domingo, 21 de agosto de 2011

¿COMO SE DESATASCAN LAS GRANILLAS DE CHUMBO?.

Ayer tarde me pelé tres docenas de cumbos y es uno de los tres frutos, que según decía mi abuela Antonia, fueron el alimento de los beniner@s más pobres después de terminar la guerra. Los otros dos eran los higos y las algarrobas.

Entre las donaciones que Naciones Unidas realiza periódicamente para cubrir las necesidades de los más necesitados, una partida debería ser de plantones de los frutos mencionados para que por lo menos en dicho lugar cuando vuelva a llegar la hambruna al menos sea aminorara. No ha cambiado casi nada, aquella frase famosa de “ en vez de darle peces enseñarles a pescar”.

Volviendo a los chumbos puesto que aún tengo en los dedos espinas clavadas, también me llegó la imagen que aparece por muchas esquinas de la ciudad donde vivo de los que montan su chiringuito por las tardes bajo una sombrilla de playa donde el marido va pelando chumbos y la mujer los va colocando en una especie de bandeja con terrones de hielo. Saran los mismos que montan el mismo negocio cuando llega el tiempo de las castañas. Los que realmente tienen la patente de esa palabra que suena tanto en los medios de comunicación: INDIGNADOS. Puede que en éste caso pertenezcan a una escala menor y realmente sean los RESIGNADOS, a vivir todo el año de la venta de los chumbos y de las castañas asadas. Estos a diferencia de los vendedores ambulantes, de las furgonetas recogidas de las chatarrerías (que ambos casos, en el 2011 aumentó la competencia como nunca) viven de lo que encuentran en el campo o en la mar, vicheando como diría mi compadre.

Para compensar en lo posible los sabores de los chumbos, cantaban las mozas en los años sesenta (cuando empezaron las exportaciones de los tomates de invernadero a toda Europa) en los remolinos que hacían en la plaza de Benínar: “Que culpa tiene el tomate, / que está tranquilo en su rama, /, …” en éste caso que culpa tienen los chumbos que en ésta época de hambre existan tantos vendedores y tanta competencia de dicho fruto.

Y, cómo no, Benínar tiene que tener una historia relacionada con los frutos de las pencas: Pues resulta, que en el año lahambre, contaban, que el tabernero Campoy, y uno de sus clientes Tambora, se apostaron que el cliente pasaría al libro giner de los record de las barbaridades benineras de La Alpujarra comiéndose en una sentada 100 chumbos seleccionando los más grandes. El público asistente por unanimidad pensaba que aquel record estaba al alcance de Tambora por la capacidad de su estómago, pero realmente lo más comentado por lo bajini de este episodio en todo el pueblo, era, la atascaura a la cual se sometía, existiendo experiencias que en muchos casos se tenía que recurrir a las horquillas del pelo para el desatasco.

El apostante supero la prueba con creces, pero se le montó un reten de vigilancia las veinticuatro horas para narrar a los beniner@s congregados en la plaza por las distintas fases de apreturas que pasó la cara de Tambora hasta que las granillas de chumbo fueron expulsadas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Real como la vida misma y mucho menos escatológico que como lo habría contado D. Camilo.

Lo que no pasara en Benínar...

Juan Gutiérrez.