martes, 4 de agosto de 2015

El trompetista que hizo pecar a las mozas benineras.







Jovencitas benineras
Foto tomada del foro de Benína 
En este tiempo en que con frecuencia vemos en TV la fashión plus, donde aparecen todas las tendencias en moda y formas de vestir, cada vez que veo dichas imágenes me acuerdo de cómo vestían en mi adolescencia las mujeres de mi pueblo, Benínar ,y,  en cierta medida el reconocimiento a la costurera oficial que tubo Beninar con diferencia a las demás aficionadas de sus paisanas.



Las mozas que aparecen en la foto eran las que marcaban tendencia en la ropa, las que podían ir  fuera del pueblo a comprase vestidos en la capital. Eso no estaba al alcance del resto de todas las mozas.

Para participar en las fiestas todos los años las mozas tenían que estrenar vestido ya que si no fuese así estaban condenadas a estar los tres días en las escalerillas de la plaza vestidas de diario con su delantal contemplando como las afortunadas se divertían.  
Al grito de todas o ninguna todas las mozas programan reuniones, programan una novena al patrón del pueblo  para encontrar entre todas las mujeres  aquella que tuviese el don de cortar patrones para confeccionar vestidos con la misma facilidad con que ellas eran capaces de lavar en el río, encarpar, (en Beninar era la palabra utilizada para polinizar los racimos de uva),  o hacer de forma correcta todos los menesteres de una mujer de su casa. El soporte papel (patrones que años despues fueron aparecindo en revistas especializadas) para el diseño o para cortar los patrones, el papel no llegaba a La alpujarra.  En Beninar solo había papel de estraza en las tiendas, tan escaso, que  un grupo de mujeres acudían a que se le pesara en la tienda sin el papel para que lo que pesaba el papel fuese en mercancía.  Si hasta a los niños solo se les entregaba un solo libro donde estaban todas las asignaturas y dicho libro era para todo el tiempo de escolarización. Tampoco el papel de periódico  ni el alcalde conocía el nombre de los de aquella época. Puede que los conociesen el cura, el médico y el secretario, pero en sus casas no había periódicos. Al pueblo no llegaba ninguna publicación. Escribir una carta se le encomendaba su compra del folio y el sobre a aquellos que iban de viaje a Berja.
En un momento de la historia del pueblo aparece Rosa la costurera  que se imaginaba los patrones que configuraba un vestido y cogía las tijeras, con un desenvolvimiento asombroso. 
Lo que aparece a continuación es una historia que se argumentaba de la siguiente forma. 
Cuentan que Rosa se encontró en un momento de su vida en una esquina de la iglesia una canasta (fabricada  con  cañavera) con hilo, alfileres, agujas, dedal pero faltaban las tijeras. Las tijeras llegan a las manos de Rosa cuando toma la decisión de aceptar aquel don que le había regalado San Roque. ¡Ohú  las tijeras!.  En aquel pueblo que la mayoría de los pantalones y vestidos pasaban de generación a generación y lleno de remiendos hasta que las mozas no cumplían la mayoría de edad no se les podía regalar unas tijeras y que además demostrasen a sus abuelas y vecinas que las utilizarían correctamente. Tener tijeras implicaba tener un reconocimiento especial por parte de la población. Cuantas morían en el intento de que le consintieran tener unas en propiedad.
Recuerdo (si se me permite) que la difunta Lola Flores, cuando le mencionaban las tijeras tiraba puñados de sal a sus espaldas para evitar el “mal bajío”.    
Cuando Rosa cogía las tijeras no podía equivocarse, en cada movimiento se jugaba la reputación puesto que a la hora de comprar a la gitana Loreto los metros determinados, recurrir a comprar un nuevo trozo había que encontrar a la gitana, en primer lugar por cualquier pueblo de La Alpujarra y en segundo lugar, ¿le quedaría algún retal de dicha tela?.
Todas las mozas van a pedir autorización al cura para hacer una novena para que surgiese de entre todas una costurera con arte que se imaginase el  vestido para la talla de cada una de ellas. Puede que fuese San Roque el patrón del pueblo el que obligase (ser creativa es un don y en aquellos tiempos dicho don tan solo lo concedía San Roque) a Rosa la del Puente a ser creativa, que de unos metros de tela sacase un vestido.  Lo que es constatable, es que en aquellos años todas las mozas para las fiestas estrenaron vestido nuevo.  
La señal que el patrón les había concedido la costurera es cuando  aparece Rosa nada más terminar la novena con unas faldas estrechas, tan ajustadas, (que ella se las había confeccionado) que era incapaz de subir las escaleras que había entre la plaza y la iglesia. Todas las mozas de rodillas emocionadas dan gracias al patrón por haber atendido sus súplicas.
Aún recuerdo que Doloricas la de la tienda lo primero que puso a la venta en su tienda eran unos fardos de tela que compraba en la capital en la calle de las tiendas. Aquel acontecimiento que en el pueblo se confeccionasen los vestidos fue todo un acontecimiento.


Benineras en la playa
Foto tomada del foro de Benínar

No recuerdo cuantos fueron los años en que todas las mozas todos los años estrenaron vestido, pero llegó un año en que la costurera se queda ciega y por ello se acababa de estrenar vestido en las fiestas.     


No tengo referencias quien fue el que, o la que, puede que fuese Loreto la vendedora de fardos de ropa la que intenta justificar la ceguera de  Rosa con el siguiente argumento:
La culpa que la costurera se quedase ciega era un castigo a las jóvenes  por su comportamiento en las últimas fiestas de San Roque donde no tuvieron un comportamiento cristiano. Todas pecaron.  La culpa estaba en que  llegase entre los músicos de la Banda de Música de Ugíjar un trompetista que quitaba el sentido. Pecaron todas ellas aunque difícil de reconocer en público que habían soñado con escaparse y perderse por entre los maizales o las matas blancas de los cerros con el músico el trompetista. Nadie como aquella gitana para dar con argumentos creíbles ante aquella sinrazón de la ceguera de la costurera.
                          Chriss Botti concertista de jazz. 
Lo cierto de esta historia es que en Benínar antes  de Rosa no hubo ninguna costurera y nadie la sustituyo y que Rosa revoleó las tijeras y fue recuperando la visión lentamente, pero ya dedicada a otros menesteres como fue el oficio de molinera. No volvería  a coser para las mozas y que la gitana Loreto dejó de venir al pueblo vendiendo retales de tela.
Aquellas máquinas de coser de pedal (que en el pueblo se podían contar con los dedos de una mano) que compraron nuestras abuelas fueron perdiendo su utilidad y las hijas o nietas de aquellas abuelas las tienen en su casa como mesa de entrada debajo de un espejo y fue tirado a la basura toda la maquinaria que se utilizaba para coser. Conforme fue Rosa recuperando la visión, jamás hizo el más mínimo comentario de aquellos vestidos, de aquel don que solo a ella le había concedido el patrón del pueblo ni quien le  escogió a ella para aquel " mal de ojo" de perder la visión por un tiempo.  

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha encantado, Paco. Sólo matizarte que la palabra empleada para polinizar la uva será engarpar puesto que engarpe se llamaba el utensilio utilizado.
Un abrazo muy fuerte.

JuanMa.

Paco Ramón Maldonado Ruiz dijo...

Muchas veces cuando me encuentro con palabras que siempre escuché en el pueblo al colocarlas en pantalla tengo que tomar la decisión corregir o dejarlas.
Me gustaría que escuchases hablar a Carolina y a Magdalena Doucet, las canadiensas que aprendieron el castellano en el pueblo y se marcharon al poco tiempo y han vuelto pocas veces. Cuando las escuché me quedaba con la boca abierta ya que hablan el mismo castellano que se hablaba en Benínar.
Esto es bastante extenso y lo termino como escribe Antonio Burgos en sus artículos (que yo los leo en ABC) utilizando la palabrería sevillana.
Un abrazo muy Fuerte en especial para ese jubilao que no quiere escribir con lo que sabe.