martes, 31 de julio de 2012


¿LE PEDIMOS A LOS MAYORES QUE CUENTEN NIDOS?. 

La Fundación Migres ha publicado en Tarifa al Día lo siguiente:
“El seguimiento primaveral del Programa Migres 2012 cierra su campaña con cifras muy altas. Casi 90.000 aves planeadoras (rapaces y cigüeñas) entraron en la Península Ibérica desde el continente africano durante los meses de febrero a mayo. Este elevado número de aves corresponde a 30 especies distintas, destacando los milanos negros Milvus migrans (más de 40.000 aves), los abejeros europeos Pernis apivorus (más de 10.000), las cigüeñas blancas Ciconia ciconia (más 12. 000), águilas calzadasAquila pennata y culebreras europeas Circaetus gallicus (casi 6.000 y 9.000 respectivamente), y más de 2.900 buitres leonados Gyps fulvus”.

.Donde ellos (los que cuentas aves en todos los observatorios del Campo de Gibraltar) ven milanos yo estoy viendo golondrinas, las que anidaban en las azoteas de las casas. Donde ellos ven águilas yo veo los aviones que salían del tejado de la iglesia. Donde ellos ven cigüeñas yo estoy viendo abubillas, abejorucos, pichotes, cabicomoro, pajaricas de las nieves, totovías, pero sobre todo los verderones, chamarizos,  jilgueros y los ruiseñores, los que no se cansaban de pregonar por todas partes que había llegado la primavera y por ello había que disfrutarla, como ellos la disfrutaban. Tal vez por ello nos decían nuestros mayores: ¡El que canta el mal espanta!. 
Aún no aparecen en las estadísticas las aves pequeñas, las que llegaban y seguro que seguirán llegando a todos los barrancos y a todos los tejados de las iglesias de La Alpujarra.
Visitando a mi amigo Antonio Viera, en Lantilla, cuando todos los de su casa se marchan a la playa y él se queda solo, se dedica como siempre, todos los veranos  a construir (de las tablas que se encuentra en cualquier lugar) nidos de diferentes tamaños y formas según lo demanda el ave en cuestión. Presume de tener centenares de nidos ocupados por muchas especies en su finca en la dehesa extremeña. Los turistas llegan a su pueblo todos los inviernos a ver las grullas, pero nadie se para a contemplar las aves pequeñas.   
En este campo como en tantos otros los alpujarreños hemos vivido al margen de todas aquellas pequeñas aves que llegaban y seguro seguirán llegando y a nadie aún se le ha ocurrido crear la fiesta de los que llegan (a comienzos de la primavera, con la llegada de las primeras golondrinas) o la fiesta de los que se van (la salida de la pareja de ruiseñores con todos los hijos nacidos) a sabiendas que estos seres vivos siempre, todos los años han cumplido su palabra de volver.
En una ocasión, imitando a mi amigo extremeño me puse a construir nidos y después colocarlos (con la ayuda de los socios de Plaza de Beninar) en diferentes zonas de lo que fue mi pueblo, pensando que serían ocupados. Ha pasado el tiempo y dichas construcciones están vacías.
Las pequeñas aves que anidaban todos los años en toda la vega, vivieron la experiencia  y así se lo trasmitieron a sus descendientes, que aquella zona (de barrenos y tractores mientras se construía la presa del pantano) no era ni es la adecuada para la procreación, para criar a sus vástagos. Aquellas aves pasaron de largo de Benínar y se marcharon a toda la Ladera Sur de Sierra Nevada.   
No estaría mal que las autoridades de los pueblos de La Alpujarra comiencen la tarea de ir creando  los censos de todas aquellas aves que han nacido en sus términos municipales en todo lo que abarca la ladera de Sierra Nevada. Ha llegado el momento que la población de humanos dejen de  ignorar las aves que llegan para anidar todos los años a los campos alpujarreños. Están el tiempo suficiente de la reproducción y ampliada la familia, después se marchan,   pero que todos los años vuelven. Las aves serán el indicador más fiable del futuro. No estaría mal que el Sur de Granada  fuese identificado porque aún sigue vigente el compromiso de volver todos los años a reconstruir el nido a que sus hijos nazcan en La Alpujarra.       

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy refrescante tu crónica y tambien tu reflexión sobre las aves pequeñas; aquellas a las que se les dá menos importancia y que perdieron como nosotros el paraiso que teníamos en Beninar.

Paco, descríbeme si te acuerdas, como era el cabicomoro, pues no tengo ni idea.

Un abrazo, Juan Gutierrez.