sábado, 8 de mayo de 2010

POETAS DE VUELTA.
En el mes de octubre fuimos citados en Tetuán unos cuantos poetas llegados de todas las partes de España y parte del extranjero para la lectura de versos en distintos lugares de dicha ciudad.
La convocatoria fue todo un existo, acudiendo poetas que legaban desde el aeropuerto y por barco, que además también acudieron representantes de editoriales.
Al tema en cuestión.
Ya todos sentados en el barco de vuelta, observando la cara de todos, vi más rostros de derrota que de sosiego, atribuyendo las caras de decepción al ver que había vencido lo políticamente correcto al sentimiento experimentado al ver una sociedad tan desigual y sobre todo a los niños con edad escolar, vendiendo ungüentos por la calle.
En aquel trayecto de Ceuta a Algeciras escribí:

Los hijos legítimos de las palabras, los poetas, los que saben ordeñar las ubres repletas, para alimentar la soledad, del drama, o la belleza.

Los perros amaestrados que buscan y encuentran donde están las hambres, donde está el dolor, donde la miseria, donde están los niños que no van a la escuela.

Los legítimos de la palabra, intuyen encuentra los cuencos vacios, a los que siempre invocan al dios que aún no ha dado con el sitio donde está la desesperación de las vacías despensa.

Los dueños de los bolígrafos llenos de palabras certeras, los poetas, los que saben manejar los bolígrafos llenos de frases brillantes, de colores vivos que arrancan sonrisas que alargan de forma sosegada la espera.

Expertos mecánicos que manejan bolígrafos que pintan trigales, huertos, frutales, abundantes fresas, pero también saben dónde está el botón que estalle la guerra.

Bolígrafos que guardan en su columna vertebral el tuétano de las esencias.

Orgullosos de ser el testimonio de las palabras justas y precisas, de levantar o hundir las almas. Grafiteros, que marcan rayas que dan paz o sosiegan.

Que cada cual de estos poetas pase el nudo como pueda cuando vio a un niños vendiendo, ungüentos milagrosos, hasta piedras que al abrirlas brillan, parecían que tenían en sus manos todas las estrellas. Los niños que para ayudar a la familia son sacados de la escuela.

Al viejo en la sombra rumiando viejos lances, con pelos blancos, muy largos que le salen por la nariz, por las orejas, que puede que no tiene quien se los corte o quizás él, no se deja.

Los hijos legítimos de las palabras al puerto de donde salieron regresan, como lo hizo la Escuadra Invencible:

¿Derrotados?.

En sus caras se les ve buscando la razón de su derrota:
¿Fue el viento?. ¿Fue el mar?. ¿No romper el protocolo y las reglas?.
Parecen navegantes que vagan sin rumbo por culpa de las nubes que ocultan las estrellas.
4/10/2009

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