martes, 1 de abril de 2014

Africanos que sueñan con zapaticos nuevos y brillantes.

Es una foto que terminan de colocar en el foro de Benínar es lo que me ha motivado para sentarme a escribir. A los benineros nos pasa, que todo lo medimos o comparamos con lo ocurrido en nuestro querido pueblo. Allí se nos colocó “las piedras de toque” y en base a ellas hacemos nuestras valoraciones.  En la foto aparecen dos benineros que emigraron en los años cincuenta para trabajar en Montevideo. Vestidos en los años cincuenta como no podían costearse dicha ropa ni el alcalde del pueblo. Paseando por una de las avenidas de dicha ciudad cuando los de su pueblo andaban por caminos y trochas tirando de la soga que iba amarrada a un burro.
Cada vez que aparecen noticias sobre los africanos que intentan saltar las vallas, tanto los informadores como los políticos que manejan el cotarro, no han mamado (palabra que se utiliza en Cádiz a todos aquellos que llegan a dicha ciudad y comienzan a alabarla y el gaditano le contesta dicha palabra), no han vivido el día a día en un pueblo donde poco a poco se va despoblando. Eso le pasa a los informadores y políticos cuando tocan dicho tema. Les faltan matices, palabras precisas, se les nota que hablan por oídas no por conocimientos. Informan del salto a la valla, pero no de las razones por las cuales están arriesgando su vida en el salto. Les falta argumentar lo fundamental, que les impulsan a dichas personas a salir de su aldea. Les falta argumentar que volver significa, volver fracasado a su tierra cuando se está en plenitud de facultades y has gastado todo los ahorros de toda la familia.
Es necesario recurrir a la imaginación para poder describir, (los benineros que inmigraron no dejaron nada escrito) cual es el momento que deciden de marcharse de su pueblo, cuales fueron las razones que les impulsaron a tomar dicha decisión, la salida del pueblo hasta llegar a Cádiz, al puerto de salida, que medio de transporte utilizarían y cuanto tiempo en llegar desde Adra a la tacita de plata, Cádiz. Cuando embarcan y cuanto tiempo tardan en atravesar el charco. Donde más tenemos que poner imaginación es en el dinero que llegan a reunir en Benínar para iniciar el recorrido.
Recuerdo un personaje al que no llegue a conocer, que se decía de él, que salió para trabajar en Cataluña, y que vuelve fracasado y lo más grave en aquel pueblo, que se había rebajado a lo más bajo desde el punto de vista social, que en el recorrido había estado pidiendo. O no pudo adaptarse, no encontró trabajo, …, el caso es que regresa al poco tiempo de marcharse y lo que se decía de forma destacada, es que llegó con dinero en el bolsillo en breve espacio de tiempo y le preguntaban con guasa sus  paisanos:
-         Con el tiempo trascurrido desde que te fuiste hasta que has vuelto, seguro que en todo el recorrido de vuelta has tenido  que estar pidiendo. El contestaba.
-         Si te parece iba a volver dando.
A aquel beninero que no llega a adaptarse, en la actualidad se le preguntaría, por el número de coches que han lavado en la calle, la cantidad de pañuelos vendidos en los semáforos, el número de horas de gorrilla o el número de palomas asadas que cazaron en los parques.
No es el caso de los benineros que se marcharon a “hacer las Américas”, que en tan solo cinco años trabajando en vaya usted a saber en qué, como inmigrante, en su gran mayoría llegaron otra vez a Benínar, al pueblo de donde partieron con dinero suficiente como para comprase una finquita y llegar a vivir en su pueblo con una calidad de vida aceptable. 
Al margen de desarrollar cada una de las incógnitas planteadas anteriormente, lo que nos dice la foto es que de simples agricultores alpujarreños, en nada de tiempo llegaron a comprarse un traje, una corbata, unos zapatos relucientes y pasear por una capital dando dan la impresión de pertenecer a una clase social que en la España de comienzos de siglo XXI diríamos, “clase social media”.
Esas miles de personas que en la actualidad se encuentran deambulando cerca de las fronteras de Ceuta y Melilla, en espera de pasar a la UE, no sé si han sufrido tanto en el desplazamiento desde su país como sufrieron nuestros paisanos para llegar a Montevideo. No sé en qué tipo de trabajo están especializados. No sé a qué trabajo se podrán incorporar cuando lleguen a saltar la valla. No sé si después de vivir cinco años en la UE, podrán regresar a su país y comprarse una finquita. Por más que pienso y pienso en dichos inmigrantes, creo que los únicos que pueden valorar su situación son todos aquellos benineros, los alpujarreños  que decidieron marcharse de su pueblo para “hacer fortuna” en una tierra desconocida, como por ejemplo a Cataluña o a cualquier país europeo, por ejemplo a Suiza y Alemania.
Haber que gobernante de la UE tiene el coraje y argumentos  para montar una oficina "u lo que sea" en el monte Gurugú, sentar en dicha oficina  los mejores psicólogos, “u los que sea”, llamar a cada uno de dichos  africanos (pendientes del salto) y convencerlos que su sueño de conseguir un trabajo digno y una vida mejor en Europa no lo van a conseguir y por lo tanto tienen que darse la vuelta y volver a su lugar de origen. Aunque lo más difícil para el que emigra sea volver a su pueblo y llegar fracasado.

Tengo fe en la nueva generación de políticos españoles (puede ser una razón que me mueva a votar en mayo) que cuando se encuentre en el Parlamento Europeo, a sus colegas parlamentarios les convenzan para que convenzan a los africanos (tanto esfuerzo inútil para su gran mayoría formar parte de los que acuden a comer a los comedores de Caritas) que ni intenten salir de sus pueblos de origen ni llegar hasta las fronteras de Ceuta y Melilla. ¿O no es una solución aceptable para solucionar el problema fronterizo?. ¿O no tenemos que tener fe en nuestros políticos que dicho tema lo van a arreglar?.  ¿Serán capaces de que la solución sea volverlos invisibles y así el problema desaparece?.

1 comentario:

Juan Gutiérrez dijo...

Unas buenas reflexiones.

Saludos. Juan.