Ha estado en casa unos cuantos
días mi hermano y en una de tantas
conversaciones me dice:
-
A tu padre en
una temporada le dio por beber anís y para que lo dejase tuve que hablar con todos los bares de la
zona para que no le vendiesen.
Me decían
los que se lo vendían que saben quién era el que compraba el por preguntar por el anís de los Regalaos. Ya
sabes el que seguro vendía Pepe Pérez.
-
Le pregunto:
¿Pero Pepe Pérez llegó a vender aguardiente?.
-
Haber de donde
pudo sacar el dinero para costear una carrera para cada uno de sus hijos. Otra
explicación no encuentro. Bueno también contarían con los fondos que cobraba su madre de maestra. Es de
suponer que aquella familia vivió de las rentas del aguardiente, ya que
finquitas no tenía como otras familias con aquellas casas.
El tema me entró en la
cabeza y la forma de quitármelo de encima es escribiendo sobre él. Tengo que
añadir que en esta historia también como en tantas otras está Eugenia Douced la
canadiense que cuando llega a España en los años setenta con cuatro hijos de
edad escolar después de recorrer muchos lugares para quedarse a vivir, decide
quedarse en Benínar y precisamente alquilando la casa de los Regalaos. Esta canadiense tiene el don especial que siempre nos preguntamos los del montón: ¿Como es posible que dicha persona diese con ese espacio único, que nadie fue capaz de percibir, de adivinar que acumulase tanto, magnetismo, interés y misterio?. Donde se fabricaba en Benínar la bebida espiritual.
Eugenia en
cierta ocasión me dijo:
-
Cuando cojas
una historia investiga, pregunta, pero no la dejes sin terminar.
Aún recuerdo su carcajada
cuando regresaba de lavar de aquella habitación que olía a aguardiente, y yo le
decía que olía a borracha.
Lo cierto es, que aquella habitación en la C/ Los Naranjos
durante un tiempo allí hubo un negocio que no se sabe cuando empezó ni cuando
termino, tan solo encuentro en el recuerdo un trozo de tiempo, donde la
historia puede encajar, que es entre
mediados y final del XIX en que aquel negocio existió. Tiempo suficiente
para que las paredes de aquella habitación junto a una balsa de agua, sin
ninguna chimenea por donde saliese el humo de la destilación, es de suponer que
saliese por la puerta de salida o de entrada y por ello sé impregnaran de olor
a aguardiente y que casi un siglo después siguiese oliendo el recinto.
La filoxera está en la
punta de su desarrollo en el 1886 (casualidad que el anís del mono, tomado como
referencia comenzase a producirse en el
1870) que elimina de la fax de la tierra de la costa mediterránea casi todas las cepas la base para la obtención
de dicho licor. También había que
plantease que se utilizase o no lo que queda después de obtener el vino (grappa al escobajo) como materia prima ya que lo que queda después
de obtener el vino habría que traerlo de la zona de La Contraviesa, de Turón o
Murtas.
Pedro Antonio de Alarcón
en su visita a La Alpujarra escribe:
“Pero la principal riqueza
de Murtas y uno de los ramos más importantes de la producción alpujarreña
consiste en pa producción de aguardiente. Perdiéndose la cuenta de la cantidad
de alambiques que hay establecidos en el lugar y sus cercanías, …”
Otra pregunta que he
planteado a los mayores de Benínar es la palabra alambique y me han contestado:
¿Qué, esoqueesloes?.
No es mi intención seguir
profundizando en la “bebida espiritual” (según lo define al aguardiente la Guía
Repsol: destilación de fermentos de materias agrícolas. ) que se destilaba en Benínar, puesto que lo
que me llama la atención es como se replantea aquella familia la continuidad
del negocio.
Significativo és la
existencia en Benínar de tan solo cinco casas construida de tal forma que
tenían tres puertas de entrada al edificio, la puerta principal por donde
entraban los señores, la puerta de servicio y la puerta del corral por donde
entraba la caballeriza. Todas estas casas pertenecían a familias “ricas o que
habían sido ricas”, pero la determinación de sus herederos, aquellas viviendas estaban ocupadas por
gente mayor (después de la guerra civil
del 1936) y que sus retoños enfocaron su vida en otros negocios o en otra forma
de “buscarse la vida”, como se decía en el pueblo.
Otro dato importante es
que la procedencia de aquellas “viviendas o fortunas”, tuviesen su origen en la
explotación de las minas de plomo durante casi todo el siglo XIX, pero en el
caso de los Regalaos, no se daban las circunstancias, ya que en aquellos
tiempos la destilación de los sobrantes de la producción de vino, (no estoy seguro que solo se utilizase como base lo que quedaba del racimo de uva) tenía una
técnica, se necesitaban unos preparativos, una comercialización que aquel Regalao
que comienza el negocio tenía que partir de una financiación de una
especialización, de unos conocimientos
adquirido en otro lugar y que “la morriña”, con reales en el bolsillo, llega a
su pueblo, Benínar y monta una destilería.
La historia comienza mucho
antes que comenzase a vender aguardiente
la familia de los Regalaos.
Continuará.
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