sábado, 3 de marzo de 2018

Haber si puedo que mi madre no pase hambre


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Aparece en los medios de comunicación que las residencias que acojen a los menosres que pasan la frontera desde Marruecos a Melilla o a Ceuta se encuentra saturado y los que allí residen están mal atendidos. 
Los que ya se consideran mayores optan por vivir en las calles de ambas ciudades esperando encontrar un hueco en las bajos de un camión para pasar el Estrecho de Gibraltar para llegar a Europa.
Cómo conozco aunque no me las han contado la historia de cada uno de ellos ya que me traslado con la imaginación, con la memoria  a mi niñez y adolescencia recordando el día a día de los de esa edad en mi pueblo alpujarreño, Benínar.
 Recuerdo a un adolescente que se había quedado calvo y todos en el pueblo coincidían que aquel estado de su cabeza era como consecuencia del hambre que había pasado y que le faltaba por pasar.
- Apansacao, - nos decían los viejos señalándolo, - al tener todo su cuerpo con los huesos señalados y la barriga hinchada.   
Aquel joven como tantos otros tenían a su alcance (robando) las frutas de los árboles frutales de la vega del pueblo, pero el comer nada más que fruta, un día y otro, y otro, las semana y los meses, estaban todo el día "cagando como los mirlos" y sus tripas estaban llenas de gases.
Aquel joven como tantos otros en cuanto tuvieron la oportunidad se marcharon a buscar trabajo a Cataluña. Es qué no había otra solución, ya que poco era el trabajo que se podía conseguir en el pueblo y alrededores;  además muy mal pagado y con esa edad en aquellos tiempo dichos críos estaban totalmente convencidos que marchándose del pueblo sería una solución para él y para su familia, empezando por ayudar a su madre y a sus hermanas que eran unas esclavicas. Al ser mujeres eran las últimas para comer, las que trabajaban desde las claras del día hasta el anochecer y por la noche haciendo calcetines, abrigos y jerséis si es que tenían la oportunidad que los que tenían en el pueblo un rebaño de ovejas le diese unos vellones de lana.
Recuerdo otro que apenas con diez años ya había asumido el ir a por los cabritillos o borregos recién destetados a las casas de los pastores, darle muerte a dichos animalillos, subirlos a la burra y llegar ya entrada la noche al pueblo para cargarlos en el motocarro y que su padre fuese a Guadiz, a Adra, a Berja; los pueblos cercanos, a venderlos. Este mismo crío también se le ocurrió la brillante idea de levantarse al amanecer y recorrer los cortijos que pudiese en el día de Murtas y Turón para comprar huevos. Al llegar ya de noche a su casa, subirlos en la motocarro y que su padre los vendiese en los pueblos cercanos.
Esto pasaba en Benínar hasta que las cosas fueron cambiando a comienzos de mil novecientos sesenta.
Los que tenían la edad mencionada anteriormente sus argumentos cuando salían del pueblo por primera vez con dirección a Cataluña, en el camino, y cuando llegaban a la tierra prometida, (donde vivían sus paisanos que ya emigraron antes y que les habían prometido un trabajo bien pagado) argumentaban (cuando alguien les preguntaba por la razón de aquel viaje siendo tan joven), que dejaban de vivir en el pueblo de nacimiento (donde estaban sus amigos y conocidos y se marchaban a lo desconocido)  dejaban su familia, con la intención de ganar unas pesetillas para mandárselas a su madre para que comprase por lo menos comida para ella y sus hermanos.
Los críos que se encuentra ahora en los albergues de Ceuta y Melilla, su argumento principal, el que le ha motivado para salir de su país (con la dirección y el teléfono de alguno de su pueblo que ya se marcharon antes), es dejar las penurias por las que están pasando su familia y conocidos (estos africanos han sumado al argumento principal que si tener una bici, una moto, ..., un móvil, etc); encontrar un trabajo digno, tener dinero y mandárselo a su familia. Totalmente convencidos que si ellos no lo hacen (si ellos no cogen carretera y manda y comienzan a andar ) sus padres no lo van hacer cambiar  esa forma de vida ( de su pueblo, de su entorno, de su nación); que no la quieren ni para ellos ni para sus seres queridos.         
Este tipo de emigrante no será capaz de anularla ni la tecnología de la informática ni las tecnologías de las energías renovables. Tenemos el ejemplo en el abandono de la mayoría de los pequeños pueblos de España y sobre todo los que conozco los alpujarreños que se cada vez están más despoblados e incluso abandonados.
Envase a lo vivido en mi pueblo alpujarreño,  seguiré avanzando en el tema del siguiente capítulo.

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