lunes, 8 de octubre de 2012

LOS DOS MOMENTOS CLAVES DE BENÍNAR



Este escrito nace como consecuencia de leer el colgado en Plaza de Beninar en el que se refiere a la casa de Pacoroa.
Toda una serie de temas que los benineros tenemos y debemos desarrollar puesto que en ellos va el crecimiento de los dos momentos en que Benínar comienza a crecer. En primer lugar la construcción de las mejores viviendas del pueblo posiblemente en la época de las minas de plomo (a mediados del siglo XIX) y en segundo, con el auge de los parrales a mediados del siglo XX.
-          Cuando se decide la construcción de aquella manzana de casas justo en el centro del pueblo, los que tenían dinero en aquellos momentos forzosamente se tuvieron que poner de acuerdo para ir levantando paredes puesto que todas ellas eran medianeras. Lo que es lo mismo, en una sola pared tenían que apoyarse los palos de los techos de los dos vecinos.
-          En el siglo XIX en La Alpujarra no se conocía el cemento Portland, ni los ladrillos (en todas sus variedades), ni hierros para el forjado y para la construcción lo que tenían a mano era la cal, el yeso, arcilla del Cucanal y arena del rio. Casi un siglo después, siguen en pie las viviendas construidas, ni una más ni una menos y el último edificio que se levanta en Benínar es el almacén que construyó Paco el de Ramón en un solar comprado a Facundo que El Moñico tenía un plantel de almendros. Dicho almacén se levanta por primera vez en el pueblo con pilares de hormigón y con ladrillos.  El arquitecto, el aparejador y el albañil es Rubillo.
-          Recuerdo escuchar (no sé si Paco Ruiz, el Rubillo, o Pepe el Rizo)  “conservaban” aquellas placas que servían de moldes que al llenarlas iban progresando las paredes.
-          Importante volver a desenterrar las técnicas que utilizaban los yeseros y los caleros. Si las explotaciones de plomo, queman todos los árboles, las últimas moreras y encinas, el yeso y la cal, arrasan con todo el matorral.
-          Por último la casa que en Benínar tenía más forjados en total cuatro era la casa de Guadalupe. Todo un desafío para cualquier aprendiz de arquitectura puesto que además de ser la de mayor altura no necesitaba el apoyo de las construcciones colindante.
En los años en que se construyen las murallas en el río, regresan los que se marcharon “para hacer las Américas” y el pueblo va perdiendo la juventud al marcharse a Cataluña. Los jóvenes que quedaron se plantearon una y mil veces sentados en el poyete del reducto: ¿En vez de montar la fábrica textil en el río Llobregat, en  Cataluña y llevarse a los beniner@s para que trabajasen en ella, no sería lo más lógico, montar la fábrica en nuestro río y dejar a los nuestros en nuestra tierra?. Si la materia prima que es el algodón que también es de Andalucía, que nos expliquen, que nos argumenten la razón de montar allí dicha fábrica.

1 comentario:

Anónimo dijo...

PAco, apuntas tal cantidad de datos, que tienes trabajo para todo un año desarroyando estos temas tan interesantes.

Saludos. Juan Gutierrez