo criaba y en invierno naranjas, uvas, ristras de ajos y algunas calabazas. Adoración, la mujer que siempre le acompañó en todos los trabajos; limpiaba uvas en la campaña de Berja, buscaba alcaparras desde que salía la primera luz del día, incluso mi hermana Lola siendo una niña ya acompañaba a mi madre a limpiar uva y a buscar alcaparras. Puedo decir que tuve una familia maravillosa, les doy las gracias, siempre me he sentido muy orgullosa de ellos. Si algún mes no podían juntar las 500pts que necesitaban para mandarme, mi madre se las pedía a Lola Blanco, la madre de Lola Sánchez, y como podía se las iba pagando. Yo cuando pude me metí a trabajar en la casa del ingeniero que hizo el pantano de Cubillas, don Manuel Prieto Moreno. Cuidé de sus tres hijas y dos niños. Los llevaba por la mañana al colegio y yo me iba a mis estudios, al medio día los llevaba a casa y por la tarde les preparaba los deberes para el día siguiente. Por este trabajo me daban 500pts y la comida, esto fue un alivio para mis padres. Más tarde me hice cargo del funcionamiento y administración de la Residencia donde siempre viví en Granada, C/ Afán de Ribera nº5. Así hasta que terminé la carrera en Junio y en Septiembre ya tenía escuela. La primera fué la de nuestro querido Beninar, después cuatro años en Hirmes. En total 5 años que trabajé antes de casarme. Tengo la satisfacción de haber compensado un poco a mis padres del gran sacrificio que hicieron, pues todo lo que cobré en aquellos 5 años fué para la casa. Creo que con este relato haya quedado claro de dónde salió el dinero de mi carrera. Y ahora os cuento desde que me casé. Miguel ha sido para mi la persona más maravillosa que nadie pueda imaginar. Hemos sido muy felices. Nos fuimos a vivir a Canarias, de allí al Sahara donde nacieron mis hijos Miguel Angel y Mari Carmen. En el Sáhara pasamos los mejores años de nuestra vida. Después en Motril también nos fué muy bien. Hemos viajado mucho, desde pasar un mes en la islas Mauricio en el océano Indico, hasta recorrer toda Europa para llegar al Cabo Norte en Noruega, donde durante 15 días, en el mes de julio, no vimos la noche. Ahora sólo me quedan los recuerdos y el cariño de mis hijos y mis cuatro nietos que son estupendos y me dan todo su amor. Se acerca la fecha de las fiestas de San Roque, mi deseo es que lo paséis muy bien y que ningún momento dejo de pensar en vosotros benineros y en nuestro querido pueblo. Felices fiestas 2016.

   


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