domingo, 24 de marzo de 2019

Escribo desde la playa donde llegan las pateras.



Termino de leer un artículo de mi compañero (jubilado como yo),  Pompo Sena, titulado: "Treinta años de naufragio  en el Estrecho".   La primera    foto del primer marroquí     (que el mar lo arroja a la playa) ahogado, en la playa gaditana de Los Lances en Tarifa la hace él y aparece en todos los medios de comunicación de España. Cuando mi compañero llega a la playa ve que la  policía está   confundida.  Ese tipo de  personas para ellos son nuevos, diferentes ya que hasta entonces los que llegaban a la costa a este lado del estrecho de Gibraltar eran gente con buenas embarcaciones y de otra calaña. Eran los que portaban la  droga. A últimos del 1988 los inmigrantes van llegando de África al sur de Europa desembarcando en barcas de madera al otro lado del estrecho de Gibraltar. Más de cincuenta mil en total en todo el 2018. Sin mencionar la cantidad de ahogados que siguen apareciendo.

Recuerdo que en ese año que apareció el primer cadaver fuimos unos cuantos a arrojar claveles al puerto de Algeciras, al mar, para reclamar ¿que?. Lo cierto es que esta manera de reclamar actuaciones por parte de las autoridades, nos dimos cuenta que no eran ni eficaces ni suficientes.

Escribo sobre tres hermanos que cogieron una patera y se presentaron aquí en Algeciras (estos tres que llegaron en una goma inflada como tantos otros no entran dentro de las estadísticas) para vivir en casa de su hermana que ya lleva viviendo aquí en Algeciras unos cuantos años. Bueno el número de hermanos que ya viven aquí  en Algeciras, que ya hace años tienen "los papeles en regla", son cinco; pero donde realmente comen y viven es en casa de su hermana Fátima. Al no hacer nada y estar todo el día sentados, ya han cogido unos cuantos kilos. Ya se han pasado unas cuantas tallas.

Nada más llegar les ofrecí darles clases de castellano. Les compré unas libretas, las más elementales. Me puse con ellos para que empezasen a escribir (copiando frases y palabras), pero  la impotencia se adueño de ellos en esa primera clase. Solo tenían que copiar, pero se levantaban y se sentaban levantando los brazos y respirando fuerte. Al ver que estaban sufriendo su hermana se dio cuenta y me dijo que mejor sería que fuese en otra ocasión cuando ellos retomasen las clases. Con el paso del tiempo el más pequeño dice que ya tiene sus "papeles resueltos" ya que ha encontrado a una española que se va a casar con él. Al mayor de ellos todos están esperando que vuelva de nuevo a Marruecos ya que allí se dejó una barca y con ella tiene resuelta la vida; pero el del medio lo tiene más difícil ya que no le harán un contrato de trabajo hasta que esté establecido con normalidad, es decir que hasta que no tenga justificado que lleva tres años viviendo aquí en España las cosas las tiene difíciles.
   
Los que terminan de llagar treinta años después (de cuando mi compañero tomó la foto en la playa) no los entiendo o al menos están totalmente fuera de mi entorno, de mis lógicas, de mis razonamientos. Bueno los entiendo un poco ya que yo pasé por esa misma incertidumbre cuando mis paisanos los alpujarreños (la mayoría analfabetos) comenzaron a marcharse a Cataluña para encontrar un trabajo. Digo de entenderlos un poco ya que lo fundamental es plantearse antes de salir de su país, es: ¿Donde voy a trabajar?. ¿Cual es mi oficio?.

Llevan ya unos cuantos meses viviendo a costa de su hermana los tres varones y ninguno  de ellos ha empezado a estudiar, a pesar, de que se les nota su dificultad en hablar castellano. De escribirlo nada de nada.

Es un tema que para nada lo tocan los medios de comunicación (los políticos menos) que son los que están pendientes de regularizar, ya están viviendo entre nosotros o  a los que nos llegaran  en pateras. No dicen, no entra en el diálogo cuando se habla de extranjería que lo fundamental es que aprendan nuestro idioma y que aprendan un oficio. Puede que lo hagan con los menores que están en centros de acogida pero con el resto (los que tienen más de dieciocho años) nada de nada. Los chavales que están dentro de los centros de acogida, (me dice  una profesora que es amiga y esta en uno de ellos trabajando), lo que me dice o me cuenta, es,  que el interés por aprender lo que los profesores le pretenden enseñar, su mentalidad no ha sido preparada para estar un tiempo aprendiendo. Ellos no se han jugado la vida en el Mediterraneo para estar toda la mañana sentados en clase escuchando lo que no entienden. Ellos lo que quieren es trabajar para mandar un poco de dinero a su madre que lo está pasando muy mal, en su país de procedencia  (según ellos), y es el argumento que casi todos utilizan para razonar  el porque pasaron el estrecho, salieron de su país con dirección a Europa.

Están acostumbrados a trabajar de sol a sol con calor y con frío y no les importa hacer lo mismo aquí en España por la cantidad que les den y por un poco de comida. No se les escucha exigencia alguna si al final de mes ven en sus manos un poco de dinero. Es lo que les pasaba a mis paisanos los alpujarreños, cuando llegaron a trabajar a Cataluña. Donde trabajaban y en que condiciones, dependía del dinero que les daban al terminar el mes, siempre era mas y mejor de como estaban en su pueblo.

Esta generación y las que quedan por llegar, que lleguen a meter en su mente que pueden ser emprendedores, que pueden crear su propia empresa o que tienen que tener una determinada especialidad, no lo han vivido en la sociedad de donde proceden y por tanto difícil será que sean capaces de adaptarse a esta Europa donde se pide cada día más y más especialistas.

No es que terminen en una universidad (ya que no serían capaces de costeársela). Es lo que exiguimos a todos nuestros jóvenes, al menos los españoles que conozco.  Al país a donde llegan  le deberían poner como condición imprescindible, unos estudios, una especialidad. No vale que los dejen sueltos por las calles o a cargo de cualquier familiar o amigo del que ha pasado en patera para que los tenga en su casa para darle cobijo.   

Termino pensando en los estudios  por los que tuvieron que pasar mis hijos y sobre todo me llega a la cabeza el amigo de mi hijo mayor. Antonio. Está medio año aquí con nosotros y el otro medio subiendo y bajando de un avión para ir a cualquier país del mundo para arreglar la fibra óptica que une los pises, une los continentes. Yo le digo que acabará dando clase en la universidad ya que dicha especialidad aún no ha llegado a ellas y mucho menos a la formación profesional. Todos hablamos de la fibra óptica pero especialistas como Antonio (nos dice que en Andalucía no existe ninguno con esta especialidad) en todo el mundo me dice que serán unos ciento cincuenta y que solo existen dos empresas, una francesa y otra americana.

Esta gente que nos llega en pateras que proceden de los barrios marginados o del trabajo en el campo, ¿cuando serán capaces de meter en su mente, en su cabeza, que ellos tienen que estar preparados, tienen que estudiar para las nuevas especialidades que van apareciendo en el mercado laboral?.

¿Que piensan del tema de la migración mis vecinos, mis amigos, mis hijos?.  Pues dá para otro artículo. 

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