jueves, 20 de febrero de 2020

Eugenia Doucets la canadiense.

Me he encontrado con un sobre que pone Eugenia y dentro he encontrado unos cuantos folios escritos que corresponden al periodo 1973 al 1980.
En estos folios queda escrito en primer lugar aquellos años en que Eugenia con su marido y tres hijos, procedentes de Canada, recorren toda La Alpujarra buscando un lugar donde quedarse a vivir y deciden por fin  alquilar una casa en mi pueblo, Benínar, y allí se quedan  unos cuantos años. Allí escribe su único libro que se agota al poco tiempo de ser publicado y que no se ha vuelto a editar. En este libro queda reflejada su vivencia en el pueblo y el trato diario con sus vecinos.
En ese periodo de tiempo el que escribe pasa por dos periodos marcados por unos cuantos acontecimientos.
El primero el terminar la carrera en la universidad. El casarse. El buscar trabajo por primera vez. El sentirse emigrante al tener que marcharse a Cataluña para buscar trabajo, para sentir  las mismas sensaciones que sienten en la actualidad cualquiera de los que en patera cruzan el Estrecho de Gibraltar. Lo último marcado en mi mente  es la impotencia que aun sigo sintiendo de no poder regresar al pueblo donde nací, crecí y pase mi juventud,  ya que fue destruido y en su lugar construyeron una presa para abastecer de agua a parte de la provincia de Alnería.
Eugenia cerca de cumplir los cien años regresó a Canada y alguna de sus hijas y nietas de vez en cuando regresan a volver a pisar  España por lo menos unos días.
De la misma forma que la universidad me llenó de conocimientos mi cabeza, para que me ejerciera  como un profesional, al establecer una amistad con Eugenia, mete las manos en mi cabeza y manipula mis sentimientos. Seguiría siendo un alpujarreño pero analizándolo todo con los criterios establecidos por ella. Disfrutando y sufriendo como si ella estuviese a mi vera marcándome de que debo disfrutar y de todas aquellas cosas que aparecen en la vida de una persona que no merece la pena sufrir o arreglarlas lo antes posible.
No creo que yo llegue a los cien años como llegará Eugenia ya mismo, ni tendré los reaños que ella siempre tubo como por ejemplo, dejar su país Canada y venirse a España con sus tres hijos pequeños y volver de nuevo a su pueblo, a su país, Canada, cuando los años le marcaron que tenía que volver.
Una mujer madre de once hijos y que ellos están pendientes de ella siempre, que supongo que por ello, que pasen los años para ella no es un problema. Le aparecerán problemas físicos pero los otros los sentimentales cada año que va pasando brotan y florecen como los árboles en primavera.
En una de sus cartas me escribe lo siguiente:
Al leer tus cartas me siento una supermujer, me siento una persona extraordinaria. Como es posible. Tu tienes el alma de un poeta , sí, y vale una fortuna conocer a una persona como tú. Cuantas veces tu has venido, como un caballero  en  caballo blanco a salvarme, de todo tipo de desastre, desastres pequeños y grandes desde el primer día de nuestra llegada a Benínar. Tu siempre estabas allí para mi o para algún miembro de mi familia. Doy gracias a Dios para tí.
Termino este escrito y ya iré colgando las poesías que nos mandábamos en el periodo de tiempo del 1973 al 1980, este ultimo año  que nos tuvimos que marchar del pueblo Benínar ya que las piedras de los barrenos llegaban a todas las casas del pueblo.   

No hay comentarios: