viernes, 24 de junio de 2011

NEVERAS Y TAPERGUEL VUELVEN A LAS PLAYAS

Hemos retrocedido en casi dos años lo superado en toda una década. Lo del “estado del bienestar” lo será para unos pocos puesto que un porcentaje considerable de los que en éste verano visitan las playas desde Isla Cristina en Huelva hasta Mazarrón, cuando acuden en familia los fines de semana a bañarse en el mar, vuelven con sus carteras vacías. La comida de los chiringuitos o de los bares cercanos a la raya del agua ya no está a su alcance.

La fachada principal de mi casa da a uno de los aparcamientos de la playa y en la última década del siglo pasado llegaban las familias con sus neveras portátiles llenas de bebidas y sus taperguel con sus tortillas y filetes empanados. En este verano se vuelve a ver las mismas estampas.

Al comienzo del verano vuelvo a escuchar por mi calle la armónica del afilador pero tocada por labios nuevos.

Con el mismo modelo de altavoz que utilizan en sus manifestaciones los indignados llegan a mi barriada los que venden pescado, sandías, melones, patatas o tapizan tresillos. La España del progreso se ha convertido en la España del retroceso.

Los medios de comunicación locales vuelven a retomar las mismas frases con los mismos argumentos que se empleaban en la España del contrabando, en éste caso con nuestro vecino Gibraltar. Estos mis paisanos campo gibraltareños, argumentando que como no tienen nada que hacer durante todo el día; antes de salir para cruzar la frontera van de vecino en vecino intentado que se les encargue, un cartón de tabaco, unos kilos de azúcar, leche condensada, chocolate y un tanque de gasolina.

En la pasada noche de San Juan en la playa había muchísimas más hogueras de barbacoas que hogueras de divertimento.

Como ya reflejé en un comentario anterior que en ninguna de las reclamaciones de los indignados (imaginen lo que piensan los políticos) aparecía las reivindicaciones sobre los que trabajan y viven del campo que lo que producen quien realmente se beneficia son los intermediarios, seguro que los “indignados intelectuales” no saben que existen los que viven del contrabando con Gibraltar, ni que ha vuelto el flautista que afila cuchillos a las calles, ni a los padres de familia que utilizan el maletero del coche para ir a las barriadas pregonando sardinas y boquerones.

Espero que cuando los indignados toquen poder las primeras medidas que tomen sean aquellas que vuelvan a eliminar de nuestras barriadas a los vendedores ambulantes y los que viven del contrabando con Gibraltar ya que se les ha ofrecido un trabajo digno, y, que las neveras y los taperguel no vuelvan de nuevo a las playas.

Yo reivindico de Europa lo que termino de escribir y que después mi playa tenga el distintivo de bandera azul.

viernes, 17 de junio de 2011

METAMORFOSIS.


Llega la semana señalada en el almanaque destinada a la feria en la ciudad donde vivo. La ciudad que fue puerta al continente de la Atlántida y la que sigue siendo paso obligado para más de cinco millones de pasajeros de Europa a África. La capital del Campo de Gibraltar, donde están las huellas de siete ciudades romanas. Donde se encuentran las dos columnas que aparecen en el escudo de Andalucía. El lugar por donde existen numerosos observatorios para contabilizar las aves que realizan el vuelo de ida y el de vuelta de un continente a otro. El lugar de paso obligado para tantos animales marinos. Donde quedan ubicadas cinco centrales eléctricas y la mayor fundición de acero inoxidable de España. Donde el pasado y lo moderno forman parte de lo cotidiano.

Como si se tratase de la suda del alcornoque en otoño o de la floración del brezo en el invierno, de acudir al Parque de los Alcornocales en el invierno para la recolección de la chantarela, todos los años por este tiempo ya huele a feria. La Feria Real de Algeciras.

Se sacaron los trajes para la ocasión, se colgaron a la sombra para que se les elimine el olor de estar todo el año guardados en los altillos e incluso el tufillo de la pasada. En el recinto de la feria no se puede ir vestido con la misma ropa con la que se va al mercado o a dar una vuelta por el centro de la ciudad. Estamos en feria y hasta la vestimenta de sus habitantes tienen que ir pregonando a los cuatro vientos que es la semana de estar fuera de casa, en la feria del medio día, en las corridas de toros y por la noche a las casetas.

Aunque digan los medios modernos que en esta feria no soplará, no estarán presentes ni el levante ni el poniente y por ello tela marinera de calor debajo de las lonas de las casetas, por encima de los treinta grados hasta de madrugada estamos en feria y si este año toca sudar, pues a beber rebujitos para no deshidratarse y sobre todo estar a tono en cada momento, tener el puntito de estar en la feria.

Al principio me preguntaba: ¿Qué hace un beninero en un sitio como este?. Intenté infinidad de veces volver a la tierra donde nací donde pasaron mis ancestros generación tras generación, hasta que llegó el momento que las amarras del levante o del poniente (vientos propios de la zona) eran tan fuertes que dejé de ser barco aunque cada vez que me miro al espejo sigo viendo velas dispuestas para navegar.

Cuando no se tiene pueblo o comunidad de referencia uno sufre una metamorfosis que se convierte en velero.

miércoles, 8 de junio de 2011

ACUMULANDO BARRO EN LA PARTE ALTA.

Cuando nos reunimos unos cuantos benineros/as lo normal es que primero se pregunte por el estado de la familia y seguidamente se plantee el tema de la herencia de nuestro pueblo, que se encuentra en manos despilfarradoras.

Muy engrandecidos por su título de ingenieros jamás tuvieron presente, de escuchar los conocimientos de la memoria colectiva de los mayores del pueblo (nos referimos a los espacios por donde se escapaba el agua y por donde se sigue escapando sin remedio) y por supuesto los que están en la actualidad en las oficinas de la La Mecila, no están para escuchar (simples funcionarios) a los mayores (que somos nosotros los pocos benineros/as que quedamos) que reclamamos que su herencia la está despilfarrando. Todo un lamento que tan solo somos escuchados por un entorno (río y montañas) lamentablemente transformado.

Me decía mi interlocutor:

- Por fin se ha cerrado la compuerta del pantano después de estar unos siete meses abierta. Se ha desperdiciado durante ese tiempo hectómetros y hectómetros de agua. Nadie pide responsabilidad alguna a los gestores del pantano en la provincia de España donde menos llueve.

Desesperado fui a hablar con un político que está en el Congreso de los Diputados y le dije las palabras que termino de decirte y el muy (…), me contesta que estamos en otros tiempos y ahora las necesidades están cubiertas con la planta desalinizadora que es donde los ecologistas menos protestan y los regantes tienen agua.

Continuaba mi paisano insistiendo ante el político:

- Pues si no os interesa el pantano devuélvanoslo. Necesitamos nuestro valle para que sea heredado por nuestros hijos.

El político le contesta (estamos totalmente seguros que la contestación está detrás de un asesoramiento técnico) sin ruborizarse:

- El pantano cumple la misión de aguantar las riadas del río.

- Como la presa de Tous, la de Valencia. Cuando caiga una tormenta como la de 1973, haber donde guardáis tanta agua, le contestó mi paisano.

Todas las presas que colocasteis en los barrancos, rambla y ramblilla ya se han llenado de la tierra que arrastra el agua. ¿Cuánto tiempo necesitáis para que el pantano se llene de fango?. Estáis acumulando barro en la parte alta que será arrastrado por la crecida, por la tormenta que llegará.

Lo cierto es, que el que está escribiendo se pasó unos cuantos veranos regando a cántaros llenados en la fuente del Murallón y transportados en las aguaderas de su burra con el objetivo que no se secaran aquellas parras en la finca de Los Arenales (donde hoy se encuentra situada la presa) y sabe valorar como el primero la importancia del aprovechamiento del agua.

Cuando aparecían los años en que apenas llovía y la conclusión de los benineros/as regantes, (es decir la mitad de la comunidad) era: "Solo había agua para la mitad de la vega y la otra mitad de regantes que se resignara". Quien no recuerda que en los años secos, en los meses de verano medio pueblo estaba enemistado con el otro por culpa del reparto no equitativo del agua disponible.

Cuando se ha vivido tantos años sin agua potable en las casas del pueblo, cuando el agua de fregar los platos se utilizaba para regar las macetas, cuando se era un zagalón, llegaban las vacaciones y se volvía al pueblo, detrás de la puerta te estaba esperando la azada y la espuerta para cumplir con los jornales asignados a cada regante de los que regaban sus árboles, su huerto con el agua que circulaba por la Acequia la Vega, cuando, cuando y cuando, toda una vida relacionada con el gasto justo del agua, cuando se ve que se ha sacrificado a un pueblo por la construcción de un pantano y durante siete meses se abren la compuerta para que el agua se desperdicie, los que estamos vivos sabemos que nuestros muertos cuando nos encontremos con ellos seguro que nos tienen que pedir la parte proporcional de nuestra responsabilidad por dejar que unos desaprensivos administren nuestra herencia como la están administrando. Seguro que nuestros antepasados nos preguntarán:

¿Porqué le dejasteis que desperdiciaran el agua nada más y nada menos que durante siete meses?.

miércoles, 1 de junio de 2011

LA INDIGNACIÓN CRÓNICA

Termino de comprar una sandía en el Mercadona de mi barrio y me he pagado siete euros. El precio del kilo es 1,15 euros / kilo. El sábado pasado me decía un beninero, agricultor de invernadero de Berja que tenía una cosecha calculada de 57.000 kilos y estaba contento por haber negociado su venta en 0,35 euros/kilo. El productor, en este caso sandías, recibe por su producto 19.950 euros, los consumidores pagan 65.500 euros. Se triplica el precio del productor al consumidor.

Nuestro presidente Griñán y nuestra ministra Rosa Aguliar salen en los medios de comunicación con cara de indignados por “el tema del pepino” cosa puntual (sin pretender quitarle importancia a dicho incidente) en el tema agrícola, mientras ambos dirigentes, cuando tomaron posesión de su cargo existía el encarecimiento de los productos del campo, y, cuando tercie entregarán su cargo como dirigentes y la indignación por dicho encarecimiento de los productos del campo que repercute en ambos productor-consumidor, jamás han salido en los medios de comunicación reflejando en su rostro la indignación por este problema crónico que nadie se ha enfrentado a él ni tampoco aparece ni tan siquiera en las reclamaciones escritas por los indignados que están acampados en las plazas de Madrid y Barcelona.

Lo espero como se solía decir en Benínar, “como agua de mayo”, que los nuevos medios de comunicación reúnan en las plazas de los pueblos a los productores y consumidores de la misma forma que coincidían en las plazas de Murtas, Turón o Berja a los agricultores de Benínar y los consumidores de los pueblos cercanos.